Alonso Pérez de Guzmán o Guzmán el Bueno (León, 24 de enero de 1256 – Gaucín, 19 de septiembre de 1309), I Señor de Sanlúcar de Barrameda, fue un militar y noble español al que se considera fundador de la Casa de Medina-Sidonia pues, aunque nunca ostentó el título de Duque de Medina-Sidonia, fue él quien puso las bases sobre las cuales se asentaría a lo largo de los siglos dicha casa nobiliaria.
BIOGRAFIA.
Se tiene constancia de que su vida pública transcurrió entre 1276 y 1309. Como militar intervino en las luchas internas del Marruecos meriní. Tras las incursiones norteafricanas en la Baja Andalucía de 1275, medió en la tregua establecida entre el sultán meriní Yusuf y Alfonso X el Sabio en 1276. A finales de 1281 o comienzos de 1282, intervino en el pacto entre el citado Yusuf y Alfonso X, en virtud del cual el sultán meriní ayudaría al monarca castellano frente al rebelado infante don Sancho. En 1282, el Rey Sabio premió los servicios de Guzmán con la villa de Alcalá Sidonia, hoy Alcalá de los Gazules, que le cambiaría ese mismo año por el Donadío de Monteagudo (hoy cortijo en el término municipal de Sanlúcar de Barrameda). Además el rey le casó con María Alfonso Coronel, una rica mujer que aportaría al matrimonio una importantísima dote, compuesta por casas en la collación (feligresía) de San Miguel en Sevilla, olivares de Torrijos (hoy hacienda en Valencina de la Concepción), olivares de La Robaína (en Pilas), la villa de Bollullos de la Mitación, las aceñas (molinos de harina) que había en el río Guadalete junto a Jerez de la Frontera, el pago de viña de La Ina (hoy barriada rural en Jerez de la Frontera) y el pago de viña de El Barroso (hoy cortijo en Jerez de la Frontera).
La descendencia del matrimonio fue la siguiente:
Juan Alonso Pérez de Guzmán, II Señor de Sanlúcar, casado con Beatriz Ponce de Léon en primeras nupcias y con Urraca Orosio en segundas.
Pedro Alonso Pérez de Guzmán, sacrificado en Tarifa.
Leonor Pérez de Guzmán, casó en 1306 con Luis de la Cerda.
Isabel Pérez de Guzmán, casó con Fernán Ponce de León.
Con el acceso al trono de Sancho IV, Guzmán marchó de nuevo al sultanato meriní de Fez, haciendo una gran fortuna con la que ampliaría sus propiedades. Compró más olivares en el Aljarafe, más casas en Sevilla, La Algaba, Alaraz, el Vado de las Estacas (en Alcalá del Río), Santiponce, la villa de Ayamonte y su castillo, Lepe, La Redondela (en Isla Cristina), la mitad de la villa (hoy ciudad) de El Puerto de Santa María, la dehesa de Vilaraña (en El Puerto de Santa María), el Donadío de Ventosilla (hoy cortijo situado entre Sanlúcar y Jerez) y el Donadío de Alixar (hoy Alijar, cortijo entre Sanlúcar y Jerez).
Posteriormente, en 1294, el propio Sancho IV recurrió a Guzmán para la defensa de Tarifa, plaza amenazada por el infante don Juan, tío del monarca, con la ayuda de los meriníes y nazaritas. Allí ocurrió la célebre defensa heroica de Tarifa, con la muerte del inocente hijo de Guzmán convertida en leyenda. Tras la gesta de Tarifa, Sancho IV le prometió verbalmente el Señorío de Sanlúcar en cuyo término se incluían los lugares y poblados de Sanlúcar de Barrameda, Rota, Chipiona y Trebujena. Sin embargo no fue él sino su hijo Fernando IV quien hizo efectiva dicha merced en 1297. Con el tiempo, Sanlúcar se convertiría en el principal solar de la casa. En 1299 recibió la merced de la almadraba de Conil y en 1303 la almadraba de Chiclana de la Frontera, cuyas respectivas aldeas pobló. En 1307 recibió el Señorío de Vejer de la Frontera, a cambio de Zafra y Falconera, en Extremadura. Asimismo recibió el Señorío de Marchena y una retención sobre las rentas de Medina-Sidonia.
