VAYAMOS PREPARANDONOS.
EL CORÁN.-
Corán (en árabe, al-Qur'an), texto sagrado del Islam. Su nombre en árabe significa ‘recitación’, ‘lectura recitada’. Con anterioridad a Mahoma, judíos y cristianos utilizaban en arameo la misma raíz (en este caso qeryana) para indicar una lectura recitada de los textos sagrados. En sus páginas se encuentra el conjunto de revelaciones que Alá hizo a Mahoma en el transcurso de la estancia de éste en La Meca y Medina desde el año 612 hasta su muerte, en el año 632.
Las revelaciones se hicieron en árabe y, según la creencia musulmana, a través del arcángel Gabriel (Yibrail). Cuando Mahoma las proclamó a sus seguidores, éstos las memorizaban o, en ocasiones, las escribían en hojas de palma, omóplatos de camello, pieles de animales o materiales similares. Los principales escribas fueron Muad ben Chabal, Ubayy ben Kab y Zayd ben Tabit. Tras la muerte de Mahoma en el año 632 d.C., sus adeptos comenzaron a recuperar estas revelaciones que, hacia el año 650, durante el califato de Utmán, fueron al fin recogidas en una primera recopilación del Corán tal y como es conocido en la actualidad. A esta primera recensión seguirían otras en los siglos siguientes.
La escritura árabe sólo muestra las consonantes y no las vocales; éstas fueron introducidas en el texto posteriormente, junto con otras modificaciones gráficas para la fijación del texto sagrado. En el siglo II del calendario islámico (siglo VIII del cristiano) se desarrollaron varias formas canónicas de lectura del texto consonántico original y se le dieron validez a siete de ellas: las de Nafi, Ibn Katir, Abu Amr ben al-Ala, Ibn Amir, Asim, Hamza y al-Kisaí. Del mismo modo, se establecieron los modos de recitar el Corán, enseñándose a salmodiarlo adecuadamente.
No deben confundirse estas lecturas aceptadas con las diferentes versiones de textos correspondientes a ciertos pasajes del Corán preservadas por la tradición musulmana. Éstas procederían a su vez de las versiones conservadas por algunos de los acompañantes de Mahoma, pero diferían de la original y fueron sustituidas por la versión oficial de Utmán. Por lo general, estas versiones no incluyen importantes diferencias de contenido, aunque en ocasiones ofrecen un apoyo para entender un punto de vista de una cuestión religiosa o legal discutida entre musulmanes.
La mayor parte de los modernos investigadores no musulmanes aceptó las teorías tradicionales sobre la composición del texto del Corán tal y como es conocido hoy en día. No obstante, en épocas más recientes han surgido nuevas ideas aplicadas a las teorías y métodos del Corán que han demostrado ser muy útiles para el análisis de la Biblia.
El Corán está dividido en 114 suras (capítulos), cada uno de los cuales tiene un título diferente y se subdivide en aleyas (versículos). La subdivisión en versículos es posterior a la división en capítulos y no siempre es idéntica en las diferentes ediciones del texto. En cuanto a su extensión, el Corán es similar a la del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. No está ordenado según el orden cronológico en que se cree que fue revelado a Mahoma, sino según la amplitud de los capítulos. Por lo general, éstos son más breves a medida que se avanza hacia el final del libro. La única excepción a esta regla es el capítulo 1 (la Fatiha), que es relativamente corto (siete versículos). La sura 2 es la más larga (286 versículos en la mayoría de las ediciones) mientras que las más cortas (las número 103, 108 y 110) tienen solamente tres aleyas.
El árabe en que está escrito el Corán se distingue de cualquiera de sus demás variantes idiomáticas. Es una mezcla de prosa y poesía sin métrica. Su estilo es alusivo y elíptico, con una gramática y un vocabulario a menudo difíciles de interpretar. Al igual que sucede en otras muchas escrituras sagradas, está sujeto a diferentes interpretaciones, la comprensión de algunos pasajes es difícil y, generalmente, se aprende en el seno de la propia comunidad de fieles (en este caso, la musulmana, que ha adoptado una línea de interpretación tradicional). El del Corán ha sido considerado el ejemplo más perfecto de lengua árabe. Además, puesto que entre los musulmanes se acepta el hecho de que Mahoma era analfabeto, siempre se ha tenido por milagrosa la perfección de estas obras, lo cual abundaría en la tradición de que el Corán le fue revelado (hecho descender) al Profeta por el arcángel san Gabriel.
