lunes, 4 de junio de 2007

OPERACIÓN DE INTELIGENCIA.-


Muy buen artículo el de Fernando Múgica en el periódico El Mundo ayer domingo, en su resumen semanal de lo acontecido en el juicio. Especialmente por esa primera parte en la que comenta la hipótesis en la que cada vez van centrándose más los servicios extranjeros: la de que el 11-M fue algo mucho más duro que un atentado terrorista. El 11-M fue una elaborada operación de inteligencia, precedida por una serie de acciones tendentes a asegurar la campaña de desinformación que debía servir para aprovechar el atentado y seguida por una auténtica obra maestra de la intoxicación, con colocación de pruebas falsas incluida, que habría de valer para ocultar la verdadera autoría de los atentados. No sé si Casimiro García Abadillo, en su también excelente artículo de hoy acerca de los explosivos, habrá elegido casualmente el símil con el que cierra el artículo. Pero esa similitud que establece entre la “teoría de la contaminación” que aquí nos quieren hacer tragar y la teoría de “la bala zigzagueante” con la que en Estados Unidos se pretendió achacar todas las heridas de Kennedy a un solo francotirador resulta especialmente afortunada. Tanto en uno como en otro caso, mantener una versión oficial falsa requiere recurrir a teorías que atentan contra cualquier ley de la Lógica y de la Física. En ambos casos, asimismo, la teoría oficial presenta a un cabeza de turco (Oswald en el caso de Kennedy, los suicidas de Leganés en nuestro 11-M) que termina siendo liquidado para redondear la historia con unos culpables que no puedan defenderse y cortar el paso a cualquier ulterior investigación.
No me resisto a comentar esa fotografía de José Bono que aparece hoy en todos los medios de comunicación, en la que el ex-ministro aparece “comulgando” en esa parroquia de Vallecas que tanto parece gustar a un montón de gente que ni siquiera son creyentes. ¿Se han fijado ustedes en el extraño parecido que hay entre
la instantánea de Bono y el famoso cuadro de Goya “Saturno devorando hijos”?
PRUEBAS Y REFUTACIONES.
En una deliciosa obra titulada "Pruebas y refutaciones", Imre Lakatos analiza el hecho de que la Ciencia es mucho más opinable de lo que la gente se cree. Ni siquiera los teoremas matemáticos se libran de la polémica, e Imre Lakatos lo ilustra utilizando el método socrático para profundizar en una discusión concreta que tuvo lugar entre matemáticos a la hora de enunciar y demostrar un teorema que definiera la relación entre el número de vértices, aristas y caras de un poliedro.
El cubo y el tetraedro, por ejemplo, son poliedros "normales", para los que se cumple la fórmula
Número de vértices - número de aristas + número de caras = 2
Esta regla (teorema) se cumple para todos los poliedros "normales".
El problema surge cuando analizamos poliedros "no normales". Por ejemplo, un poliedro formado por dos cubos unidos por una de sus aristas. En esos casos, la regla deja de cumplirse. Y esta cosa tan tonta es lo que dio principio a la agria discusión entre matemáticos: mientras que unos afirmaban que ese ejemplo demostraba que el teorema era falso, los otros decían que lo que pasaba es que esos poliedros "no normales" no eran en realidad poliedros.
Es decir, una discusión matemática degeneró en una discusión fundamentalmente semántica acerca de quién tiene derecho a llamarse poliedro. Merece la pena leer la obra de Lakatos para ver cómo continuó la discusión.
Traigo todo esto a cuento porque recientemente hemos podido asistir a lo que hubiera debido ser una discusión científica y terminó convirtiéndose en una discusión semántica acerca del concepto de contaminación. Es lo que pasa cuando consideraciones políticas obligan a ciertos peritos a mantener teorías absurdas sobre moléculas voladoras contra viento y marea.
Pero también traigo esto a colación porque hoy el periódico El Mundo comenta la noticia de que la Goma2-EC no tiene nitroglicerina desde el año 1992. A partir de ahí, realizando un análisis lógico, el periódico demuestra que en los trenes tuvo que estallar Titadyne, al menos en el foco de la estación de El Pozo de donde procede el polvo de extintor analizado por los peritos.
Se trata de una demostración correcta. A partir de los datos que nos han dado, ésa es la única conclusión que cabe extraer (a menos que el tribunal admita una teoría de la contaminación que carece de cualquier dato de soporte).
Sin embargo, voy a repetir la frase que he puesto en el último párrafo: "a partir de los datos que nos han dado, la demostración es correcta". Porque, en realidad, lo que los peritos han analizado no son restos de lo que estalló en los trenes, sino lo que la Policía dice que son restos de lo que estalló en los trenes. Ni sabemos dónde están los otros centenares de muestras que se recogieron, ni tenemos, para las muestras entregadas a los peritos, una cadena de custodia. Y, teniendo en cuenta las manipulaciones que se han producido en el tema del 11-M, yo no descartaría que, en realidad, en los trenes hubiera estallado algo que ni siquiera fuera dinamita.
Desde luego, lo que no estalló en los trenes es Goma2-ECO. Al menos eso sí es cierto.
Quod erat demonstrandum.
P.D.: Una pregunta ingenua. En caso de que Nafarroa Bai se pusiera muy farruca a la hora de negociar el gobierno navarro y la alcaldía de Pamplona, ¿habría alguna noticia en las próximas semanas acerca de ese sumario sobre el chivatazo a ETA en el que, según está publicado, aparecen personas vinculadas a Aralar? Lo digo porque he visto que un juez ha resucitado ahora, justo después de las elecciones, las imputaciones contra Otegui y se me ha pasado por la cabeza una especie de premonición en la que veía que, si las negociaciones van bien, esos cargos contra Otegui volverán a dormir el sueño de los justos. Pero seguro que son desvaríos míos.
Luís del Pino.

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