lunes, 13 de agosto de 2007

LOS BENIMERINES II.-


IRAQ, PERSIA, KURDISTÁN Y REGRESO A LA MECA.
Ibn Battuta conoce el Iraq gobernado por los
mongoles. En primer lugar visita Nayaf, el lugar de enterramiento del cuarto califa, Ali ibn Abi Talib. Desde allí viajó a Basora y luego pasa a Persia, visitando Isfahan, que sólo unas décadas atrás había sido casi destruida por Tamerlán, Shiraz y otros lugares. Vuelve a Iraq y visita Kufa y Bagdad, la antigua capital de los abbasíes, ahora convertida en ciudad de segundo orden tras haber sido saqueada por las tropas mongolas de Hülegü Jan.
En Bagdad conoció al joven
Abu Said Bahadur, «rey de los dos Iraq» y último gobernante del Iljanato unificado, cuya muerte y fragmentación de su reino cuenta también Ibn Battuta en su relato, escrito varias décadas después. Viaja con la caravana real y se desvía de ella acompañando a uno de los príncipes a la ciudad persa de Tabriz en la Ruta de la Seda, para regresar luego al campamento de Abu Said. Obtiene del rey el patrocinio para realizar una segunda peregrinación a La Meca, regresando a Bagdad para hacer los preparativos. Ibn Battuta aprovecha el tiempo que resta hasta la salida de la caravana de peregrinos para visitar el norte del país, atravesando poblaciones como Samarra, Tikrit y Mosul y llegando hasta el Kurdistán.
En sus viajes por Iraq y Persia Ibn Battuta tiene ocasión de conocer a los
chiíes, rama del Islam inexistente en el Magreb, de cuyas creencias abomina y a quienes no oculta su antipatía.
Tras cumplir por segunda vez con el rito del
hajj, Ibn Battuta permaneció en La Meca durante un año, dedicándose por entero a la vida religiosa, lo que le permitió trabar conocimiento con numerosos peregrinos.
YEMEN Y LA COSTA AFRICANA.
Hacia diciembre de
1330 Ibn Battuta emprende viaje hacia el sur. En Jedda se embarca hacia la costa nubia, en el actual Sudán, para cruzar de nuevo el Mar Rojo poco después hacia el Yemen, donde es alojado por el Nur ad-Din Ali. De Adén arranca un largo viaje por mar con el que recorrerá las costas de África, el sur de la Península Arábiga y el Golfo Pérsico. Pasando alrededor de una semana en cada uno de sus destinos, visitó Etiopía, Mogadiscio, Mombasa, Zanzíbar y Kilwa, entre otros. Con el cambio del monzón, él y el barco en que estaba embarcado volvieron al sur de Arabia. Habiendo completado su aventura antes de establecerse, inmediatamente decidió ir a visitar Omán y los Estrechos de Ormuz. Hecho esto, viajó a la Meca otra vez.
Tras pasar un año allí, se decidió a buscar empleo con el Sultán de
Delhi. Necesitando un guía y traductor si iba a viajar allí, fue a Anatolia, entonces bajo el control de los turcos selyúcidas, para unirse a una de las caravanas que iban desde allí hasta la India. Un viaje por mar desde Damasco en un barco genovés lo llevó hasta Alanya en la costa sur de la Turquía moderna. Desde allí viajó por tierra a Konya y después a Sinope en la costa del Mar Negro.
Cruzando el Mar Negro, Ibn Battuta tomó tierra en
Kaffa, en Crimea, y entró en las tierras de la Horda de Oro. Allí compró un carro y de manera fortuita se unió a la caravana de Ozbeg, el Khan de la Horda de Oro, en un viaje hasta Astrakhan en el río Volga.
Tras alcanzar Astrakhan, el Khan permitió a una de sus esposas embarazadas volver a dar a luz en su ciudad de origen,
Constantinopla. No es quizá una sorpresa para el lector que Ibn Battuta persuadiera a alguien para poder viajar en esa expedición, la primera de las suyas más allá de los límites del mundo islámico.
