miércoles, 22 de agosto de 2007

MAURITANIA - EL SAHEL.-






Debido al próximo viaje de un estrecho colaborador de "Diario Nacional" a Mauritania, hemos desmpolvado desde el archivo, este artículo publicado el pasado año.
IMPLICACIONES ESTRATÉGICAS DE LA NUEVA SITUACIÓN POLÍTICA EN MAURITANIA.
Mauritania, es un país que se halla entre varias áreas geopolíticas: el Magreb en el norte, el Sahel en el este y el Africa subsahariana en el sur. Si añadimos su proximidad marítima a Canarias, se incrementará el interés por conocer las implicaciones estratégicas de lo que pueda ocurrir allí. El triunfo del golpe de Estado de agosto de 2005 en Mauritania suscita la cuestión de cuáles pueden ser las consecuencias del mismo para la política interna de este país magrebí, para las relaciones internacionales y para España como Estado vecino a través de Canarias. Y es que Mauritania, por razones geopolíticas y económicas, se ha convertido en una pieza cada vez más importante de las relaciones internacionales. El golpe de Estado triunfante que no tiene connotaciones islamistas, es discutible si producirá los anunciados efectos en la política interna (democratización). De lo que sí hay indicios (no concluyentes) es de que este golpe ha sido un movimiento maestro que puede alterar el actual equilibrio en diversas zonas: el Magreb (en beneficio de Marruecos), en el Africa subsahariana (en beneficio de Francia) y en el Sahel, mermando de paso la credibilidad del proceso de unión política africana.
I. ANTECEDENTES PRÓXIMOS.
El golpe de Estado del 3 de agosto que ha llevado al poder a una junta militar presidida por el coronel Ely Uld Mohamed Fal ha resultado exitoso. En los dos últimos años, Mauritania sufrió tres golpes que fracasaron: (junio 2003, agosto 2004 y septiembre 2004). El golpe de 2003, tenía un carácter tribal y una importante complicidad en el Ejército. Por su parte, los golpes de agosto y septiembre de 2004 tenían en común una implicación muy escasa del Ejército y un componente tribal débil, si bien, mientras el primero tenía indicios de estar afectado por la política regional africana (eventual implicación de Libia y Burkina), el de septiembre 2004 parecía tener una implicación islamista. El golpe actual es técnicamente muy similar al primero de los citados, de junio de 2003 (sobre el mismo, véase Carlos Ruiz Miguel: “Mauritania: perspectivas políticas después del golpe de Estado”, 4-VII-2003,
http://www.realinstitutoelcano.org/analisis/313.asp):
Es un golpe militar de fuerte componente “tribal” que trata de hacerse con algunos centros neurálgicos en lugar de buscar una confrontación generalizada, aunque a diferencia del anterior, el momento del golpe fue mucho mejor calculado (cuando el depuesto presidente, Uld Taya, estaba ausente del país por su asistencia a las exequias del Rey Fahd de Arabia). El gobierno de Taya se caracterizó por una importante presencia de la tribu Smassid, que no fue óbice para que en muchos puestos de poder hubiera miembros de otras tribus, como las tribus del Este (destituidos tras el golpe de junio de 2003) o los Ulad Busba’a (como el propio Fal, a quien se le encomendaron los servicios secretos y la seguridad). Debe observarse, sin embargo, que la tribu comerciante de los Ulad Busba’a (extendida en Inchiri y, en menor medida, en el Adrar y Tagant, centro-norte del país), llegada en el siglo XIX desde Uad El Siba, cerca de Marrakech, es una tradicional aliada de la Smassid a la que pertenecía Taya. La primera conclusión que debe extraerse, por tanto, es que este golpe de 3 de agosto de 2005 no tiene connotaciones islamistas, sino principalmente tribales.