A la muerte de Guzmán el Bueno en la Sierra de Gaucín, luchando en la frontera con el Reino de Granada, las dimensiones de sus señoríos y propiedades en el alfoz sevillano del Aljarafe, el área fronteriza onubense, el Bajo Guadalquivir y el área del Guadalete, convertían a la Casa de Guzmán en el linaje más importante de la alta nobleza en Andalucía durante la Baja Edad Media.
No obstante, la casa perdió parte de sus propiedades originales debido a las dotes matrimoniales y al testamento de María Alfonso Coronel dado en 1330. Por estas vías su hija Isabel Pérez de Guzmán, casada con Fernán Ponce de León, aportó a la futura Casa de Arcos el Señorío de Marchena, la retención sobre las rentas de Medina-Sidonia, las villas de Rota y Chipiona y, según parece, la mitad de Ayamonte. Del mismo modo, otra hija del matrimonio, Leonor Pérez de Guzmán, casada en 1306 con Luis de la Cerda, legó a la futura Casa de Medinaceli El Puerto de Santa María junto con Villafranca, el Alijar y otras heredades.
Los sepulcros de Guzmán el Bueno y María Alfonso Coronel, realizados por Juan Martínez Montañés, se encuentran en la iglesia del Monasterio de San Isidoro del Campo en Santiponce.
BIOGRAFIA.
Se tiene constancia de que su vida pública transcurrió entre 1276 y 1309. Como militar intervino en las luchas internas del Marruecos meriní. Tras las incursiones norteafricanas en la Baja Andalucía de 1275, medió en la tregua establecida entre el sultán meriní Yusuf y Alfonso X el Sabio en 1276. A finales de 1281 o comienzos de 1282, intervino en el pacto entre el citado Yusuf y Alfonso X, en virtud del cual el sultán meriní ayudaría al monarca castellano frente al rebelado infante don Sancho. En 1282, el Rey Sabio premió los servicios de Guzmán con la villa de Alcalá Sidonia, hoy Alcalá de los Gazules, que le cambiaría ese mismo año por el Donadío de Monteagudo (hoy cortijo en el término municipal de Sanlúcar de Barrameda). Además el rey le casó con María Alfonso Coronel, una rica mujer que aportaría al matrimonio una importantísima dote, compuesta por casas en la collación (feligresía) de San Miguel en Sevilla, olivares de Torrijos (hoy hacienda en Valencina de la Concepción), olivares de La Robaína (en Pilas), la villa de Bollullos de la Mitación, las aceñas (molinos de harina) que había en el río Guadalete junto a Jerez de la Frontera, el pago de viña de La Ina (hoy barriada rural en Jerez de la Frontera) y el pago de viña de El Barroso (hoy cortijo en Jerez de la Frontera).
La descendencia del matrimonio fue la siguiente:
Juan Alonso Pérez de Guzmán, II Señor de Sanlúcar, casado con Beatriz Ponce de Léon en primeras nupcias y con Urraca Orosio en segundas.
Pedro Alonso Pérez de Guzmán, sacrificado en Tarifa.
Leonor Pérez de Guzmán, casó en 1306 con Luis de la Cerda.
Isabel Pérez de Guzmán, casó con Fernán Ponce de León.
Con el acceso al trono de Sancho IV, Guzmán marchó de nuevo al sultanato meriní de Fez, haciendo una gran fortuna con la que ampliaría sus propiedades. Compró más olivares en el Aljarafe, más casas en Sevilla, La Algaba, Alaraz, el Vado de las Estacas (en Alcalá del Río), Santiponce, la villa de Ayamonte y su castillo, Lepe, La Redondela (en Isla Cristina), la mitad de la villa (hoy ciudad) de El Puerto de Santa María, la dehesa de Vilaraña (en El Puerto de Santa María), el Donadío de Ventosilla (hoy cortijo situado entre Sanlúcar y Jerez) y el Donadío de Alixar (hoy Alijar, cortijo entre Sanlúcar y Jerez).
