sábado, 14 de marzo de 2009

ANTES Y DESPUES DE ALHUCEMAS.-

Abdelkrim el Jatabi.
Primo de Rivera: le había llegado el momento de desembarcar.
El mariscal Petain, vencedor, 1918.
El General Goded y el General Franco.
ANTECEDENTES.
Se ha escrito mucho sobre el desembarco y los combates posteriores de Monte de Las Palomas y monte Malmusi – Franco y Goded ganan allí su generalato – pero me interesa mas contar como se gestó el desembarco y que ocurrió después.
ANTES.
El rey Alfonso XIII, tuvo ocasión de mantener una conversación con el Coronel Franco – a la sazón Jefe de La Legión - y le preguntó por el problema marroquí, por como solucionarlo. No pretendo decir que Franco fuese el “inventor” del desembarco, sí que era uno de sus más firmes defensores a fin de acabar con la sangría que el conflicto causaba entre la juventud española. El rey pidió a Franco que hablase con Primo de Rivera, que apuntaba proyectos “abandonistas”.
Cuando Primo de Rivera decidió poner en ejecución su idea de la línea Estella, sentó como un tiro en la oficialidad africanista. ESQUEMA DE LA LINEA ESTELLA. En la parte oriental, era muy simple: se trataba de mantener Melilla.
En la parte Occidental, constaba de tres capítulos:
1.- Retirada de Chauen.
2.- Aislar Anyera, como hicieron los romanos de la Mauritania Tingitana y contener en su territorio a los belicosos anyerinos.
3.- Mantener abiertas las comunicaciones entre Arcila, Larache y Alcázarquivir por una lado, con Ceuta y Tetuán por otro. Para ello, se disponía de dos pilares básicos: El Fondak de Ain Yedida y Ben Karrich.
BEN TIEB.
La visita de Don Miguel, era esperada con ganas en el campamento legionario. Deseaban hacer ver al General el total y absoluto desacuerdo de toda la oficialidad con cualquier teoría abandonista. El menú, del que tanto se habla, a base de huevos preparados de muy diversas maneras, forma parte de las leyendas del Tercio. Lo que está fuera de toda duda, es que los Caballeros Legionarios – con su Jefe al frente – rozaron la indisciplina si es que no fueron más allá. En un momento de gran violencia y tirantez, Franco como oficial mas caracterizado, se responsabilizó de todo lo ocurrido; el Dictador parece que comprendió, no tomó medidas disciplinarias y, al poco tiempo, se tomaban las primeras medidas en relación con el desembarco: la compra a la Gran Bretaña de algunas barcazas excedentes del desembarco en Gallípoli, el terrible error de Churchill durante la Gran Guerra.
Precisamente era uno de los argumentos esgrimidos por los que estaban en contra del desembarco: la preocupación por el fracaso. Hasta 1925, nunca un gran desembarco “moderno” había tenido éxito. Se hacía necesario un amplio ballet naval, con fuerzas procedentes de ambas Comandancias: Ceuta y Melilla y uno de los mayores bombardeos navales de la Historia.
CONSECUENCIAS DE LA LINEA ESTELLA. SU IMPORTANCIA ESTRATEGICA.
Abdelkrim comprobó que no le era posible hacer la guerra a los españoles, seguros tras la línea Estella – que tomó su nombre del Marquesado del Dictador - y, con el camino abierto hacia los feraces valles del Sur, arremetió contra los franceses, que sufrieron graves reveses. El responsable francés, Mariscal Lyautey, se vio sorprendido y, pronto – ante la gravedad de los hechos, Francia llamó al héroe de Verdún, al General Petain, quien camino de su destino, aterrizó en Tetuán para entrevistarse con Franco. Los franceses que habían permanecido sonrientes ante las derrotas españolas, ofrecieron su colaboración para derrotar – definitivamente – al Emir rifeño que aprovechó la retirada española para ajustar cuentas con su enemigo El Raisuni en su cueva de Tazarut, en la kabila de Sidi Alí, trabajo que encargó a su mejor general – también su mejor guerrillero – Mohamed el Jeriro, con las siguientes palabras: “cázame al perro”. Entre tanto los franceses socorrían sus posiciones cercadas muy de acuerdo con el carácter de su país: con hielo y condecoraciones.
TRAS LA TOMA DE AXDIR.
Como quiera que el desembarco había sido “radiado” a los cuatro vientos – la única duda de los rifeños era la fecha en que tendría lugar – el Emir encargó a Jeriro un ataque diversivo sobre Tetuán, que el Coronel López Bravo repelió en su posición de Ben Karrich, evitando que parte de las tropas embarcadas, hubieran de volver debilitando la potencia de la embestida española.
Tras la toma de Axdir y la entrega de Abdelkrim a los franceses, el final era solamente cuestión de tiempo. Los dos últimos focos de resistencia – las últimas armas entregadas – lo fueron en Anyera y en El Ajman, junto a Chauen, en Gomara.
El Jeriro – conocedor del tradicional y secular ardor guerrero de los anyerinos – en su retirada desde Beni Osmar, se dirigió a Alcázar Seguer – el Castillo Pequeño – al objeto de proseguir los combates al amparo de la atormentada orografía anyerina. Grande fue su sorpresa, al comprobar que, por primera vez en la Historia, los aguerridos habitantes de la kabila, optaron por no defenderse y, con unos pocos de sus fieles la cruzó hacia el Oeste y se dirigió a Tánger, a la sazón zona internacional y, por tanto un “santuario” para su integridad. Ver:
http://cositas-buenas.blogspot.com/2007/07/la-kabila-de-anyera.html
Le persiguió un joven Teniente de La Legión que, en plaza de superior categoría, mandaba una compañía. Se trataba de Pedro Pimentel Zayas, hermano de mi abuelo materno. Una tarde que me acerqué a visitarle en su casa de la Avenida de Los Toreros – junto a la Plaza de Las Ventas – al terminar una comida para comentarla con él, muy buen aficionado, me contó, ya de Teniente General y en la “B”, con la mirada perdida en sus recuerdos, de qué manera se le escapó el hábil Jeriro, quien se introdujo en los vericuetos del Zoco Chico y jamás se supo nada de él. Otro general del Emir que tampoco se unió a España, fue Mohamed Azerkan, “pajarito”, de quien se tuvo noticias como un miembro más, de los bajos fondos de Hamburgo.
El resto, y muchos de sus subordinados, lucharon por España con absoluta lealtad con la que correspondieron al buen trato recibido por parte de los vencedores; lo que deseaban era disponer de un arma y poder hacer uso de ella.
La aventura del Emir, iba tanto contra los españoles, como contra el Sultán. Como él le dijo a un periodista francés cuando se escapó en El Cairo del barco en el que abandonó Madagascar, “mi error fue rebelarme con cincuenta años de adelanto”.
Y no le faltaba razón.

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