Cuestión distinta, y ciertamente muy importante, es si el golpe ha sido inspirado o apoyado desde el exterior. Ha habido varias insinuaciones apuntando a Francia. En primer lugar, el nuevo líder Fal, tenía relaciones con la empresa francesa SOFEMA, de la que dos altos cargos de se hallaban del 2 al 4 de agosto en Nuakchott para negociar una venta de armas. En segundo lugar, el semanario arabófono londinense Al Mayalah ha indicado que los servicios secretos franceses se hallaban detrás del mismo. No sería una novedad, porque el golpe de Taya también tuvo esa misma inspiración. En tercer lugar, tanto Fal como muchos importantes cargos de la nueva junta de su tribu, la Ulad Busba’a, tienen claras afinidades francófilas y con Marruecos. No obstante, no existen evidencias de la implicación extranjera en el golpe.
II. POCOS CAMBIOS INTERNOS EN EL HORIZONTE.
¿Cómo afectará el golpe a la política interna mauritana? La Junta militar (que una vez en el poder se ha dado el nombre de “Consejo Militar para la Justicia y la Democracia”-CMJD) emitió un comunicado el 3 de agosto de 2005 en el que, tras denunciar las “prácticas totalitarias del régimen derrocado”, se comprometía a “crear las condiciones favorables para un juego democrático abierto y transparente sobre el que la sociedad civil y los actores políticos puedan pronunciarse libremente”. Ahora bien, algunos indicios suscitan dudas sobre la viabilidad de este objetivo. En primer lugar, el líder del golpe ha sido durante 20 años la mano derecha del presidente Taya, siendo el jefe de la policía desde 1988. En segundo lugar, el CMJD, que detenta el poder ejecutivo, aprobó el 6 de agosto una “Carta constitucional” que modificaba la Constitución de 1991 suprimiendo el Parlamento y transfiriendo todo el poder legislativo al CMJD. No obstante, esta “Carta Constitucional” mantiene en vigor el resto de las disposiciones de la Constitución de 1991 (que afectan a la carta de derechos y a los demás órganos del Estado: Alto Consejo Islámico, Consejo Constitucional, Tribunal de Cuentas, Consejo Superior de la Magistratura). En tercer lugar, si bien se ha liberado a una serie de presos islamistas encarcelados durante el gobierno de Taya, se ha negado a legalizar al partido islamista (el Partido de la Convergencia Democrática, PCD). En cuarto lugar, el nuevo gobierno ha eludido mencionar los graves problemas que afectan a la población negro-mauritana: el de los refugiados y exiliados en Senegal y Malí y el de la esclavitud. Todos estos hechos han dado lugar al surgimiento, dentro de Mauritania, de voces que han condenado el golpe, algunas incluso pidiendo la vuelta de Taya. Por lo demás, no está del todo claro que los golpistas cuenten con todo el apoyo del Ejército. La situación interna, por tanto, puede deparar alguna sorpresa.
El CMJD convocó unas “jornadas nacionales de concertación” con varios grupos de la oposición (pero no con todos) y con miembros de la sociedad civil mauritana. Esas jornadas se celebraron del 25 al 31 de octubre de 2005. El principal resultado de las mismas fue la designación de una CENI (Comisión Electoral Nacional Independiente) que deberá vigilar el proceso de supuesta transición a la democracia. Además, en las Jornadas se organizaron varios “talleres” con vistas a esa eventual transición: sobre la situación de la justicia y el “buen gobierno” en la administración (o gobernanza). El diseño de las jornadas, en principio, era interesante. No obstante, sigue más un modelo de “despotismo ilustrado” que uno de “democracia”.
Por todo ello, no son pocos quienes creen que con el golpe se ha pretendido “que el gobierno cambie para que nada cambie”. Se trataría, en tal caso, de salvaguardar un núcleo importante de los intereses que estaba protegiendo el presidente Tayá, pero que se hallaban en peligro por la creciente impopularidad de éste (debida, en gran medida, a las intensas relaciones con Israel y al incremento de la represión policial para deshacer los complots contra su gobierno). Ahora bien, de ser esto cierto, no tendría fácil explicación el hecho de que ciertos países aliados de Tayá hayan condenado el golpe. Todo esto produce una perplejidad que obliga a aclarar las que parecen claves ocultas del golpe. La cuestión, por tanto, es qué intereses protegía Tayá y cuáles de ellos se mantendrán o se cambiarán. Ello nos lleva a considerar las cuestiones estratégicas con preferencia sobre las de política interna.