Tras llegar allí hacia el final del
1332, encontró al emperador Andrónico III y vio el exterior de Santa Sofía. Después de un mes en la ciudad, volvió sobre su ruta hacia Astrakhan, continuó más allá del Mar Caspio y el Mar de Aral a Bujara y Samarcanda. Desde allí viajó hacia el sur hasta Afganistán, cuyos pasos de montaña usó para cruzar a la India.
El Sultanato de Delhi era una adición relativamente nueva a
Dar al-Islam (la tierra del Islam), y el sultán había decidido traer tantos estudiosos musulmanes como fuera posible para consolidar su dominio. Con la fuerza de sus años de estudio mientras estaba en la Meca, Ibn Battuta fue empleado como qadi ("juez") por el Sultán Muhammad Tuguluq.
El Sultán era errático incluso para los niveles de su época e Ibn Battuta pasó de vivir la cómoda vida de un subordinado de confianza a estar bajo sospecha por una variedad de razones. Con el tiempo se decidió a irse con el pretexto de hacer otra peregrinación a la Meca, pero el Sultán le ofreció la alternativa de ir como embajador a
China. Dada la oportunidad tanto de alejarse del sultán como de visitar nuevas tierras, Ibn Battuta la tomó.
En ruta hacia la costa, él y su grupo fueron atacados por rebeldes
hindúes y separado de los otros le robaron y casi perdió su vida. No obstante, logró alcanzar a su grupo en dos días y continuó su viaje a Cambay. Desde allí navegaron a Calicut. Pero, mientras Ibn Battuta visitaba una mezquita en la costa, se desencadenó una tormenta y dos de los barcos de su expedición resultaron hundidos. El tercero, entonces, partió sin él y terminó requisado por un rey local en Sumatra unos meses más tarde.
Temeroso de volver a Delhi como fracasado, permaneció un tiempo en el sur bajo la protección de
Jamal al-Din, pero cuando este hombre justo fue derrocado, se hizo necesario para Ibn Battuta abandonar completamente la India. Se decidió a continuar hacia China con un desvío a las Maldivas cerca del comenzó del viaje.
El las Maldivas pasó nueve meses, mucho más de lo que se proponía. Como qadi sus habilidades eran muy deseables en las anteriores islas y fue medio sobornado medio secuestrado para quedarse. Nombrado juez en jefe y casado dentro de la familia real, se llegó a ver embrollado en la política local, y terminó por marcharse en malos términos, al imponer Battuta juicios estrictos en el reino isleño, habituado al "laissez-faire". Desde allí, continuó a
Ceilán para visitar el Pico de Adán.
Al empezar a navegar desde Ceilán, su barco casi se hundió en medio de una tormenta, luego el barco que lo rescató fue atacado por piratas. Desembarcado en la costa, Ibn Battuta una vez más rehizo su camino de vuelta a Calicut, desde donde navegó a las Maldivas de nuevo antes de embarcar en un
junco chino y tratar otra vez de alcanzar China.
Esta vez tuvo éxito, alcanzando en rápida sucesión
Chittagong, Sumatra, Vietnam, y finalmente Quanzhou en la provincia de Fujian, China. Desde allí fue al norte hasta Hangzhou, no lejos de la moderna Shanghai. También pretendió haber viajado incluso más al norte, a través del Gran Canal a Janbalic,خاب باليق (Beijing-Pekín), pero se cree que es uno de sus cuentos, no un hecho real.
De vuelta a Quanzhou, Ibn Battuta decidió volver a casa -- aunque dónde exactamente fuera "su casa" era un pequeño problema. Volviendo a Calicut una vez más consideró acogerse a la piedad de Muhammed Tuguluq, pero lo pensó mejor y decidió seguir a la Meca otra vez. Volviendo vía Ormuz y el Il-Khanato vio que el estado se disolvía entre la guerra civil, habiendo muerto Abu Sa'id desde su anterior viaje allí.
