sábado, 3 de enero de 2009

MEDIO SIGLO DE CASTRISMO I.-




LA DICTADURA INVISIBLE.
Cuba es hoy, después de cincuenta años de vendaval castrista, un país pobre (de solemnidad). Es una nación hecha trizas. Tanto, que si fuera posible, la inmensa mayoría de sus habitantes la abandonaría. Se convertiría en un sitio prácticamente inhabitado. Por prácticamente inhabitable. A pesar de ello, sus viejos y desalmados capataces pretenden seguir mostrándola como una especie de reducto de no sé qué capital simbólico (a falta de otro capital), de no se sabe bien qué utopía, o resistencia paradigmática ante el Mal. Lo triste es que, por razones diversas, son muchos los que entran al juego. Intereses varios, cual encontrados vientos, azotan la Isla miserable moviéndola en direcciones distintas. Vientos que se dicen amables, pero que esconden la furia indecente de réditos espurios, en tanto que todos se distancian de las verdaderas ansias y conveniencias de los cubanos.
Cincuenta años de desastre y de horror en Cuba –eso sí, con canciones de Silvio, con música de los Van Van y con sensualidad caribeña– han sido invisibles para el mundo. El castrismo ha sido el icono nostálgico e irreductible de la izquierda y el juguete (roto, pero juguete al fin) de todos los demás. Juguete con el que todos han jugado. El juguete preferido de la Unión Soviética durante la Guerra Fría. El juguete de los demás, de todos, después de la caída del Muro de Berlín. El desastre y el horror castrista siempre invisibles. Y/o transferidos. Si Castro asesina, él no es el culpable, como sí lo fueron Franco, o Pinochet, o Videla. No, el culpable es Estados Unidos. Si Castro encarcela a periodistas, a bibliotecarios, a defensores de los derechos humanos, pues sí, eso está mal, pero la culpa es, en última instancia, de la injerencia de los Estados Unidos y del mafioso exilio cubano de Miami. Si en América Latina hay dificultades económicas, si hay pobreza, está claro, es el resultado de las nefastas políticas neoliberales, de la famosa teoría de la dependencia, de la explotación del Imperialismo en contubernio con las oligarquías locales. Pero si la economía cubana se halla absolutamente en ruinas, si la población sufre décadas de cartilla de racionamiento, si hay literalmente hambre, pues la responsabilidad no reside en el sistema económico impuesto por la dictadura; no: la culpa es del embargo norteamericano.
No caben dudas, nos hallamos ante la dictadura invisible. Tan invisible que todos se aprestan a salvarla en sus horas más bajas y crepusculares. Eso sí, todos muy preocupados por la suerte del querido pueblo cubano. La verdad es otra bien distinta, en la que se entremezclan varias y confusas razones. La España espumosa de Zapatero, y con ella la Europa sin identidad y soñolienta, busca en Cuba, amén de pingües negocitos (no muchos, el erial no da para tanto), mostrar cierta ridícula "independencia" ante el "Imperio". En fin, ímpetus de vieja ramera. Se les da bien coquetear con el pobre símbolo maltrecho.
Lo de América Latina es una conjunción enfermiza de mediocridad, envidia, atavismos no superados, visión tontorrona de la sociedad y de la historia. La Venezuela impresentablemente bolivariana buscando, con el mamarracho Gorila Rojo, la grandeza loca soñada por el Prócer y que no pudo ser. Brasil, eterna frustración de potencia mundial, juega al liderazgo de una región que tras dos siglos de independencia sólo puede exhibir un historial de siniestras dictaduras hasta llegar al encanallamiento de esa izquierda zoqueta y delirante que hoy la gobierna. Por supuesto, siempre por culpa de los otros. De España, de Cristóbal Colón, de la pérfida Albión o del malvado vecino del Norte. Y Méjico. Oh, Méjico lindo y querido, siempre odiando. Al español, al francés y, sobre todo, al gringo. Y a vivir de las remesas, que son dos días. Cuba y su dictadura invisible es el juguete con el cual sacan pecho ante el imperio. Risible y patético, si no fuera por el horror que legitiman.
Y Rusia. La madrecita Rusia, siempre soñando con sus viejas y sombrías glorias. Jugó antes con Cuba, en época de la sórdida Unión Soviética, y vuelve a hacerlo ahora, siempre de manos del KGB, que hoy se llama Putin. Antes, los misiles en Turquía a cambio de los misiles en Cuba. Ahora, un quítate de Georgia que yo me quito de Cuba. Asco.
Se cumplen cincuenta años de la dictadura más longeva que ha conocido América Latina. Y la más cerrada y totalitaria. Y la más invisible. Habrá celebraciones –ya las está habiendo– en medio mundo. Sólo unos pocos tendrán un pensamiento para los miles de fusilados, para los decenas de miles de desaparecidos en el mar huyendo del horror, para las decenas de miles de personas que han cumplido espantosos años de prisión y para los que hoy mismo se pudren en las cerca de trescientas cárceles de la Isla. Pocos tendrán en cuenta el sufrimiento de millones de exiliados. No se hablará, y si se hace será de pasada, de la maliciosa y minuciosa destrucción de una nación otrora próspera. Se hablará, siempre se ha hablado, de la digna resistencia numantina ante el Imperio. Y de los "logros" en la salud pública y la educación.
La dictadura continuará siendo invisible para los más. Menos para los cubanos. Ese pueblo que cada vez más sonora e insistentemente se pregunta: ¿hasta cuándo? Un reclamo que igualmente es invisible para aquellos que, como decía Martí, sólo son capaces de ver lo que acontece en la superficie. Un día llegará el fin del horror. Un día será visible, para sonrojo de tantos.
Orlando Fondevila.
EL CASTRISMO, CRÓNICA DE UNA TIRANÍA INFAME.
EL CASTRISMO, UN RÉGIMEN DE UN SOLO HOMBRE.

