viernes, 26 de diciembre de 2008

LO QUE CONTO ALCALA ZAMORA II.-

EL PRIMERO DE LOS MINDUNDIS PUESTOS EN LIMPIO.
En mi primera entrega sobre Alcalá-Zamora señalé cómo las Memorias del antiguo presidente de la Segunda República española desbaratan totalmente todos los mitos acerca de un advenimiento democrático de la República o del carácter ejemplar de su constitución. A decir verdad, lo contrario es lo cierto. El régimen había venido de la mano del desfondamiento de Alfonso XIII, de una conjura de las fuerzas antisistema que no dudó en planear un golpe de Estado fallido en 1930 – Jaca - y de un falseamiento interesado de los resultados de unas elecciones municipales. Para colmo, la constitución fue un texto abonado, campo abonado para que el régimen acabara en una guerra civil. Por si todo lo anterior fuera poco, Alcalá-Zamora fue testigo privilegiado de cómo las izquierdas y los nacionalistas hicieron todo lo posible para borrar cualquier vestigio de democracia real del régimen apenas iniciado. El poder sólo podía ser aceptable y aceptado si era de las fuerzas que habían suscrito el Pacto de San Sebastián destinado a derribar la monarquía parlamentaria. Para poder lograr ese objetivo, resultaba indispensable limitar la libertad de expresión y convertir las elecciones en un mero trámite. Cuando en 1931 se celebraron las primeras elecciones, las derechas no tuvieron la menor posibilidad de organizarse frente a unas izquierdas que controlaban el poder desde arriba. A la victoria siguieron los atropellos ininterrumpidos. No se trató sólo de que ya en mayo se perpetraran quemas de iglesias y conventos, sino, sobre todo, de la aprobación de un instrumento represivo que recibió el pomposo nombre de Ley de Defensa de la República y que capacitaba al poder para suspender y cerrar todos los medios de comunicación que pudieran ser críticos. De esa manera durante la República hubo mucha menos libertad de prensa que durante la monarquía, aunque no dejó de presentarse el régimen anterior como un ejemplo de despotismo. Para asegurar el triunfo de un sistema más parecido al mexicano del PRI que a la República de Weimar, se utilizó el aparato del estado como fuente de clientelismo. El PSOE de Largo Caballero impulsó normas que no sólo perjudicaron gravemente la economía nacional sino que además intentaban acabar con la competencia de los anarquistas de la CNT. A todo lo anterior se sumó un intento claro de controlar la enseñanza para controlar a las nuevas generaciones. En ese despliegue político, Alcalá-Zamora asistió al uso brutal de la fuerza en la crisis de Casas Viejas - que pudo acabar con varios ministros incluidos Largo Caballero y Azaña en el banquillo - a la corrupción en el reparto de puestos y a golpes de efecto como los ataques contra los obispos irreductibles. Incluso supo cómo la causa del voto femenino defendido por la derechista Clara Campoamor del partido radical era obstruida por los socialistas y otras fuerzas de izquierda, temerosas de que las mujeres – las suponían más religiosas - votaran a las derechas entregándoles el poder. Se mire como se mire, aquel primer gobierno de la izquierda fue todo - incluso muy incompetente - salvo democrático. No sorprende que perdiera las elecciones clamorosamente en 1933 y que entonces decidiera que todo era lícito con tal de impedir la llegada al poder de las derechas. Incluso un alzamiento armado.
Cesar Vidal.
Don Niceto, tomó posesión de su cargo de Presidente de la II República y se fue a vivir al Palacio de Oriente, donde mejoró los cuartos de baño porque no estaban a su altura, lo que fue muy “celebrado” por los madrileños de la época.

No hay comentarios:

http://diarionacional-jirosende.blogspot.com/google772cd135feb3b93c.html http://diarionacional-jirosende.blogspot.com/robots.txt Search Engine Submission - AddMe