¿Por qué Zapatero arrojó el islote de Perejil a la cara de Mariano Rajoy el día que éste le recriminó el modo en que había decidido retirar a las tropas españolas de Kosovo? ¿Por qué unió este incidente a la guerra de Irak, como si ambas decisiones de Aznar fueran errores de alcance similar? ¿Por qué dio Zapatero la impresión de estar del lado marroquí en lo que a Perejil se refiere? ¿Por qué Zapatero, al llegar al poder, cambió lo único que en Occidente no cambia cuando hay relevos en el Gobierno, esto es, la política exterior?
Las reivindicaciones territoriales de Marruecos con respecto a España, convierten al reino alauí en nuestro más obvio enemigo exterior. Los temores a que Marruecos pueda intentar anexionarse territorios de soberanía española de forma más o menos violenta no son infundados desde el momento que existe el precedente del Sahara Occidental, incorporado por Marruecos a su territorio empleando la fuerza, en contra de la legalidad internacional y, sobre todo, en contra de la voluntad de España.
Es todo tan inquietante, que da miedo reflexionar sobre ello. El incidente de Perejil ocurrió durante el verano de 2002. En la primavera siguiente, la casa de España en Casablanca sufrió un terrible atentado islamista. Y al final del invierno de 2004, se cometió en Madrid el mayor atentado terrorista de la historia de Europa. El único condenado por la colocación de las bombas del 11-M es de origen marroquí. El jefe de la banda que compró el explosivo y llevó a cabo el atentado, también. Zapatero filtró a la prensa la falsedad de que se habían descubierto terroristas suicidas con el fin de que los españoles tuviéramos noticia del origen islamista del atentado antes de ir a las urnas. Puede que fuera entonces víctima de una intoxicación, pero no ha acusado a nadie de haberle engañado. Cuando se supo que los terroristas eran musulmanes, los socialistas acusaron a Aznar de ser responsable del atentado por haber colaborado con Bush en la invasión de Irak.
El caso es que nadie puede poner en duda que la actitud de Zapatero hacia Marruecos ha sido mucho más benévola que la que mantuvo Aznar. Y encima, ahora, Zapatero confiesa que, para él, la recuperación del islote de nacionalidad española tras la invasión marroquí, llevada a cabo por el Ejército español por orden del presidente Aznar, fue un error de la misma talla que la intervención en Irak. ¿Tienen alguna relación todos estos hechos?
No lo sabemos. Puesto que desconocemos quién decidió el 11-M, esos a quien José María de Pablo llama La cuarta trama en un magnífico libro sobre el atentado, pueden hacerse las más inverosímiles elucubraciones. Cabe por ejemplo especular sobre la posibilidad de que los servicios secretos marroquíes tuvieran alguna responsabilidad en el atentado. ¿En connivencia con los españoles dirigidos, a la sazón, por Dezcallar?
Quizá la verdadera respuesta a la actitud de Zapatero en relación a Perejil sea que él es tan pacifista que no cree que haya nada en este mundo por lo que merezca la pena luchar, ni siquiera un trozo de tierra española. Puede asimismo que Zapatero no entienda que tolerar la invasión de un islote sin importancia estratégica ni económica significa invitar a realizar en el futuro nuevas invasiones de territorios más importantes (Chamberlain sí que se enteró). Puede. Pero, cabe también que, como dijo nuestro Rey, Zapatero sepa muy bien lo que está haciendo. Y, si es verdad que lo sabe, también en relación con Marruecos, que Dios nos pille confesados.
Emilio Campmany, GEES. L. D.
Las reivindicaciones territoriales de Marruecos con respecto a España, convierten al reino alauí en nuestro más obvio enemigo exterior. Los temores a que Marruecos pueda intentar anexionarse territorios de soberanía española de forma más o menos violenta no son infundados desde el momento que existe el precedente del Sahara Occidental, incorporado por Marruecos a su territorio empleando la fuerza, en contra de la legalidad internacional y, sobre todo, en contra de la voluntad de España.
Es todo tan inquietante, que da miedo reflexionar sobre ello. El incidente de Perejil ocurrió durante el verano de 2002. En la primavera siguiente, la casa de España en Casablanca sufrió un terrible atentado islamista. Y al final del invierno de 2004, se cometió en Madrid el mayor atentado terrorista de la historia de Europa. El único condenado por la colocación de las bombas del 11-M es de origen marroquí. El jefe de la banda que compró el explosivo y llevó a cabo el atentado, también. Zapatero filtró a la prensa la falsedad de que se habían descubierto terroristas suicidas con el fin de que los españoles tuviéramos noticia del origen islamista del atentado antes de ir a las urnas. Puede que fuera entonces víctima de una intoxicación, pero no ha acusado a nadie de haberle engañado. Cuando se supo que los terroristas eran musulmanes, los socialistas acusaron a Aznar de ser responsable del atentado por haber colaborado con Bush en la invasión de Irak.
El caso es que nadie puede poner en duda que la actitud de Zapatero hacia Marruecos ha sido mucho más benévola que la que mantuvo Aznar. Y encima, ahora, Zapatero confiesa que, para él, la recuperación del islote de nacionalidad española tras la invasión marroquí, llevada a cabo por el Ejército español por orden del presidente Aznar, fue un error de la misma talla que la intervención en Irak. ¿Tienen alguna relación todos estos hechos?
No lo sabemos. Puesto que desconocemos quién decidió el 11-M, esos a quien José María de Pablo llama La cuarta trama en un magnífico libro sobre el atentado, pueden hacerse las más inverosímiles elucubraciones. Cabe por ejemplo especular sobre la posibilidad de que los servicios secretos marroquíes tuvieran alguna responsabilidad en el atentado. ¿En connivencia con los españoles dirigidos, a la sazón, por Dezcallar?
Quizá la verdadera respuesta a la actitud de Zapatero en relación a Perejil sea que él es tan pacifista que no cree que haya nada en este mundo por lo que merezca la pena luchar, ni siquiera un trozo de tierra española. Puede asimismo que Zapatero no entienda que tolerar la invasión de un islote sin importancia estratégica ni económica significa invitar a realizar en el futuro nuevas invasiones de territorios más importantes (Chamberlain sí que se enteró). Puede. Pero, cabe también que, como dijo nuestro Rey, Zapatero sepa muy bien lo que está haciendo. Y, si es verdad que lo sabe, también en relación con Marruecos, que Dios nos pille confesados.
Emilio Campmany, GEES. L. D.
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