De poco más de cien años que tiene Cuba como república independiente, casi la mitad lo ha pasado bajo la férrea dictadura de un solo hombre. A diferencia de otros regímenes comunistas, el componente personal del cubano ha sido primordial. Ni la Unión Soviética, ni ninguna de las antiguas repúblicas populares del este de Europa dependieron tanto de un liderazgo personal e intransferible como el de Fidel.
Un binomio perfectamente engrasado. El comunismo cubano es inseparable de Fidel Castro y Fidel Castro inseparable del comunismo cubano. Así de sencillo. De ahí que, más que de república popular cubana, se haya hablado siempre de castrismo. Un sistema político con unas características propias, cimentado sobre las tesis marxistas y llevado a la práctica por un hombre sin escrúpulos, adicto al poder, soberbio e implacable con sus enemigos.
Este es uno de los motivos por los que el socialismo a la cubana sólo haya arraigado con fuerza en la Isla. Ninguno de los muchos intentos de implantarlo en otros países ha funcionado, y eso que las autoridades cubanas no han escatimado medios para propagar su revolución por el mundo. La insularidad y el modo en el que el castrismo fue construyéndose y echando raíces en Cuba es un fenómeno único y, por lo tanto, irrepetible. Con Castro muere un modo de conquistar y conservar el poder, un modo de llevar un país a la ruina, un modo, en definitiva, de instalarse en el aparato del Estado hasta dejarlo seco.
DE MONCADA A SIERRA MAESTRA.
Pero, ¿cómo nació el castrismo? ¿Cuál fue su acto fundacional? En esto, como en todo lo que rodea a la controvertida revolución cubana, hay opiniones. Para unos el castrismo tiene su punto de partida en la entrada de los barbudos en La Habana el 1 de enero de 1959, para otros un poco más tarde, con motivo de la frustrada invasión de la isla por parte de los exiliados en 1961. Por último, para los más volcados con la causa, el castrismo nace el 26 de julio de 1953. Ni un día antes ni uno después. En esa fecha se produjo el asalto de los cuarteles de Moncada y Báyamo. Ambos fueron un fracaso y el Gobierno de Fulgencio Batista detuvo a los instigadores, entre ellos a Fidel Castro. Unos pasaron por el patíbulo, otros, más afortunados como el propio Castro, fueron recluidos en espera de juicio.
El 26 de julio es la fecha por excelencia del castrismo, su octubre, su santo y seña y el 26 es el número más repetido de la reciente historia de Cuba. Así se llamó el movimiento que tomó La Habana en 1959 y la omnipresente propaganda del régimen insiste, una y otra vez, en ciudades y aldeas, carreteras y caminos de cabras que "siempre es 26".
Batista era un dictador al más puro estilo latinoamericano con todas sus corruptelas y desórdenes incorporados. Había llegado al poder tras un golpe de Estado en el que derrocó a Carlos Prío Socarrás. Instauró un gobierno autoritario y se dedicó a robar todo lo que pudo con la inestimable ayuda de su camarilla. Por lo demás, era rechoncho y malencarado pero, sobre todo, ladrón.
El presidio para el joven abogado rebelde duró 22 meses. Durante el juicio al que fue sometido hizo valer su condición de letrado y ensayó ante el tribunal una pieza gloriosa que el castrismo posterior transformó en fetiche, "La historia me absolverá" se titulaba. En mayo de 1955 Castro fue excarcelado. Todavía pueden verse las fotos en las que, vestido de punta en blanco, abandonaba la Isla de Pinos. Los años de encierro del líder llevan siendo exaltados más de 50 años aunque las buenas lenguas se han encargado de desmitificarlos. Lo han hecho recurriendo a las cartas que el propio Castro escribía desde la Isla:
"Comunicaron mi celda con otro departamento cuatro veces mayor y un patio grande, abierto desde las 7am hasta las 9pm. No tenemos recuento ni formaciones en todo el día. Nos levantamos a cualquier hora, (tenemos) agua abundante, comida y ropa limpia. No sé, sin embargo, cuánto tiempo más vamos a estar en este paraíso."
Tras ser liberado hizo las maletas y se marchó a México, al México del PRI. Su obsesión era conquistar el poder en Cuba de cualquier modo, y, en Hispanoamérica cualquier modo significa por la fuerza. Adiestró a unos cuantos guerrilleros y puso rumbo a Cuba en el Granma, un yate de recreo que había pertenecido a un norteamericano. De aquí lo de Granma, es decir, "Grand Mother" o "Abuelita". Arribaron de muy mala manera a la costa cubana y, según pusieron el pie en tierra, el ejército de Batista fue a por ellos, pero sin demasiado convencimiento, porque Castro, junto a Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos, sobrevivió.
Los pocos que quedaban se reagruparon y, con lo que habían salvado de la refriega, se encaramaron en la Sierra Maestra, la región más deprimida y abandonada de toda Cuba. La estrategia era sencilla.
1.- Atacar todos los cuartelillos del ejército y desaparecer.
2.- Atacar a todas las unidades militares que se internasen en la sierra.
3.- Salir en desbandada cuando los militares eran más o se encontraban en terreno que les era propicio.
Castro no inventó nada. Esta era (y es) una técnica muy conocida por los salteadores de caminos de todo el mundo, y de todos los tiempos.
Entonces se produjo el milagro. Los guajiros arruinados de aquellas comarcas empezaron a prestar ayuda a los revoltosos. Que si un cerdo por aquí, que si algo de maíz por allá, que si el hijo de fulano se alistaba voluntario, que si el primo de zutano les subía provisiones de Santiago. Aquello marcó el punto de inflexión. Batista no caía bien a nadie y, aunque los bardos del castrismo lo hayan repetido mil veces, tampoco era simpático para los norteamericanos, que no dudaron en retirarle el apoyo logístico y vetar la venta de armas a su Gobierno.
Los barbudos de Castro, en cambio, poseían un atractivo arrebatador. Eran jóvenes, valientes e idealistas. Los periodistas de medio mundo se quedaron con la copla e hicieron campaña por ellos. Así, entre lo uno, lo de los guajiros, y lo otro, lo del buen nombre que Castro se estaba haciendo en el extranjero, a la heroica guerrilla cubana se le pusieron las cosas muy cuesta abajo. Tras dos años y pico de escaramuzas y mucho malvivir en el monte, el ejército revolucionario (que es como lo llamaban sus líderes) llegó a La Habana y la hizo suya. El éxtasis estaba servido. Batista huyó precipitadamente acarreando consigo la parte del botín que le dio tiempo a salvar.
SOCIALISMO O MUERTE.
Fidel Castro nunca había sido comunista, o, quizá lo fuese pero nunca lo había confesado. Como los historiadores y los periodistas no somos pitonisos, hemos de concluir que Castro se hizo comunista una vez llegó al poder. Un caso único y realmente persistente porque se ha muerto siéndolo. El castrismo vino al mundo sin ideología formal. Eran, en todo caso, jóvenes exaltados cuyo programa pasaba más por devolver la democracia a Cuba que por implantar otra dictadura.
Huelga decir que el programa primero nunca se cumplió. Según Fidel llegó al poder y sentó sus reales en la poltrona se autoconvenció de que de allí sólo lo iban a sacar con los pies por delante. Como todos los dictadores latinoamericanos que en el mundo han sido. Con una pequeña diferencia. Otros autócratas quieren mandar y ya está, sin más aditamentos que el poder por el poder o el robo a través del poder. Castro, sin embargo, y conforme fueron pasando los meses desde su coronamiento laico en las calles de La Habana, concibió un programa de transformación social. Después de él a Cuba no la iban a conocer ni los propios cubanos. Eso lo ha conseguido. La Cuba de 2006 no es ni un pálido reflejo de lo que fue en la década de los 50. En todos los sentidos.
Mezclando su natural tendencia a mandar con el hecho de que el mundo andaba por entonces partido en dos bloques antagónico, Castro encontró la coartada perfecta para perpetuarse en el cargo. Si se alineaba con uno de ellos, con el opuesto a que lideraban sus vecinos, tendría el poder garantizado de por vida. En Moscú no permitirían que su peón caribeño fuese desplazado, y le mimarían para que la Isla se transformase en la plataforma desde la que el comunismo liberador se extendería por el patio trasero del archienemigo norteamericano.
El balbuciente castrismo dio así su giro definitivo. En 1960 las relaciones con Estados Unidos se deterioraron considerablemente. El gobierno revolucionario ordenó la expropiación de empresas y propiedades norteamericanas en Cuba a la vez que, en secreto, abría negociaciones con la Unión Soviética. Castro entregó su país a la más cruel dictadura de la historia por una cuestión de orden práctico: seguir mandando. Otras consideraciones como la oportunidad de las tesis marxistas o los desvaríos del Che Guevara fueron secundarios. Fidel Castro, que a los treinta y tantos años ya era un charlatán de feria con ínfulas de iluminado, lo único que quería era que nadie hiciese con él lo que él había hecho con Batista. Parece prosaico pero es que fue así.
Para evitar que eso sucediese precisaba forjar un régimen implacable dentro e invulnerable fuera. Eso fue Cuba desde 1961 a 1991. Las purgas en el interior dejaron la represión de Batista en un inocente juego de niños. Nada más tomar las riendas del Estado dieron comienzo juicios públicos con tribunales populares poblados de analfabetos sedientos de venganza. A las farsas procesales le sucedieron palizas, torturas y fusilamientos, muchos fusilamientos. El castrismo nació en un paredón. La sangre de miles de cubanos inocentes fue su agua bautismal. Un impostor argentino fue su sumo sacerdote.
Ajustadas las cuentas con el pasado y modelado el país al antojo de sus nuevos dueños empezó la sangría humana. Cientos de miles de personas han abandonado la isla en los últimos 47 años. Al principio legalmente, después al riesgo de su propia vida. Millones de cubanos viven hoy en el extranjero repartidos mayormente por Estados Unidos y España. Es la Cuba errante, la que no olvida, la que sueña y añora. El primer y definitivo síntoma del castrismo para los que lo hemos conocido desde fuera es el cubano desarraigado.
En 1961 parte de esos emigrantes concibieron la idea de invadir Cuba del mismo modo que Castro había hecho años antes en la expedición del Granma. Pidieron apoyo a Washington y se dispusieron a desembarcar en Playa Girón. Los yanquis les dieron cierta cobertura, pero insuficiente para enfrentarse a ejército revolucionario. Fue un desastre, una chapuza y, además, una mala idea. La amenaza externa es el primer pilar que busca toda dictadura para consolidarse. El episodio de Playa Girón (o Bahía Cochinos) es, en la mitología castrista, un jalón imprescindible, motivo de infinidad de canciones y poesías y alimento necesario con el que a todo propagandista se le ponen los pelos como escarpias de la emoción.
Con idea de afianzar su naciente régimen Fidel Castro tuvo una de las peores ideas del siglo XX: pedir a Moscú que emplazase misiles nucleares en la Isla. Los rusos, halagados por la generosidad caribeña, y obsesionados con conseguir la paridad atómica con los Estados Unidos, pusieron en marcha una operación secreta. Pero el gatuperio que Castro y sus amos soviéticos se traían entre manos fue descubierto por la Fuerza Aérea norteamericana, por uno de los célebres aviones U-2 que vigilaban atentos los cielos de la guerra fría para evitar desagradables sorpresas al inquilino de la Casa Blanca.
Kruschev aseguró que era mentira, que no iban a instalar misiles ni nada parecido. Como era previsible, y más viniendo de un comunista, el que mentía era él. Kennedy no se dio por vencido y bloqueó los accesos marítimos a la Isla. El punto álgido de la crisis se vivió la última semana de octubre de 1962. La semana en la que la humanidad estuvo al borde del infarto. Los que lo vivieron pueden dar fe de ello. Castro, que siempre fue un fanfarrón impresentable, deseaba que su padrino le enseñase los dientes a Kennedy. No pudo ser. Estados Unidos era, felizmente para todos, más poderoso que la Unión Soviética. Así que se zanjó la crisis. Kruschev se retiró y no volvió a intentar lo de los misiles ni ninguna jugada parecida. Castro juró en arameo, puso a caer de un burro al líder soviético y poco más; no era tan importante como a él le hubiera gustado ser. Por fortuna.
LA CACATÚA DE MOSCÚ.
La frustrada invasión de Playa Girón y la crisis de los misiles apuntalaron el castrismo y le otorgaron su fondo y forma definitiva. Nada esencial ha cambiado desde entonces. Durante las décadas de los 60, 70 y 80, Cuba se transformó en una ruinosa economía dependiente por entero de las limosnas que recibía de Moscú. Una ruinosa economía cuyo objetivo más sagrado fue siempre propagar el socialismo en el Tercer Mundo. En eso Castro y los suyos mostraron un celo mayor que el de sus amos soviéticos.
