ANYERA: EL GRAN DESCUBRIMIENTO.
Sorprendió al mundo entero, la decidida colaboración del los Estados Unidos, en la evacuación de todos los residentes de países de la OTAN – también de algunos otros - en las Islas Canarias, así como la recomendación a todos los estadounidenses, para que abandonasen Marruecos. Simultáneamente, sus tropas abandonaban el país magrebí, de la noche a la mañana, en un alarde de logística y con el apoyo – por si acaso – de dos Task Force con un portaviones nuclear cada una, que se “dejaron ver”. En España, mientras tanto, el gobierno y los medios de comunicación afines – que eran casi todos – ridiculizaban a sus socios de la OTAN y la Unión Europea, por tanta precaución. ¿Qué había sucedido?
Casi un año antes, un ciudadano español, se había puesto en contacto mediante correo electrónico con la Agregaduría Naval de la Embajada de los Estados Unidos en Madrid. En un viaje privado a la zona de Anyera para ver las obras del puerto Tánger Med II, había detectado unos cables eléctricos que le resultaron sospechosos. Los cables pasaban por dos viejos molinos de agua muy bien restaurados y terminaban en un macizo montañoso en la parte de costa anyerina que se conformaba como acantilado. Los molinos ya en los años cincuenta estaban en ruina y el macizo era hueco: el conocía muy bien la zona, pues la había visitado con sus padres, por tierra, mar y aire, lo que no era ninguna exageración. Le habló de la Historia de Anyera, de que era la tierra de las sorpresas, de que Roma no pudo dominarla y hubo de conformarse con aislarla, de la fuga de Mohamed El Jeriro; todo para convencerle y se tomase la información muy en serio. Terminaba diciendo al Agregado Naval: “no sea usted irresponsable y haga por saber mas del asunto. Se muy bien de lo que hablo”.
A los pocos días recibió una llamada del Comandante Hanson, que le anunciaba su visita. La respuesta del español fue: “tráigase mapas y venga cuanto antes”.
La entrevista fue “a calzón quitao”:
- Usted supone que alberga una batería; no hay radares direccionales o de otra clase.
- Pueden ser de asta retráctil, ¿no? Y solamente lo prueban de noche. ¿Por qué no envían un submarino nuclear para ver si, por la noche, hay señales de radar?
- Y esos cañones – no misiles – que usted supone que alberga la cueva, como han llegado hasta allí?
- Desmontados y, al final, a lomo de burro, por las intrincadas veredas de la kabila. Con el movimiento que ha habido en la zona, durante la construcción de “los dos puertos” y las demás infraestructuras, ha pasado desapercibido el paso de los “trozos de cañón”.
- ¿Y que fin persiguen los cañones, según usted?
- Apuntarse un tanto frente al integrismo islámico, hundiendo – o averiando muy gravemente – un portaviones nuclear de la US Navy.
Al marino americano, la piel se le puso de gallina moruna y le pidió, por favor, one drink.
- Busquemos, prosiguió el español, a alguien que sea enemigo de España y, de manera simultánea, de los Estados Unidos. ¿Por qué no investigáis las compras de acero sueco – de primera calidad – realizadas por empresas públicas de la Comunidad Autónoma Vasca?
Unos meses mas tarde, Hanson volvía a visitar al español. Había antenas de radar – retráctiles, of course - y la empresa pública vasca “Aguirre y Mendieta S. L.”, había importado acero desde Suecia en cantidades desusadas y, por tanto, sospechosas. Ante la petición de alguna sugerencia, el español le dijo:
- No vayan solamente a por los cañones; en la cueva y alrededores, hay algo mas, no se lo que es, pero conozco Anyera y siempre produce sorpresas.
Por las dimensiones de la cueva, podían fijarse las dimensiones de las piezas artilleras – todos pensaban ya en la película Navarone - y, por tanto, su alcance, entre 90 y 122 kilómetros, lo que significaba que Rota – y con Rota, Cádiz, Jerez y Los Puertos - estaba a tiro y así mismo, Ronda por el Nor Nordeste y Torremolinos por el Nordeste.
Podían disparar un proyectil de 1500 Kg. – se suponían, al menos, dos cañones – a las distancias señaladas. Un regalito moruno.
Por motivos de seguridad, no me es posible hacer público el nombre del ciudadano español, en cuestión. Diré que vive en Málaga y le llamaremos JI.
