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atiza la Ministra que esa es su opinión. Pues muy bien. Como opinión, igual de respetable que cualquier otra. Y por lo mismo me dispongo a contestarle con lo que sólo son mis opiniones nada más, pues no puedo encontrar ningún referente que ella me vaya a reconocer como válido para pasar de la simple doxa a la episteme. Dejémoslo, por tanto, en opiniones personales.Me encanta la libertad sexual. Creo que es una de las que mayores disfrutes y placeres proporciona. Pero quizás se me ocurre que para poder disfrutarla primero hay que existir, estar vivo. Eso parece situar el derecho a la vida como "previo", premisa anterior al disfrute de la libertad sexual. Pero quizás no es así, es sólo una opinión, y ella es Ministra y yo sólo un pobre lelo.
En segundo lugar, se me ocurre que si estoy en la cárcel aislado en una celda de castigo sólo podré disfrutar de una libertad sexual de autocomplacencia, aunque según Viktor Frankl en los campos de concentración el deseo sexual quedaba inhibido, debido sobre todo a las condiciones de desnutrición, falta de abrigo, sueño, etc.
Claro, y luego está eso, lo de poder comer todos los días. Es posible que la libertad sexual sea más importante que la obtención del sustento diario, no me lo había planteado, pero quizás la Ministra tiene razón, las tasas de natalidad de los países con menos recursos alimenticios son altísimas, lo que demuestra su alto grado de disfrute de la libertad sexual, aunque no sé, creo que me estoy haciendo un lío y debería consultar a Doña Carmen.
Porque luego viene lo de poder creer y pensar lo que me dé la gana sin que por ello me peguen un tiro, claro, pero tampoco me resulta evidente después de oír a la Sra. Calvo que mi libertad de creencias, ideas y opiniones sea mejor que un buen polvo, la verdad. Lo cierto es que esta Ministra me pone en un apuro, cada vez estoy más liado...
Y eso de poder creer y opinar lo que te de la gana está muy bien, desde luego, pero no tiene mucho sentido si no te permiten expresarlo, creo que a eso lo han llamado libertad de expresión, pero quizás la expresión suprema sea el orgasmo, así que de este modo se explicaría la afirmación de la Ministra, sí, debe ser eso. Lo que sí tengo claro es que ella es Ministra y yo sólo soy un pobre tonto, por lo que con seguridad le enviaré estas dudas y reflexiones por escrito para que ella me ilumine con su preclaro magisterio.
Porque la cosa no se ha terminado todavía, no señor. El caso es que el poder elegir cómo, cuándo, con quién y de qué forma te apareas es una libertad de la que parecen gozar también el resto de las especies animales, por lo que no le encuentro nada de particular; en cambio eso de las creencias, de la expresión, del habeas corpus, parece que sólo nos preocupa a los homo sapiens sapiens. Y además hay otra cosa, eso que llaman educación, libertad de enseñanza, cosas muy raras todas.
Pero lo que más perplejo me tiene es que he cogido la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Constitución Española y ¡¡no encuentro la libertad sexual por ninguna parte!! Me siento tontísimo y un gran inútil, pues no consigo seguir el hilo de las magistrales declaraciones de la Ministra ¡de Cultura!, que esa debe saber mucho, que es la de Cultura.
Por tanto, y para concluir, le doy la razón a la Ministra: a mi me gusta mucho eso del revolcón, en mi caso es en plan hetero, con perdón, no quiero ofender, es que he salido así, la culpa no es mía, y quizás por un buen revolcón pueda prescindir de otras libertades... ooo quizás nooo... eeehhh... ¡¡uuuuffff, no lo sé!! Lo mejor será enviar a Doña Carmen a Nueva York como enviada especial en Naciones Unidas, dejar de lado de momento la trascendental Alianza de Civilizaciones y poner a trabajar a todos los allí congregados en una nueva versión de Declaración Universal de Derechos Humanos, bajo la dirección de Doña Carmen y con el asesoramiento de Zerolo. Voy a escribir a Zapo en el acto para proponérselo.
Alejandro Campoy.