III. EL CONFLICTO DEL SÁHARA Y EL ESCENARIO MAGREBÍ.
Uno de los intereses más importantes para Mauritania es el del Sáhara Occidental. Ahí Mauritania es una pieza esencial en la resolución del conflicto. En la época de Taya se mantuvo aquí un muy delicado equilibrio. Mauritania fue uno de los firmantes de los “acuerdos de Madrid” de 1975 que, actualmente, se están intentado revivir desde algunos sectores para legitimar la firma del acuerdo pesquero de Marruecos con la Unión Europea sobre aguas del Sáhara Occidental. Asimismo, Mauritania firmó el 14 de abril de 1976 un acuerdo de fronteras con Marruecos (por el que se producía una partición del Sáhara Occidental entre esos dos países), derivado del acuerdo de Madrid antecitado. Tres años después, el 10 de agosto de 1979, Mauritania firmó un tratado con el Frente Polisario renunciando a su parte y denunciando la ocupación marroquí de la misma. La evolución política mauritana en este asunto ha sido notoria. Después del alineamiento con Marruecos del presidente Uld Dadah en 1975, y del alineamiento con el Frente Polisario del presidente Haidallah a comienzos de los años ’80, el presidente Taya (en el poder desde el golpe de 1984) ha vuelto a equilibrar la balanza en favor de Marruecos, pero no tanto como Uld Dadadh. En efecto, si bien es cierto que resistió las fortísimas presiones marroquíes para que retirara el reconocimiento que Mauritania hizo de la RASD, no lo es menos que se alejó de Argelia e inició un progresivo acercamiento (económico, cultural) a Marruecos. Igualmente, si bien es cierto que en el momento de negociarse el “plan Baker II” la Mauritania gobernada por Taya expresó su apoyo al mismo, (contribuyendo así al aislamiento de Marruecos una vez que Argelia, el Frente Polisario y España lo apoyaron), también lo es que fue Taya quien abrió la frontera de Mauritania con el Sáhara Occidental ocupado por Marruecos (puesto de Guerguerat).
El rechazo de plano del referéndum de autodeterminación anunciado por Marruecos en abril de 2004 exigiendo sin más el reconocimiento internacional de la anexión ha significado un lógico incremento de la tensión en la zona que no resultó difícilmente previsible (
Carlos Ruiz Miguel: “El largo camino y jurídico y político hacia el : ¿estación de término?”:
http://www.realinstitutoelcano.org/documentos/74.asp).