Volviendo a Damasco con la intención de trazar otra vez la ruta de su primer hajj, supo que su padre había muerto. La muerte fue el tema del año siguiente porque la
Peste negra había comenzado, e Ibn Battuta estaba a su alcance según se extendía por Siria, Palestina y Arabia. Tras llegar a la Meca, decidió volver a Marruecos, casi un cuarto de siglo después de salir de allí. Durante el viaje hizo su último desvío hasta Cerdeña, luego volvió a Tánger para descubrir que su madre también había muerto, pocos meses antes.
Habiéndose establecido en Tánger por unos pocos años, Ibn Battuta comienza un viaje a al-Andalus, la
España musulmana. Alfonso XI de Castilla amenazaba con conquistar Gibraltar, e Ibn Battuta se unió con un grupo de musulmanes que salían de Tánger con la intención de defender el puerto. Por la época en que llegó, la Peste negra había matado a Alfonso y la amenaza había retrocedido, así que Ibn Battuta decidió visitar por placer. Viajó por Valencia y terminó en Granada.
Al dejar España decidió viajar por una de las pocas partes del mundo musulmán que nunca había explorado: Marruecos. En su vuelta a casa se detuvo un poco en
Marrakech, que era casi una ciudad fantasma tras la reciente epidemia y el cambio de la capital a Fez.
Una vez más retornó a Tánger, y una vez más siguió viajando. Dos años antes de su primer viaje a El Cairo, el rey del
Imperio de Malí, Mansa Musa había pasado por la misma ciudad en su propio hajj y había causado sensación con sus extravagantes riquezas -- algo así como la mitad del suministro mundial de oro en ese tiempo venía de África Occidental. Mientras Ibn Battuta nunca menciona esto específicamente, el oír eso durante su propio viaje debió haber plantado una semilla en su mente, porque decidió partir y visitar el reino musulmán en el extremo lejano del Desierto del Sahara.
Al término de 1351, Ibn Battuta partió de Fez, alcanzando la última localidad de (
Sijilmasa) poco más de una semana después. Cuando las caravanas de invierno comenzaron pocos meses más tarde, él estaba con una, y en un mes estaba en la localidad de Taghaza, en el Sahara Central. Un centro del comercio de sal, Taghaza estaba inundada de sal y oro de Mali, aunque Ibn Battuta no tuvo una favorable impresión del lugar. Otros 800 Km. a través de la peor parte del desierto lo llevó a Mali, en particular, la localidad de Walata. Desde allí viajó al suroeste a lo largo de un río que el creía ser el Nilo (pero que era, de hecho, el Río Níger) hasta que alcanzó la capital de Imperio de Mali. Allí encontró a Mansa Soulayman, rey desde 1341. Dudoso sobre la miserable hospitalidad del rey, permaneció sin embargo durante ocho meses antes de volverse hasta el Níger hacia Timbuktú. Aunque en los siguientes dos siglos llegaría a ser la ciudad más importante de la región, en la época era pequeña e insignificante, e Ibn Battuta pronto siguió adelante. En algún sitio de su viaje a través del desierto recibió un mensaje del Sultán de Marruecos ordenándole volver a casa. Así lo hizo, y esta vez se quedó.
Tras la publicación de la Rihla, se conoce poco de la vida de Ibn Battuta. Podría haber sido nombrado qadi en
Marruecos. Ibn Battuta murió en Marruecos en algún momento entre 1368 y 1377. Durante siglos su libro fue desconocido, incluso dentro del mundo musulmán, pero en el siglo XIX fue redescubierto y traducido a varios idiomas europeos. Desde entonces Ibn Battuta ha aumentado su fama y es ahora una figura bien conocida en el Oriente Medio.

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