martes, 23 de diciembre de 2008

EL AGUA: UN BIEN ESCASO.-




LA NECESIDAD DEL TRATAMIENTO DE AGUAS RESIDUALES.
PREAMBULO.
INTRODUCCION.
Este problema que se nos presenta en la actualidad es un tema que cada día ocupa más la atención de científicos, técnicos, políticos y en general, de muchos de los habitantes del planeta.La escasez de este vital líquido obliga a reiterar nuevamente una llamada a la moderación de consumo por parte de la población a nivel mundial, ya que sin su colaboración los esfuerzos técnicos que llevan a cabo algunas organizaciones resultarían insuficientes.Sólo muy poca agua es utilizada para el consumo del hombre, ya que: el 90 % es agua de mar y tiene sal, el 2 % es hielo y está en los polos, y sólo el 1 % de toda el agua del planeta es dulce, encontrándose en ríos, lagos y mantos subterráneos. Además el agua tal como se encuentra en la naturaleza, para ser utilizada sin riesgo para el consumo humano requiere ser tratada, para eliminar las partículas y organismos que pueden ser dañinos para la salud. Y finalmente debe ser distribuida a través de tuberías hasta tu casa, para que puedas consumirla sin ningún problema ni riesgo alguno.
LA PROBLEMÁTICA GLOBAL. EL CONSUMO SECTORIAL EN ESPAÑA.
La creciente necesidad de lograr el equilibrio hidrológico que asegure el abasto suficiente de agua a la población se logrará armonizando la disponibilidad natural con las extracciones del recurso mediante el uso eficiente del agua.
La política del agua en España se ha basado en el aumento de recursos hídricos, esto ha hecho que España sea el cuarto país del mundo con un mayor número de grandes presas (1.200) y que apenas queden ríos sin regular.
Los usos del agua en España se distribuyen por sectores, el consumo de agua es:
Regadío utiliza 24.200 Hm3, el 80% del agua.
Abastecimiento a núcleos urbanos, 4.300Hm3/año, el 14% del consumo.
Industria, 1.900 Hm3 /año, es decir, el 6%.
El uso urbano supone entre el 8 y 10 por ciento del consumo de agua. Este porcentaje se prevé que aumente por el desarrollo del turismo, precisamente en las zonas donde el agua es más escasa y se emplea con finalidades de ocio (zonas verdes, piscinas, campos de golf, etc.). El consumo de la industria (12-15%) se mantiene como consecuencia de las medidas de ahorro que se están implantando para reducir costes y los efluentes contaminantes.
En el suministro de agua a ciudades e industrias uno de los principales problemas es el de las pérdidas en las cañerías de distribución,.se estima que del 50% al 70% del agua que se extrae se desperdicia, por evaporación, fugas y otros motivos. Según algunos expertos se podría reducir estas pérdidas hasta cifras de alrededor del 15%.
En España, cerca del 80% de los recursos hídricos se emplean en la agricultura. Actualmente existen 3.700.000 hectáreas (Ha.) en regadío, en las que aproximadamente un millón existe regadío tradicional. El aumento de la superficie de regadío que propone el Plan Nacional de Regadíos para el 2008 es de 228.518 Ha, a través del impulso del ritmo de terminación de las zonas regables en ejecución (138.365 Ha), estableciendo pequeños regadíos destinados a mejorar las condiciones del mundo rural (79.426 Ha), y fomentando la creación de nuevos regadíos por la iniciativa privada . Este aumento de zonas de regadío se debe a los altos rendimientos que presentan estos tipos de cultivos frente a los de secano.
Hoy existen 735.000 Ha en producción en las que las redes de distribución, básicamente de canales de tierra, tienen pérdidas de agua muy altas. A su vez, de 1.295.000 Ha regadas mediante acequias de hormigón, 392.000 Ha presentan graves problemas de conservación y mantenimiento. 1.981.000 Ha se siguen regando con métodos antiguos, como el riego a manta o de gravedad, y gran parte de ellos, con riegos por turnos.
Si las actuales conducciones de agua se arreglasen y tuviesen un adecuado mantenimiento, y se cambiasen los métodos de riego a manta por otros más modernos que economizan el agua que se utiliza, se conseguiría reducir el derroche de agua que actualmente se viene realizando en los campos españoles.
La explotación del agua subterránea en las áreas costeras (no sólo por parte de la agricultura, sino también por el turismo) ha llevado a que en la zona del mediterráneo, desde Cataluña hasta Andalucía, y en Baleares y Canarias, los acuíferos estén en mayor o menor medida salinizados.
