martes, 24 de febrero de 2009

HOMBRES DE ESTADO.-

Entre las múltiples carencias de las que adolece esta sociedad que hemos creado en los últimos años en este país, donde los valores están por lo suelos, y donde los objetivos, medios y fines están desarbolando hasta la más mínima de las esperanzas de que podamos en lustros volver a ser una Nación con sentido de unidad, de solidaridad, de patria, familia y dignidad, la falta de Hombres de Estado es causa y consecuencia.
Los hay, sin ninguna duda, quizás más que nunca, mejor preparados que nunca y con más ideales que nunca, lo malo es que están todos, absolutamente asqueados de la cloaca en que se ha convertido la política que padecemos, el sistema que padecemos, y los individuos que la conforman y que padecemos.
Y es que hay que tener mucho estómago, y muy fuerte para chapotear en el lodazal político, y estar sujeto a que cualquiera que quiera, por motivos espúreos pueda arruinar física, moral y económicamente, a quien se interponga en los depredadores de objetivos cortoplacistas y de enriquecimiento personal de la mayor parte de los que manejan los poderes de la Nación. Los poderes, y sus decisiones y modelos que una vez asesinado Charles –Louis de Secondat, Barón de Montesquieu, son amalgamados, erráticos, y lo peor predecibles.
Apreciamos los silencios de la más Alta instancia, ya que cuando se expresa, va y alaba a la cúpula máxima del disparate, lo que es mucho peor. Así pues, gracias por callar, ya que, mucho ayuda quien no estorba. Que oportunidad perdida para callar.
Pues echamos de menos a Estadistas, oradores, políticos de altas miras, con sentido de la Nación, con proyección y desinterés, con valores, con dignidad, con palabra, con honor, desprendidos y patriotas. Que amen a España y que trabajen para situarla en el ámbito de las naciones más influyentes y que seamos modelo de caballerosidad, de generosidad y de cultura. Pero y sobre todo, absolutamente veraces y con credibilidad.
En la transición, y aunque con los mimbres que tenían hicieron el cesto que pudieron, y salió este bodrio autonómico devenido en Nacionalismo salvaje, desintegrador e insolidario, se les vió por ultima vez. No voy a negar que algunos que dieron talla de Hombres de Estado, estaban más por hacerse perdonar, pecadillos unos y atrocidades otros, y cerrar paginas, dramáticas algunas, trágicas otras y hasta repulsivas algunas. Pero el nivel, la oratoria, la voluntad y el desprendimiento de egoísmos, la seriedad y la integridad, la visión y la imparcialidad de esos Grandes Hombres, no la volveremos a ver, en muchísimo tiempo al menos. Están copados todos los púlpitos por mediocres trepadores apesebrados, partidistas y sectarios, con diferencias y con ciertas, extrañas y raras excepciones, pero ahogadas por los ríos de la bajeza y del interés personal.
Necesitamos Hombres de Estado con categoría moral y con ganas de desenredar el pasado y crear un nuevo futuro que ilusione a esta sociedad, perdida en fomentar separatismos, odios y minorías.
A reflexionar
L. Soriano.

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