El contenido consiste, ante todo, en un conjunto de preceptos y recomendaciones éticas y morales, advertencias sobre la llegada del último día y del Juicio Final, historias sobre profetas anteriores a Mahoma y sobre los pueblos a los que fueron enviados, así como preceptos relativos a la religión y otras materias sociales como el matrimonio, el divorcio o la herencia. El mensaje, en esencia, es que hay un solo Dios, Alá, creador de todas las cosas, que es el único al que hay que servir practicando un culto y observando una conducta correcta. Alá es siempre misericordioso y se ha dirigido a la humanidad para que le venere en la persona de diversos profetas enviados por Él, pero estos profetas fueron rechazados una y otra vez. Los temas generales del Corán y muchas de sus historias ilustrativas comparten un fondo común con las Sagradas Escrituras cristianas y judías, aunque normalmente su desarrollo es diferente. Muchos detalles de las historias sobre los primeros profetas se asemejan más a las versiones que encontramos en los libros apócrifos judíos y cristianos, que a las versiones encontradas en la Biblia.
Aceptado por los musulmanes como la palabra de Dios en sentido literal, el Corán es el eje fundamental de la religión islámica. Es comparable, en este sentido, al papel que desempeña la Torá entre los judíos o el Nuevo Testamento en la fe cristiana. La obligatoria oración diaria incluye la recitación de algunos de sus pasajes y la educación tradicional incluía su memorización. Además, los musulmanes lo consideran una de las fuentes principales de la ley islámica o sharia (junto con la Sunna y el Hadit).
No obstante, no debe pensarse que el Corán es todo el Islam, aunque algunos musulmanes lo hayan afirmado. También es difícil aceptar las afirmaciones que establecen que el Corán representa el verdadero Islam y que se oponen a las ampliaciones hechas por el hombre, considerándolas corruptas. Sin la tradición interpretativa que lo acompaña, la mayor parte del Corán sería muy difícil de comprender. Incluso la opinión de que contiene una serie de revelaciones hechas a Mahoma depende de la tradición, ya que ni siquiera las afirmaciones del propio texto del Corán están libres de complejas ambigüedades.
Desde el mismo momento en que su texto fue fijado por primera vez, la interpretación del Corán (tafsir) se convirtió, hasta el día de hoy, en una de las más señaladas disciplinas islámicas en el campo de la investigación religiosa. Durante los tres primeros siglos del calendario islámico fueron numerosos los libros escritos en este sentido. Destacó especialmente el comentario en 30 volúmenes efectuado por al-Tabari, historiador y jurista musulmán fallecido en el 923 que analizó cada versículo del Corán y ofreció diversas opiniones de otros estudiosos en relación con la vocalización, la gramática, la lexicografía, la interpretación ética y moral, y la relación del texto coránico con la vida de Mahoma. Los distintos puntos de vista estaban recogidos sin ningún tipo de comentario, aunque a menudo al-Tabari indicaba su preferencia.
Muchos de los posteriores comentarios siguieron el procedimiento utilizado por al-Tabari pero otros fueron más simples y breves, centrándose sólo en algunos versículos o limitando su estudio a temas específicos (como el vocabulario coránico, considerado de una especial complejidad teológica). Entre los comentaristas posteriores a al-Tabari deben mencionarse al-Zamajsarí, al-Razí, al-Baydawi, Abu Hayyan al-Andalusí y el de los dos Chabal. Por lo demás, deben citarse también los comentarios del shií al-Tabarsí, así como el de al-Kummí. La mayoría de los trabajos realizados versa sobre “las ocasiones de la revelación”. Los versículos individuales y los grupos de versos están relacionados con la vida de Mahoma y se entiende que fueron revelados en conexión con incidentes específicos de su vida o para resolver problemas concretos a los que se enfrentaba. Así pues, se entiende que el texto tiene relación con el entorno cercano a la vida de Mahoma y un significado más universal y atemporal.
Algunos investigadores no musulmanes creen que determinados aspectos de la vida de Mahoma han sido creados a partir de ciertos versículos del Corán. Este proceso ha sido descrito como “midrásico”, debido a la semejanza que guarda con la tradición judaica del Midras (historias sobre personajes bíblicos durante la elaboración del texto de la Biblia). Si esto es cierto, la explicación del Corán por referencias a la biografía del Profeta implicaría un método de razonamiento circular.