Posteriormente, en 1294, el propio Sancho IV recurrió a Guzmán para la defensa de Tarifa, plaza amenazada por el infante don Juan, tío del monarca, con la ayuda de los meriníes y nazaritas. Allí ocurrió la célebre defensa heroica de Tarifa, con la muerte del inocente hijo de Guzmán convertida en leyenda. Tras la gesta de Tarifa, Sancho IV le prometió verbalmente el Señorío de Sanlúcar en cuyo término se incluían los lugares y poblados de Sanlúcar de Barrameda, Rota, Chipiona y Trebujena. Sin embargo no fue él sino su hijo Fernando IV quien hizo efectiva dicha merced en 1297. Con el tiempo, Sanlúcar se convertiría en el principal solar de la casa. En 1299 recibió la merced de la almadraba de Conil y en 1303 la almadraba de Chiclana de la Frontera, cuyas respectivas aldeas pobló. En 1307 recibió el Señorío de Vejer de la Frontera, a cambio de Zafra y Falconera, en Extremadura. Asimismo recibió el Señorío de Marchena y una retención sobre las rentas de Medina-Sidonia.
A la muerte de Guzmán el Bueno en la Sierra de Gaucín, luchando en la frontera con el Reino de Granada, las dimensiones de sus señoríos y propiedades en el alfoz sevillano del Aljarafe, el área fronteriza onubense, el Bajo Guadalquivir y el área del Guadalete, convertían a la Casa de Guzmán en el linaje más importante de la alta nobleza en Andalucía durante la Baja Edad Media.
No obstante, la casa perdió parte de sus propiedades originales debido a las dotes matrimoniales y al testamento de María Alfonso Coronel dado en 1330. Por estas vías su hija Isabel Pérez de Guzmán, casada con Fernán Ponce de León, aportó a la futura Casa de Arcos el Señorío de Marchena, la retención sobre las rentas de Medina-Sidonia, las villas de Rota y Chipiona y, según parece, la mitad de Ayamonte. Del mismo modo, otra hija del matrimonio, Leonor Pérez de Guzmán, casada en 1306 con Luis de la Cerda, legó a la futura Casa de Medinaceli El Puerto de Santa María junto con Villafranca, el Alijar y otras heredades.
Los sepulcros de Guzmán el Bueno y María Alfonso Coronel, realizados por Juan Martínez Montañés, se encuentran en la iglesia del Monasterio de San Isidoro del Campo en Santiponce.
DON JOSE MOSCARDO ITUARTE.
José Moscardó Ituarte (Madrid, 26 de octubre de 1878 - id., 12 de abril de 1956) fue un militar español. Unido a la sublevación militar de 1936 contra el gobierno de la Segunda República que dio lugar a la Guerra Civil Española y encabezándola en Toledo, por ser el militar de mayor graduación implicado, alcanzó celebridad por su defensa del Alcázar de Toledo contra las fuerzas leales al gobierno.
FORMACIÓN Y TRAYECTORIA ANTERIOR A LA GUERRA CIVIL.
José Moscardó inició sus estudios en la Academia de Infantería de Toledo en 1896. Sin haberlos finalizado, combatió entre 1897 y 1898 en la guerra de Filipinas. Tras su repatriación, continuó sus estudios. Al terminarlos fue destinado a Marruecos, donde por su valor en las campañas, alcanzó el grado de coronel. En 1929 fue nombrado director del Colegio de Huérfanos de Infantería María Cristina de Toledo. Sin embargo, en abril de 1931, con la instauración de la Segunda República y como consecuencia de las reformas militares puestas en práctica por el nuevo ministro de la Guerra, Manuel Azaña, le fue anulado el ascenso y volvió al empleo de teniente coronel. Posteriormente, volvio a ascender a coronel por antigüedad en 1934, siendo nombrado comandante militar de Toledo. En 1936 dirigía la Escuela de Educación Física de Toledo e iba a representar a España en los juegos olímpicos que debían celebrarse en Berlín en agosto de 1936.
PARTICIPACIÓN EN LA GUERRA CIVIL.
Moscardó lideró la sublevación en Toledo y, ante su fracaso en tomar la ciudad, se hizo fuerte en el Alcázar de Toledo el 22 de julio junto con los oficiales implicados en la sublevación, un corto número de cadetes de la Academia (estaban en periodo vacacional), la mayor parte de los guardias civiles de la provincia y algunos paisanos, junto con sus familias y un grupo de unos cincuenta rehenes. El encarnizado asedio, durante el cual se dio el célebre episodio en el que supuestamente los asediantes amenazaron con matar al hijo del coronel, Luis, si el Alcázar no se rendía (sería asesinado un mes después, en una saca de presos tras un bombardeo aereo franquista), duró hasta el 28 de septiembre, cuando tropas sublevadas al mando del general Varela, ocuparon la ciudad, con el Alcázar prácticamente destruido. El asedio se convirtió en uno de los mitos más famosos de la propaganda franquista.
