Solamente El Chiquito con su Misericordia perchelera, se apiadaba de todos; y, por si no fuese bastante, Su Madre, La Virgen que todo lo Puede, no era solo Mediadora, no solamente intercedía, era Nuestra Señora del Gran Poder. Bajo un palio rematado con la mayor de la gracia, por tantas flores de lis, como barras lo sustentan y Laureada por una malagueña tan guapa como valiente, quien le puso la Cruz de su héroe, también de todos los españoles, mientras ella quedaba con su cruz de soledad. No hay miedo, que si no es roble, es Haya y la señora, puede.
A una dama perchelera, ferviente devota del Santísimo Cristo de la Misericordia.
Hace 15 años
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