Mientras en La Habana o Santiago los cubanos iban al colmado de la esquina con la cartilla de racionamiento en la mano, su Gobierno tenía soldados repartidos por todo el continente africano. La de Angola quizá sea la campaña más famosa pero no la única. Miles de cubanos, imbuidos de un espíritu de cruzada al modo socialista, perecieron en tierras tan lejanas como Etiopía, Argelia o Somalia. De hecho, el propio Che Guevara casi se deja la piel en el Congo junto un puñado de cubanos para terminar dejándosela en Bolivia junto a otro. Y todo por instaurar más dictaduras.
Como todo comunista que se precie, Castro acusaba a los enemigos de lo que él perpetraba en silencio. El imperialismo socialista, tanto de la Unión Soviética como de Cuba, es uno de los temas del siglo XX menos estudiados. Por razones obvias, claro.
Dentro de la isla, el nivel de vida y el de represión fueron creciendo, pero a la inversa. Los cubanos, a lo largo de los últimos 47 años, han sido cada vez más pobres y menos libres, un paraíso del revés. Uno de los muchos proyectos que los revolucionarios traían bajo era acabar con el monocultivo azucarero y hacer de Cuba una potencia industrial al estilo de Alemania o Checoslovaquia. El que iba a obrar el milagro era Ernesto Guevara, un tipo de gatillo fácil, mucho entusiasmo e indocumentado por completo para las labores de gobierno. No consiguió nada, tan sólo dilapidar preciosos recursos y desvariar a placer durante varios años. A tal extremo llegó la cosa que Castro le retiró y reorientó la economía cubana a proporcionar azúcar al bloque soviético a precios inflados. Nunca el azúcar fue tan mono cultivado como en los primeros años del castrismo. La zafra anual se convirtió en una celebración a la que eran invitados todos los habitantes de la Isla, desde los contables hasta lo maestros de escuela. Una invitación que no podían rechazar. Ni empleando a todo el país se consiguieron los objetivos. Además, daba igual porque Moscú y sus satélites compraban el azúcar a un precio ficticio luego no había necesidad alguna de producir más o menos, mejor o peor, era un simple destajo revolucionario al que Castro se apuntaba sin complejos y con mucho fotógrafo a su alrededor, para que quedase constancia gráfica de su hazaña.
Los subsidios moscovitas proporcionaron un mediano pasar al régimen, que no a los cubanos. La carne, por ejemplo, es un lujo asiático para las dos últimas generaciones de cubanos de a pie. Las mismas que han vivido hacinadas en caserones y apartamentos, las mismas que se han visto obligadas a consagrar los domingos al trabajo voluntario, las mismas que, privadas del pan y las palabras, mantienen la llama de la revolución encendida en actos multitudinarios, reuniones callejeras de los comités de defensa de la revolución y manifestaciones contra el bloqueo, es decir, contra el embargo comercial, a estas alturas tanto da.
EL CASTRISMO TARDÍO O COMO RECREARSE EN LA MISERIA.
La caída del muro y la desintegración de la Unión Soviética constituyeron un serio varapalo a la dictadura. Muchos creyeron entonces que eso se acababa y que, como en Polonia o Bulgaria, Bielorrusia o Estonia, se abría una nueva etapa que arramblaría con el horrendo régimen que les esclavizaba. Grave error de apreciación. No se dieron cuenta que, más que una dictadura comunista, la cubana es, esencialmente y por encima de cualquier otra consideración, la tiranía personal de un individuo, en nombre, eso sí, del comunismo.
El fin de la pensión soviética (que a los jerifaltes del régimen se les antojaba vitalicia) pusieron a Castro en la disyuntiva de abrir la mano o dejarla cerrada. Eligió lo segundo, lo hizo porque quería seguir mandando. Esa ha sido la única lógica a la que Fidel Castro ha sido fiel toda su vida: mandar. Un déspota no puede permitirse aventuras que pongan su poltrona en almoneda. Amaneció Cuba entonces al llamado "Periodo especial", es decir, a ajustarse el cinturón hasta un extremo lindante con lo intolerable. Todo menos cambiar, todo menos dejar que otro ocupase el lugar del Comandante en Jefe. Años de miseria sin nombre y represión sin cuento en los que hasta la máquina de propaganda terminó gripándose. La generación más joven de cubanos es casi lo único que han conocido.
El nuevo siglo, el que debía poner la luz al final del túnel, ha traído un inesperado renacimiento de la utopía. A Castro le han salido amigos criados entre los cascotes humeantes del muro de Berlín, y la industria turística ha hecho fluir miles de millones de euros al interior de la Isla. Los cubanos no han visto ni uno. Los más afortunados trabajan en hoteles que pertenecen sociedades mixtas del Gobierno y multinacionales extranjeras. Se les remunera en pesos sin valor alguno, pero el ministerio del ramo cobra por sus servicios en dólares contantes y sonantes.
La dignidad a la que se refieren muchos cuando hablan de Cuba es eso, trabajar de gratis para el Estado o verse segregado en su propio país por los extranjeros que llegan cargados de dólares a tomar el sol... o a cumplimentar asuntos íntimos por lo general inconfesables. Dicen que La Habana de Batista y Beni Moré era, para los yanquis, un inmenso casino con aires coloniales y vistas al Caribe. Tal vez sea cierto. También lo es que La Habana actual, la de Castro y Saramago, es una ciudad desvencijada y sujeta por la cincha de un régimen brutal, vigilada por cámaras de seguridad las 24 horas, poblada por un regimiento de ubicuos policías que no pasan una. Una ciudad que ya no es un casino, es un burdel. Poco más se puede decir.
El legado del castrismo puede resumirse en dos palabras: ruina y servidumbre. El resto está aún por escribirse.
Fernando Díaz Villanueva.
TODA UNA VIDA.
La mía. Cincuenta años esperando por lo que nunca ocurrió. Soñando con el fin de la tiranía que robó a mis padres lo poco que habían ahorrado. Todo lo que tenían y que no pudieron traer a Madrid en agosto de 1969, fecha en la que con tres maletas de tela, sin nada en el bolsillo y con un hijo de 12 años regresaron a España. Aún recuerdo cómo de mi brazo izquierdo colgaba un abrigo de entretiempo que desentonaba en el verano madrileño. Mi madre lo había cosido en La Habana por miedo a un invierno que no había olvidado. Creo que nunca me lo puse. Alguien me regaló un anorak. No sé qué fue del abrigo. Lástima. Me gustaría conservarlo junto a las tres maletas de tela.
Lo que sí conservo es el recuerdo de lo mucho que mi padre añoró a La Habana. Jamás hubiera vuelto a España de no ser para apartarme de la tiranía. Para nadie es fácil volver con cincuenta y cinco años y más pobre que cuando marchó. A la que no regresó fue a la ciudad que le permitió prosperar. Y la quería mucho más que la quise y la quiero yo. ¿Para qué iba a regresar? La Habana que conoció ya no existía. Se perdió para siempre. Cincuenta años es más que siempre. Es lo que tiene el comunismo envuelto en patraña, empeño.
Muchos de los que años después fueron mis amigos simularon no creerme cuando les hablé de la belleza y la prosperidad que mis padres recordaban. Según ellos, Cuba nunca pudo ser próspera antes de que los barbudos bajaran de Sierra Maestra. Batista era un dictador. Castro no podía ser peor. Además, la escasez llegó con el bloqueo que jamás existió. Los malos son los yanquis, etc. etc. etc. Aún simulan asumir sinceramente lo que les consta falso. Mienten. Ni quisieron ni quieren saber. Son los mismos que ahora no preguntan por la masacre de Madrid. No les importa que no se sostenga la versión oficial del 11-M. Miran para otro sitio. ¿Por qué tendrían que mirar para la verdad de la barbarie que únicamente puede ofrecer a los cubanos miseria y represión?
No sólo simularon no creerme, también me reprocharon que prefiriera vivir en la dictadura franquista antes que en la tiranía cubana. ¿Cómo explicar la diferencia entre una dictadura y una tiranía a los supuestos progres que simulan que aún creen lo que jamás creyeron? Nunca reconocerán que, a pesar de que Batista no fue más que dictador tan cobarde como corrupto, no obligó a los cubanos a simular que le querían, ni a participar en un acto de repudio en contra de los que pretendían abandonar la Isla, ni a fingir que les gustaría ser como un asesino en serie. Castro, sí. Obliga a sus víctimas a simular que quieren lo que odian.
A pesar de que en este artículo prefiero reseñar lo que recuerdo sin detenerme en las cifras en las que sin duda otros se detendrán, sé que no existe un analista honesto que niegue que en diciembre de 1958 Cuba era el segundo o tercer país más rico de Iberoamérica. Entonces no exportaba balseros hambrientos. Recibía a miles de emigrantes que sabían que si se sacrificaban podrían mejorar sin que nadie les robara lo que era suyo. Pero llegó Castro, fusiló a mansalva mientras bajaba los alquileres, se quedó con todo lo que existía y construyó y llenó con cien mil presos más de doscientas cárceles. Y ahí le tienen cincuenta años después. Más viejo y en chándal. Pero aún paciente de un cirujano que cobra en Madrid de mis impuestos y contando la misma patraña de la que cada año huyen miles de sus víctimas que prefieren exponerse a los tiburones antes que sobrevivir en la desesperanza eterna. Medio siglo después ahí sigue. Dictando la misma trola, la de entonces, la que me recuerda mi maleta de tela y mi ridículo abrigo.
Ya lo sé. Va a ser que no seguí el consejo del alcalde de Madrid y no olvidé lo que no podía olvidar. Quizás por eso supe que perdí después de aprender que cincuenta años más tarde no se puede ganar. Mi padre no regresará a La Habana y yo no tengo donde volver. Sólo la nostalgia hará que un día regrese a la esquina de la calle Milagros con Diez de Octubre. Tal vez, cuando ya no puedan introducir cocaína en mi maleta y no les tenga que pedir permiso para regresar al país en el que nací, pueda rezar un Padrenuestro en la Iglesia de los Pasionistas. Personalmente, no puedo aspirar a mucho más. Pero no lo sientan por mí. No sé bailar, me aburre nadar, prefiero Luarca a Varadero, el güisqui al ron y el fútbol al béisbol. Soy más del Aleti de Madrid que de niño fui de Los Industriales. Nada que no sean más que recuerdos me esperan en Cuba. Y me bastan con los que conservo.
A lo que no renunciaré es a denunciar sus crímenes. No depende de mí que los jueces españoles los investiguen, pero mientras pueda y me lo permitan les llamaré lo que son, asesinos, carceleros, ladrones y torturadores. Me consta que son muchos los que agradecen leer lo que saben que es cierto. La otra tarde me preguntaron que cuándo me cansaría de escribir siempre lo mismo sobre los mismos. La joven que me lo preguntó lucía una boina calada y una camiseta con la fotografía de Guevara. No me demoré en contestarle. Le respondí que mientras ella luciera lo que lucía yo me sentiría obligado a insistir en lo que insistía. Me habló de los marines estadounidenses que medio siglo atrás se acostaban con las prostitutas cubanas. La misma patraña mil veces contada. En toda Cuba no existían entonces tantas prostitutas como las que ahora encontraríamos en algunos barrios de Madrid. De nada me sirvió señalarle los institutos que hoy sirven para reclutar a miles de adolescentes que por menos de nada se ofrecen al más desagradable de los extranjeros capaz de disfrutar con su sufrimiento. Simuló no creerme. En cualquier caso, la culpa sería del bloqueo que nunca existió. Todo menos asumir el fracaso de los cómplices de Guevara. Mucho más que la verdad le mola su fotografía. Cree que le queda muy bien su boina calada.
También por ellos perdí. Cincuenta años después son demasiados los jóvenes españoles que tienen a Guevara y a los Castro por revolucionarios que disfrutaron del valor y del acierto suficiente para lograr sobrevivir acosados por una potencia enemiga. Lástima que no se cambien por los adolescentes que en Cuba alquilan su cuerpo para comprarles un bocadillo a sus abuelos. Ellos no quieren ser como un asesino en serie. Quieren escapar. Sueñan con despertar muy lejos de los escombros que rodean los prostíbulos que tapan las más de doscientas cárceles en las que torturan a más de cien mil presos. Nunca me aburriré de recordar los logros de los que sirviéndose de un rosario nos vendieron su barbarie como la revolución de los pobres. Escombros, prisiones y prostíbulos. Los frutos de una patraña que no ocasionó más que sufrimiento y desesperanza.
Sí. Tal vez no se demore el día en el que pueda regresar. Más que por mí, me alegraría por los que allí sufren. Para mí ya siempre sería tarde, mal y nunca. Yo sé de mi derrota. De nada me serviría negarlo. También aquí la sufrí. Cincuenta años después, no puedo negar que venció la mentira. La que simula creer la joven de la boina calada. En lo que respecta a mi familia, los hermanos Castro pueden sentirse satisfechos. Nos ganaron. Ellos lo robaron y nosotros lo perdimos. Eso sí, que alguien se lo diga antes de que se mueran, lo perdimos todo menos la memoria. Y algo tengo que agradecerles. Gracias a sus crímenes aprendí que no se puede despreciar el sufrimiento ajeno ni renunciar a la verdad. Lo que no sé es cómo explicárselo a la chica que lucía la fotografía de Guevara en su camiseta. No aceptará que ahora sabe que la engañaron. Su sectarismo no le permitirá verbalizar que la patraña que simula defender esconde medio siglo de barbarie.