Pero los sitiadores no conocen ni Honor ni les importa la Dignidad. El jefe rojo aprovecha que se ha capturado a un hijo del Cnel. Moscardó de tan sólo 17 años y le comunica (por una línea telefónica de emergencia con el Alcázar) a Moscardó que si no rinde el Alcázar dentro de un plazo de diez minutos, hará fusilar a su hijo, Luis. A continuación le agrega que para que vea que lo que dice es verdad, pondrá a Luis en el teléfono. Se inicia entonces un emotivo diálogo -entre el padre y el hijo- que en su austeridad, en su varonil emotividad ha quedado grabado como ejemplo de Voluntad de Servicio y Sacrificio por una Causa Digna en todos los corazones auténticamente Nacionales.
Al escuchar la voz de su hijo, Luis, el Cnel. Moscardó le pregunta: "Qué hay hijo ?"
Luis le responde: "Que dicen que me van a fusilar si no rindes el Alcázar".
El viejo coronel le responde: "Pues, encarga tu alma a Dios, da un grito de VIVA ESPAÑA ! y muere como un Patriota"
Luis apenas responde: "Un beso muy fuerte, papá...."
Y dirigiendose nuevamente al jefe bolchevique, el Coronel le grita: "Puede ahorrarse el plazo que me ha dado, pues
José Moscardó Ituarte (Madrid, 26 de octubre de 1878 - id., 12 de abril de 1956) fue un militar español. Unido a la sublevación militar de 1936 contra el gobierno de la Segunda República que dio lugar a la Guerra Civil Española y encabezándola en Toledo, por ser el militar de mayor graduación implicado, alcanzó celebridad por su defensa del Alcázar de Toledo contra las fuerzas leales al gobierno.
FORMACIÓN Y TRAYECTORIA ANTERIOR A LA GUERRA CIVIL.
José Moscardó inició sus estudios en la Academia de Infantería de Toledo en 1896. Sin haberlos finalizado, combatió entre 1897 y 1898 en la guerra de Filipinas. Tras su repatriación, continuó sus estudios. Al terminarlos fue destinado a Marruecos, donde por su valor en las campañas, alcanzó el grado de coronel. En 1929 fue nombrado director del Colegio de Huérfanos de Infantería María Cristina de Toledo. Sin embargo, en abril de 1931, con la instauración de la Segunda República y como consecuencia de las reformas militares puestas en práctica por el nuevo ministro de la Guerra, Manuel Azaña, le fue anulado el ascenso y volvió al empleo de teniente coronel. Posteriormente, volvio a ascender a coronel por antigüedad en 1934, siendo nombrado comandante militar de Toledo. En 1936 dirigía la Escuela de Educación Física de Toledo e iba a representar a España en los juegos olímpicos que debían celebrarse en Berlín en agosto de 1936.
PARTICIPACIÓN EN LA GUERRA CIVIL.
Moscardó lideró la sublevación en Toledo y, ante su fracaso en tomar la ciudad, se hizo fuerte en el Alcázar de Toledo el 22 de julio junto con los oficiales implicados en la sublevación, un corto número de cadetes de la Academia (estaban en periodo vacacional), la mayor parte de los guardias civiles de la provincia y algunos paisanos, junto con sus familias y un grupo de unos cincuenta rehenes. El encarnizado asedio, durante el cual se dio el célebre episodio en el que supuestamente los asediantes amenazaron con matar al hijo del coronel, Luis, si el Alcázar no se rendía (sería asesinado un mes después, en una saca de presos tras un bombardeo aereo franquista), duró hasta el 28 de septiembre, cuando tropas sublevadas al mando del general Varela, ocuparon la ciudad, con el Alcázar prácticamente destruido. El asedio se convirtió en uno de los mitos más famosos de la propaganda franquista.