En las fotografías, Corto Zapatero tras escuchar un discurso de su ministra y esta, de feria.
atiza la Ministra que esa es su opinión. Pues muy bien. Como opinión, igual de respetable que cualquier otra. Y por lo mismo me dispongo a contestarle con lo que sólo son mis opiniones nada más, pues no puedo encontrar ningún referente que ella me vaya a reconocer como válido para pasar de la simple doxa a la episteme. Dejémoslo, por tanto, en opiniones personales.Me encanta la libertad sexual. Creo que es una de las que mayores disfrutes y placeres proporciona. Pero quizás se me ocurre que para poder disfrutarla primero hay que existir, estar vivo. Eso parece situar el derecho a la vida como "previo", premisa anterior al disfrute de la libertad sexual. Pero quizás no es así, es sólo una opinión, y ella es Ministra y yo sólo un pobre lelo.En segundo lugar, se me ocurre que si estoy en la cárcel aislado en una celda de castigo sólo podré disfrutar de una libertad sexual de autocomplacencia, aunque según Viktor Frankl en los campos de concentración el deseo sexual quedaba inhibido, debido sobre todo a las condiciones de desnutrición, falta de abrigo, sueño, etc.
Claro, y luego está eso, lo de poder comer todos los días. Es posible que la libertad sexual sea más importante que la obtención del sustento diario, no me lo había planteado, pero quizás la Ministra tiene razón, las tasas de natalidad de los países con menos recursos alimenticios son altísimas, lo que demuestra su alto grado de disfrute de la libertad sexual, aunque no sé, creo que me estoy haciendo un lío y debería consultar a Doña Carmen.
Porque luego viene lo de poder creer y pensar lo que me dé la gana sin que por ello me peguen un tiro, claro, pero tampoco me resulta evidente después de oír a la Sra. Calvo que mi libertad de creencias, ideas y opiniones sea mejor que un buen polvo, la verdad. Lo cierto es que esta Ministra me pone en un apuro, cada vez estoy más liado...
Y eso de poder creer y opinar lo que te de la gana está muy bien, desde luego, pero no tiene mucho sentido si no te permiten expresarlo, creo que a eso lo han llamado libertad de expresión, pero quizás la expresión suprema sea el orgasmo, así que de este modo se explicaría la afirmación de la Ministra, sí, debe ser eso. Lo que sí tengo claro es que ella es Ministra y yo sólo soy un pobre tonto, por lo que con seguridad le enviaré estas dudas y reflexiones por escrito para que ella me ilumine con su preclaro magisterio.
Porque la cosa no se ha terminado todavía, no señor. El caso es que el poder elegir cómo, cuándo, con quién y de qué forma te apareas es una libertad de la que parecen gozar también el resto de las especies animales, por lo que no le encuentro nada de particular; en cambio eso de las creencias, de la expresión, del habeas corpus, parece que sólo nos preocupa a los homo sapiens sapiens. Y además hay otra cosa, eso que llaman educación, libertad de enseñanza, cosas muy raras todas.
Pero lo que más perplejo me tiene es que he cogido la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Constitución Española y ¡¡no encuentro la libertad sexual por ninguna parte!! Me siento tontísimo y un gran inútil, pues no consigo seguir el hilo de las magistrales declaraciones de la Ministra ¡de Cultura!, que esa debe saber mucho, que es la de Cultura.
Por tanto, y para concluir, le doy la razón a la Ministra: a mi me gusta mucho eso del revolcón, en mi caso es en plan hetero, con perdón, no quiero ofender, es que he salido así, la culpa no es mía, y quizás por un buen revolcón pueda prescindir de otras libertades... ooo quizás nooo... eeehhh... ¡¡uuuuffff, no lo sé!! Lo mejor será enviar a Doña Carmen a Nueva York como enviada especial en Naciones Unidas, dejar de lado de momento la trascendental Alianza de Civilizaciones y poner a trabajar a todos los allí congregados en una nueva versión de Declaración Universal de Derechos Humanos, bajo la dirección de Doña Carmen y con el asesoramiento de Zerolo. Voy a escribir a Zapo en el acto para proponérselo.
Alejandro Campoy.
En las fotografías, Corto Zapatero tras escuchar un discurso de su ministra y esta, de feria.
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