Víctor Llano.

MEDIO SIGLO DE CASTRISMO II.-



ALGUN UNO DE ENERO, EN LA HABANA.-
Algún día, algún primero de enero como éste, me despertaré en La Habana. Será en algún hotel o en la casa de un amigo cubano, pero el sol vendrá del mismo sitio y como acostumbra: turbulento, estrepitoso, apabullante desde el amanecer. Desayunaré jugo de fruta, siempre digna de ver en el Caribe, tomaré un aguachirle para mojar bizcocho y luego una coladita con los demás. Porque en esa mesa no estaré solo. Seguramente alguien bendecirá la mesa y guardaremos un minuto de silencio por los que no hayan llegado a ver ese día. Y si yo no estuviera allí, que alguien me recuerde, porque no quisiera morirme del todo sin despertar algún 1 de Enero en La Habana.
Por supuesto, desayunaré junto a los Montaner, con quienes a solas o familiarmente acompañados hemos declarado tantas guerras de papel, hemos promovido infinitos manifiestos y denuncias. Habrán pasado más de treinta años desde que conocí a Carlos Alberto en Las Palmas, pidiendo la libertad para Padilla. Heberto ya no podrá ver esa mañana, pero de algún modo la verá. También estará y no estará, abacialmente sentado, el gran Lezama Lima, a quien nunca llegué a ver. Y a poco que alguien se descuide, Severo Sarduy se sentará en sus rodillas. Han muerto tantos ya, esperando ese día. En España, por ejemplo, Xavier Domingo, que tantas cosas hizo por la causa cubana, la única causa, la de la libertad. Y tantos que no recuerdo. Y tantos que no conozco, pero sé que son, que han sido y estarán ahí. Leía sus esquelas en Diario de América o El Nuevo Herald y recuerdo sus tumbas, en el cementerio de Miami. Y siempre, españoles al fin, recordando su pueblo natal. Julio Estorino me regaló hace tiempo una guía de la rememoración municipal que llevaré ese día para identificarlos.
Me gustaría ver la escuela donde hizo las prácticas como maestra Celia Cruz. Y la casa de Lezama, y el cuchitril primigenio de Orígenes, y el piano impecablemente negro de Bola de Nieve, y un atril de la orquesta que acompañaba a Benny Moré. No iré a Tropicana si no actúan Gloria Stefan, Willy Chirino y Albita. ¡Qué culpa tengo yo de no haber nacido en Cuba!
Pero eso será por la noche. Esta mañana, en la mesa de al lado veo desayunar a los Mestre, Ramón y Carmina, con su familia y sus amigos, tantos de ellos presos políticos durante décadas en las cárceles de Castro. Había que llegar a ese día y llegaron. Unos, vivos; otros, en las vidas que iluminaron con las suyas. Veo a otros que conocí al llegar desde la cárcel a Madrid, al piso de los Montaner en la casa y calle de Cervantes: Valladares, Menoyo, Jorge Valls... Son tantos que apenas recuerdo pero recuerdo muy bien. Eran la dignidad rescatada, porque sólo al rescatar la suya merecíamos la nuestra. Algunos habrán demostrado que la libertad abarata las cosas y también a las personas. Pero nadie debería pagar tan alto precio para comprobarlo.
Sin embargo, esa mañana del 1 de Enero, en La Habana, se habrán pagado todas las deudas, se habrá arruinado la ruina, habrá perdido la vileza su pretensión de eternidad, siquiera por un día. Después de desayunar vamos a rendir homenaje a los mártires de la libertad y hay que prepararse: termos, sombreros, gorras, ventiladores de pilas, calzado cómodo, paraguas, sombrillas... todo lo bebible y sudable será pronto pasto del sol. Después del desayuno y antes de la manifestación habrá que atender a los periodistas. A las radios cubanas de Miami (ah, WQBO, La Cubanísima de los años 90, qué recuerdos). A Libertad Digital, por supuesto. Y ni una sola palabra a una sola periorrata de las que durante más de cincuenta años defendieron a la más cruel, estúpida y criminal dictadura de Ambos Siglos. Ah, que no se nos olvide el espray para los mosquitos. Y la crema solar. Y la pena. Y la alegría. Y la memoria. Habrá pasado el tiempo, demasiado tiempo, pero, por fin, el 1 de Enero de algún año estaremos en La Habana.