La tradición del tafsir ha reflejado a menudo divergencias y tendencias dentro del Islam. La interpretación de los shiíes sobre algunos versículos varía radicalmente respecto a la mantenida por los suníes. Estos últimos encuentran en los versículos coránicos, por ejemplo, referencias a cierta condición especial de la que gozarían Alí ibn Abi Talib y los imanes. En las últimas décadas, tanto los musulmanes reformadores como los fundamentalistas han interpretado el texto de manera que éste se adapte a sus respectivos puntos de vista. Algunos han llegado a afirmar que el Corán no sólo está conforme con muchas de las ideas de la ciencia contemporánea sino que, en realidad, las predice. Es a menudo la propia naturaleza opaca del texto coránico la que motiva la aparición de interpretaciones tan divergentes.
Una de las mayores disputas surgidas en los primeros tiempos del Islam trataba sobre la cuestión de si el Corán debía ser considerado como algo creado en el tiempo o, por el contrario, como algo no creado y eterno. La base de esta polémica era compleja y afectaba a aspectos teológicos y a otros referidos a la autoridad relativa de los califas y los ulemas (o estudiosos de la religión). La opinión de que era algo no creado terminó por ser la dominante, pero se oponía a la interpretación realizada por algunos de los grupos más importantes en el seno del Islam, principalmente los shiíes.
Otro motivo de controversia a lo largo de la historia fue si el Corán debía ser traducido del árabe original a otras lenguas y, si era así, bajo qué circunstancias se podía realizar la traducción. No obstante, se ha traducido por musulmanes y no musulmanes a una gran variedad de idiomas. La primera traducción a una lengua europea fue la versión latina debida al estudioso inglés Robert de Ketton, a quien Pedro el Venerable le encargó dicha tarea después de un viaje a España realizado en 1141-1143. Esta versión fue editada por primera vez en 1543, y posteriormente en 1550. La primera traducción a una lengua vulgar se realizó en España; se trata de la versión del Corán al catalán por Pedro IV el Ceremonioso, de la cual solamente tenemos noticias. Posteriormente hubo otra trilingüe (en latín, castellano y árabe) realizada por Juan de Segovia (1400-1458). Entre las más recientes traducciones a la lengua española destacan la de Joan Vernet y la de Rafael Cansinos Assens.
EL CORÁN.-
Corán (en árabe, al-Qur'an), texto sagrado del Islam. Su nombre en árabe significa ‘recitación’, ‘lectura recitada’. Con anterioridad a Mahoma, judíos y cristianos utilizaban en arameo la misma raíz (en este caso qeryana) para indicar una lectura recitada de los textos sagrados. En sus páginas se encuentra el conjunto de revelaciones que Alá hizo a Mahoma en el transcurso de la estancia de éste en La Meca y Medina desde el año 612 hasta su muerte, en el año 632.
Las revelaciones se hicieron en árabe y, según la creencia musulmana, a través del arcángel Gabriel (Yibrail). Cuando Mahoma las proclamó a sus seguidores, éstos las memorizaban o, en ocasiones, las escribían en hojas de palma, omóplatos de camello, pieles de animales o materiales similares. Los principales escribas fueron Muad ben Chabal, Ubayy ben Kab y Zayd ben Tabit. Tras la muerte de Mahoma en el año 632 d.C., sus adeptos comenzaron a recuperar estas revelaciones que, hacia el año 650, durante el califato de Utmán, fueron al fin recogidas en una primera recopilación del Corán tal y como es conocido en la actualidad. A esta primera recensión seguirían otras en los siglos siguientes.
La escritura árabe sólo muestra las consonantes y no las vocales; éstas fueron introducidas en el texto posteriormente, junto con otras modificaciones gráficas para la fijación del texto sagrado. En el siglo II del calendario islámico (siglo VIII del cristiano) se desarrollaron varias formas canónicas de lectura del texto consonántico original y se le dieron validez a siete de ellas: las de Nafi, Ibn Katir, Abu Amr ben al-Ala, Ibn Amir, Asim, Hamza y al-Kisaí. Del mismo modo, se establecieron los modos de recitar el Corán, enseñándose a salmodiarlo adecuadamente.
No deben confundirse estas lecturas aceptadas con las diferentes versiones de textos correspondientes a ciertos pasajes del Corán preservadas por la tradición musulmana. Éstas procederían a su vez de las versiones conservadas por algunos de los acompañantes de Mahoma, pero diferían de la original y fueron sustituidas por la versión oficial de Utmán. Por lo general, estas versiones no incluyen importantes diferencias de contenido, aunque en ocasiones ofrecen un apoyo para entender un punto de vista de una cuestión religiosa o legal discutida entre musulmanes.