Sorprendió al mundo entero, la decidida colaboración del los Estados Unidos, en la evacuación de todos los residentes de países de la OTAN – también de algunos otros - en las Islas Canarias, así como la recomendación a todos los estadounidenses, para que abandonasen Marruecos. Simultáneamente, sus tropas abandonaban el país magrebí, de la noche a la mañana, en un alarde de logística y con el apoyo – por si acaso – de dos Task Force con un portaviones nuclear cada una, que se “dejaron ver”. En España, mientras tanto, el gobierno y los medios de comunicación afines – que eran casi todos – ridiculizaban a sus socios de la OTAN y la Unión Europea, por tanta precaución. ¿Qué había sucedido?
Casi un año antes, un ciudadano español, se había puesto en contacto mediante correo electrónico con la Agregaduría Naval de la Embajada de los Estados Unidos en Madrid. En un viaje privado a la zona de Anyera para ver las obras del puerto Tánger Med II, había detectado unos cables eléctricos que le resultaron sospechosos. Los cables pasaban por dos viejos molinos de agua muy bien restaurados y terminaban en un macizo montañoso en la parte de costa anyerina que se conformaba como acantilado. Los molinos ya en los años cincuenta estaban en ruina y el macizo era hueco: el conocía muy bien la zona, pues la había visitado con sus padres, por tierra, mar y aire, lo que no era ninguna exageración. Le habló de la Historia de Anyera, de que era la tierra de las sorpresas, de que Roma no pudo dominarla y hubo de conformarse con aislarla, de la fuga de Mohamed El Jeriro; todo para convencerle y se tomase la información muy en serio. Terminaba diciendo al Agregado Naval: “no sea usted irresponsable y haga por saber mas del asunto. Se muy bien de lo que hablo”.
A los pocos días recibió una llamada del Comandante Hanson, que le anunciaba su visita. La respuesta del español fue: “tráigase mapas y venga cuanto antes”.
La entrevista fue “a calzón quitao”:
- Usted supone que alberga una batería; no hay radares direccionales o de otra clase.
- Pueden ser de asta retráctil, ¿no? Y solamente lo prueban de noche. ¿Por qué no envían un submarino nuclear para ver si, por la noche, hay señales de radar?
- Y esos cañones – no misiles – que usted supone que alberga la cueva, como han llegado hasta allí?
- Desmontados y, al final, a lomo de burro, por las intrincadas veredas de la kabila. Con el movimiento que ha habido en la zona, durante la construcción de “los dos puertos” y las demás infraestructuras, ha pasado desapercibido el paso de los “trozos de cañón”.
- ¿Y que fin persiguen los cañones, según usted?
- Apuntarse un tanto frente al integrismo islámico, hundiendo – o averiando muy gravemente – un portaviones nuclear de la US Navy.
Al marino americano, la piel se le puso de gallina moruna y le pidió, por favor, one drink.
- Busquemos, prosiguió el español, a alguien que sea enemigo de España y, de manera simultánea, de los Estados Unidos. ¿Por qué no investigáis las compras de acero sueco – de primera calidad – realizadas por empresas públicas de la Comunidad Autónoma Vasca?
Unos meses mas tarde, Hanson volvía a visitar al español. Había antenas de radar – retráctiles, of course - y la empresa pública vasca “Aguirre y Mendieta S. L.”, había importado acero desde Suecia en cantidades desusadas y, por tanto, sospechosas. Ante la petición de alguna sugerencia, el español le dijo:
- No vayan solamente a por los cañones; en la cueva y alrededores, hay algo mas, no se lo que es, pero conozco Anyera y siempre produce sorpresas.
Por las dimensiones de la cueva, podían fijarse las dimensiones de las piezas artilleras – todos pensaban ya en la película Navarone - y, por tanto, su alcance, entre 90 y 122 kilómetros, lo que significaba que Rota – y con Rota, Cádiz, Jerez y Los Puertos - estaba a tiro y así mismo, Ronda por el Nor Nordeste y Torremolinos por el Nordeste.
Podían disparar un proyectil de 1500 Kg. – se suponían, al menos, dos cañones – a las distancias señaladas. Un regalito moruno.
Por motivos de seguridad, no me es posible hacer público el nombre del ciudadano español, en cuestión. Diré que vive en Málaga y le llamaremos JI.
FOTOGRAFIAS:
1 y 2.- Vista aérea del macizo en cuestión. 3.- Plano de situación de la kabila de Anyera, donde JI pasaba temporadas de joven.
4 y 5.- Viejos proyectil y cañón de largo alcance.
6.- Mapa de alcance de los cañones de la batería.
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