Federico Jimenez Losantos.
AQUELLA HABANA, DÍAS DE FELICIDAD Y ESPERANZA.
Ni a mi amigo Guillermo ni a mí nos molestaba "el norte", el frente invernal que desde hacía varios días azotaba La Habana. Los dos, de trece y catorce años, estábamos felices controlando el tráfico en una de las intersecciones más importantes de la ciudad. Los semáforos en aquella época no eran automáticos y necesitaban un policía encargado de cambiar las luces. La policía, la del tráfico y la otra, la que perseguía a los que se oponían al gobierno de Fulgencio Batista, se había esfumado como por arte de magia. Mientras tanto, Fidel (ya todo el mundo lo llamaba Fidel) había hablado desde Santiago de Cuba, al otro extremo del país, aconsejando calma, felicitando a todos los cubanos por el momento histórico que vivíamos y pidiendo a los niños exploradores que se ocupasen del tráfico en la capital. Sería necesaria una semana hasta que él, con su ejército rebelde, pudiera llegar hasta ella.
Estábamos alegres, el país, la gente, hasta los niños pequeños intuían que algo muy bueno había sucedido. Los habaneros se reían viéndonos tan serios, con nuestros pantalones cortos, dirigir el tráfico. Las señoras del edificio de enfrente nos traían limonada, y emparedados de jamón y queso. Y la esperanza se reflejaba en las caras, en los comentarios, en la expectativa de aquel pueblo que había leído con aprobación el alegato de Fidel cuando lo juzgaron: "Os voy a referir una historia –había dicho el líder, aún sin barba, en aquel juicio –. Había una vez una república. Tenía su constitución, sus leyes, sus libertades; presidente, congreso, tribunales; todo el mundo podía reunirse, asociarse, hablar y escribir con entera libertad". Eso había dicho Fidel. Para reestablecer las leyes y los derechos se había peleado en Sierra Maestra, y en las ciudades, los jóvenes habían encarado las represalias, las torturas y hasta la muerte a manos de las fuerzas de la dictadura.
Pero aquello era el pasado y la nación vivía un día nuevo. Cuba era una fiesta, y Fidel, en aquel discurso de 1953, que después titularían "La Historia me absolverá", lo había dicho bien claro:
El gobierno no satisfacía al pueblo, pero el pueblo podía cambiarlo y ya sólo faltaban unos días para hacerlo. Existía una opinión pública respetada y acatada, y todos los problemas de interés colectivo eran discutidos libremente. Había partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos, y en el pueblo palpitaba el entusiasmo…
Así lo había dicho Fidel, ¿y quién se atrevería a contradecirlo, si era una verdad más que conocida por todos? Para reestablecer aquellos programas de radio, la constitución y las discusiones a la luz pública se había hecho la revolución.
Y ahora, mientras se esperaba la llegada de Fidel, aquel entusiasmo palpitaba de nuevo; en los balcones se agitaban las banderas, en vísperas del arribo de los héroes.
Lo recuerdo bien, pero sucedió hace cincuenta años. Entonces a nadie se le ocurrió pensar que aquella revolución cubana, en unos pocos años, negaría su razón de ser. En aquellos días nadie hablaba de marxismo, ni de la Unión Soviética, ni del imperialismo yanqui, ni del Partido Comunista, ni de palabras como proletariado, plusvalía, medios de producción y otras que tomarían las tribunas por asalto meses después. Los revolucionarios eran demócratas, y sólo los pocos involucrados en el antiguo régimen se atrevían a insinuar lo que claramente no era verdad. "Fidel, no es comunista; eso son mentiras de los batistianos", era el consenso general.
Después, con bastante rapidez vendrían las amenazas, el encarcelamiento y hasta el fusilamiento de varios de los héroes que acompañaron a Fidel en aquella marcha triunfal. Más tarde las expropiaciones, no sólo de los grandes terratenientes y de las firmas extranjeras, sino de prácticamente toda la propiedad existente en el país, incluyendo los centros sociales de gallegos y asturianos, sus escuelas y sus clínicas. Ni los gallegos ni los asturianos eran aliados de Batista, ni de los Estados Unidos.
Cincuenta años después, ¿por qué no le pregunta el ministro Miguel Ángel Moratinos al gobierno cubano la razón de la expropiación de aquellas asociaciones que tanto bien hacían, o de las bodegas y otros comercios pequeños de los inmigrantes españoles?
Poco a poco comenzó la escasez y el racionamiento, anunciado como medida temporal y de emergencia en 1961. Todavía continúa en vigor. Más tarde aumentó la infamia con los llamados campos de la UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), adonde fueron a parar sin causa ni juicio miles de cubanos: los jóvenes de melena larga, los Testigos de Jehová, los gays y algún militante católico que con el paso de los años llegaría a obispo. Ahora que en España algunos insisten en que la historia tiene que conocerse, ¿no sería justo preguntar cuáles fueron las razones de aquel fanatismo? ¿Tuvieron algo que ver los cubanos de Miami o el embargo norteamericano con estos campos de concentración?
Y aunque todo esto sucedió hace mucho tiempo, los responsables aún siguen desgobernando mi país.
Años después, aprovechando la huida de más de 100.000 cubanos de la Isla, el líder revolucionario ordena incluir en los botes en los que escapan a varios centenares de enfermos mentales. Algunos no sabían dónde iban. Ninguno hablaba inglés. Todos fueron acogidos por una nación extraña en sus hospitales, lejos de sus familias. ¿Qué haría el gobierno del presidente Zapatero si Marruecos, si Guinea decidiera vaciar sus cárceles de criminales y sus hospitales de enfermos mentales para enviarlos a España?
Todavía más recientemente, tres cubanos negros trataron de huir del país. El régimen se siente débil y quiere dar una lección ejemplarizante. En juicios sumarísimos, se ordena su fusilamiento. La causa: tratar de huir de la llamada generosa revolución. La próxima vez que el embajador cubano invite a algún político progresista o a algún hombre de negocios a tomarse un buen mojito en Madrid, ¿sería posible que – aunque sea en un aparte muy respetuoso – le pregunten bajito sobre esos tres negros fusilados?
Pero, en fin, esta historia es muy aburrida, triste y desgarradora. Siempre lo mismo. Ya no están los niños exploradores dando la bienvenida a los héroes. Los niños cubanos, hoy, tienen que ser "como el Che". La educación es gratuita, pero los muchachos tienen que trabajar en los campos recogiendo vegetales la mitad del día escolar. Lo hacen mientras viven hacinados en escuelas y sin supervisión, en un clima de promiscuidad, a veces a cientos de kilómetros de sus hogares. Los niños no son los responsables de las utopías y barbaries de los adultos.
No es la historia de ayer. Esto sigue sucediendo en la Cuba de hoy, bajo el general Raúl. Por eso, los cubanos también fuimos rusos, checos, alemanes del Este, y hasta diría yo que hoy, tenemos mucho en común con la gente de Zimbabue, de Sudán, de Corea del Norte. Esa es la realidad. Aunque a más de un prestidigitador de la letra impresa, de un falsificador de la historia convertido en productor de cine, de un magnate de la industria hotelera, le parezca inconcebible, imposible de creer, difícil de imaginar.
FRANK CALZÓN, director del
Center for a Free Cuba. http://cubacenter.org/es
VEINTE PREGUNTAS SOBRE CUBA.
1. ¿Cómo era, realmente, la Cuba inmediatamente anterior a la revolución?
En el orden político, era una corrupta dictadura, repudiada por la mayor parte de la población. El 10 de marzo de 1952 el general Fulgencio Batista dio un golpe militar y derrocó al presidente constitucional, Carlos Prío Socarrás. Ese Gobierno ilegítimo, perpetrador de numerosos crímenes, duró hasta la madrugada del 1 de enero de 1959, fecha en que Castro sustituye a Batista y se convierte en el hombre fuerte de Cuba, hace ahora 50 años.
En el orden económico, en cambio, la situación era mucho más halagüeña. Desde 1940, el país vivía un período de crecimiento y se situaba –junto a Argentina, Chile, Uruguay y Puerto Rico – entre los más desarrollados de América Latina. El Atlas de Economía Mundial de Ginsburg, publicado en aquellos años, colocaba a Cuba en el lugar 22 entre 122 naciones escrutadas. El per cápita de los cubanos en 1953 era semejante al de Italia.
En el orden social el cuadro tampoco era negativo. Un 80% –altísimo en la época– de la población estaba alfabetizada, y los índices sanitarios eran de un país desarrollado. La mejor prueba de las condiciones de vida en Cuba es que, en esa época, era un país receptor de inmigrantes europeos. Españoles y, en menor medida, italianos solían emigrar a la Isla en busca de un mejor nivel de vida. En 1959 la embajada cubana en Roma tenía archivadas 11.000 solicitudes de inmigración de otros tantos campesinos y obreros italianos dispuestos a trasladarse a Cuba.
2. ¿Era un prostíbulo de los estadounidenses?
Ni un prostíbulo ni un garito. En La Habana había una docena de casinos, y el país tenía un bajísimo índice de enfermedades venéreas, lo que demuestra que no podía ser un prostíbulo de nadie. No obstante, como viejo y activo puerto de mar, la capital tenía una zona de tolerancia semejante (aunque menor) que la que hay en Barcelona. El turismo norteamericano, por otra parte, solía ser familiar. La prostitución, en cambio, era un fenómeno semejante al de todas las sociedades iberoamericanas. La mayor parte de los clientes eran los propios cubanos. Curiosamente – como cuentan corresponsales y viajeros –, es hoy cuando Cuba se ha convertido en un gran prostíbulo para extranjeros que participan –como ocurre en Tailandia – del turismo sexual, aprovechándose de las infinitas penurias económicas del país.
3. ¿Hasta qué punto controlaba EEUU la economía?
Hasta el 14% de las inversiones, y ese porcentaje se concentraba en el azúcar, las minas, la comunicación y las finanzas. Sin embargo, desde los años 30 la influencia del capital norteamericano era descendiente, en favor del local. En ese período otros 50 ingenios azucareros pasaron de manos norteamericanas a manos cubanas – que en 1958 ya poseían los dos tercios –, y la banca privada nacional llegó a controlar el 61 % del capital. En 1939 apenas era el 23 %.
4. ¿La fuerte oposición norteamericana a las reformas de la revolución obligó a Castro a tomar el lado de la URSS y los comunistas?
No es eso lo que Castro dice. Castro suele afirmar – lo hizo frente a las cámaras de la televisión española – que él era marxista leninista ya desde que estaba en Sierra Maestra luchando contra Batista; pero "no lo decía para no asustar a los cubanos". Según Castro, la hostilidad norteamericana aceleró un enfrentamiento que era, por demás, inevitable dentro del contexto de la Guerra Fría.
5. ¿A qué se debe el embargo norteamericano contra el Gobierno de los Castro?
A las confiscaciones sin compensación de las propiedades estadounidenses ocurridas a principios de los 60, y evaluadas en unos 1.800 millones de dólares. También, qué duda cabe, es una medida de carácter político encaminada a debilitar al régimen castrista.
6. ¿En qué consiste el embargo?
En esencia, se trata de una orden a las compañías norteamericanas para que no comercien con Cuba, y a los ciudadanos de ese país para que no gasten dinero en la Isla. Hay otras previsiones menos importantes, como la prohibición de tocar puerto norteamericano, durante seis meses, a cualquier barco que haya atracado en un puerto cubano.
7. ¿Afecta sustancialmente a Cuba el referido embargo?
No de la manera que popularmente se cree. En realidad, Cuba compra en el extranjero cualquier producto norteamericano que necesite, como puede comprobar cualquier turista que visite una diplotienda o un buen hotel. Usualmente, Cuba compra en Panamá, Venezuela, Canadá, Colombia o República Dominicana.
Por otra parte, casi todos los países comercian con Cuba libremente. Sus principales socios comerciales en Occidente son, precisamente, los mejores aliados de USA: Canadá, España, Francia, etcétera. No existe un producto que Cuba necesite que no pueda comprar en el extranjero (si tiene divisas para pagar), o un producto de exportación que no se abra paso en el mercado internacional (si tiene buena calidad y precio).
El embargo americano afectó a Cuba en los años 60, porque toda la maquinaria era de ese origen, pero ya en la década de los 70 Castro proclamó la total derrota del imperialismo en materia de embargo. Para 1973 todo el parque industrial y los vehículos provenían del Este.
8. Si el embargo no afecta a los Castro, ¿por qué EEUU no lo levanta?
Básicamente, porque la comunidad cubano americana (3.000.000, si sumamos exiliados y descendientes), avecindada en el Condado de Dade (Florida) o en Nueva Jersey, no lo quiere, y ninguno de los dos grandes partidos – ni demócratas ni republicanos – están dispuestos a sacrificar el voto cubano.
También lo mantienen por inercia. Es la política que está ahí desde la época de Eisenhower y Kennedy, y los dirigentes de la Casa Blanca o del Capitolio ven más riesgos en modificar la estrategia que en mantenerla. Por otra parte, Cuba no es una pequeña y desvalida isla del Caribe. Es casi tan grande como Austria y Suiza combinadas, y tuvo un ejército de miles de soldados en África durante más de 35 años.
9. Si no es por el embargo, ¿por qué pasa hambre Cuba?
Por dos razones. La primera es la desaparición del subsidio soviético. Los países del Este – especialmente la URSS – compraban azúcar a la Isla a precios muy altos, y le vendían petróleo a crédito y a bajo precio. Incluso le regalaban más de tres millones de toneladas de crudo al año, petróleo que Cuba podía reexportar. Ese subsidio se calcula en más de 5.000 millones de dólares al año, y a lo largo de tres décadas sobrepasó los 100.000 millones, de acuerdo con la cifra aportada por la historiadora Irina Zorina, de la Academia de Ciencias de Rusia.
La segunda razón es el ineficiente sistema de producción, con el agravante añadido de la dependencia que creaba a Cuba comerciar con la URSS en condiciones tan ventajosas. Eso explica que el país importara más de la mitad de los alimentos que consumía, y que paulatinamente redujera el volumen de intercambios con Occidente. En 1970, el establecido entre Cuba y el Este representaba el 60% de todo el comercio de la Isla. En 1991 ya llegaba al 85%. Al desaparecer la URSS y plantear Rusia los vínculos económicos a precios de mercado, Cuba apenas dispone de 1.700 millones de dólares de exportaciones, mientras tiene que importar del exterior más de 8.000 millones. Por otra parte, Cuba – que no paga su deuda externa desde 1986 – debe unos 12.210 millones de dólares en Occidente, y prácticamente nadie en el mundo le ofrece crédito.
10. No obstante, el Gobierno castrista reclama grandes logros en educación y sanidad.
Y son ciertos... hasta un punto. Es verdad que Cuba cuenta con una extendida red escolar y numerosos centros sanitarios, pero todo eso no es el resultado de un aumento de la riqueza, sino del subsidio soviético. El problema ahora consiste en cómo mantener esa estructura de servicios si el país, con once millones de habitantes, exporta menos que Costa Rica (3.500.000) y el 70% del parque industrial está paralizado por falta de energía eléctrica, piezas de repuesto o insumos.
11. En todo caso, Cuba está mejor que Haití o que otras naciones del Tercer Mundo.
En efecto. Pero a Cuba hay que compararla con los países con que se le comparaba en 1958. Por ejemplo, Argentina, Uruguay, Chile, Puerto Rico, Costa Rica o España. Cincuenta años después de iniciada la revolución, Cuba está infinitamente peor que cualquiera de ellos. Puerto Rico, que también es una isla antillana, y que recibió, como Cuba, un enorme subsidio de una potencia extranjera, (¿?) con sólo tres millones de habitantes exporta diez veces lo que exporta Cuba, y en las últimas tres décadas ha pasado de ser un país exportador de azúcar a ser un país industrializado.
12. ¿Hay alguna salida a la crisis económica?
Ninguna... a no ser que se cambie de sistema. Aislada por su modelo político, sin crédito, terriblemente endeudada, sin reservas, sin stocks, con graves problemas en las infraestructuras, la predicción más razonable es que Cuba estará cada vez peor. Producirá cada vez menos porque tendrá cada vez menos recursos para importar insumos con los que poder producir.
13. En estas circunstancias, ¿cómo se mantienen los Castro en el poder?
Porque no hay quien se pueda rebelar. La capacidad represiva del régimen es enorme. La policía política tiene cerca de 100.000 agentes. El ejército cuenta con 350.000 soldados. El Partido Comunista y los funcionarios del Gobierno alcanzan el millón. Hay otras organizaciones paramilitares que también impiden el desbordamiento popular. Las más efectivas son los Comités de Defensa de la Revolución y las Brigadas de Respuesta Rápida, turbas organizadas por el Partido Comunista que golpean en las calles o en las casas a quienes se atreven a manifestar públicamente su disidencia. El Gobierno tiene, además, el monopolio del transporte, de las comunicaciones, de la información y hasta del suministro de comida y agua.
14. ¿Hay muchos presos políticos?
Decenas de miles, si incluimos a los que van a la cárcel por tratar de escapar en bote o a los que compran y venden alimentos en el mercado negro para poder subsistir. Unos cuantos centenares, sólo, si nos atenemos a calificar como presos políticos a quienes han sido condenados por delitos contra la "estabilidad del Estado". En todo caso, se calcula que el número de presos – políticos y comunes – asciende a más de un cuarto de millón. Esa cifra es cuatro veces la que tiene España, pese a que España tiene cuatro veces la población de Cuba.
15. ¿Se tortura en las cárceles?
Es lo que aseguran Amnistía Internacional, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, la OEA y numerosos organismos de prestigio. Es lo que cuentan las propias víctimas cada vez que pueden hacerlo. No se tortura con picanas eléctricas, pero sí con las técnicas aprendidas del KGB. Durante el periodo de detención es frecuente que a los acusados no los dejen dormir. Otra tortura consiste en confinarlos en celdas cubiertas por varios centímetros de agua, mientras un potente chorro de aire frío mantiene la habitación helada. El propósito es obligarlos a confesar sin dejarles marcas en el cuerpo. El centro de detenciones donde más se tortura es el conocido como “Villa Marista”. Una vez condenados y en la cárcel, las golpizas son frecuentes. Cuando se les quiere castigar, no es inusual que se les introduzca en una especie de ataúd (lo llaman “gaveta”), donde no pueden moverse. Así los mantienen semanas completas. Como es predecible, el régimen alimenticio es terriblemente malo, al extremo de que abundan las enfermedades carenciales (beriberi, pellagra, escorbuto).
16. ¿Es cierta la complicidad del Gobierno castrista con el narcotráfico?
Tres libros dan cuenta detallada de esos vínculos: el de Andrés Oppenheimer Castro's Final Hour (La hora final de Castro), ganador del Pulitzer en EEUU; La loi des corsaires (La ley de los corsarios), del ex agente del Ministerio del Interior de Cuba Jorge Masetti, y El gran engaño, de José Antonio Friedl. Las conexiones entre el Gobierno de los Castro y los narcotraficantes comenzaron en la década de los 70, y no se han detenido ni siquiera tras los fusilamientos del general Arnaldo Ochoa y del coronel Antonio de la Guardia, en 1989.
17. ¿Es cierta la relación del Gobierno de Castro con grupos terroristas extranjeros?
Fidel Castro mismo, durante muchos años, proclamó "el derecho de la revolución" a participar en las batallas internacionalistas. De ahí los vínculos con casi todos los grupos guerrilleros y terroristas que han existido o existen en Occidente desde la década de los 70. La ETA, el ELN de Colombia, las Brigadas Rojas de Italia, los tupamaros uruguayos, los milicos chilenos, etcétera. En el verano de 1993 Fidel Castro se negó a pedir a sus compañeros colombianos del Ejército de Liberación Nacional que abandonaran las armas.
En Cuba viven numerosos terroristas latinoamericanos, y algunos españoles, confundidos con delincuentes internacionales, como el narcotraficante Robert Vesco. Durante muchos años todos esos grupos guerrilleros se adiestraron en Cuba, y perpetraron numerosos delitos junto a los servicios de inteligencia y contrainteligencia cubanos, especialmente secuestros y asaltos a entidades bancarias o financieras, que les proporcionaron muchos millones de dólares (v. La Loi des Corsaires). Sin embargo, la penuria económica y el fin del proyecto comunista en el mundo han hecho que el castrismo haya renunciado a la violencia revolucionaria internacionalista, aunque no a la lealtad personal de los viejos camaradas, que siempre pueden encontrar en la Isla un refugio a prueba de extradiciones.
18. ¿Qué nivel de popularidad real mantienen los Castro?
Aunque no hay duda de que Fidel Castro se trata de un líder carismático, es difícil que una dictadura con una duración de medio siglo con un prolongado declive del modo de vida de los ciudadanos mantenga su popularidad. Ningún pueblo del mundo mantiene su apoyo a un Gobierno en esas circunstancias. No obstante, el grado real de rechazo sólo podrá medirse cuando haya unas elecciones libres en las que se pueda seleccionar entre diversas opciones.
19. Pero en Cuba hay una suerte de elecciones, ¿y no es eso lo que reflejan los resultados?
Son elecciones de partido único y de total intimidación a la oposición. Cuando algunas personas independientes trataron de participar como candidatas fueron golpeadas o amenazadas. Eso les ocurrió – por ejemplo – a los conocidos disidentes Elizardo Sánchez y Oswaldo Payá. Nadie puede asegurar cómo, pero parece que el régimen, tras proclamar numerosas veces entre 1989 y 1992 que "la Isla se hundiría en el mar antes que abandonar el marxismo leninismo", está dispuesto a olvidar el modelo comunista y a sustituirlo por una extraña combinación de capitalismo y comunismo, en la que los cubanos de la Isla son los únicos que no pueden convertirse en propietarios.
20. ¿Cómo va a terminar el castrismo?
Eso no se puede predecir con exactitud. El castrismo pudo “morir” en 1962, durante la Crisis de los Misiles, cuando irresponsablemente el dictador alentó, y casi provoca, una conflagración nuclear. Personajes que estuvieron muy cercanos a Fidel Castro y que pertenecieron a su guerrilla han alertado de un dictador deseoso de terminar sus días buscando una provocación con los Estados Unidos. Castro siempre se ha oído a sí mismo, y su entorno sólo ha sido estructurado con el objetivo de cumplir sus órdenes, por muy disparatadas que éstas puedan ser. Lo más probable es que el castrismo muera con uno de los Castro, o Fidel o Raúl. Y para aumentar esa probabilidad es crucial un apoyo de las naciones democráticas. Europa puede ayudar mucho a una Cuba democrática, y la mejor manera de hacerlo es brindar un apoyo sincero a la oposición pacífica, que es la única dispuesta a dialogar sobre el futuro en democracia de la Isla.
Asociación Iberoamericana por la Libertad.
EL MONSTRUO DE BIRÁN, DESDE SU NACIMIENTO HASTA LA TOMA DE PODER.
INFANCIA Y JUVENTUD.