La mayor parte de los modernos investigadores no musulmanes aceptó las teorías tradicionales sobre la composición del texto del Corán tal y como es conocido hoy en día. No obstante, en épocas más recientes han surgido nuevas ideas aplicadas a las teorías y métodos del Corán que han demostrado ser muy útiles para el análisis de la Biblia.
El Corán está dividido en 114 suras (capítulos), cada uno de los cuales tiene un título diferente y se subdivide en aleyas (versículos). La subdivisión en versículos es posterior a la división en capítulos y no siempre es idéntica en las diferentes ediciones del texto. En cuanto a su extensión, el Corán es similar a la del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. No está ordenado según el orden cronológico en que se cree que fue revelado a Mahoma, sino según la amplitud de los capítulos. Por lo general, éstos son más breves a medida que se avanza hacia el final del libro. La única excepción a esta regla es el capítulo 1 (la Fatiha), que es relativamente corto (siete versículos). La sura 2 es la más larga (286 versículos en la mayoría de las ediciones) mientras que las más cortas (las número 103, 108 y 110) tienen solamente tres aleyas.
El árabe en que está escrito el Corán se distingue de cualquiera de sus demás variantes idiomáticas. Es una mezcla de prosa y poesía sin métrica. Su estilo es alusivo y elíptico, con una gramática y un vocabulario a menudo difíciles de interpretar. Al igual que sucede en otras muchas escrituras sagradas, está sujeto a diferentes interpretaciones, la comprensión de algunos pasajes es difícil y, generalmente, se aprende en el seno de la propia comunidad de fieles (en este caso, la musulmana, que ha adoptado una línea de interpretación tradicional). El del Corán ha sido considerado el ejemplo más perfecto de lengua árabe. Además, puesto que entre los musulmanes se acepta el hecho de que Mahoma era analfabeto, siempre se ha tenido por milagrosa la perfección de estas obras, lo cual abundaría en la tradición de que el Corán le fue revelado (hecho descender) al Profeta por el arcángel san Gabriel.
El contenido consiste, ante todo, en un conjunto de preceptos y recomendaciones éticas y morales, advertencias sobre la llegada del último día y del Juicio Final, historias sobre profetas anteriores a Mahoma y sobre los pueblos a los que fueron enviados, así como preceptos relativos a la religión y otras materias sociales como el matrimonio, el divorcio o la herencia. El mensaje, en esencia, es que hay un solo Dios, Alá, creador de todas las cosas, que es el único al que hay que servir practicando un culto y observando una conducta correcta. Alá es siempre misericordioso y se ha dirigido a la humanidad para que le venere en la persona de diversos profetas enviados por Él, pero estos profetas fueron rechazados una y otra vez. Los temas generales del Corán y muchas de sus historias ilustrativas comparten un fondo común con las Sagradas Escrituras cristianas y judías, aunque normalmente su desarrollo es diferente. Muchos detalles de las historias sobre los primeros profetas se asemejan más a las versiones que encontramos en los libros apócrifos judíos y cristianos, que a las versiones encontradas en la Biblia.
Aceptado por los musulmanes como la palabra de Dios en sentido literal, el Corán es el eje fundamental de la religión islámica. Es comparable, en este sentido, al papel que desempeña la Torá entre los judíos o el Nuevo Testamento en la fe cristiana. La obligatoria oración diaria incluye la recitación de algunos de sus pasajes y la educación tradicional incluía su memorización. Además, los musulmanes lo consideran una de las fuentes principales de la ley islámica o sharia (junto con la Sunna y el Hadit).
No obstante, no debe pensarse que el Corán es todo el Islam, aunque algunos musulmanes lo hayan afirmado. También es difícil aceptar las afirmaciones que establecen que el Corán representa el verdadero Islam y que se oponen a las ampliaciones hechas por el hombre, considerándolas corruptas. Sin la tradición interpretativa que lo acompaña, la mayor parte del Corán sería muy difícil de comprender. Incluso la opinión de que contiene una serie de revelaciones hechas a Mahoma depende de la tradición, ya que ni siquiera las afirmaciones del propio texto del Corán están libres de complejas ambigüedades.