La agricultura además acarrea otros problemas ambientales, como es la contaminación de aguas (tanto superficiales como subterráneas) por el uso excesivo de insecticidas y pesticidas. La industria química ha puesto más de 100.000 sustancias sintéticas en el medio ambiente. Sólo se conocen los efectos reales de un número muy reducido de ellas, por lo que incluso las medidas de la contaminación que existe actualmente no garantizan la inocuidad o la calidad de las aguas para la vida natural o para el consumo humano.
Según el Ministerio de Medio Ambiente, en 25.000 km de cauce de nuestros ríos, es decir, en el 33% de los cursos fluviales españoles, existe una contaminación severa.
Los ríos españoles son irregulares debido a las estaciones, que hacen que los ríos se sequen en verano. Para poder disponer de agua suficiente se han construido presas que almacenan el agua en la época de lluvias, regulan el caudal del río para evitar inundaciones y se pueden aprovechar para obtener energía hidroeléctrica. La capacidad de embalse es en la actualidad superior a 50.000 hm3 al año, lo que da una disponibilidad de agua de unos 2.800 m3 por persona al año.
Según datos del Instituto Nacional Estadístico (INE), en España se consumieron en 1999 22.771 Hm3 de agua, de los cuales 17.681 Hm3 se utilizaron para riego, 3.536 Hm3 estuvieron destinados a abastecimiento urbano y el resto, 1.554 Hm3, se destinó a uso industrial.
Uno de los motivos por el que no hay una buena cultura del agua en España, es por el bajo precio que tiene este bien en nuestro país. Este bajo coste hace que se desperdicie tanta agua. Este precio no cubre los gastos de extracción y tratamiento que se realiza para el consumo del agua. El agua se considera un bien público y los gastos que ocasiona se cargan a la masa global de impuestos pagados entre todos los ciudadanos.
En España, los precios que pagan los regantes por metro cúbico de agua utilizada no cubren los costes reales que supone el llevar el agua hasta los campos, ni se considera en el precio que pagan los gastos equivalentes de la pérdida de la calidad del agua por la utilización de productos fitosanitarios, o por la salinización resultante de la sobre-explotación de los acuíferos cercanos al mar. Actualmente, las aguas subterráneas suponen unos costes para el agricultor que pueden rondar un promedio de 0,11 €/m3 ( 20 ptas/m3 ). Sin embargo, en la mayoría del millón de hectáreas de regadíos tradicionales y el en otro millón de hectáreas de nuevos regadíos subvencionados por el Estado, los regantes apenas pagan entre 0,002 y 0,017€/m3 (0,4 y 3 ptas/m3).
La práctica de la reutilización de las aguas es escasa debido al rechazo de los potenciales usuarios. En España se reutilizan alrededor de 200 Hm3 anuales, los cuales se utilizan para riego. Este uso se da sobretodo en la costa mediterránea y del sur, la zona atlántica y en los archipiélagos.
Desde finales de los años setenta, se utiliza la desalación de agua en Ceuta, Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria. Actualmente se desalan 200 Hm3 anules.
LA PRODUCTIVIDAD DEL AGUA.
La escasez de agua se ha venido considerando como un problema hidrológico, cuando en realidad es cada vez en mayor grado un problema económico, puesto que se trata de un recurso escaso, que al margen de otros usos, es demandado casi en un 90% para actividades económicas. Parece pues necesario acercarse a la escasez del agua también desde una perspectiva económica, puesto que, pese a sus características especiales, el agua es un recurso al cual podrían aplicársele criterios análogos a los que se usan para asignar otros recursos también escasos.
ALGUNAS CONCLUSIONES.
La aparente – y falsa - abundancia del agua en el mundo ha dado la impresión, en el pasado, de que se trataba de un bien inagotable. Era también el más barato. En la mayor parte de regiones el agua era gratuita. Todo ello ha conducido al hombre a derrocharla. El riego se efectúa de forma excesivamente generosa, hasta el punto de anegar los suelos y de provocar una salinización secundaria. Las fugas en las redes de alimentación de agua de las ciudades son enormes. El agua se considera en la actualidad como un recurso económico del mismo valor que los minerales, y debe ser administrada racionalmente. En el origen de esta toma de conciencia aparece una importante disminución de este recurso en múltiples puntos del globo y, a partir de la mitad de la década de los setenta, el crecimiento del coste de la energía. Se ha constatado que la explotación irracional de un recurso de superficie o subterráneo provoca déficit de agua y que esos déficit tienden a aparecer en nuevos lugares y a menudo varias veces por año. Es probable que los déficit sean causados por la contaminación; en todos los casos, comprometen el desarrollo urbano y económico. Por último cabe mencionar que cada uno de los habitantes de este planeta debemos de estar conscientes del agotamiento de este vital liquido y debemos tomar en cuenta y ejecutar los consejos y tareas mencionadas en esta presentación.