Pero sería pecar de voluntarismo pensar que esa negativa puede por sí sola enervar la legalidad internacional vigente. Tanto desde el punto de vista de la legalidad como del logístico en una hipotética reanudación de la guerra, Mauritania juega un papel clave. Desde esta perspectiva, la sustitución de Taya abre nuevas posibilidades o puede abortar tendencias incoadas. No es de extrañar que los actores básicos del conflicto indagaran las intenciones de los nuevos gobernantes. Es significativo, a este respecto, que un día después del golpe, el 4 de agosto de 2005, el nuevo presidente Fal recibiera a un enviado personal de Mohamed VI, nada menos que a su amigo personal y jefe del servicio secreto exterior (DGED: Dirección de General de Estudios y Documentación), Mohamed Yasín Mansuri. Esta visita, la primera de un enviado extranjero a la nueva dirección del país suscitó especulaciones (Le Quotidien d’Oran, 6-VIII-2005) que van desde la negociación para que Marruecos acogiera a su “amigo” Taya, a la de que una visita tan rápida evidenciaría que Marruecos estaba al tanto del golpe y querría obtener ciertas garantías, o incluso que Marruecos se aprestaría a reconocer el nuevo régimen precisamente porque no lo ha hecho la Unión Africana de la que Marruecos no es miembro. Lo que el tiempo ha puesto en evidencia es que el primero de esos eventuales motivos no era, pues Tayá se ha exiliado en Qatar. Esta visita suscitó inquietud y poco después, el 6 de agosto, fue un emisario saharaui, el ministro de los territorios ocupados y de las comunidades saharauis en el extranjero, Jalil Sidi Ahmed, quien viajó a Nuakchott para entrevistarse con Fal. Más adelante, el nuevo gobierno mauritano ha enviado a dos de sus ministros a Marruecos y a Argelia. El 25 de agosto, Ahmed Sid Uld Ahmed, nuevo ministro de Asuntos Exteriores mauritano, declaró a Al Yazira que su gobierno “Mauritania mantiene la posición que siempre ha tenido sobre la cuestión del Sáhara” y apenas cuatro días después, el 29, el rey marroquí telefoneó al nuevo líder mauritano. Teniendo en cuenta que Mauritania no siempre ha tenido igual posición sobre el Sáhara desde 1975 no se sabe muy bien cuál puede ser el futuro próximo. La lectura del primer comunicado emitido por la junta militar (que dice que: “El Consejo Militar por la Justicia y la Democracia se compromete a respetar todos los tratados y convenios internacionales ratificados por Mauritania”) podría interpretarse como un respeto de su actual posición basada en el tratado firmado con el Frente Polisario en 1979 y que fue oportunamente comunicado a la ONU. En consecuencia, podría pensarse que el nuevo gobierno mantendrá la posición anterior en este asunto. Ahora bien, la espectacular visita de Fal y casi todo su gobierno a Marruecos en noviembre de 2005, seguida de un extraordinario estrechamiento de las relaciones con Marruecos son una prueba irrefutable de que la posición mauritana se ha movido en favor de Marruecos, pues una visita similar no se ha realizado a ningún otro país. Si ese acercamiento conducirá a una retirada del reconocimiento de la RASD es difícil de saber dado el elevado número de sectores pro-saharauis que existen dentro de Mauritania.
Queda en el aire la cuestión de si el golpe no habría servido para abortar un eventual e inminente giro del gobierno Tayá en esta cuestión en apoyo de unas eventuales pretensiones norteamericanas de dar una determinada solución al conflicto y que se han escenificado de modo espectacular dos semanas después (18-VIII-2005) con la intervención directa del presidente Bush en la liberación de todos los prisioneros de guerra marroquíes que quedaban en poder del Frente Polisario. Si el golpe fue un movimiento francés para equilibrar el movimiento norteamericano que se estaba preparando es algo que sólo dirá el tiempo.
El análisis de las consecuencias también afecta al Magreb donde uno de los motivos de bloqueo de la Unión del Magreb Árabe (UMA) ha sido el enfrentamiento de Taya con Gadafi (y, en menor medida, con Argelia) a raíz del reconocimiento mauritano del Estado de Israel. Curiosamente Ben Alí, ha sido el único líder magrebí en pronunciarse públicamente condenando el golpe, mientras Marruecos, Argelia y Libia, sin embargo, se abstienen de calificar oficialmente la situación. El dato que, en todo caso, resulta más llamativo es que la UMA es la única organización internacional que no se ha pronunciado sobre el golpe, a diferencia de la UE, la Unión Africana, la Liga Árabe o la ONU. Este silencio de la UMA, más que de complicidad, es revelador de la profunda inoperancia de esta organización.
IV. EL ESCENARIO SUBSAHARIANO, EL CONFLICTO DE COSTA DE MARFIL, SENEGAL Y LA UNIÓN AFRICANA.
IV.1.