Fidel Castro Ruz nació en 1926 en Birán, cerca de Mayarí, al sur de la isla –dato que da origen de uno de sus muchos apodos: el monstruo de Birán– de padre español, un inmigrante que tuvo éxito con lo del azúcar. Durante su infancia y adolescencia fue hijo bastardo: su madre era la cocinera de la casa y su padre estaba ya casado, de modo que no contrajeron nupcias hasta que puedo divorciarse. Entonces Fidel ya tenía 15 años y no pudo tomar el apellido Castro hasta los 17. Fue educado en los jesuitas, donde recibió premios atléticos y destacó por su memoria, que le permitió entre otras hazañas conocerse al dedillo los discursos de José Antonio Primo de Rivera, uno de sus primeros ídolos políticos.
En 1945 fue a estudiar Derecho a la Universidad de La Habana, como podía haber estudiado cualquier otra cosa. De hecho, no iba a clase y sólo cogía los libros cuando quedaban pocos días para el examen, hecho que demuestra más allá de su filiación paterna lo mucho que heredó de la cultura española. Entre examen y examen se dedicaba a la política, que en aquella época se manifestaba formando parte de alguna de las pandillas estudiantiles entre las cuales eran comunes los conflictos y la violencia. Destacó pronto en esas labores entre sus coetáneos; entre otras cosas se le acusó –aunque no le pudieron probar nada– de participar o conocer al menos con antelación el asesinato de otro estudiante, Manolo Castro.
Sólo un mes después de ese luctuoso acontecimiento, pudo probar por primera vez las mieles de la insurrección armada. Se había organizado una Conferencia Panaméricana en Bogotá, bajo los auspicios del general Marshall, el del plan. Perón decidió enredar pagando viaje y estancia a estudiantes revoltosos de varios países. Castro, claro, no podía faltar. Durante su estancia el candidato presidencial Gaitán fue asesinado, lo que marcó el inicio de una revuelta conocida como "Bogotazo", en la que Castro participó activamente, aunque no se sabe con seguridad hasta qué punto. 3.000 personas murieron en los disturbios, mientras Fidel salía de allí vía embajada cubana.
Unos meses después, se casó con Mirta Díaz Balart, hermana de su amigo de la facultad Rafael, con la que tendría un hijo, Fidelito. En 1949 asesinaron a su compañero Justo Fuentes, seguramente en venganza por lo de Manolo, mientras salía de un programa radiofónico diario que compartía con Fidel. Justo ese día, el futuro tirano no acudió. Su ahora cuñado Rafael, mientras tanto, se había unido a Batista e intercedió entre éste y Castro, pero el último no quedó convencido con el futuro dictador, porque pretendía hacerse con el poder mediante las urnas. Se graduó finalmente en 1950. Según sus propias palabras, entre sus escasas lecturas de la época destaca la de El capital, libro del que no pasó de la página 370, lo que demuestra que, como diría Reagan, "comunista es quien ha leído a Marx y anticomunista quien lo ha entendido".
ASALTO AL CUARTEL DE MONCADA.
En 1953, Castro tenía un pequeño grupo de seguidores entre los que se encontraba ya su hermano Raúl, casi todos provenientes del Partido Ortodoxo, con los que planeaba derrocar la dictadura impuesta por Batista el año anterior. Sin embargo, eran muy pocos, lo que le llevó a un plan muy arriesgado: atacar un cuartel para hacerse con su arsenal y ganarse a un grupo suficientemente numeroso de contrarios a Batista. 134 hombres, ataviados de militares, asaltaron Moncada el 26 de julio; la noche anterior había sido de carnaval y esperaban que a las 5:30 de la mañana un número suficiente de los mil soldados que se albergaban en el cuartel no estuviera en condiciones de luchar. Sin embargo, no lograron pasar desapercibidos y tuvieron que huir. Muy pocos murieron en el ataque en sí, pero los militares, pelín cabreados, tras capturar a la mayoría de los asaltantes fusilaron a cerca de 70.
Los Castro tuvieron más suerte y fueron juzgados y condenados a 15 años, Fidel, y 13 Raúl. No cumplirían en la cárcel más de dos antes de ser indultados por Batista. No fue una estancia especialmente dura para el futuro dictador. Tuvo una celda para él sólo, centenares de libros, refrigerador y cocinilla. El director de la prisión incluso lo invitaba a comer en su casa de vez en cuando y hasta lo invitó al cine fuera de los muros de la prisión alguna vez. Castro, dado que de bien nacido es ser agradecido, lo mandó fusilar cuando tuvo la oportunidad.
A las pocas semanas de salir del trullo, Fidel fue a México a formar y entrenar a una guerrilla que le permitiera derrocar a Batista, a la que llamaría el Movimiento 26 de Julio. Al fin y al cabo, aunque otros hubieran muerto, él había pagado un precio bastante pequeño por su intento de golpe de estado así que, ¿por qué no intentarlo de nuevo? Mientras su señora se divorciaba de él, se dedicó a reclutar voluntarios, con la suerte de poder contar con Alberto Bayo, a quien la guerra civil española había hecho un militar experimentado. Allí también conocería al Ché, que quedaría prendado del cubano mientras su novia peruana lo ideologizaba a marchas forzadas. En noviembre de 1956, ochenta y dos personas viajaban a borde del inadecuado, para esta misión, yate de recreo Granma.
UNA REVOLUCIÓN HIJA DEL NEW YORK TIMES.
El desembarco no pudo ser más desastroso. No llegaron realmente a desembarcar, y menos donde tenían planeado; más bien el barco se fue a pique y tuvieron que salir por piernas ante los disparos de una fragata de la Marina, perdiendo buena parte del material en el camino. Tras las primeras escaramuzas con el Ejército, sobrevivieron con Castro alrededor de una decena de acompañantes. Sin duda, la cosa empezó mal. Sin embargo, su supervivencia permitió reclutar a nuevos voluntarios y realizar pequeños ataques en su nueva base de Sierra Maestra, posiblemente el único lugar de la isla donde se puede ocultar una guerrilla. Entonces, pese a los pocos hombres con los que contaba, envió a uno con una misión especial: traer un corresponsal extranjero. Fue la mejor idea que jamás tuvo, antes o después.
Poco tiempo después llegaba al campamento el corresponsal del New York Times Herbert Matthews, que le hizo una hagiografía de padre y muy señor mío. De este modo se dio a conocer al mundo, especialmente a Estados Unidos, donde se hizo muy popular, y animó a otros grupos de oposición a unirse a la lucha, aunque no fuera en Sierra Maestra. La vieja dama gris, entonces como ahora, enredando siempre en favor del bando enemigo de su país. Aunque al menos Herbert Matthews tenía la excusa de que no sabía qué clase de dictador terminaría siendo Castro; los periodistas que hoy tanto hacen por el islamismo no pueden decir otro tanto.
Mientras, el régimen de Batista perdía apoyos a pasos agigantados entre los habitantes de las ciudades cubanas, entre múltiples actos de terrorismo urbano y sabotaje. Incluso un grupo formado más por gángsters que por otra cosa llegó a asaltar su casa, con muy poco éxito. Fue esa pérdida de apoyo la que llevó al fracaso de la "Operación Verano" que en 1958 intentó liquidar a Castro y sus hombres: 10.000 hombres contra 321, que es todo lo que había conseguido reclutar en año y medio. El fracaso, desde luego, fue lo que puso al futuro dictador a las puertas de La Habana y permitió a los propagandistas acrecentar el mito. Tras dos meses en que estuvieron a punto de ser derrotados, la situación se invirtió. Lo cierto es que esos 10.000 hombres eran en muchos casos reclutas novatos sin instrucción y reclutados a la fuerza. Abundaron las deserciones desde el principio y hubo desbandada en cuanto llegó el primer revés serio a su avance. De ahí en adelante todo fue casi una marcha triunfal, pues los soldados de Batista no tenían ningún interés en defender al dictador y en muchos casos se unían al grupo de Castro en lugar de combatirlo. El 1 de enero, Fidel Castro era el nuevo mandamás, aunque en la sombra. Tenía treinta y dos años.
LA DICTADURA COMUNISTA.
Hay mucha discusión sobre si Castro era o no comunista cuando llegó al poder. Había llegado a La Habana prometiendo restaurar la Constitución democrática de 1940, pero al mismo tiempo aseguraba que se reservaría el derecho de nombrar a los integrantes de los tres poderes del Estado, que ésta indicaba que debían ser independientes, durante el periodo de 18 meses antes de la convocatoria de elecciones generales. Como todo buen radical que se precie, también había prometido una reforma agraria que repartiera las tierras entre los campesinos. Muchos, quizá la mayoría, de los que habían combatido con él o al mismo tiempo que él no eran comunistas.
Los más proclives a disculpar al tirano le echan la culpa a Estados Unidos de que no "tuviera más remedio" que entregarse a los brazos de la Unión Soviética. Lo cierto es que no se puede saber, salvo confesión de parte que ya parece difícil que pueda aparecer, si Castro era tan rojo como Guevara cuando accedió al poder, o si lo era ya en Moncada. La hipótesis más probable, no obstante, es que simplemente quisiera permanecer dirigiendo los destinos de Cuba sin que nadie le hiciera lo que él le había hecho a Batista. Y para lograr un poder absoluto, nada mejor que el comunismo, sin duda alguna. De hecho, su aportación más original al comunismo es su sistema de control de la población, que incluye a dos informantes por cada manzana y una compleja estructura por encima que permite comprobar la veracidad de la información de éstos. Un sistema que ha tenido un éxito completo.
Mientras, los cubanos han esperado todo este tiempo que suceda el "hecho biológico", es decir, que Castro muera. Puede que resulte desagradable desear la muerte de un ser humano, pero cuando un tirano ha hecho imposible la libertad de su pueblo sin pasar por encima de su tumba, los que amamos la libertad no podemos sino desear que Fidel deje este mundo lo antes posible. No por él, claro, sino por la libertad de sus esclavos.
Daniel Rodríguez Herrera.