Pero los sitiadores no conocen ni Honor ni les importa la Dignidad. El jefe rojo aprovecha que se ha capturado a un hijo del Cnel. Moscardó de tan sólo 17 años y le comunica (por una línea telefónica de emergencia con el Alcázar) a Moscardó que si no rinde el Alcázar dentro de un plazo de diez minutos, hará fusilar a su hijo, Luis. A continuación le agrega que para que vea que lo que dice es verdad, pondrá a Luis en el teléfono. Se inicia entonces un emotivo diálogo -entre el padre y el hijo- que en su austeridad, en su varonil emotividad ha quedado grabado como ejemplo de Voluntad de Servicio y Sacrificio por una Causa Digna en todos los corazones auténticamente Nacionales.
Al escuchar la voz de su hijo, Luis, el Cnel. Moscardó le pregunta: "Qué hay hijo ?"
Luis le responde: "Que dicen que me van a fusilar si no rindes el Alcázar".
El viejo coronel le responde: "Pues, encarga tu alma a Dios, da un grito de VIVA ESPAÑA ! y muere como un Patriota"
Luis apenas responde: "Un beso muy fuerte, papá...."
Y dirigiendose nuevamente al jefe bolchevique, el Coronel le grita: "Puede ahorrarse el plazo que me ha dado, pues
"EL ALCAZAR NO SE RENDIRA JAMAS".
Y así fue. Pues los sitiados siguieron resistiendo durante dos meses y seis días hasta que finalmente fueron liberados por las Fuerzas Nacionales del General Varela el 27 de setiembre. Y ahí la frase célebre del Coronel a su jefe: "Sin novedad en el Alcázar mi general". Al día siguiente aparecía Franco, que fue saludado por el coronel con estas palabras: "Mi general, le entrego el Alcázar destruído, pero el honor queda intacto". A lo cual contestó el caudillo: "Héroes del Alcázar, vuestro ejemplo perdurará a traves de las generaciones. Yo os saludo y abrazo en nombre del Patria. La história será pequeña para la grandeza de vuestros hechos".
Y así fue. Pues los sitiados siguieron resistiendo durante dos meses y seis días hasta que finalmente fueron liberados por las Fuerzas Nacionales del General Varela el 27 de setiembre. Y ahí la frase célebre del Coronel a su jefe: "Sin novedad en el Alcázar mi general". Al día siguiente aparecía Franco, que fue saludado por el coronel con estas palabras: "Mi general, le entrego el Alcázar destruído, pero el honor queda intacto". A lo cual contestó el caudillo: "Héroes del Alcázar, vuestro ejemplo perdurará a traves de las generaciones. Yo os saludo y abrazo en nombre del Patria. La história será pequeña para la grandeza de vuestros hechos".
Esa voluntad de resistir de los sitiados, ese ejemplo de abnegación y servicio del Cnel. Moscardó se convirtieron en un símbolo que sirvió de inspiración, no tan sólo a los españoles en su lucha contra el bolcheviquismo, sino también a todos los Pueblos Occidentales que aun hoy prefieren morir luchando contra las fuerzas coaligadas del supercapitalismo internacional y del marxismo internacional, antes de sucumbir cobardemente, traicionando a las futuras generaciones.
Para los Nacionalrevolucionarios de todo el mundo, el ALCAZAR DE TOLEDO es y será un símbolo viviente de nuestra lucha.Tras este episodio, Moscardó fue ascendido a general de brigada, comandando desde octubre la División de Soria, que asediaba a Madrid por el norte. A su mando, tomó parte en la batalla de la carretera de La Coruña, a principios de enero de 1937 y posteriormente en la batalla de Guadalajara (marzo de 1937) apoyando a las tropas italianas. En septiembre de 1937 fue nombrado jefe del Cuerpo de Ejército de Aragón, con el cual, en diciembre de 1938 rompió las líneas republicanas y avanzó por Cataluña hasta alcanzar la frontera francesa. Poco antes del final de la guerra, en febrero de 1939, fue nombrado general de división.
Para los Nacionalrevolucionarios de todo el mundo, el ALCAZAR DE TOLEDO es y será un símbolo viviente de nuestra lucha.Tras este episodio, Moscardó fue ascendido a general de brigada, comandando desde octubre la División de Soria, que asediaba a Madrid por el norte. A su mando, tomó parte en la batalla de la carretera de La Coruña, a principios de enero de 1937 y posteriormente en la batalla de Guadalajara (marzo de 1937) apoyando a las tropas italianas. En septiembre de 1937 fue nombrado jefe del Cuerpo de Ejército de Aragón, con el cual, en diciembre de 1938 rompió las líneas republicanas y avanzó por Cataluña hasta alcanzar la frontera francesa. Poco antes del final de la guerra, en febrero de 1939, fue nombrado general de división.