De entre los varios conflictos del área subsahariana, el que parece poner en juego ahora el liderazgo de la zona es el de Costa de Marfil. En este país, se ha producido un enfrentamiento entre el presidente marfileño (Laurent Gbagbo) y las fuerzas rebeldes. El presidente ha contado con el apoyo norteamericano, mientras los rebeldes tenían el sostén del presidente de Burkina Fasso (Blaise Compaoré), que a su vez tiene alianzas políticas con Libia, pero también con Marruecos y Francia. En este conflicto hubo una mediación fracasada de Mohamed VI, a la que siguió otra que pareció más exitosa en principio del presidente sudafricano (Thabo Mbecki). Mauritania, con Taya, se alineó con Mbecki para apoyar a Gbagbo. Francia, sin embargo, ha bloqueado ese acuerdo, aunque ha fracasado en su intento de que Naciones Unidas desautorice a Gbagbo. La pugna Marruecos-Sudáfrica - quien lo diría - no es nueva y no sólo se produce en Costa de Marfil, sino también en el asunto del Sáhara (donde el reconocimiento de la RASD por Sudáfrica ha sido uno de los golpes más duros sufridos por la diplomacia marroquí) o en la elección del país que albergará el próximo mundial de fútbol (elección que ganó Sudáfrica a Marruecos).
La dirección que vaya a tener este conflicto va a depender en buena medida de la orientación que tenga el nuevo líder mauritano, Fal. Un reforzamiento del eje “París-Rabat-Nuakchott-Dakar” sin duda afectaría a este conflicto, pues se debilitaría la situación del presidente marfileño Gbagbo y la influencia de Sudáfrica en el continente. De momento, lo cierto es que mientras el presidente Gbagbo ha condenado el golpe... los rebeldes le han dado la bienvenida. Esta orientación parece confirmarse. En efecto, el 22 de diciembre, el nuevo presidente mauritano, Fal, ha hecho una visita al presidente de Burkina, Blaise Compaoré poniendo el “contador a cero” en las relaciones. Teniendo en cuenta que Compaoré estaba enfrentado a Taya por el conflicto de Costa de Marfil, esta visita parece confirmar que el nuevo gobierno mauritano se dispone a apoyar las tesis pro-francesas en la región. Lo que está en juego, junto al dominio de las riquezas naturales de la zona, es la definición de las grandes áreas de influencia. En este juego, parece que el “eje” Gbagbo-Taya-Mbecki que ha actuado como puntal de la penetración anglosajona en un área tradicionalmente dominado por Francia, se ha visto quebrado con el cambio de gobierno en Mauritania.
IV.2. La evolución de las relaciones entre Senegal y Mauritania es otra piedra de toque del futuro de la región. Esas relaciones fueron de mucha tensión en la época de Taya, llegando a un enfrentamiento armado entre ambos países en 1989. Es de notar que el presidente senegalés, Wade, firme aliado de Francia y Marruecos, se abstuvo de condenar el golpe. Es más, Wade ha promovido y albergado la reunión en Dakar de un grupo de fuerzas opositoras, que firmaron la “declaración de Dakar” de 14 de agosto. Esta intervención senegalesa, sin embargo, ha puesto en riesgo el proceso de acercamiento al eje “París-Rabat-Dakar”. En efecto, la iniciativa de Wade ha suscitado un considerable rechazo entre la opinión pública mauritana que puede alterar el proceso de consolidación de la junta militar, en la medida en que genere, de rebote, hostilidad hacia los países (Francia y Marruecos) que apoyan a la potencia injerente (Senegal). La alarma provocó que el propio portavoz del nuevo gobierno se desmarcara de la iniciativa senegalesa en una declaración de 16 de agosto en la que recordaba que es un “deber de todos, en el interior y en el exterior, comprender que se trata de un asunto estrictamente mauritano que no afecta sino a los mauritanos y que, por ello, debe ser tratado en el suelo nacional”.