DESASTRE SOCIAL.-


Hay miles de ejemplos que ilustran e iluminan el fracaso social socialista, no menor que el de sus “hermanos de leche”, los comunistas. Estamos ante otro de los innumerables.
De suyo y de hecho, los avances sociales se logran cuando ellos no estan gobernando y se dedican a jalear a los derechistas o centristas a soltar lastre insolidario. Este es su papel más estelar, y si es un mérito que urgentemente se les reconozca.
Sin embargo cuando están en el poder, lo que hacen es cargarse las estructuras economico-industriales-comerciales del país en donde gobiernan, saquear las arcas del Estado, por comisión como hemos visto en varias ocasiones, y sufrido, o por omisión.
Elevando los niveles de paro, doblandolos, destruyendo tejido empresarial, ahuyentando a la inversion extranjera, reventando empresas con criterios poco claros, subvencionando a todo el que lo pida, financiando miles de disparates, entre más absurdos mejor, y dando un portazo a nuestros aliados naturales para jugar a los bolos con los “especiales”, dictaduras, pseudodemocracias, y sátrapas amenazadores de destruir a otros paises, no es la manera más apropiada para ayudar socialmente a los más necesitados. La verdad.
Es más, si no fuera por lo duro que resulta, se diría que son especialistas en crear un problema que no existe, para luego tratar de resolverlo con distinta fortuna desgraciadamente.
Les horroriza contarles a los ciudadanos lo que ocurre, avisarles de lo que puede suceder, y prevenirles de las desgracias que puedan acontecer. Creen que todo eso, como la inseguridad ciudadana, como el ejercito, como la policia, la iglesia y los voluntarios, le hacen el juego a la derecha, y aquí es el mundo Feliz porque el Socialismo crea igualdad, y prosperidad. En el paro y en la ruina, atizan a todo menos a ellos. Es curioso, como en las Oligarquias Islamicas, todos culpables menos sus jerarcas, por eso será que les caen tan bien.
Es difícil que en este país gobierne otra alternativa. Primero porque se gobierna sobre un lecho social determinado. La expresión inglesa no es afortunada por cruel. Ejercitos de mano de obra sin cualificar,pero votantes socialistas es lo que están creando. Observen que en Andalucia y Extremadura, donde gobierna el Socialismo desde siempre, sigue dando 30 años después los mayores y por ende peores, indices de pobreza, paro, analfabetismo funcional, numero de subvencionados y desinteresados por el desarrollo personal, profesional y cultural de toda Europa.
Así les interesa mantenerlos, porque así es como les mantienen en el poder.
En Cataluña, la soberbia, la xenofobia de los catalanes “pata negra” les han hecho que nadie vote, menos de un 30%, y que de los que votan, la mayoria lo haga al Socialismo ya que los señoritos son infumables , los tratan fatalmente mal y con absoluto desprecio. De Más a Maragall.
Entonces y en segundo lugar, es que son más, y siempre ganarán por la ley del número, pero sobre todo por la ley de la lealtad. Se considera una traición votar a esa “derechona”, después de tantos años de oir y narrar los mismos cuentos chinos, y de ver esos medios totalmente dedicados a ganar millones a costa del enquiste con el socialismo y de intoxicar a sus masas. Cosa bien fácil por otra parte con un público tan predispuesto a creerse toda la bazofia infumable con que la atormentan a diario desde cientos de medios audiovisuales. Vean en La Noria, un ratito pequeño y con cuidado, que es mortal, a Mª Antonia Iglesias y a Dapena y veran de lo que les hablo. A mí me dan arcadas.
A Reflexionar.

L.Soriano.
Nota del "editor". Me gusta "eso" de denominar Dapena a Quique. Yo a la otra, la denomino "el monstrujo cuellicorto", remedio contra la lujuria.
Cuba: cincuenta años de miseria.

RAJOY, COMO PROBLEMA.-


¿ES RAJOY UN PROBLEMA?
No comienza bien el año para Mariano Rajoy.
Tres encuestas en tres medios diferentes, El Mundo, La Vanguardia y Público, dan resultados muy parejos en cuanto a intención de voto se refiere. Pese al desastre económico que vive España, el PSOE aventaja al PP y los ciudadanos tienen de Rodríguez Zapatero una valoración bastante más positiva que la del principal líder de la oposición.
En Génova analizan con preocupación estos resultados. Hasta ahora, los sondeos hechos públicos tras el Congreso de Valencia, en el que Rajoy fue reelegido, dibujaban un panorama "no tan negativo" para los populares. El PP alcanzaba al PSOE en número de votos y diputados, pese a que Mariano Rajoy seguía sin convencer ni a su propio electorado.
Así las cosas, si en junio el PSOE tenía una ventaja electoral de dos décimas sobre el PP, en agosto el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) otorgaba
un empate técnico entre ambas formaciones. Una encuesta que aportaba otro dato llamativo: la mitad de los votantes populares ya no confiaban en Rajoy; esto es una de cada cuatro personas que votaron al PP en las elecciones del nueve de marzo.
Ya por entonces, el 49,4 por ciento de los votantes confiaba "poco" o "nada" en su líder y casi un 20 por ciento consideraba "mala" o "muy mala" la labor de oposición. Sólo el 26,5 por ciento consideraba que Rajoy lo estaba haciendo razonablemente bien.
LAS VOCES DE ALARMA.
Estos datos provocaban las primeras voces de alarma en el partido y hubo quien pidió a la dirección nacional un cambio de estrategia.
"No debemos conformarnos con recoger los frutos de los errores de Zapatero", exclamó Alejo Vidal Quadras en una entrevista concedida a Libertad Digital. En el Congreso de los Diputados, destacados diputados del PP denunciaron que "habían dejado de hacer oposición" para "ir de la mano del Gobierno". Exigían una rectificación del Grupo Popular para "recuperar la ilusión". Sin embargo, el aparato del PP, con Rajoy a la cabeza, optó por hacer oídos sordos y mantuvo invariable su estrategia. Las voces críticas seguirían resonando.
Pasan los días y se suceden las encuestas. En octubre, Antena 3 da por primera vez desde las generales
un supuesto liderazgo del PP: un 42,4 por ciento se decantaría por votar a Rajoy frente a un 40,7 que seguiría confiando en Zapatero. El PSOE perdería tres puntos en cinco meses. Un sondeo de El Periódico elaborado por esas mismas fechas también daba la ventaja al PP, que se situaría un punto por delante de los socialistas
La valoración de Rajoy, sin embargo, seguía muy por debajo de la de Rodríguez Zapatero. El líder popular obtendría un 4,4, la misma que en junio, mientras que el presidente seguiría siendo el único dirigente político en conseguir el aprobado.
LA ÚLTIMA ENCUESTA DEL CIS.
Con este panorama de fondo, llegaba la última encuesta del CIS del año:
PSOE y PP seguían empatando en intención de voto pese a la crisis. El Barómetro de Opinión del Centro de Investigaciones Sociológicas correspondiente al mes de octubre confirmaba así el empate técnico entre los dos grandes partidos. De celebrarse elecciones, obtendrían un apoyo estimado del 39,7 por ciento.
Una radiografía electoral en la que la labor de oposición del PP era calificada de "buena" o "muy buena" sólo por el 12,7 por ciento de los entrevistados, mientras que un 46,6 por ciento la tachaba de "mala" o "muy mala".
Ya en la recta final del año, se realizaron otras tantas encuestas, todas en el mismo sentido.
El barómetro de otoño de la empresa DYM para ABC daba una reducida ventaja al PP, pero insistía en el hastío que la imagen de Rajoy provocaba en la ciudadanía. La Razón hacía hincapié en el elevadísimo número de españoles que no acudiría a las urnas: más de diez millones no se sentirían representados por ninguna formación política.
Con la entrada de 2009 se cumplen
los peores pronósticos que barajaban en el bastión del Partido Popular: el PSOE vuelve a estar por delante en las encuestas a pocos meses de tres citas electorales. La fórmula utilizada hasta ahora parece ineficaz y la labor de oposición defendida por Rosa Díez gana enteros. De hecho, UPyD es el gran beneficiado por los sondeos. Éstos últimos le llegan a otorgar un apoyo tres veces mayor que el obtenido en las elecciones generales. Es, además, la segunda política mejor valorada de España, por encima de Mariano Rajoy.
EL PP DESVELARÁ EN BREVE SU CANDIDATO A LAS EUROPEAS.
El PP, mientras tanto, sigue preparando el encuentro con militantes programado para los próximos días 23, 24 y 25 de enero. Sin embargo, será antes cuando Mariano Rajoy desvele de una vez por todas, su candidato a las elecciones europeas. Cuenta ABC que la elección será "inmediata" ya que el partido "quiere arrancar con fuerza el 2009".
Dicho candidato se sumará a Antonio Basagoiti y a Núñez Feijóo. Los tres formarán el cartel electoral de los populares a las citas electorales del año; las gallegas, vascas y europeas.
L. D.

ESTOS "NOTAS" ¿DE QUE VIVEN?

LAS ONG CULPAN A ESPAÑA DE LOS MUERTOS ANTE LA VALLA DE MELILLA Y SE QUEDAN TAN FRESCOS. EXIGEN INVESTIGAR LOS DISPAROS A UN SUBSAHARIANO ABATIDO POR LA POLICÍA MARROQUÍ EN LA FRONTERA.
Porque la Unión Europea y el Gobierno español lo consienten. Por eso murió a tiros el pasado jueves un subsahariano a manos de la Policía marroquí; y por eso seguirán muriendo más personas en su intento de huida de la pobreza. Así de contundentes se muestran los colectivos de ayuda a los inmigrantes y en defensa de los derechos humanos, entre ellos, Amnistía Internacional y SOS Racismo.
"El disparo en Marruecos se hace con armas y balas pagadas por España; esa muerte vincula claramente a España, pues es consecuencia directa de la ejecución de sus leyes y políticas", denuncia SOS Racismo en un comunicado. Por ello, las ONG exigen al Gobierno aclarar la muerte del subsahariano, que fue abatido a tiros al intentar cruzar hacia España junto a otros 80 inmigrantes. De ellos, 14 fueron detenidos y el resto consiguió huir.
¿Pero se abrirá efectivamente una investigación? Amnistía Internacional lleva más de tres años esperando una respuesta sobre las muertes de 13 inmigrantes, en 2005, en las vallas de Ceuta y Melilla, tras haber preguntado en reiteradas ocasiones al Gobierno. "Tanto el Ejecutivo español como el marroquí dijeron que investigarían esas muertes", sentencia Virginia Álvarez, responsable de Política Interior de Amnistía Internacional.
Y añade: "A principios de 2008, el Ejecutivo presentó un balance en el que destacaba la disminución de la llegada de inmigrantes, pero no se refirió al coste humano que eso había supuesto. A mayor externalización de fronteras, mayor riesgo para la vida y los derechos humanos, y lo que ocurrió ayer [por el jueves] es un claro ejemplo", denuncia Álvarez.
A mayor externalización de fronteras, mayor riesgo para la vida y los derechos humanos. Para el secretario de Andalucía Acoge, José Miguel Morales, "todas esas muertes son fruto de la política de externalización de fronteras; la UE está financiando a países semidictatoriales, como Marruecos, para que ejerzan de gendarmes pero no controla cómo lo hacen, no se preocupa por los métodos, como los usados contra esteinmigrante".
Mirar para otro lado. José Alonso, responsable de Pro Derechos Humanos de Melilla, asegura haber visto la noche antes un helicóptero vigilando la frontera: "Tenía unos focos enormes. España está pagando los medios para esta represión y ya son demasiados muertos: unos porque resulta que se ahogan y otros porque se caen por los acantilados. Ya está bien de echarle el muerto a los demás y de mirar para otro lado", zanja.
La solución: cesar los acuerdos migratorios con Marruecos hasta que deje de matar. Al menos, eso es lo que exigirán las ONG a la Unión Europea. "En caso de violaciones de los derechos humanos de los ciudadanos expulsados, el Estado español podría ser cómplice de estas violaciones en el marco del Convenio Europeo de Derechos Humanos", asevera SOS Racismo.