DESPUÉS DE LA GUERRA CIVIL.
Tras el final de la contienda bélica, ocupará diversos cargos hasta su muerte, en Madrid, en 1956: Jefe de la Casa Militar del Jefe del Estado (1939), Jefe de Milicias de Falange Española Tradicionalista y de las JONS (1941), y capitán general de la II y IV regiones militares. Una vez retirado del Ejército por edad en 1948, fue nombrado Delegado Nacional de Deportes, cargo que ocupó hasta su muerte, así como el de Presidente del Comité Olímpico Español.
En 1948, Franco, en calidad de Jefe del Estado, le concedió el título de conde del Alcázar de Toledo, con grandeza de España. Al día siguiente de su muerte, fue ascendido a capitán general del Ejército, máxima graduación militar española, y su nombre encabezó los escalafones de todos los cuerpos militares, con el simbólico cargo de "Jefe del Alcázar de Toledo".
Tras el final de la contienda bélica, ocupará diversos cargos hasta su muerte, en Madrid, en 1956: Jefe de la Casa Militar del Jefe del Estado (1939), Jefe de Milicias de Falange Española Tradicionalista y de las JONS (1941), y capitán general de la II y IV regiones militares. Una vez retirado del Ejército por edad en 1948, fue nombrado Delegado Nacional de Deportes, cargo que ocupó hasta su muerte, así como el de Presidente del Comité Olímpico Español.
En 1948, Franco, en calidad de Jefe del Estado, le concedió el título de conde del Alcázar de Toledo, con grandeza de España. Al día siguiente de su muerte, fue ascendido a capitán general del Ejército, máxima graduación militar española, y su nombre encabezó los escalafones de todos los cuerpos militares, con el simbólico cargo de "Jefe del Alcázar de Toledo".
A su muerte, la UNESCO guardó un minuto de silencio.
CRUZ LAUREADA DE SAN FERNANDO.
La Cruz Laureada de San Fernando o Real y Militar Orden de San Fernando es la más preciada condecoración militar española al valor heroico. Se otorga como recompensa a acciones, hechos o servicios militares, bien individuales o colectivos, con inminente riesgo de la propia vida y siempre en servicio y beneficio de la Patria o de la paz y seguridad de la Comunidad Internacional. Pueden recibirla los miembros de las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil (cuando realicen actividades de carácter militar) y aquellos civiles que presten servicio en las anteriores.[1]
Su prestigio y categoría vienen avalados por las rigurosas exigencias necesarias para iniciar el expediente de concesión y el trámite estricto que conlleva.
La Real y Militar Orden de San Fernando, en su reglamento, hace clara referencia a los méritos necesarios y a los requisitos indispensables para la concesión de ésta condecoración. Son los siguientes:
Que el hecho realizado no este originado como único impulso por el propósito de salvar la vida, o por ambición impropia y desmesurada que pueda conducir al interesado o a las fuerzas de su mando a un riesgo inútil o excesivo.
Que se hayan tomado las medidas necesarias para obtener el mayor rendimiento de la acción con el mínimo número de bajas, incluso en el caso de que cumpliendo ordenes o por circunstancias tácticas se llegue deliberadamente al sacrificio propio o al de sus fuerzas, si se tuviera mando, y con los menores daños materiales.
Que el hecho tenga lugar en momentos críticos y difíciles, circunstancias que vendrán determinadas por las incidencias de la batalla o combate, o por que la acción se lleve a efecto encontrándose el interesado y sus tropas o efectivos en manifiesta inferioridad frente a los del enemigo. Esta inferioridad se debe valorar en función de las fuerzas o armamento, posición en el terreno y defensas, abastecimientos, estado físico, heridas sufridas, moral relajada en las tropas propias o recientes reveses que ocasionaron cuantiosas pérdidas.
Que el acto heroico produzca extraordinarios cambios favorables y señaladas ventajas tácticas para las fuerzas propias.
En la estimación que se haga del hecho será mérito destacable el autor del mismo que se haya prestado voluntariamente a ejecutarlo, previstas las extraordinarias dificultades y grandes riesgos que supongan su realización.