IV.3. Las cuestiones de Costa de Marfil y de Senegal no son ajenas al proceso de consolidación de la Unión Africana, donde existen varias pugnas larvadas. El golpe en Mauritania constituye un grave reto para la Unión Africana. El artículo 30 del Acta constitutiva de la Unión Africana, de 11 de julio de 2000, indica que “No se admitirá la participación en las actividades de la Unión de los gobiernos que accedan al poder por medios inconstitucionales”, es decir todos fuera. La UA consiguió en febrero de este año que un nombramiento inconstitucional del nuevo presidente de Togo fuera anulado y que el proceso se reiniciara regularmente. El hecho es que, desde que se ha producido el golpe en Mauritania, el artículo 30 se ha aplicado y la participación mauritana en la UA ha quedado suspendida. La UA ha enviado una delegación a Mauritania para resolver la cuestión, pero la alternativa es grave: o se confirma la suspensión de Mauritania, o la credibilidad de la UA se verá mermada justo a los pocos años de nacer y cuando está haciendo importantes esfuerzos para merecer la consideración internacional (en Darfur, por ejemplo).
V. EL SAHEL Y LA LUCHA CONTRA EL TERRORISMO.
Ante la eventualidad de que grupos terroristas islámicos, y Al Qaeda en especial, establecieran un nuevo “santuario” para sus actividades en la región del Sahel (sur del desierto del Sáhara que comparten Mauritania, Argelia, Malí, Níger y Chad), Estados Unidos lanzó en el otoño de 2002 su “iniciativa Pan Sahel” (PSI) que englobaba a los países antedichos excepto a Argelia. Esa iniciativa tenía un contenido puramente militar y consistía en el apoyo financiero y militar norteamericano para preparar a los Ejércitos de esos países en la lucha contra el terrorismo, en el aseguramiento de sus fronteras, en el seguimiento de los movimientos de personas y bienes por la zona y en el fomento de la estabilidad y la cooperación entre esos países. La PSI fue sustituida por la “Iniciativa Contraterrorismo Trans Sahariano” (TSCTI) que se estrenó con unas importantes maniobras en junio de 2005 (las “Flintlock” o “cerrojo”). Taya fue uno de los más fervientes socios de esta Iniciativa. De hecho, bajo su presidencia disminuyó la presencia militar francesa y aparecieron soldados norteamericanos por primera vez en Mauritania. No es un secreto que Taya tenía una actitud pro norteamericana en materia militar que se sumaba a sus buenas relaciones con empresas petrolíferas anglosajonas y en especial australianas, lo cual supuso un enfriamiento de sus relaciones con Francia, al mismo tiempo que se aproximaba a Marruecos.
En los últimos meses de Taya se produjo un extraño incidente que, a día de hoy, no se ha terminado de aclarar. En el puesto de Lemgheity, en la frontera entre Mauritania y Argelia, se produjo el 4 de junio de 2005 un ataque que causó la muerte de 18 soldados mauritanos y 20 heridos, sin contar las eventuales pérdidas de los atacantes. Numerosas interpretaciones se han dado al hecho. En primer lugar, la tesis oficial del gobierno de Taya era que el ataque era obra del argelino “Grupo Salafista para la predicación y el combate” (GSPC), a las órdenes de Mojtar Belmojtar, pero la versión oficial contenía algunos elementos poco verosímiles y contradictorios, empezando por el hecho de que Taya atribuyera el hecho a un grupo de 150 individuos, venidos desde Argelia (cuando lo habitual es que los grupos armados de la zona se compongan de 15-20 individuos) o siguiendo por el hecho de que en toda la zona del Sahel las fronteras mejor guardadas son, precisamente, las argelinas, pues es el norte de Mauritania, Malí y Níger la zona donde los terroristas se mueven con más libertad, por no mencionar que Belmojtar está establecido en Malí y se dedica mayormente al contrabando. En segundo lugar, Marruecos, aprovechó pronto la ocasión para acusar nada más y nada menos que al Frente Polisario, supuestamente coaligado con grupos terroristas islamistas refugiados en Malí, si bien el tiempo reveló que era una vulgar intoxicación, lo que no ha sido óbice