Cuando el sargento Viruelas entro en el salón de plenos del ayuntamiento de Moclinejo se quedo con la boca abierta y los ojos redondos como platos al contemplar la escena. Por eso no pudo reprimir la pregunta a voz en grito.
¡Pero se puede saber que coño pasa aquí….
El miliciano anarquista de la F.A.I. que ocupaba el sillón del alcalde con los dos pies apoyados sobre la mesa, termino de limpiarse con parsimonia los restos de nicotina incrustados en los dientes con el palillo. Levanto los ojos con mirada de perdona vidas y observo con indiferencia al sargento Viruelas.
Aquí pasa sargento, comenzó dando un fuerte puñetazo en la mesa, que los que mandan somos nosotros, que para eso hemos sido los primeros en tomar el pueblo echándole cojones y ya hemos creado el comité revolucionario mientras vosotros los militares estabais en Málaga escondidos en los cuarteles.
Desde el fondo del salón los seis milicianos que le acompañaban se adelantaron para arroparle cerrando filas junto a su jefe.
-Y que pensáis hacer con ese desgraciado…. Pregunto Viruelas señalando con el dedo al hombrecillo que tenían maniatado a una silla con un ojo morado y el labio partido de una bofetada.
-Y a ti que carajo te importa….
Más que una respuesta, fue un cañonazo lo que sonó en los oídos de Viruelas tampoco acostumbrado a actos de indisciplina que tenían la virtud de encenderle la sangre. Porque desde que se inicio toda aquella barbarie tenía bien asumido que con una banda de indisciplinados como ellos no se podía ganar la guerra.
Estos palurdos analfabetos se creen que por ponerse un mono azul y dando puñetazos en la mesa van a acojonar a los fascistas, reflexiono armándose de paciencia.
-Tu que pareces el jefe ¿Cómo te llamas?
-¿Yo? Me llamo Santos Vicario, al servicio del comité revolucionario de Benajarafe.
Viruelas estuvo a punto de soltar una carcajada, pero se contuvo por no desencadenar una ensalada de tiros en el salón de plenos.
Desde que se supo por la mañana bien temprano que los fascistas habían fracasado en el levantamiento de Málaga, se habían ido formando grupos de milicianos que desde Benamocarra y Benajarafe salían en camiones y coches requisados a tomar los pueblos de los alrededores.
Los que llegaron a medio día a Moclinejo venían cabreados de cojones. Al entrar para ocupar Chilches se habían encontrado con el maestro, el cartero, y el alcalde, fusilados por los fascistas en las tapias del cementerio dejándoles tirados como perros. Posteriormente a la salida del pueblo fueron tiroteados desde un cortijo por un grupo de falangistas y guardias civiles que les causaron dos muertos antes de huir hacia los Montes. Por eso cuando llego la partida a Moclinejo no se pararon en barras y arrasaron a los fascistas a sangre y fuego, quemando las casas de los dos caciques y la del medico con sus familias dentro. Otro grupo logro cazar al cura en Valdes cuando muerto de miedo trataba de refugiarse en la sierra huyendo en burro. Le llamaban el cura “Picadura” porque siempre andaba con un cigarro de picadura colgado de los labios y porque en sus sermones a la parroquia la ponía a caer de un burro. Fue visto y no visto. Los anarquistas le empujaron contra la pared de la iglesia y el “Chinches” apuntándole con la pistola le dijo:” cristiano reza lo que sepas porque de esta no te libra ni tu dios”. Y así sin más le descerrajo dos tiros en la cabeza. Después se fueron por el alcalde.
-Vamos a ver Vicario, no me toques los cojones con tanto comité revolucionario, que ya tiene guasa que a un anarquista le llamen Santos, para que también quieras ser tu quien me imponga las ordenes. Te aviso que ahí fuera tengo formado un pelotón de quince soldados y te juro por mis muertos que si los llamo aquí dentro no quedáis un puto tío vivo.
Desde que entraron como el caballo de Atila en el ayuntamiento y le ataron a la silla, le habían estado sacudiendo. Se notaba en los cardenales de la cara y en la brecha de la frente que le habían atizado fuerte con la hebilla de un cincho para asegurar las albardas.
Sintiéndose seguro Viruelas volvió a preguntar con firmeza:” A ver joder que todavía no me habéis contestado que coño pensáis hacer con este desgraciado de alcalde. Un fuerte olor a agrio mezcla de sudor y tabaco negro se extendía por el salón de plenos. Blanco como el mármol, el alcalde sudaba como un cerdo escaldado atenazado por el miedo. Tuvo que ser el “Chinches” viendo que su jefe flaqueaba quien se adelanto para tomar la palabra.