También será acreedor a esta recompensa sin reunir las condiciones anteriores, quien haya realizado un hecho heroico tan destacado que su ejemplaridad constituya incentivo y repercuta en elevar y afianzar la moral en los Ejércitos.
Por el Decreto núm. LXXXVIII de 31 de agosto de 1811 se crea la Orden Nacional de San Fernando, para “establecer en los premios un orden regular” haciendo que “sólo el distinguido mérito sea convenientemente premiado y que nunca pueda el favor ocupar el lugar de la justicia”. En dicho Decreto se prevé que en la insignia de la Cruz conste la corona de laurel a partir de la segunda acción heroica.
De acuerdo con el Real Decreto núm. 2.091 de 3 de junio de 1978 (DO. núm. 205), es para premiar el valor heroico como virtud sublime que, con relevante esfuerzo de la voluntad y de la abnegación induce a acometer extraordinarias acciones militares, bien individuales, bien colectivas, con inminente riesgo de la propia vida y siempre en servicio y beneficio de la Patria. Las recompensas que integran esta Orden son:
Gran Cruz Laureada de San Fernando: Exclusivamente para los generales o almirantes en jefe de los Ejércitos. Esta constituida por cuatro espadas con hojas de oro y rodeadas de una orla de laurel. Además, banda roja con dos listas amarillas y una venera como la primitiva de la Orden pero en la que la leyenda anterior se ha sustituido por «Al valor heroico». No se hace mención del reverso.
Cruz Laureada de San Fernando: Para el resto del personal. Como la anterior pero las hojas de las espadas en rojo.
Laureada Colectiva de San Fernando: Tiene diversas formas:
Para personal. Una corona de laurel bordada en la manga izquierda.
Para Banderas y Estandartes. Una moharra específica con la Cruz y una corbata de los colores de la Orden.
Para Unidades sin Bandera o Estandarte. Un Guión Enseña de los colores de la Orden sobre el que van bordados la Cruz, el nombre de la Unidad, el lugar de la acción y la fecha. Además la moharra mencionada.
Para buques y aeronaves. Una placa de plata en la que conste la Cruz y debajo el nombre de la acción y la fecha.
Para Provincias, Ciudades, Villas, etc. El escudo que les sea propio sobre la Cruz, la leyenda «Al valor heroico» y la fecha.
Para buques. Además de la placa ya citada un gallardete de los colores de la Orden permanentemente izado en el palo de las insignias.
Otras insignias son:
Collar del Soberano de la Real y Militar Orden de San Fernando: Consiste en la venera de la Orden con corona real como eslabón central y alternando otros compuestos por una filigrana y escudos contra-cuartelados de Castilla y León con Granada en escusón.
Collar del Gran Maestre de la Real y Militar Orden de San Fernando: Formado por una venera de la Orden con una corona de laurel como eslabón central y alternando entre sí otros de filigrana, como los anteriores, y cruces laureadas. Tanto el reverse de este collar como el del anterior son lisos.
REAL DECRETO 899/2001, de 27 de julio, por el que se aprueba el Reglamento de la Real y Militar Orden de San Fernando.
CRUZ LAUREADA DE SAN FERNANDO.
La Cruz Laureada de San Fernando o Real y Militar Orden de San Fernando es la más preciada condecoración militar española al valor heroico. Se otorga como recompensa a acciones, hechos o servicios militares, bien individuales o colectivos, con inminente riesgo de la propia vida y siempre en servicio y beneficio de la Patria o de la paz y seguridad de la Comunidad Internacional. Pueden recibirla los miembros de las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil (cuando realicen actividades de carácter militar) y aquellos civiles que presten servicio en las anteriores.[1]
Su prestigio y categoría vienen avalados por las rigurosas exigencias necesarias para iniciar el expediente de concesión y el trámite estricto que conlleva.
La Real y Militar Orden de San Fernando, en su reglamento, hace clara referencia a los méritos necesarios y a los requisitos indispensables para la concesión de ésta condecoración. Son los siguientes:
Que el hecho realizado no este originado como único impulso por el propósito de salvar la vida, o por ambición impropia y desmesurada que pueda conducir al interesado o a las fuerzas de su mando a un riesgo inútil o excesivo.