para que en un informe notoriamente sesgado en favor de Marruecos y carente del mínimo rigor y objetividad del ESISC (European Strategic Intelligence and Security Center) se asumiera esa tesis, repetimos, insostenible. Y, en efecto, el presidente saharaui, Mohamed Abdelaziz condenó ese ataque el 13 de junio de 2005. En tercer lugar, algunos partidos de la oposición (como el Forum Mauritano para la Reforma y la Democracia –FMRD-), sugirieron que el ataque fue perpetrado por las fuerzas mauritanas para dar credibilidad a la amenaza islamistas y conseguir mayor apoyo exterior al gobierno de Taya. En cuarto lugar, otras fuentes hablan de un ataque promovido por una rama del propio Ejército mauritano (fiel a Taya) frente a otro sector, a fin de controlar ciertas rutas del contrabando (muy frecuente en el Sahel). A día de hoy todavía no existe una investigación independiente que aclare lo que realmente sucedió. Y esto es tanto más sorprendente cuanto que el nuevo gobierno del CMJD ha eludido este asunto, a pesar de que el depuesto y denostado régimen de Taya no ofreció una versión creíble del incidente armado más grave ocurrido contra el Ejército mauritano en, por lo menos, los últimos 15 años. Lo que sí parece cierto es que el ataque a Lemgheity sobre el que el nuevo gobierno mauritano del CMJD guarda un extraño silencio pudo constituir el desencadenante del golpe ocurrido dos meses después.
VI. EL GIRO PRO-ANGLOSAJÓN DE LA MAURITANIA DE TAYA.
El gobierno de Taya operó un progresivo acercamiento al mundo anglo-sajón que se reforzó con el reconocimiento del Estado de Israel y con la presencia de empresas australianas en el sector del petróleo (como la australiana Woodside). Mauritania está llamada a ser, desde el año que viene, un país exportador de petróleo y gas. La importancia del control estratégico de las fuentes de energía, actualmente dominada por compañías mayormente anglosajonas, explica el cambio de Washington hacia la junta militar. En efecto, si bien inicialmente, el portavoz del Departamento de Estado pedía “un retorno al orden bajo el gobierno legalmente establecido del presidente Taya”, ahora es partidario de un “diálogo crítico” con la junta militar: se han aprobado sanciones leves contra esta junta y la misma no ha sido oficialmente reconocida, pero se mantienen las relaciones con ella. La junta militar, de momento, ha anunciado que mantiene las concesiones petrolíferas actualmente existentes. Pero el aseguramiento a USA de estos intereses energéticos a cambio de apoyo al nuevo régimen, supone un claro reto para la política norteamericana del “Gran Oriente Medio” por cuanto es evidente que el golpe ha supuesto una quiebra de la legalidad constitucional (todo lo “formal” que se quiera).
Francia, por su parte, escenificó una tibia condena del golpe, seguida por una puesta en escena en el marco del Francofonía, que, si bien en un primer momento condición sus programas de cooperación a que la vuelta a la democracia sea rápida y eficaz, en seguida dio el visto bueno a las iniciativas del nuevo régimen.
En el juego de intereses entre USA y Francia, como actores principales (considerando a Marruecos o Senegal como actores secundarios) todo parece indicar que Francia lanzó una audaz operación que le permitió ganar posiciones, infligiendo una derrota a las posiciones USA en la zona.
VII. LA AUSENCIA DE UNA POLÍTICA DE ESPAÑA HACIA MAURITANIA.

Mauritania es, junto con Marruecos y el Sáhara Occidental uno de los Estados vecinos de España en el archipiélago canario. Además de la vecindad geográfica, España ha mantenido un vínculo económico muy importante con Mauritania en el sector de la pesca. En efecto, son españoles la inmensa mayoría de los buques europeos que faenan en el caladero mauritano, gracias al acuerdo de este país con la Unión Europea. Tanto por motivos estratégicos cuanto económicos, lo lógico hubiera sido diseñar una política específica hacia Mauritania. En el último gobierno de Aznár pareció empezarse a trazar esta política, pero le faltó ambición o quizás tiempo.