CIERTAS CONSIDERACIONES PERSONALES.
No cabe duda de que el agua es un bien escaso, que – además – se derrocha. Los consumos por habitante y día aumentan con el crecimiento y, también, con la falta de conservación de las redes de distribución.
Cuando en los años ochenta me hice cargo, entre otras cuestiones, del abastecimiento de agua de un gran puerto del sur de España – equivalente en cuanto a consumo de una ciudad media en cuanto a población - me encontré con un panorama desolador:
No había planos de la red de distribución. El desarrollo del puerto, muy reciente, había “obligado” a correr, sin mirar.
Algunos usuarios, privados, no tenían contador a la entrada de su nave o almacén. Tampoco se controlaba el consumo interno.
Toda la red estaba enterrada, no construida en galería, lo que encarecía las reparaciones de fugas – endémicas o no – y retrasaba los trabajos y la atención al cliente. Tampoco se trataba de una red construida con planificación de ningún tipo, sino “a empellones”, por lo que no estaba reticulada y ni contadores, ni tampoco válvulas, habían sido dispuestos con visión de conjunto.
Hube de darme por satisfecho, cuando – tras comprobar que las pérdidas eran superiores al 50 % - y después de los correspondientes esfuerzos generalmente bajo la acusación de afán de protagonismo – me destinaron a otro servicio en el momento en que las fugas habían sido reducidas al 15 % y, después, del tema nunca mas se supo.
Y es que la mejor manera de que un funcionario público se cree problemas en España, es que manifieste cierto interés por su trabajo.

LA NECESIDAD DEL TRATAMIENTO DE AGUAS.
No solamente en los campos de golf – desde luego que también – sino en la agricultura, se hace indispensable que para el consumo de agua, se utilicen aguas residuales previamente tratadas adecuadamente. Todo lo que antecede viene a cuento de unas cifras – indicadores sobre las aguas residuales, en metros cúbicos/habitante y año – que procedentes del Instituto Nacional de Estadística, he encontrado sobre el tema. Como resumen, se puede afirmar, lo que sigue:
En 1996, según los datos del INE, Andalucía trataba 0,165 metros cúbicos por habitante y día mientras el conjunto de España sólo trataba 0,133 metros cúbicos por habitante y día. Diez años después, en 2006, el conjunto nacional trataba 0,307 metros cúbicos/habitante/día de aguas residuales mientras que Andalucía sólo trataba 0,222. Dicho de otro modo, mientras que el tratamiento de aguas residuales en España ha mejorado en un 130,8 por cien en diez años, en Andalucía esta mejora sólo ha alcanzado al 34,5 por ciento. Más claro aún, España ha mejorado el doble que Andalucía en sólo diez años en tratamiento de estas aguas. Por tanto, Andalucía no sólo no converge con España sino que se aleja de la media española en esta materia. Igualmente, si nos referimos al volumen el agua reutilizada, en 1996 España reutilizaba 0,017 metros cúbicos/habitante y año mientras que Andalucía, por debajo de esta media, se situaba en una reutilización de 0,011 metros cúbicos. Diez años después, en 2006, España reutilizaba 0,030 metros cúbicos de agua/habitante/año mientras que Andalucía sólo reutiliza 0,016 metros cúbicos. España, pues, ha mejorado en un 76 por ciento mientras que Andalucía sólo lo ha hecho en un 45 por ciento. Es decir, nuevamente diverge de España y sus medias. Incluso en un recurso capital para Andalucía como es el agua y a pesar de la ayuda europea en estas materias, la gestión de la Junta de Andalucía es bastante inferior en resultados a la gestión media de las demás comunidades autónomas.
Unos cuadros y gráficos oportunos, añaden la luz que, siempre proporcionan las imágenes en comparación con las palabras y demuestran una de mis tesis preferidas: la Junta de Andalucía, es un organismo de juguete.
DATOS Y BIBLIOGRAFIA.
Pedro Tena / Roberto Ramírez.
Perspectivas del Medio Ambiente Mundial 2000. PNUMA. Ed. Mundi-Prensa. 2000.

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