-Sargento a este cabrón, señalo al alcalde arreándole una bofetada, le vamos a dar matarile como al cura y después lo vamos a colgar de un gancho de matadero.
Al sargento Viruelas aquella situación lo tenia perplejo y además le descuadraba por que no entendía nada de lo que estaba pasando.
-Vamos a ver si me aclaro coño, que me tenéis hecho un lío. ¿Este tío no es el alcalde que se presento por el Frente Popular y gano las elecciones?
-Si el mismo, respondió con rapidez el “Chinches”.
-Pues si es de los nuestros no entiendo porque queréis darle matarile.
-Yo te lo explico, ahora quien intervino era “Malasombra”, un tipo fuerte y malencarado que se dedicaba a calafatear las pateras en la playa de La Cala. Este sinvergüenza socialista se presento con el programa del Frente, prometiendo casas para los muertos de hambre, un subsidio para los jornaleros que dejan en paro los cabestros de los caciques y un trozo de tierra para los pobres. Entérate, este cabrón al día de hoy no ha cumplido una jodía de sus promesas. En este pueblo han seguido mangoneando los de siempre. Los que manejan los dineros y los señoritos. Y este hijo de puta viéndolas pasar tocándose los cojones. Le vamos a fusilar para que todos los politicastros se enteren que las promesas están para cumplirlas.
-Nos lo llevamos o le pegamos aquí mismo dos tiros. Apremio el “Chinches”.
Viruelas viendo que su autoridad se resquebrajaba y el asunto se le escapaba de las manos, trato de contemporizar.
-Fusilarle en este estado es como pegarle tiros al aire, ni siente ni padece, dejarle que se recupere, al fin y al cabo no es un jodido fascista que os haya estando dando por el culo y follándose a vuestras mujeres. Cabo, llévatelo a la cuadra y ponle al Jeremías de guardia para que no se escape.
¡Alto ahí! Se interpuso el “Chinches”, el prisionero es nuestro y si alguien tiene qué vigilarle somos nosotros. Tu “Picao” llévatelo y a poco que intente enajarse le metes el peine de balas pa el cuerpo.
No era solamente el terral bochornoso que subía de la costa lo que le mantenía sin pegar ojo, al rebufo del calor volaban bandadas gigantescas de mosquitos que se lanzaban picando con saña donde podían y produciendo una picazón que de tanto rascar hacia sangre. Por eso no le sobresalto la brusca entrada del “Cipri” empujando la puerta del despacho con la culata del fusil.
-Que ahí fuera “Chinches” esta tu novia….
Aquello si fue una sorpresa que termino de desvelarle y tirarle del sillón del alcalde donde descansaba.
- Bromas las justas Cipriano o me voy a cagar en tu puta madre.
No eran precisamente horas para visitas, ni la situación aconsejaba andar viajando por carreteras cortadas por grupos falangistas o partidas de milicianos. Pero la “Trini”, conocida la noticia, se armo de valor, se puso el mono azul y el gorrillo rojo, y agarro el primer camión que salio de Benagalbon con provisiones y munición hacia Benamargosa, obligándole a parar en Moclinejo. Sin esperar una respuesta la “Trini” aparto de un codazo al “Cipri”, entro en el despacho y cerro la puerta.
-Lo que tenemos que hablar tu y yo no necesita testigos.
El “Chinches” con la sorpresa en la cara de no creérselo, se le acerco con la intención de darla un beso.
-Los besuqueos después “Chinches” ahora vamos al grano. Me ha llegado la noticia que tenéis preso al alcalde con la intención de fusilarlo, y eso cariño no lo puedes permitir.
Ni una bomba de mano explotándole entre las piernas le hubiese causado mayor impacto
-Pero que dices “Trini”, ese cabrón esta ya sentenciao por el comité….
-Pues desentencialo “Chinches” porque ese cabrón es mi padre.
Ahora si que tuvo que sentarse y buscar el aire que se negaba a llegar a sus pulmones.
-Nunca te lo conté porque es un secreto juramentado entre mi madre y yo. Cuando eran novios dejo embarazada a mi madre, entretanto se marcho a Africa para hacer la mili y la guerra, y cuando regreso a los dos años mi madre no quiso saber de el, por eso nos fuimos a vivir a Benagalbon. Será un cabrón para vosotros, pero para mi, ¡joder! Es mi padre. Te lo pido por nuestro amor “Chinches” pero tienes que soltarlo.