El nuevo gobierno de Rodríguez Zapatero las relaciones económicas parecía intensificar las nuevas relaciones. En efecto, el 26 de julio de 2005, Repsol firmó dos contratos petrolíferos en tierra firme con el gobierno mauritano. Sin embargo, sólo una semana después se producía el golpe de Estado que llevó a un cambio de gobierno. La respuesta española ante el golpe fue, inicialmente, de una condena más firme que la expresada por Francia. Quizá esta posición viniera determinada por la protección de los intereses petrolíferos tan recientemente introducidos.
Sin embargo, el golpe y las posteriores reacciones española y mauritana pusieron de manifiesto graves carencias de la política exterior española.
En primer lugar, hubo una carencia de inteligencia. Es evidente, a día de hoy, que los servicios españoles no estaban al tanto de lo que se preparaba. Y ello a pesar de que es igualmente evidente que Mauritania debiera ser un área prioritaria para la acción de los servicios españoles.
Pero además, en segundo lugar, lo ocurrido ha demostrado que, si es cierta la implicación franco-marroquí en lo ocurrido, España, teórico aliado de estos países fue totalmente marginada de la operación y se la dejó en una situación bastante ridícula, lo cual pone de manifiesto que la supuesta “amistad” de Francia - se refiere a la Francia de Chirac -- y Marruecos hacia España es bastante superficial.
Súmese, en tercer lugar, que Mauritania procedió al apresamiento arbitrario de seis barcos españoles, el 29 de agosto quizás como “castigo” por la condena española del golpe.
VIII. CONCLUSIONES.

Mauritania ha adquirido relevancia en tres áreas geográficas (Sáhara Occidental, Costa de Marfil, Sahel) y en sectores económicos (petróleo, gas) en los que se desarrollan conflictos internacionales de cierta importancia. El golpe de Estado no es del todo seguro que vaya a conducir a cambios significativos en la política interna mauritana. Sin embargo, sí puede producir afectar a varios escenarios internacionales. Al noroeste de Mauritania, en el Sáhara Occidental, la que parece orientación cercana a Francia y a Marruecos del nuevo gobierno podría reforzar las posiciones de París y Rabat en la solución del conflicto frente a las posiciones de USA y Argelia. El golpe, por lo demás, ha vuelto a poner de manifiesto la falta de operancia de la Unión del Magreb Árabe. Al sur, en Costa de Marfil, la nueva junta parece que va abandonar el apoyo que el anterior gobierno mauritano brindaba al presidente Gbagbo lo que reforzaría a los rebeldes apoyados por Francia. En el este, habrá que ver si la nueva junta sostiene la iniciativa norteamericana de lucha contra el terrorismo en el Sahel con la misma energía que el depuesto Tayá. La Unión Africana, por su parte, corre un serio riesgo de pérdida de credibilidad, si después de afrontar con éxito varias crisis constitucionales africanas, ahora sucumbe a la tentación de aceptar el hecho consumado golpista. Los USA, tras un inicial rechazo al golpe, han decidido negociar con los golpistas el aseguramiento de sus importantes intereses energéticos y securitarios en la zona, poniendo en riesgo los principios inspiradores del “Gran Oriente Medio”. Finalmente, España se ha visto completamente sorprendida por el golpe poniendo de manifiesto la falta de una política adecuada hacia este cada vez más importante país. Todo lo acaecido nos muestra como el cambio en una pieza pequeña (Mauritania) del escenario podría generar cambios sensibles en las relaciones internacionales africanas.

Carlos Ruiz Miguel 12 de Enero de 2006. Carlos Ruiz Miguel es Catedrático de Derecho Constitucional en la Facultad de Derecho de la Universidad de Santiago de Compostela.
En la fotografía nº 2, la Directora del mas importante hotel del país. En la nº 4, una importante mina de hierro.

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