lunes, 2 de julio de 2007

LA VENTANA INDISCRETA.-



NADIE HABLARÁ DE NOSOTROS...
Si hay una profesión jodida, esa es la de militar. Y no solo por las duras condiciones en las que se desarrolla y por las escasas retribuciones de los empleos inferiores, sino por el uso asqueroso que se hace de los milicos.
La secuencia es la siguiente: los políticos deciden enviar unidades militares a alguna guerra, ya sea esta preventiva, defensiva o civil, todos, pero especialmente los sociatas, gustan de travestir estas incursiones en escenarios bélicos, de cualquier cosa menos de lo que son, o sea, guerras. Y allá que van nuestras tropas, mientras los políticos se pegan de tortas sobre si es una guerra o una excursión del INSERSO, aunque lo que les interesa a los militares es realizar bien su trabajo y a ser posible, contar con todos los medios y las medidas que faciliten y hagan más segura su labor. Como la Institución es en esencia tan particular, en teoría son los mandos superiores los encargados de estos menesteres, pero como en la mayoría de los casos, andan más preocupados de sus propias carreras, acatan las ordenes sin más y mandan a los subalternos en aviones de cartón piedra o sin medidas de seguridad como los famosos inhibidores. Luego vienen las caritas de pena y los rostros fingidamente compungidos de los gubernamentales, cuando algunos de nuestros milicos vuelven en ataúdes. Y para colmo algún iluminado como ZP se permite declaraciones surrealistas, como la de que “su causa era la paz”. Lo de este hombre es difícilmente clasificable. Y es que a mister Bean no le entra en su vacía oquedad craneal, que la causa de los militares españoles es su país, o sea España, y que como tales acatan y ejecutan las ordenes del gobierno de España, por lealtad y por patriotismo, especialmente los mandos, ya que en la tropa, además de los elementos vocacionales, tiene gran peso los económicos y profesionales. Pero no contentos con tener que aguantar toda esa sarta de imbecilidades, llega la hora de la humillación, y ahí tenemos a los gubernamentales concediendo unas medallas de mierda, que desmerecen y ridiculizan el valor de lo que hacen estos servidores públicos. Por intereses partidistas y para no dar juego a la oposición, no vacilan en otorgarles unas medallitas, tal que si hubieran muerto apagando un incendio. Cuando cayó la soldado Idoia en Afganistán, el JEMAD, al dictado del gobierno, aseguró no ver circunstancias objetivas para concederle la medalla al merito militar con distintivo rojo. O sea, que además de los choteos del gobierno, los milicos tienen que sufrir a algún estómago agradecido del gremio. Y como no hay dos sin tres, los bienpensantes de la prensa y demás patulea de progres opinadores, no se cansan de repetir que el riesgo va en la profesión y que a fin de cuentas, los que van a estas misiones lo hacen por el dinero. Debe ser la única profesión, en la que además de matarlos, se les insulta llamándoles peseteros. Los periodistas que van cubrir los frentes, lo hacen, entre otras razones, porque les pagan un pastizal, y cuando tienen la mala suerte de matarlos, los elevan a los altares y a nadie se le ocurre acusarles de avariciosos. Cuestión de caché humano, supongo.Antes de llegar al gobierno, los zapateriles usaron hasta la nausea el dolor de las victimas del Yak, y cuando han llegado al poder se han convertido en los reyes del balón fuera. No han dudado en cargarle el mochuelo de la muerte de 16 compañeros al piloto del Cougar en aquel extraño accidente, en el que el segundo Cougar hizo un peligrosísimo aterrizaje forzoso, según el ínclito Bono, para ayudar a sus compañeros. Patético. La fama de cuentista se la tiene bien ganada el manchego y si no que se lo digan a los que detuvieron por sus mentiras. Aquel piloto se llamaba Juan Morales y era, además de una excelente personal, un piloto excepcional, pero como ya no puede hablar, pues las culpas para él. Ahora lo de los inhibidores, pasándole la bola al EME por no comprarlos a tiempo. Con tal de echarle la culpa al cha, cha, cha, Alonso ha sido capaz de desvelar que los demás contingentes en el Líbano tampoco tienen inhibidores (para, a continuación, soportar el desmentido italiano). Estos tipejos, no tienen empacho en poner en peligro a los soldados de otros países, lo que no es de extrañar, ya que no lo tuvieron con los propios, cuando ordenaron la vergonzosa retirada de Irak, anunciándola con antelación, sin cobertura aérea y a la carrera; retirada en la que las unidades de Caballería se tuvieron que batir el cobre contra los iraquíes, que los estaban esperando como si del tiro de una barraca de feria se tratara. Es muy edificante ver a los supuestos representantes de las clases populares y obreras, o sea, al rojerio retro progre, negarles el merecido reconocimiento que les corresponde por una acción de guerra (esto no ha sido un atentado, eso se da en una zona no de guerra, lo que se ha producido en el Líbano es una emboscada en toda regla). Negárselas a tres inmigrantes y a tres españoles de proveniencia humilde no tiene nombre. Bueno, si lo tiene, pero prefiero no escribirlo.
Ino Belvís. El Faro de Ceuta.

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