martes, 27 de enero de 2009

LA ENSALADA.-


Joseph Nye, el profesor de la Kennedy School of Govertment de la Universidad de Harvard coincide con la leyenda japonesa del poder, la espada, la joya y el espejo, al dividirlo en tres dimensiones.
La primera se refiere al sector militar, la segunda a la economía y la tercera que Nye llama “soft power”, a las relaciones internacionales, que hoy atraviesan fronteras con transacciones bancarias, con la amenaza del terrorismo, la privatización de la guerra, a través de la democratización de la tecnología, el tráfico de personas, de drogas, armas y hasta piratas informáticos (actualmente inclusive piratas clásicos) que se encuentran fuera del control estatal.
En esas circunstancias, Estados Unidos mantiene su poder militar de manera unipolar e indiscutible, basado en la información y la fortaleza armamentística. En lo económico, sin duda, el mundo es multipolar y en cuanto a las relaciones internacionales, el poder es caótico, lo que implica que aún con su hegemonía militar, Estados Unidos no puede enfrentar por sí solo las complicaciones de éste mundo global.
De ahí su descripción del “poder blando”, que se conforma del atractivo de la cultura, los ideales y de la diplomacia, en respuesta al poder duro que procede de la fuerza militar y de la fortaleza económica de un país. La mayor dificultad de los Estados Unidos, es la relación con otros países para controlar a los actores no estatales que cada vez van en aumento. ¿Cómo hacer que el poder duro y poder blando se refuercen uno a otro?
Moisés Naím, editor de la revista Foreign Policy, en su texto Ilicit se dedica a escudriñar esa tercera dimensión del poder, del profesor de Harvard. Para Naím, se trata de un problema de fronteras que requiere, una solución entre naciones, por lo que se hace imprescindible la cooperación internacional.
Farred Zakaria, editor de la revista Newssweek International, define el mundo actual como el mundo post americano y establece que el surgimiento de los demás, es una consecuencia de las ideas y acciones de de Estados Unidos durante los últimos 60 años. La apertura de mercados, la liberalización de sus políticas y las nuevas tecnologías, han permitido más jugadores en la cancha global y algunos más poderosos. De ahí surge el dilema. Si hay más jugadores y muchos de ellos más poderosos, ¿cómo conquistar la cooperación para el logro de los objetivos globales?
En ese contexto de teorías, ideas y análisis, surge un nuevo líder en Estados Unidos. Barak Hussein Obama, joven, mulato, que con su oferta política, basada en la palabra “Cambio”, conquista con entusiasmo y esperanza el voto de los ciudadanos estadounidenses y la ilusión y la esperanza de los ciudadanos globales o como dice Zakaria, “del resto”.
En este mundo complicado, en crisis, salpicado como nunca con diferentes sazones, colores y sabores ¿podrá Obama escoger, saborear y distinguir las cualidades o los defectos de cada uno? ¿Podrá EEUU recuperar su influencia y liderazgo?
Está por verse.
Violeta Yangüela. v.yanguela@codetel.net.do

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