(Y DEMÁS TRAGEDIAS).
No alcanzo a comprender, quizás no lo comprenda nunca, la improvisación, la fragilidad de nuestra condición de ciudadanos y como los encargados, en exclusiva, de ordenar protegernos, se mantienen en su complicado monopoly con una imprevisión que aterra. Máxime cuando vivimos en unas Islas volcánicas, sometidas a inclemencias del tiempo, de donde es difícil grandes evacuaciones, cuando no imposibles, azotadas por tormentas de tierra y fuertes vientos extremadamente calientes, amenazadas por lluvias repentinas e incontroladas con una orografía que facilita aluviones, por grandes mareas, fuertes oleajes que impiden la comunicación fluida entre nosotros y un sin fin de circunstancias que nos hacen especialmente frágiles. Esto sin contar con el anexo que vivimos del turismo y que, ante los ojos de los 12 millones de visitantes que, necesitamos, lleguen a nuestras costas, debeos de estar protegidos, para que así se sientan, y dar ejemplo de coordinación, seguridad, previsión, prevención, inteligencia y competencia.
Dineros hay, y si no se piden, que somos el laboratorio fiscal de Europa, y los mayores aportadores en porcentaje de impuestos, al tener un fielato cerrado, donde pululamos dentro de esta jaula y nos controlan como a pescaditos de bañera. Aquí el sumergirse es imposible o simplemente suicida, por lo que el 25% de economía sumergida del continente no se da. Y ya me entienden. Así pues si perritas hay, solo es que estamos malísimamente administrados. ¿Eso no es novedad, cierto?
Pero, es que la meteorología, sabiendo que se acerca este secador de pelo a tope sobre nuestras islas, no previene, impide la subida al monte. Ni que digamos hacer NINGUN tipo de fuego con altas penas monetarias, no de encierro que no llegan a nada, las monetarias son más disuasorias, créanme. Ningún tipo, se entiende que tener cerillas o mecheros, encender cigarros o estar fumando, tiene que estar terminante y absolutamente prohibido. Y si los merenderos no se pueden cerrar, que se contrate a un guarda con manguera a pie de Barbacoa. Todo es mas barato que este desastre personal, económico, ecológico y turístico. Este, inabordable por generaciones, coste social, no nos lo podemos permitir y la inacción es dolosa y a veces criminal. Los famosos delitos de omisión.
El no drenar los barrancos, no tener limpios los desagües y alcantarillas, no tener los montes libres de pinochas, piñas, ramas secas etc., el no controlar al personal, el no controlar a los que hacen fuego desde colillas y botellas de cristal hasta asaderos, los campistas y los visitantes. No se olviden que los móviles no son peligrosos en estos casos, al contrario, pero los cigarros si lo son. Los cortafuegos efectivos, las salidas preparadas, los accesos despejados, las competencias- ahí les duele- delimitadas pero para sumar no para crear conflicto, que retrasen la prevención, detección, y trabajos de extinción o salvamento.
Pero están siempre tocando en violón y viendo como “optimizan la recaudación” y “regulando emolumentos asignados”,- sus sueldos, vamos,- y perdón si me repito, pero, lo importante, lo verdaderamente importante, lo descuidan siempre y nos coge este asunto absolutamente “en pelotas”. Y ahora, a esperar los actos heroicos individuales y corporativos. Que la gente colabore, que los equipos se arriesguen y que las lamentables tragedias se consuman.
A proteger, a servir, a prevenir y sobre todo.....
A reflexionar.
L. Soriano.
No alcanzo a comprender, quizás no lo comprenda nunca, la improvisación, la fragilidad de nuestra condición de ciudadanos y como los encargados, en exclusiva, de ordenar protegernos, se mantienen en su complicado monopoly con una imprevisión que aterra. Máxime cuando vivimos en unas Islas volcánicas, sometidas a inclemencias del tiempo, de donde es difícil grandes evacuaciones, cuando no imposibles, azotadas por tormentas de tierra y fuertes vientos extremadamente calientes, amenazadas por lluvias repentinas e incontroladas con una orografía que facilita aluviones, por grandes mareas, fuertes oleajes que impiden la comunicación fluida entre nosotros y un sin fin de circunstancias que nos hacen especialmente frágiles. Esto sin contar con el anexo que vivimos del turismo y que, ante los ojos de los 12 millones de visitantes que, necesitamos, lleguen a nuestras costas, debeos de estar protegidos, para que así se sientan, y dar ejemplo de coordinación, seguridad, previsión, prevención, inteligencia y competencia.
Dineros hay, y si no se piden, que somos el laboratorio fiscal de Europa, y los mayores aportadores en porcentaje de impuestos, al tener un fielato cerrado, donde pululamos dentro de esta jaula y nos controlan como a pescaditos de bañera. Aquí el sumergirse es imposible o simplemente suicida, por lo que el 25% de economía sumergida del continente no se da. Y ya me entienden. Así pues si perritas hay, solo es que estamos malísimamente administrados. ¿Eso no es novedad, cierto?
Pero, es que la meteorología, sabiendo que se acerca este secador de pelo a tope sobre nuestras islas, no previene, impide la subida al monte. Ni que digamos hacer NINGUN tipo de fuego con altas penas monetarias, no de encierro que no llegan a nada, las monetarias son más disuasorias, créanme. Ningún tipo, se entiende que tener cerillas o mecheros, encender cigarros o estar fumando, tiene que estar terminante y absolutamente prohibido. Y si los merenderos no se pueden cerrar, que se contrate a un guarda con manguera a pie de Barbacoa. Todo es mas barato que este desastre personal, económico, ecológico y turístico. Este, inabordable por generaciones, coste social, no nos lo podemos permitir y la inacción es dolosa y a veces criminal. Los famosos delitos de omisión.
El no drenar los barrancos, no tener limpios los desagües y alcantarillas, no tener los montes libres de pinochas, piñas, ramas secas etc., el no controlar al personal, el no controlar a los que hacen fuego desde colillas y botellas de cristal hasta asaderos, los campistas y los visitantes. No se olviden que los móviles no son peligrosos en estos casos, al contrario, pero los cigarros si lo son. Los cortafuegos efectivos, las salidas preparadas, los accesos despejados, las competencias- ahí les duele- delimitadas pero para sumar no para crear conflicto, que retrasen la prevención, detección, y trabajos de extinción o salvamento.
Pero están siempre tocando en violón y viendo como “optimizan la recaudación” y “regulando emolumentos asignados”,- sus sueldos, vamos,- y perdón si me repito, pero, lo importante, lo verdaderamente importante, lo descuidan siempre y nos coge este asunto absolutamente “en pelotas”. Y ahora, a esperar los actos heroicos individuales y corporativos. Que la gente colabore, que los equipos se arriesguen y que las lamentables tragedias se consuman.
A proteger, a servir, a prevenir y sobre todo.....
A reflexionar.
L. Soriano.
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