miércoles, 25 de julio de 2007

PROHIBIDO HABLAR CLARO.-

EVITAD LA PALABRA CON "M".
¿Está vinculado el Islam radical con el terrorismo?
Un buen número de prominentes voces británicas se pronunciaba sobre la materia tras los frustrados atentados terroristas recientes - los dos coches bomba sin detonar llenos de bombonas de gas y clavos en el West End londinense y el 4x4 en llamas empotrado por presuntos terroristas suicida contra la terminal principal del aeropuerto internacional de Glasgow.
Considere las siguientes reacciones:
Una afirmaba que la palabra "musulmán" no se debe utilizar en relación con el terrorismo, e insistía en que hasta la frase "guerra contra el terror" debería ser desechada.
La segunda advertía de igual manera de señalar al Islam, afirmando que en Londres, "Los musulmanes son... menos dados a utilizar la violencia para lograr fines políticos que los no musulmanes".
La tercera, preguntada sobre si extremistas musulmanes podrían ser responsables de las atrocidades intentadas en Londres y Glasgow, aconsejaba: "Evitemos presunciones... podría ser el trabajo de musulmanes, cristianos, judíos o budistas”.
La cuarta observaba el parecido de las recientes tentativas terroristas con "otras conspiraciones recientes fundamentalistas islámicas británicas", establecía "la teología islámica" como "el verdadero motor de nuestra violencia", y describía a los jihadistas británicos como "asesinos sin cerebro" que "han declarado la guerra al mundo entero”.
Las primeras tres declaraciones, falsas pero modelo de corrección política, fueron hechas respectivamente por
1.- el nuevo primer ministro de Gran Bretaña, Gordon Brown,
2.- el alcalde de Londres, Ken Livingstone, y
3.- Daud Abdaláh, secretario general en funciones del Consejo Musulmán de Gran Bretaña. Sus comentarios llegaban apenas días antes del segundo aniversario de los letales atentados contra el transporte público londinense del 7 de Julio, y menos de un año desde que 24 musulmanes británicos fueran detenidos por planear volar por los aires aviones de pasajeros sobre el Atlántico. Aún así, los tres hombres hablaban como si no hubiera ninguna huella de que Gran Bretaña sea un campo de batalla de la Jihad global del Islam militante, como si solamente un patán o un fanático pudiera imaginar que hubiera musulmanes de alguna manera vinculados a los coches bomba de Londres y Glasgow .
¿Y que hay de la cuarta declaración? Ésas fueron las palabras sencillas de Hassán Butt, portavoz en tiempos de la organización islamista radical al-Muhajiroun, que ha renunciado a su vida anterior. En un ensayo publicado la semana pasada en el Daily Mail, Butt destacaba que los jihadistas no están motivados por una oposición a la política exterior norteamericana o británica, sino por la teología fundamentalista que pretende someter al mundo entero a la "justicia islámica". Los imanes radicales, escribía, enseñan a sus seguidores que tienen que luchar por Dar al-Islam (la casa del Islam) contra Darl al-Harb (la casa de la guerra, es decir, los infieles a derrotar). Y "en Dar el-Harb, todo vale, incluyendo la traición y la cobardía de atacar a civiles".
Cerrando los ojos a la teología radical de los jihadistas, dice Butt, las instituciones musulmanas principales facilitan que los extremistas recluten a seguidores nuevos. Sus palabras se aplican con igual fuerza a líderes políticos como Brown o Livingstone:
“Rechazan afrontar la verdad difícil y con frecuencia compleja de que el Islam puede ser interpretado como condonación de la violencia contra el infiel, y en su lugar repiten el mantra de que el Islam es paz, y esperan que todo este debate se esfume”.
Las guerras no se pueden ganar con negación y ceguera voluntaria. Pero en sentidos grandes y pequeños, los líderes y las instituciones occidentales evitan deliberadamente ver la realidad de la amenaza islamista. El secretario general de la ONU Ban Ki-moon culpa al calentamiento global del genocidio que está siendo perpetrado en Darfur, no al régimen jihadista de Sudán. Un importante candidato a suceder al Presidente Bush, el Senador por Illinois Barack Obama, mantiene una pródiga página web de campaña con detallados documentos de posturas que no tienen nada que decir acerca de la guerra agresiva del Islam radical. Otro candidato, el ex senador John Edwards, prepara un discurso de 5.200 palabras para el Council on Foreign Relations y, de paso, dedica solamente 19 de ellas a la amenaza del extremismo islámico.
La ofuscación es a veces casi cómica, si nio fuese porque es trágica. El New York Times, informando del ataque de Glasgow en portada, evitaba cuidadosamente utilizar la palabra con m para identificar a los terroristas musulmanes de Gran Bretaña. En su lugar, atribuía los atentados del siete de Julio a la "desencantada población del sur de Asia" en Gran Bretaña, e informaba de que los terroristas de Glasgow "procedían del sur de Asia". (Como señalaba Joel Mowbray para el blog Powerline, los hindúes indios son la mayor población demográfica procedente del sur de Asia en el Reino Unido).
De igual manera, 7 periodistas colaboraban con la noticia de AP acerca de los médicos de la jihad detenidos ("Grupo diverso presuntamente implicado en complot británico"), pero de alguna manera pasaban por alto la teología radical que compartían presumiblemente. Lo más cerca que llega la noticia es la especulación de un experto de una institución de que los médicos detenidos "descubrieron que compartían alguna ideología común, y a continuación decidieron actuar". Robert Spencer comenta irónicamente en JihadWatch: “¡Jo, qué coincidencia! Me pregunto qué ideología tenían todos en común".
La corrección política no es ninguna estrategia para la victoria. Los fascistas islámicos no nos odiarán menos si evitamos toda mención a la teología que los inflama. Ganar la guerra que los jihadistas han declarado - la guerra de Dar al-Harb y Dar al-Islam - empieza por la claridad moral. La negación es un lujo que no podemos permitirnos.
Jeff Jacoby. The Boston Globe.
Añado: solamente donde no hay islamistas – donde se les detiene si aparecen - deja de haber terrorismo islámico. Los turistas extranjeros no pueden entrar ni en La Meca, ni en Medina. Declaremos Occidente “lugar sagrado” a nuestra vez. ¿Por qué ellos pueden y nosotros, no?

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