Que se hayan tomado las medidas necesarias para obtener el mayor rendimiento de la acción con el mínimo número de bajas, incluso en el caso de que cumpliendo ordenes o por circunstancias tácticas se llegue deliberadamente al sacrificio propio o al de sus fuerzas, si se tuviera mando, y con los menores daños materiales.
Que el hecho tenga lugar en momentos críticos y difíciles, circunstancias que vendrán determinadas por las incidencias de la batalla o combate, o por que la acción se lleve a efecto encontrándose el interesado y sus tropas o efectivos en manifiesta inferioridad frente a los del enemigo. Esta inferioridad se debe valorar en función de las fuerzas o armamento, posición en el terreno y defensas, abastecimientos, estado físico, heridas sufridas, moral relajada en las tropas propias o recientes reveses que ocasionaron cuantiosas pérdidas.
Que el acto heroico produzca extraordinarios cambios favorables y señaladas ventajas tácticas para las fuerzas propias.
En la estimación que se haga del hecho será mérito destacable el autor del mismo que se haya prestado voluntariamente a ejecutarlo, previstas las extraordinarias dificultades y grandes riesgos que supongan su realización.
También será acreedor a esta recompensa sin reunir las condiciones anteriores, quien haya realizado un hecho heroico tan destacado que su ejemplaridad constituya incentivo y repercuta en elevar y afianzar la moral en los Ejércitos.
Por el Decreto núm. LXXXVIII de 31 de agosto de 1811 se crea la Orden Nacional de San Fernando, para “establecer en los premios un orden regular” haciendo que “sólo el distinguido mérito sea convenientemente premiado y que nunca pueda el favor ocupar el lugar de la justicia”. En dicho Decreto se prevé que en la insignia de la Cruz conste la corona de laurel a partir de la segunda acción heroica.
De acuerdo con el Real Decreto núm. 2.091 de 3 de junio de 1978 (DO. núm. 205), es para premiar el valor heroico como virtud sublime que, con relevante esfuerzo de la voluntad y de la abnegación induce a acometer extraordinarias acciones militares, bien individuales, bien colectivas, con inminente riesgo de la propia vida y siempre en servicio y beneficio de la Patria. Las recompensas que integran esta Orden son:
Gran Cruz Laureada de San Fernando: Exclusivamente para los generales o almirantes en jefe de los Ejércitos. Esta constituida por cuatro espadas con hojas de oro y rodeadas de una orla de laurel. Además, banda roja con dos listas amarillas y una venera como la primitiva de la Orden pero en la que la leyenda anterior se ha sustituido por «Al valor heroico». No se hace mención del reverso.
Cruz Laureada de San Fernando: Para el resto del personal. Como la anterior pero las hojas de las espadas en rojo.
Laureada Colectiva de San Fernando: Tiene diversas formas:
Para personal. Una corona de laurel bordada en la manga izquierda.
Para Banderas y Estandartes. Una moharra específica con la Cruz y una corbata de los colores de la Orden.
Para Unidades sin Bandera o Estandarte. Un Guión Enseña de los colores de la Orden sobre el que van bordados la Cruz, el nombre de la Unidad, el lugar de la acción y la fecha. Además la moharra mencionada.
Para buques y aeronaves. Una placa de plata en la que conste la Cruz y debajo el nombre de la acción y la fecha.
Para Provincias, Ciudades, Villas, etc. El escudo que les sea propio sobre la Cruz, la leyenda «Al valor heroico» y la fecha.
Para buques. Además de la placa ya citada un gallardete de los colores de la Orden permanentemente izado en el palo de las insignias.
Otras insignias son:
Collar del Soberano de la Real y Militar Orden de San Fernando: Consiste en la venera de la Orden con corona real como eslabón central y alternando otros compuestos por una filigrana y escudos contra-cuartelados de Castilla y León con Granada en escusón.
Collar del Gran Maestre de la Real y Militar Orden de San Fernando: Formado por una venera de la Orden con una corona de laurel como eslabón central y alternando entre sí otros de filigrana, como los anteriores, y cruces laureadas. Tanto el reverse de este collar como el del anterior son lisos.
REAL DECRETO 899/2001, de 27 de julio, por el que se aprueba el Reglamento de la Real y Militar Orden de San Fernando.
La Guerra Civil - por mucho que se empeñen algunos en lo contrario - tuvo el resultado que todos conocemos. (Vídeo nº 2).
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