El pasado domingo cerró sus puertas el escaparate turístico mundial que se celebraba en Madrid, que lo despidió con una intensa nevada. No se nos olvide que somos el país del sol, que promociona el sol y que vive, mayormente del sol. Hasta eso falló.
Las cifras de Fitur, negras y en retroceso, se auguraban, ya que se había reducido la Feria, y la superficie de exposición, se habían dado de baja importantes expositores, y el numero era menor que en ediciones anteriores.
Los costos de exposición, sin embargo, como ocurre en este país con casi todo, por las nubes, y en las nubes los organizadores, que ni se enteran, - ellos cobran cada vez más-, de lo que ocurre a nivel de calle. A ellos les importa poco y su único objetivo es ganar dinero, sangrando a los expositores, aunque vayan hacia el desastre final.
La asistencia a la Feria debería ser casi gratis, los pabellones son públicos y salvo los servicios y la seguridad, lo demás debería costar lo mínimo para intentar que acuda mucha gente a exponer y a promocionar. Eso de que las Ferias quieran todas ser un enorme negocio en sí, acabará con ellas. En vez de ser el escaparate y la promoción de lo mejor de lo nuestro y tender a la cuasi-gratuidad como ocurre en muchos países, sobre todo asiáticos, intentan exprimir al expositor hasta el paroxismo.
Concretamente este año. FITUR sintió el mordisco de la crisis. Hay crisis, pero no es el turismo el que está en crisis como nos advirtió acertadamente el Ministro Dominicano. El turismo sigue creciendo como no lo hace ninguna otra actividad en el mundo. Lo que ocurre es que hay hoy en día más de mil destinos turísticos consolidados que compiten directamente con nosotros. Gentes que necesitan el turismo para su desarrollo y que lo miman con cariño y gran cuidado.
Lo que pasa es que nuestros gobernantes no destinan al Turismo, la mayor industria española, sino un pequeñísimo, minúsculo, porcentaje de lo que de él obtiene, y así no lo cuida ni protege.
Lo que sucede es que los hoteleros están huyendo de España para invertir en países que dan similares cotas de calor, pero los beneficios fiscales e incentivos para los que llegan al país a promover son enormes. Esta Feria ha sido “vaciante”.
Lo que acontece es que como todo en este país, nadie esta atento a nada, y lo que ocurre siempre, o casi siempre es por casualidad. Esto ya no se sostiene así. El siglo XXI ha traído entre otros muchos cambios, el de la obsolescencia de los negocios, de los sistemas, de los modelos, las tendencias y de los métodos. Es un mundo muy cambiante y hay que tener ligero el equipaje, la mente abierta, los costes bajos, y la gestión eficiente.
Casi lo contrario de lo que tenemos e insistimos en conservar. Los políticos tratan de que los acontecimientos se adapten a sus necesidades o prebendas, y no quieren ni oír de cambios que alteren sus Status Quo, o que les hagan disminuir sus prebendas o canonjías.
Menos stands, menos expositores, en un año en que por primera vez hemos descendido en el número bruto de visitantes y el de ingresos. Con el agravante que tanto destino nuevo, exótico y a precios asequibles, nos quitará más cuota aún y, lo peor, que los inversores no ven ya rentable invertir en la industria turística española.
Es la conclusión de una Feria triste, sin apoyos y donde lo que más se respiraba era un “sálvese quien pueda”.
A reflexionar.
L. Soriano.
Las cifras de Fitur, negras y en retroceso, se auguraban, ya que se había reducido la Feria, y la superficie de exposición, se habían dado de baja importantes expositores, y el numero era menor que en ediciones anteriores.
Los costos de exposición, sin embargo, como ocurre en este país con casi todo, por las nubes, y en las nubes los organizadores, que ni se enteran, - ellos cobran cada vez más-, de lo que ocurre a nivel de calle. A ellos les importa poco y su único objetivo es ganar dinero, sangrando a los expositores, aunque vayan hacia el desastre final.
La asistencia a la Feria debería ser casi gratis, los pabellones son públicos y salvo los servicios y la seguridad, lo demás debería costar lo mínimo para intentar que acuda mucha gente a exponer y a promocionar. Eso de que las Ferias quieran todas ser un enorme negocio en sí, acabará con ellas. En vez de ser el escaparate y la promoción de lo mejor de lo nuestro y tender a la cuasi-gratuidad como ocurre en muchos países, sobre todo asiáticos, intentan exprimir al expositor hasta el paroxismo.
Concretamente este año. FITUR sintió el mordisco de la crisis. Hay crisis, pero no es el turismo el que está en crisis como nos advirtió acertadamente el Ministro Dominicano. El turismo sigue creciendo como no lo hace ninguna otra actividad en el mundo. Lo que ocurre es que hay hoy en día más de mil destinos turísticos consolidados que compiten directamente con nosotros. Gentes que necesitan el turismo para su desarrollo y que lo miman con cariño y gran cuidado.
Lo que pasa es que nuestros gobernantes no destinan al Turismo, la mayor industria española, sino un pequeñísimo, minúsculo, porcentaje de lo que de él obtiene, y así no lo cuida ni protege.
Lo que sucede es que los hoteleros están huyendo de España para invertir en países que dan similares cotas de calor, pero los beneficios fiscales e incentivos para los que llegan al país a promover son enormes. Esta Feria ha sido “vaciante”.
Lo que acontece es que como todo en este país, nadie esta atento a nada, y lo que ocurre siempre, o casi siempre es por casualidad. Esto ya no se sostiene así. El siglo XXI ha traído entre otros muchos cambios, el de la obsolescencia de los negocios, de los sistemas, de los modelos, las tendencias y de los métodos. Es un mundo muy cambiante y hay que tener ligero el equipaje, la mente abierta, los costes bajos, y la gestión eficiente.
Casi lo contrario de lo que tenemos e insistimos en conservar. Los políticos tratan de que los acontecimientos se adapten a sus necesidades o prebendas, y no quieren ni oír de cambios que alteren sus Status Quo, o que les hagan disminuir sus prebendas o canonjías.
Menos stands, menos expositores, en un año en que por primera vez hemos descendido en el número bruto de visitantes y el de ingresos. Con el agravante que tanto destino nuevo, exótico y a precios asequibles, nos quitará más cuota aún y, lo peor, que los inversores no ven ya rentable invertir en la industria turística española.
Es la conclusión de una Feria triste, sin apoyos y donde lo que más se respiraba era un “sálvese quien pueda”.
A reflexionar.
L. Soriano.
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