lunes, 30 de julio de 2007

LA TOMA DE MALAGA II.-





EL PROTAGONISMO DE BENAVENTE.
Gracias a la acción coordinada del Duque de Nájera y del Conde de Benavente, fueron batidos 800 moros y los demás debieron refugiarse en la ciudad. Con esta maniobra el rey Fernando y su ejército no tenía dos frentes a los que atender sino sólo uno. Se dispuso al asedio de la misma.
Mientras todos estos acontecimientos ocurrían, continuas llamadas de socorro llegaban de Vélez a Granada, a la Alhambra, pidiendo árnica a Abd Allah, el “valiente”, “el Zagal”. Un militar duro y formado en mil batallas, hermano del rey Muley Hacem y tío de su, para él despreciable, sobrino Boabdil.
El Zagal sabía que si para socorrer a Vélez abandonaba su trono de la Alhambra, Boabdil, dirigido por su madre, Aixa, rápidamente entraría en palacio y se haría fuerte en él. Estuvo “el Zagal” un tiempo bajo esta tensión, los alfaquíes le indicaban su obligación de salvar a Vélez; al fin, tomó la decisión que era de esperar de un valiente y aguerrido militar y formó un pequeño ejército con el que se dirigió a atacar a Fernando, y más tarde daría cuenta de Boabdil. Su plan para Vélez tenía dos partes, por una, atacar la columna de artillería que procedente de Écija caminaba con pesadez y grandes dificultades orográficas y, por otra, mandar un espía a la ciudad de Vélez para que tras una señal por su parte atacasen al ejército cristiano mientras él lo hacía desde la sierra.
El desastre fue total para “el Zagal”, pues alertado el rey Fernando y su formidable ejército, le esperaba y el factor sorpresa no fue tal; siendo desbaratada la intentona de Abd Allah. El sobrino díscolo, como era de esperar, en efecto aprovechó su ocasión, entrando en la Alhambra para usurpar el trono que había ya usurpado previamente a su padre, el rey Muley Hacem.
Tras la rendición y Toma de Vélez, el rey Fernando fue magnánimo y eficaz, tomando las siguientes decisiones:
1. Los musulmanes que quisieran podrían marcharse a Granada o a África.
2. Los que así lo deseasen podían quedarse en condición de mudéjares.
3. Repobló la ciudad con cristianos.
4. Reparó y fortaleció los muros de la ciudad.
5. Dejó una guarnición de su Ejército.
6. Liberó a 108 prisioneros cristianos.
La rendición de Vélez Málaga acarreó la inmediata rendición de los pueblos cercanos como Nerja Torrox, Abentomiz, Canillas...
La propuesta conjunta de la Alcazaba (Aben Comissa) y la ciudad (Alí Dordux) fue bien recibida por el rey Fernando, quién no sólo la aceptó sino que pactó unas condiciones muy favorables para los habitantes de Málaga. Sin embargo un gran escollo existía en los planes de todos. El Zegrí encastillado en Gibralfaro era un veterano militar, que tras la pérdida de Ronda apenas dos años antes 1485 siendo el arraez de la ciudad serrana, no estaba dispuesto a claudicar dos veces. La respuesta de el Zegrí fue negativa y violenta. la suerte de este modo estaba echada, pues el ejército de Fernando era poderoso, provisto de inmejorables máquinas de guerra con el apoyo de la reina Isabel que organizaba la logística magistralmente desde Córdoba, incluso con el apoyo lejano quizá de su consuegro el Emperador de Alemania Maximiliano I, con quien había pactado el matrimonio de la infanta-heredera Juana y con el hijo del emperador Felipe “el Hermoso”.
Tras tomar estas medidas se puso en marcha hacia Málaga. Pasaron la noche en Bezmiliana – actual Rincón de la Victoria - y en la jornada fin de viaje se puso el ejército de Fernando en marcha hacia Málaga.
Quedaban 3 meses y medio de asedio antes de que se rindiese la Málaga musulmana a los Reyes Católicos. El éxito era muy probable pues los Reyes Católicos eran firmes en sus convicciones y enérgicos en su realización.
Fernando disponía de una serie de bazas favorables de carácter táctico y estratégico:
El sitio a la Alcazaba fue intenso y al irse alargando en el tiempo, el hambre, la sed, los enfermos y los cadáveres empezaron a multiplicarse por doquier. La moral de los sitiadores se resentía, pero aun mucho más la de los sitiados.
Los hombres de los Reyes Católicos idearon una y mil fórmulas para atacar la inexpugnable Málaga. Desde horadar el pie de la muralla mediante túneles a atacar de manera incesante con las lombardas y robadoquines en un punto concreto como la Puerta de Granada.
Los túneles fueron descubiertos por los sitiados y comenzaron a horadar por la parte contraria hasta que una vez se encontraron bajo tierra frente a frente se enzarzaron en una terrible carnicería subterránea.
Los hombres sensatos de la ciudad intentaron convencer al Zegrí, sin conseguirlo, incluso en una situación desesperada, ideó la posibilidad de abrir las puertas y salir a descubierto a luchar con los sitiadores, una vez matados niños y mujeres y viejos, propios, para que los guerreros de la ciudad no tuvieses nada que perder y no temiesen a la muerte. La descabellada idea, afortunadamente no la llevó a cabo.
Los sitiados estaban desesperados, porque se encontraban entre el hambre y las miserias del asedio y las cimitarras del el Zegrí y sus Gomeres. Pese a los antecedentes de quienes lo propusieron antes, un grupo suben de nuevo a Gibralfaro para hablar con el Zegrí, son Alí Dordux, Amer b. Amer y un alfaquí respetado por Hammet Zegrí, llamado Alhariz.
El Zegrí bien secundado por Ibrahim Zenete y el Moro Santo de Guadix, un auténtico fanático de la época que murió de una pedrada, pusieron al pueblo de Málaga al borde mismo del abismo.
Ibrahim Zenete ataca en una desesperada descubierta al Maestre de Santiago, todo es inútil, el trabajo de las lombardas es atroz, los cadáveres se amontonan, los enfermos y los heridos se multiplican y las condiciones de vida intramuros no son mejor que la muerte.
Tras el fracaso del Zenete, el Zegrí abandona la ciudad a su suerte y se encierra con sus leales en el Castillo de Gibralfaro, un conjunto formado por 15000 negros gomeres, judíos renegados y perseguidos, que podían esperar poco y malo de la llegada de los ejércitos cristianos. Los habitantes de la ciudad se rinden y mandan una carta al rey Fernando, pidiendo clemencia.
En un determinado momento, la moral de los cristianos sitiadores se ve resentida, pero los Reyes Católicos tenían siempre un as en la manga, la llegada de Isabel, la reina propietaria de Castilla, la gran reina cuya sola presencia anulaba cualquier atisbo de debilidad. Así fue, y así ocurrió cómo la propia reina visitaba los destacamentos en lugares más arriesgados, incluso poniéndose a tiro de los sitiados, pero Aben Comissa, respetó a la reina y evitó cualquier atentado contra su regia figura.
Los Reyes Católicos ubicaron sus dos reales, el del rey y de la reina, en dos colinas que cercaban la ciudad, una en la Trinidad y otra en la Victoria.
Se esperaba que “el Zagal”, Señor de Málaga acudiría en defensa de la ciudad, como lo intentó con Vélez, y en el exilio de la Alpujarra en el que se encontraba tras el desastre de Vélez, logró un modestísimo ejército, pero fue saboteado por Boabdil, su mortal sobrino enemigo.

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