Desde el mismo momento en que su texto fue fijado por primera vez, la interpretación del Corán (tafsir) se convirtió, hasta el día de hoy, en una de las más señaladas disciplinas islámicas en el campo de la investigación religiosa. Durante los tres primeros siglos del calendario islámico fueron numerosos los libros escritos en este sentido. Destacó especialmente el comentario en 30 volúmenes efectuado por al-Tabari, historiador y jurista musulmán fallecido en el 923 que analizó cada versículo del Corán y ofreció diversas opiniones de otros estudiosos en relación con la vocalización, la gramática, la lexicografía, la interpretación ética y moral, y la relación del texto coránico con la vida de Mahoma. Los distintos puntos de vista estaban recogidos sin ningún tipo de comentario, aunque a menudo al-Tabari indicaba su preferencia.
Muchos de los posteriores comentarios siguieron el procedimiento utilizado por al-Tabari pero otros fueron más simples y breves, centrándose sólo en algunos versículos o limitando su estudio a temas específicos (como el vocabulario coránico, considerado de una especial complejidad teológica). Entre los comentaristas posteriores a al-Tabari deben mencionarse al-Zamajsarí, al-Razí, al-Baydawi, Abu Hayyan al-Andalusí y el de los dos Chabal. Por lo demás, deben citarse también los comentarios del shií al-Tabarsí, así como el de al-Kummí. La mayoría de los trabajos realizados versa sobre “las ocasiones de la revelación”. Los versículos individuales y los grupos de versos están relacionados con la vida de Mahoma y se entiende que fueron revelados en conexión con incidentes específicos de su vida o para resolver problemas concretos a los que se enfrentaba. Así pues, se entiende que el texto tiene relación con el entorno cercano a la vida de Mahoma y un significado más universal y atemporal.
Algunos investigadores no musulmanes creen que determinados aspectos de la vida de Mahoma han sido creados a partir de ciertos versículos del Corán. Este proceso ha sido descrito como “midrásico”, debido a la semejanza que guarda con la tradición judaica del Midras (historias sobre personajes bíblicos durante la elaboración del texto de la Biblia). Si esto es cierto, la explicación del Corán por referencias a la biografía del Profeta implicaría un método de razonamiento circular.
La tradición del tafsir ha reflejado a menudo divergencias y tendencias dentro del Islam. La interpretación de los shiíes sobre algunos versículos varía radicalmente respecto a la mantenida por los suníes. Estos últimos encuentran en los versículos coránicos, por ejemplo, referencias a cierta condición especial de la que gozarían Alí ibn Abi Talib y los imanes. En las últimas décadas, tanto los musulmanes reformadores como los fundamentalistas han interpretado el texto de manera que éste se adapte a sus respectivos puntos de vista. Algunos han llegado a afirmar que el Corán no sólo está conforme con muchas de las ideas de la ciencia contemporánea sino que, en realidad, las predice. Es a menudo la propia naturaleza opaca del texto coránico la que motiva la aparición de interpretaciones tan divergentes.
Una de las mayores disputas surgidas en los primeros tiempos del Islam trataba sobre la cuestión de si el Corán debía ser considerado como algo creado en el tiempo o, por el contrario, como algo no creado y eterno. La base de esta polémica era compleja y afectaba a aspectos teológicos y a otros referidos a la autoridad relativa de los califas y los ulemas (o estudiosos de la religión). La opinión de que era algo no creado terminó por ser la dominante, pero se oponía a la interpretación realizada por algunos de los grupos más importantes en el seno del Islam, principalmente los shiíes.
Otro motivo de controversia a lo largo de la historia fue si el Corán debía ser traducido del árabe original a otras lenguas y, si era así, bajo qué circunstancias se podía realizar la traducción. No obstante, se ha traducido por musulmanes y no musulmanes a una gran variedad de idiomas. La primera traducción a una lengua europea fue la versión latina debida al estudioso inglés Robert de Ketton, a quien Pedro el Venerable le encargó dicha tarea después de un viaje a España realizado en 1141-1143. Esta versión fue editada por primera vez en 1543, y posteriormente en 1550. La primera traducción a una lengua vulgar se realizó en España; se trata de la versión del Corán al catalán por Pedro IV el Ceremonioso, de la cual solamente tenemos noticias. Posteriormente hubo otra trilingüe (en latín, castellano y árabe) realizada por Juan de Segovia (1400-1458). Entre las más recientes traducciones a la lengua española destacan la de Joan Vernet y la de Rafael Cansinos Assens.
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