Que les retiren todas las subvenciones y ¡a trabajar!

MOROS EN MELILLA.-

CONCENTRACIÓN CONTRA LA OFENSIVA ISRAELÍ EN GAZA. MIL REZOS POR LOS PALESTINOS EN MELILLA.
HABRA QUE ECHARLES.
Unos 1.300 musulmanes han participado este mediodía en un rezo colectivo en Melilla en solidaridad con las víctimas palestinas que está provocando la ofensiva israelí en la Franja de Gaza.
El rezo, en el que han participado hombres, mujeres y niños, se ha desarrollado en la Avenida Juan Carlos I, la principal vía de la ciudad autónoma, que ha permanecido cortada al tráfico en torno a una hora.
Los fieles han desafiado a la lluvia, que ha comenzado a caer con intensidad justo en el momento del inicio del rezo, que ha sido dirigido por un imán de una de las mezquitas de Melilla.
En su intervención previa, el líder religioso ha resaltado en lengua bereber que el motivo del acto era únicamente rezar, ya que las protestas podrán manifestarse el sábado durante el transcurso de una marcha convocada a partir de las 16.30 horas.
Los musulmanes han unido sus voces para rezar la 'Fatiha', la primera oración del Corán, en homenaje a las víctimas de Palestina. Una vez concluido el rezo, los fieles se han dispersado, muchos de ellos en autobuses previstos para la ocasión.
Este sábado la Avenida Juan Carlos I volverá a cerrarse al tráfico con motivo de una manifestación convocada para protestar contra la ofensiva israelí, aunque el Gobierno melillense ha propuesto un recorrido alternativo con objeto de no dañar los intereses de los comerciantes en plena campaña de Navidad.
OTRAS CIUDADES: MENOS PREOCUPANTE.
Miles de ciudadanos de otras ciudades españolas se concentraron también este viernes por la tarde para condenar la ofensiva militar del ejército israelí sobre la franja de Gaza, que ha provocado más de 400 muertos.
En la plaza Sant Jaume de Barcelona, por ejemplo, unas 500 personas, según la Guàrdia Urbana --5.000, según los organizadores-- se concentraron sobre las 19.00 horas en una protesta convocada por la Comunitat Palestina de Catalunya, la plataforma Aturem la Guerra y la coordinadora Amb Palestina al cor.
Durante el acto, los organizadores leyeron el manifiesto 'Basta complicidad con la masacre del pueblo palestino'. Según un portavoz, su principal reivindicación es que la Generalitat "suspenda los acuerdos comerciales con Israel que las consellerias de Vicepresidencia y de Universidades, Empresa e Innovación están promoviendo". De hecho, este viernes los mossos
desalojaron a diez activistas que se habían encadenado en la entrada de la Conselleria de Universidades.
En la Plaza de España de Palma de Mallorca,
más de 500 personas, la mayoría de origen árabe, se manifestaron también en contra de la "masacre" de Israel hacia el pueblo palestino y, custodiados por varios agentes de la Policía Nacional, corearon gritos en contra de la guerra y a favor de la paz y exigieron a Israel el fin de los bombardeos y de la ocupación de Cisjordania.
Ante el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo, otras 200 personas se concentraron para manifestar su rechazo ante los últimos ataques cometidos por Israel al pueblo palestino. A pesar de la incesante lluvia que cayó a lo largo de la tarde, un grupo de ciudadanos acudió portando una pancarta en la que se leía el lema "Galicia con Palestina" y gritaron proclamas como "Non ao xenocidio co pobo palestino", o "Palestina vencerá".
En Oviedo, unas 200 personas reclamaron el cese de los ataques israelíes a la franja de Gaza en un acto convocado por el colectivo 'Oviedo por la paz'. Durante el recorrido por el centro de Oviedo, los manifestantes portaron pancartas y gritaron consignas como "vosotros, sionistas, sois los terroristas" o "esta guerra la vamos a ganar".

¿ABANDONAN EL DOLAR?

PARA 2010, LOS PAÍSES DEL GOLFO APRUEBAN LA CREACIÓN DE UNA MONEDA ÚNICA DESLIGADA DEL DÓLAR.
Los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo aprobaron la creación de una moneda única desligada del dólar para 2010 durante su cumbre anual, celebrada esta semana en Omán, debido a la elevada inflación que está causando la caída del billete verde. La
OPEP trabaja en una medida similar.
Los países del Golfo caminan juntos hacia el abandono del dólar como moneda de referencia. Los mandatarios de los países integrantes del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) -Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Qatar y Omán- que acumulan más del 40% de las reservas de petróleo del mundo, celebraron a principios de esta semana su cumbre anual en Omán.
La reunión ha concluido con una decisión relevante. Los Estados miembros han aprobado la creación de una moneda única para uso de este bloque económico, desligada del dólar, para 2010. Así, los países de la zona avanzan en el proyecto monetario común que ya propusieron en la cumbre celebrada en 2007.
Las monedas de estos países están vinculadas a la evolución del billete verde, que sirve como moneda de referencia mundial para el resto de divisas. Sin embargo, el creciente debilitamiento que ha experimentando el dólar a lo largo de los últimos meses se está traduciendo en una elevada inflación en los países del Golfo y, por lo tanto, en un incremento del coste de la vida y una devaluación de los salarios.
Durante el acto de inauguración que tuvo lugar el pasado lunes, el sultán Qabús bin Said de Omán aseguró que la situación económica internacional necesita de un trabajo conjunto para lograr la continuación del desarrollo económico y social, y del comercio internacional. Said destacó, asimismo, la importancia de encontrar medidas para la estabilización de los precios del petróleo en los mercados internacionales.
DEBILITAMIENTO DEL DOLAR.
En este sentido, una de la salidas que se están barajando, más allá del recorte en la producción de crudo, consistiría en el abandono del dólar como moneda para comerciar con petróleo, tal y como aprobó recientemente
Irán. De hecho, la OPEP estudia desde hace tiempo una medida similar.
Arabia Saudí es la mayor economía del grupo de países que componen la CCG y, además, cuenta con importantes reservas de oro. Sin embargo, estos países todavía no han decidido si incluirán el metal amarillo en la canasta de monedas y valores que determinarán el valor de la nueva divisa del Golfo.
Así, el secretario general de la organización, Mohammad Al Mazroui, señaló al respecto que "primero debemos decidir la ubicación del Banco Central, y después el Consejo Monetario tendrá que decidir sobre las reservas de oro del banco".
EFECTOS SOBRE EL ORO.
Sin embargo, algunos analistas avanzan el efecto que tendrá esta decisión sobre el precio y la demanda del metal amarillo. En primer lugar,
la ruptura de los países del Golfo con el dólar es claramente negativo para EEUU. Además, la inclusión del oro en la canasta de divisas de la nueva moneda o en las reservas del futuro Banco Central del Golfo creará una "demanda adicional de este metal", según los analistas de Seeking Alpha. De hecho, Arabia Saudí ha ordenado que se completen los trabajos previos del plan antes de septiembre de 2009.
¿Y SI LA OPEP SE PASA AL EURO?
En el año 2000 Sadam Hussein anunció que iba a empezar a vender el petróleo iraquí en euros. Por aquel entonces la moneda europea era una divisa recién nacida y ni siquiera se encontraba en circulación. Fue, en definitiva, una de las machadas con las que Sadam acostumbraba a obsequiar a su devota audiencia internacional, pisándole de paso los juanetes al archienemigo americano. La ocurrencia de Sadam no fue a mayores y, tras la invasión de Irak en 2003, el petróleo iraquí volvió tranquilamente a cotizar en dólares en el mercado internacional.
Lo que Sadam no sabía es que, menos de una década después, su odiado dólar iba a sufrir una depreciación espectacular. La irresponsable expansión crediticia, la creación de deuda a mansalva y otras imprudencias por parte de las autoridades monetarias de los Estados Unidos han llevado al otrora codiciado billete verde a una situación límite, tan límite que la OPEP ha considerado públicamente abandonarlo como divisa de reserva. Y es que, aunque los americanos no terminen de creérselo, su billete de un dólar va camino de valer menos que el papel en el que está impreso.
Ante semejante panorama, dictadores del tercer mundo, como Chávez y Ahmadineyad, celebran alborozados las desgracias monetarias de Norteamérica. Cegados por ese peligroso cóctel de envidia y odio que lleva al que lo padece a alegrarse de que al denostado vecino de arriba se le caiga la casa pedazos, aun a riesgo de que los cascotes se le vengan a uno encima, creen en su simpleza que todo el monte es orégano y que, si Atenas llora, Esparta reirá.
Lo cierto es que si la OPEP cumple su promesa de pasarse al euro sobrevendría una colosal crisis económica que, como es lógico, tendría un alcance mundial. Los dólares que hasta ese momento habían servido como activo de reserva en todo el planeta volverían a los Estados Unidos como alma que lleva el diablo. Esto, en primer término, ocasionaría un repunte inflacionario que arruinaría la proverbial competitividad estadounidense empobreciendo de golpe a toda la nación. Eso sería lo primero. Después, el sistema financiero colapsaría sin remedio dando la puntilla a la primera economía del mundo.
Los odiadores de Estados Unidos pensarán que esto es, en realidad, una gran noticia, que un correctivo semejante bajaría los humos a los arrogantes norteamericanos que se creen los amos del mundo y que Europa, cien años después de la Gran Guerra, recobraría su papel de potencia rectora de la economía mundial.
Naturalmente nada de esto sucedería. A lo más la ya moderadísima inflación europea se moderaría aun más por la salida masiva de euros que irían a engrosar las reservas de otros países. Todo lo demás, en una economía plenamente globalizada como la actual, sería una pesadilla. Ni Europa ni ningún otro país del mundo saldría indemne de la quiebra del dólar y, con él, de casi todo el sistema financiero, bolsas incluidas. Por no hablar de la dinámica en la que entraría la economía europea dada su nueva condición de emisora del activo mundial de reserva. Al día siguiente de producirse el traspaso, el BCE empezaría a crear deuda del mismo modo en que el Fed lo ha hecho desde la ruptura de Bretton Woods, convirtiendo al viejo continente en un adicto incorregible a la financiación externa. Vamos, un drama.
El remedio que dice buscar la OPEP para garantizar el valor de sus reservas podría ser peor que la enfermedad que aflige a la maltratada divisa americana. Es perfectamente comprensible que no quieran seguir vendiendo su preciado petróleo en una moneda que vale cada día menos, y que menos va a valer si Bernanke continúa mucho más tiempo al frente de la Reserva Federal. Lo que sería absurdo es que cambiasen una divisa sin respaldo por otra divisa sin respaldo pudiendo fijar los precios en el respaldo mismo, es decir, en el oro. Ellos sabrán. Cuentan que, hace casi cuarenta años, los árabes hicieron intención de tomar el oro amarillo como referente para los precios del oro negro. Entonces recularon porque los políticos norteamericanos prometieron mantener el dólar estable. A la vista está que no ha sido así. A ver si a la segunda va la vencida.
F. Díaz Villanueva.
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