MARRUECOS Y ALCOHOL, BUEN MARIDAJE.
Que el Reino alauí sea musulmán y que en una ciudad como Chauen, en la cordillera del Rif, sea más fácil conseguir una china de hachís que un botellín de cerveza no significa que en Marruecos no haya alcohol. Lo hay en grandes cantidades aunque su venta a marroquíes musulmanes y la “embriaguez” pública esté teóricamente prohibida desde 1967 por la ley terrestre y desde mucho antes por la ley divina.
La Policía judicial o sus auxiliares son los responsables de comprobar si el posible infractor - o pecador - puede andar por sí solo o si es capaz de mantener un discurso coherente. La posibilidad de hacerte soplar al volante es una polémica que saltó a la esfera pública hace un par de años pero cuya existencia nunca he podido comprobar empíricamente.
Entonces, ¿los miles de hoteles, restaurantes, bares, discotecas, grandes superficies y comercios que lo despachan está fuera de la ley? Sobre el papel sí, pero en la práctica hay una serie de recovecos legales gracias a los que, más o menos arbitrariamente, les dejan funcionar. Es importante saber que el año pasado las autoridades recaudaron 723 millones de dirhams (unos 70 millones de euros) en concepto de tasas.
El semanario “Le Journal” de Casablanca acaba de publicar esta y otras cifras que arrojan luz sobre lo que consideran una de las “hipocresías” nacionales. En 2005 Marruecos produjo 153 millones de litros de alcohol y se vendieron 108 millones de litros de cerveza. Claro, que de ahí a poder ver carteles como el que anunciaba en España hace décadas la cerveza cordobesa La Mezquita (en la foto) hay un trecho insalvable.
En el Marruecos del siglo XXI hay restaurantes que solicitan al abrir la licencia para despachar alcohol y, mientras esta llega o no, lo sirven de tapadillo para ir ganando clientela. También es frecuente ver a los extranjeros –y no tanto- preguntar antes de sentarse a la mesa si ponen alcohol para no llevarse la sorpresa de tener que tomarse los pinchitos morunos “a palo seco”.
En los supermercados hay siempre varias cajas por las que pasan los clientes que únicamente compran alcohol, aunque su adquisición esté prohibida para los marroquíes durante el mes de Ramadán. Durante esas semanas es toda una experiencia, como español, tener que ir armado con el pasaporte para que te abran la reja y poder así hacer tu compra.
Muchos establecimientos se resienten de tal forma que sus gerentes desean que el mes sagrado pase cuanto antes para que la cuenta de resultados recupere su índice habitual. En todo caso, siempre se puede acudir a los “guerraba”, vendedores ilegales muy accesibles a todas horas y en todas las ciudades, o, sobre todo en el norte, a los que se ganan la vida pasando botellas a través de las fronteras de Ceuta y Melilla.
En el Parlamento, como no podía ser de otra forma, se hacen oídos sordos a la histeria islamista ante tanto despiporre. No entienden que, en estas tierras, ahora de Alá, se produce vino desde que los romanos picaban las piedras con las que levantaron Volúbilis.
lafronteradebil.
Que el Reino alauí sea musulmán y que en una ciudad como Chauen, en la cordillera del Rif, sea más fácil conseguir una china de hachís que un botellín de cerveza no significa que en Marruecos no haya alcohol. Lo hay en grandes cantidades aunque su venta a marroquíes musulmanes y la “embriaguez” pública esté teóricamente prohibida desde 1967 por la ley terrestre y desde mucho antes por la ley divina.
La Policía judicial o sus auxiliares son los responsables de comprobar si el posible infractor - o pecador - puede andar por sí solo o si es capaz de mantener un discurso coherente. La posibilidad de hacerte soplar al volante es una polémica que saltó a la esfera pública hace un par de años pero cuya existencia nunca he podido comprobar empíricamente.
Entonces, ¿los miles de hoteles, restaurantes, bares, discotecas, grandes superficies y comercios que lo despachan está fuera de la ley? Sobre el papel sí, pero en la práctica hay una serie de recovecos legales gracias a los que, más o menos arbitrariamente, les dejan funcionar. Es importante saber que el año pasado las autoridades recaudaron 723 millones de dirhams (unos 70 millones de euros) en concepto de tasas.
El semanario “Le Journal” de Casablanca acaba de publicar esta y otras cifras que arrojan luz sobre lo que consideran una de las “hipocresías” nacionales. En 2005 Marruecos produjo 153 millones de litros de alcohol y se vendieron 108 millones de litros de cerveza. Claro, que de ahí a poder ver carteles como el que anunciaba en España hace décadas la cerveza cordobesa La Mezquita (en la foto) hay un trecho insalvable.
En el Marruecos del siglo XXI hay restaurantes que solicitan al abrir la licencia para despachar alcohol y, mientras esta llega o no, lo sirven de tapadillo para ir ganando clientela. También es frecuente ver a los extranjeros –y no tanto- preguntar antes de sentarse a la mesa si ponen alcohol para no llevarse la sorpresa de tener que tomarse los pinchitos morunos “a palo seco”.
En los supermercados hay siempre varias cajas por las que pasan los clientes que únicamente compran alcohol, aunque su adquisición esté prohibida para los marroquíes durante el mes de Ramadán. Durante esas semanas es toda una experiencia, como español, tener que ir armado con el pasaporte para que te abran la reja y poder así hacer tu compra.
Muchos establecimientos se resienten de tal forma que sus gerentes desean que el mes sagrado pase cuanto antes para que la cuenta de resultados recupere su índice habitual. En todo caso, siempre se puede acudir a los “guerraba”, vendedores ilegales muy accesibles a todas horas y en todas las ciudades, o, sobre todo en el norte, a los que se ganan la vida pasando botellas a través de las fronteras de Ceuta y Melilla.
En el Parlamento, como no podía ser de otra forma, se hacen oídos sordos a la histeria islamista ante tanto despiporre. No entienden que, en estas tierras, ahora de Alá, se produce vino desde que los romanos picaban las piedras con las que levantaron Volúbilis.
lafronteradebil.
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