viernes, 14 de septiembre de 2007

DE LA GUARDERÍA A LA UNIVERSIDAD.-

La LOGSE y la extensión de la obligatoriedad de la enseñanza hasta los dieciséis años nos trajo la generalización de la dinámica preexistente en los antiguos colegios de EGB a lo que tradicionalmente se había hecho en los Institutos de BUP y COU. La dinámica era la de mantener a todos los alumnos dentro de las aulas y del sistema educativo por cualquier medio, fueran cual fuesen los intereses de esos alumnos que, en algunos casos, prolongaban su estancia en la ESO hasta los dieciocho años. Se crearon guarderías para adolescentes y jóvenes.Esta dinámica implicaba la promoción automática una vez agotada la única repetición de curso permitida por ley, y la consiguiente acumulación de alumnos completamente desconectados de lo académico que se limitaban a hacer naufragar al resto de sus compañeros, mientras los niveles impartidos descendían hasta extremos alarmantes. Pero se había resuelto un problema: un fenómeno antes conocido como "desempleo de menores de dieciocho años" desapareció de un plumazo. Todos los jóvenes parados de entre catorce y dieciocho años desaparecieron al aumentar la mayoría de edad laboral a los dieciséis y al tener que permanecer los repetidores "encarcelados" en los Institutos hasta los dieciocho. ¡Progresismo!.
Mientras tanto, en la universidad se eliminaba el viejo sistema de estudios basado en asignaturas, no demasiadas por curso pero en las que había que profundizar al máximo de las posibilidades y la voluntad de cada alumno, y se sustituía por el sistema de créditos, de tal forma que cada alumno se podía elaborar cada año su propio "menú" de asignaturas de diversos cursos, fueran de primero, segundo o cuarto. Mientras no fueran asignaturas que "cerraran", sin problema. El resultado fue la eternización de un número cada vez mayor de alumnos en las diferentes carreras universitarias, dándose algunos casos de alumnos que han permanecido hasta quince años en una facultad hasta que han conseguido la titulación deseada.
Esta dilatadísima permanencia en las facultades se convirtió para muchos en un auténtico "modus vivendi", donde la realización de trabajitos ocasionales, la mayoría en las barras de los bares de moda, permitían a los alumnos vivir de alquiler, contando con las ayudas familiares, y dedicarse a vivir la vida sin mayores preocupaciones a lo largo de años sin término en una perversión del "carpe diem" que haría gritar a Horacio en su tumba.
Pues bien, ahora ese "modus vivendi" pretende anticiparse y aplicarse directamente en el bachillerato. Los alumnos podrán elaborarse sus "menús" de asignaturas ya en primero, sabiendo que pueden dejarse cuatro para el curso siguiente, de las que se matricularán junto a dos o tres de segundo, para completar en el mejor de los casos la etapa educativa en un tercer año en el que finalizarían las restantes asignaturas de segundo curso.¡Magnífico!
De esta forma, el chaval español sale directamente de la guardería de la ESO para entrar en la universidad del bachillerato, pero siempre con el denominador común de que los plazos de que dispone para finalizar sus estudios se dilatan, se dilatan y se dilatan indefinidamente. En la ESO hasta los dieciocho años, unos cuatro años más de bachillerato a plazos y a la carta, entran en la universidad a los veintidós y allí pueden organizar su vida para permanecer unos diez años más hasta los treinta y dos.
Luego se les regala un puesto de trabajo y una vivienda y se les permite seguir viviendo su adolescencia sin problemas hasta los cincuenta y dos, por ejemplo, y a partir de ese momento hay que empezar a pensar ya en la jubilación anticipada, la gran receta socialista para crear empleo junto con la hiperinflación burocrática y la jornada laboral de veinte horas semanales, como en Walden Dos. Luego nuestros adolescentes, ya en torno a los 82 años, descubren que se van a morir y claman espantados: ¡pero si todavía no he hecho nada en la vida!. Demasiado tarde.
Addenda: acabo de encontrar un vídeo en el que se recoge una entrevista a Victorino Mayoral, diputado del PSOE y presidente de la Fundación Cives, inspiradora de la Educación para la Ciudadanía, que demuestra a las claras y sin lugar a dudas que esta asignatura pretende adoctrinar frente a otras ideologías.
A. Campoy.

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