LAS LECCIONES DE FELIPE GONZÁLEZ.
Nadie niega hoy que los gobiernos de Felipe González convirtieron la política española en una irrespirable ciénaga de corrupción y nepotismo. España se recuperó, pero los efectos de unos gobiernos cleptocráticos han resurgido a propósito de la entrega de Navarra a ETA. Hoy González da lecciones sobre el "proceso de paz", y nosotros no podemos menos que recordarle su directa relación con la crisis institucional que ha propiciado la venta de Navarra a ETA, que la reacción cívica ha conseguido al menos retardar.
La corrupción del PSOE de González hundió al Partido Socialista de Navarra. En veinte años ha pasado de ostentar el Gobierno foral a protagonizar una historia vergonzosa de ambición sin escrúpulos. Recordemos; Gabriel Urralburu fue presidente de Navarra entre 1984 y 1991. Formó gobiernos, legisló. En 1995 el funambulismo golferas de Juan Cruz Allí propició otro gobierno del PSN, que acabó en un estallido de corrupción semejante al del PSOE nacional y el predominio político de UPN.
Fueron condenados Luís Roldán (delegado del Gobierno), Antonio Aragón (consejero de Obras Públicas), y los dos presidentes forales, Javier Otano y Gabriel Urralburu. La cúpula del PSN fue condenada por el cobro de comisiones multimillonarias, para ellos y para el partido. Era el principio del fin. La corrupción galopante hundió cualquier posibilidad del PSN de volver al poder. Su apoyo popular descendió del 35,87% en 1983 al 21,28 en 1995 y al 20,77 en 1999. Zapatero ha sido incapaz de elevar la barrera del 22,4%. La corrupción felipista convirtió al PSN en un partido casi marginal, deslegitimado ante los navarros para gobernar.
Desde entonces, el PSN es un partido frustrado, que se ve incapaz de medirse en lid electoral a UPN. Ve como el nacionalismo vasco – bien organizado por los ex etarras de Aralar, y mejor pagado por el PNV – le arrebata su condición de oposición. Esta es la causa del problema actual: Navarra como proyecto social ha funcionado mientras ha existido una alternativa constitucional en el Gobierno. Es el secreto de las democracias de nuestro entorno. Así ocurrió entre 1982 y 1995, entre UPN y PSOE. Hasta que la corrupción de los gobiernos de González hundió en la miseria a éste último. De esos polvos vienen estos lodos.
El PSN primero perdió los votos; después la posibilidad de poder. Incapaz, volcó su resentimiento contra los gobiernos interminables de UPN. Y empezó a buscar poder "como sea". Ahí comenzaron las primeras traiciones con el nacionalismo vasco, por pura ambición. Conforme ansiaba el poder, el PSN perdía los principios constitucionales, forales y morales. Bastó la llegada de Zapatero y su aceptación de las tesis anexionistas del PSE, PNV y ETA, para que el PSN se convirtiera en un muñeco roto en manos de la ingeniería electoral de Blanco, Zapatero o Pachi López. Pero que nadie se engañe, fue el mismo Felipe González que hoy da lecciones de historia el que convirtió al PSN en una chatarra de votos y de principios. Chatarra que Zapatero vende al mejor postor.
GEES, Libertad Digital.
Nadie niega hoy que los gobiernos de Felipe González convirtieron la política española en una irrespirable ciénaga de corrupción y nepotismo. España se recuperó, pero los efectos de unos gobiernos cleptocráticos han resurgido a propósito de la entrega de Navarra a ETA. Hoy González da lecciones sobre el "proceso de paz", y nosotros no podemos menos que recordarle su directa relación con la crisis institucional que ha propiciado la venta de Navarra a ETA, que la reacción cívica ha conseguido al menos retardar.
La corrupción del PSOE de González hundió al Partido Socialista de Navarra. En veinte años ha pasado de ostentar el Gobierno foral a protagonizar una historia vergonzosa de ambición sin escrúpulos. Recordemos; Gabriel Urralburu fue presidente de Navarra entre 1984 y 1991. Formó gobiernos, legisló. En 1995 el funambulismo golferas de Juan Cruz Allí propició otro gobierno del PSN, que acabó en un estallido de corrupción semejante al del PSOE nacional y el predominio político de UPN.
Fueron condenados Luís Roldán (delegado del Gobierno), Antonio Aragón (consejero de Obras Públicas), y los dos presidentes forales, Javier Otano y Gabriel Urralburu. La cúpula del PSN fue condenada por el cobro de comisiones multimillonarias, para ellos y para el partido. Era el principio del fin. La corrupción galopante hundió cualquier posibilidad del PSN de volver al poder. Su apoyo popular descendió del 35,87% en 1983 al 21,28 en 1995 y al 20,77 en 1999. Zapatero ha sido incapaz de elevar la barrera del 22,4%. La corrupción felipista convirtió al PSN en un partido casi marginal, deslegitimado ante los navarros para gobernar.
Desde entonces, el PSN es un partido frustrado, que se ve incapaz de medirse en lid electoral a UPN. Ve como el nacionalismo vasco – bien organizado por los ex etarras de Aralar, y mejor pagado por el PNV – le arrebata su condición de oposición. Esta es la causa del problema actual: Navarra como proyecto social ha funcionado mientras ha existido una alternativa constitucional en el Gobierno. Es el secreto de las democracias de nuestro entorno. Así ocurrió entre 1982 y 1995, entre UPN y PSOE. Hasta que la corrupción de los gobiernos de González hundió en la miseria a éste último. De esos polvos vienen estos lodos.
El PSN primero perdió los votos; después la posibilidad de poder. Incapaz, volcó su resentimiento contra los gobiernos interminables de UPN. Y empezó a buscar poder "como sea". Ahí comenzaron las primeras traiciones con el nacionalismo vasco, por pura ambición. Conforme ansiaba el poder, el PSN perdía los principios constitucionales, forales y morales. Bastó la llegada de Zapatero y su aceptación de las tesis anexionistas del PSE, PNV y ETA, para que el PSN se convirtiera en un muñeco roto en manos de la ingeniería electoral de Blanco, Zapatero o Pachi López. Pero que nadie se engañe, fue el mismo Felipe González que hoy da lecciones de historia el que convirtió al PSN en una chatarra de votos y de principios. Chatarra que Zapatero vende al mejor postor.
GEES, Libertad Digital.
Un Padrenuestro por Navarra.
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