lunes, 22 de diciembre de 2008

EVOLUCION, O REVOLUCIÓN.-



Lo único que está claro a estas alturas de la evolutoria de la crisis que nos embarga y que hace agua por todos los costados del barco en el que creíamos navegar a toda vela, es que los efectos serán crueles, la recuperación lejana y muy difícil, sus efectos devastadores, muchas veces dramáticos y a donde quería llegar, nunca, o en muchos años, volveremos a vivir como vivíamos hasta ahora desde hace una década. Al menos una inmensa mayoría de nosotros. Los que los pasados lustros no lo aprovecharon, lo tendrán peor, pues ni el recuerdo tendrán, o quizás estén ya acostumbrados a penurias y lo lleven mejor, quien sabe.
Las evoluciones son deseables antes que las revoluciones. Pero si bien son menos traumáticas y más suaves en sus efectos, cuando se llega a un abismo, solo se resuelve con revolución. La historia del mundo nos da cientos de ejemplos. Estos empirismos son muy adecuados para no incurrir en errores, pero, al parecer siempre creemos que no nos sucederá.
Hasta ahora y por lo que parece, no hay conciencia cierta de crisis al haberse empeñado el Gobierno Central, los Gobiernos menores también, no sólo en ocultarla, disimularla, maquillarla, sino, y sobre, todo no afrontarla con medidas drásticas de prevención y contención. Elecciones, vacaciones de verano y las múltiples fiestas que engalanan este País, y el adelanto de las Navidades, han hecho que perdamos un precioso tiempo que no tenemos, más de un año, para poner remedios. Necesitamos más ruptura, cuando más avanza y empeora el mal y la solución del mismo. Más cirugía, más amputación.

Pero hete aquí que lo que pretenden es tapar los agujeros de la gran Presa que cruje con deditos de niños pequeños. Y la Presa desbordará y nos arrastrará. Y, ¿Por qué pretenden esto? Pues parece claro, quieren que volvamos a donde estábamos, cuando gastaban lo que querían y sin control, cuando todas las administraciones nos incoaban todo tipo de impuestos, tasas, cánones, y nos aplicaban normativas incumplibles y nos exigían entregas a cuenta de beneficios futuros, y nos imponían o regalaban derechos y subvenciones que eran aceptadas porque estábamos de fiesta y esto no se acababa.
La prensa extranjera y el FMI, nos acaba de poner en su sitio, “España. Se acabó la fiesta” – dicen los periódicos económicos de medio mundo. Cambios drásticos en políticas de empleo y fiscal, pide el FMI. Yo añado, cambios en Sistema.
No volverán, ni los tiempos del oro, ni las oscuras golondrinas. A la gente no le gusta este discurso. Y ya saben, el que dice las verdades, no gana elecciones ni es apreciado por la masa. Se prefiere el engaño o la mal llamada esperanza y aquí, tienen que caer despeñados la mayoría para que algo cambie. No podemos mantener a tanto “liberado”.
No podemos seguir como antes, no tenemos tejidos productivos que lo respalden, ni hemos creado riqueza sólida donde descansar nuestro bienestar, y somos un país pobre con los sistemas fiscales, legales, y de coberturas y normativas Nórdicas o Americanas.
Además tenemos muy pocos contribuyentes, y de poca monta, hay poca conciencia de trabajo, de trabajo bien hecho, de producir ni de constancia laboral. Demasiados improductivos, demasiados conectados a los presupuestos, demasiados, para tan pocos.
Simplemente las entregas a cuenta de beneficios en el impuesto de sociedades da una idea del disparate que es en una economía absolutamente pendular como la nuestra.
El absentismo consentido, la escasa laboralidad y compromiso de la poca población trabajadora y pagadora de impuestos, la detracción del dinero de masas monetarias de empresas y particulares por el Estado que sacan del flujo para destinos cuanto menos dudosos.
Necesitamos una revolución, y desde luego, ni lo duden, la realidad nos aterrizará, pero antes de que esto ocurra, se nos llevaran a muchos por delante, y no estoy seguro que los relevos, que sin obviamente se producirán más tarde o más temprano, estén preparados para asumir ese cambio que necesita este país. Muchos buenos empresarios, trabajadores, autónomos y exportadores, tendrán que cerrar a causa de este empecinamiento de intentar “ ellos” seguir como estaban. Revolución Económica, fiscal, laboral, de normativas de desaparición de impuestos directos, de quitar trabas y acosos al desarrollo de la energía, los combustibles, los automóviles, a los negocios e iniciativas en general. Una revolución. No para ser Cuba, sino con otras miras puestas en otros ejemplos más respetuosos con el ser humano y con sus ansias de bienestar.
A reflexionar.

L. Soriano.

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