-No puedo, es la ley del comité.
-Si puedes coño. Sabes que te quiero con locura, que estoy enamorada hasta los huesos, pero si lo matáis te juro por mis muertos que no vuelves a verme el pelo.
Se marcho dando un portazo sin esperar la respuesta. Cuando la “Trini” se subió a la cabina del camión iba llorando.
-Oye “Picao” ábrele la puerta y déjale que se vaya.
-No me jodas “Chinches” quien lo ordena….
-Mis santos cojones.
Antes de salir a la calle totalmente desierta por el toque de queda, el alcalde miro hacia atrás esperando el tiro en la nuca. Bajo los escalones lentamente y cuando pudo doblar la esquina corrió hasta perderse en la oscuridad de la noche.
-Lárgate echando leches. Mejor que te escondas en Málaga hasta que se nos olvide, le aconsejo el “Chinches” antes de abrirle la puerta del ayuntamiento.
Cuando el cabo llamo al sargento Viruelas para que se personase urgentemente en el salón de plenos, el comité revolucionario llevaba debatiendo una hora. Fue el propio Vicario escoltado por el “Picao” quien se acerco al “Chinches” atado a la misma silla donde antes estuvo el alcalde para abofetearle. Le acerco tanto la cara que el aliento encendido por el cazalla le abraso la cara.
-Esta decidido por mayoría te vamos a fusilar hoy por traidor y gilipollas.
A punto de entrar en el salón Viruelas escucho la sentencia, por eso se freno en seco y volviéndose salio a la calle: Pacheco retire al pelotón hacia las escuelas y espere órdenes, me da el pálpito que estos cafres se van a matar entre ellos.
Camino del paredón flanqueado por doce milicianos, con las manos atadas a la espalda al “Chinches” se le notaba feliz, tal vez por eso no dejaba de sonreír y esa actitud desconcertaba al “Picao” que comandaba el pelotón y exasperaba mas a Santos Vicario.
Que coño sabrán estos pedazos de carne con ojos lo que es el amor. Son tan primitivos que no entenderán en su puta vida que el amor es un sentimiento. Amor a muerte es lo que yo siento por la “Trini”. Un amor puro como el aire de los Montes y no esa mierda de amor libre que mis compañeros proclaman a los cuatro vientos haciendo de las novias unos putones. Mi “Trini” es mucha “Trini” por eso la quiero hasta la cal de mis huesos. Observo el reloj de la iglesia a punto de dar las cinco de la tarde. Sin miramientos el “Picao” lo aplasto contra la pared de la iglesia.
-Tienes algo que decir capullo…
- Si, que creo en el amor.
-No me jodas. Vicario a este gilipollas se le han hecho los sesos agua.
La primera descarga lo clavo a balazos contra las piedras amortiguando el sonido de la primera campanada. La segunda descarga lo levanto en el aire como un guiñapo desplomándose como un fardo mientras el mono azul se teñía de rojo. Azul y rojo fundidos en el amor de un anarquista. Y en el reloj sonó la quinta campanada.
Gerardo Rodríguez López.
¡Pero se puede saber que coño pasa aquí….
El miliciano anarquista de la F.A.I. que ocupaba el sillón del alcalde con los dos pies apoyados sobre la mesa, termino de limpiarse con parsimonia los restos de nicotina incrustados en los dientes con el palillo. Levanto los ojos con mirada de perdona vidas y observo con indiferencia al sargento Viruelas.
Aquí pasa sargento, comenzó dando un fuerte puñetazo en la mesa, que los que mandan somos nosotros, que para eso hemos sido los primeros en tomar el pueblo echándole cojones y ya hemos creado el comité revolucionario mientras vosotros los militares estabais en Málaga escondidos en los cuarteles.
Desde el fondo del salón los seis milicianos que le acompañaban se adelantaron para arroparle cerrando filas junto a su jefe.
-Y que pensáis hacer con ese desgraciado…. Pregunto Viruelas señalando con el dedo al hombrecillo que tenían maniatado a una silla con un ojo morado y el labio partido de una bofetada.
-Y a ti que carajo te importa….
Más que una respuesta, fue un cañonazo lo que sonó en los oídos de Viruelas tampoco acostumbrado a actos de indisciplina que tenían la virtud de encenderle la sangre. Porque desde que se inicio toda aquella barbarie tenía bien asumido que con una banda de indisciplinados como ellos no se podía ganar la guerra.
Estos palurdos analfabetos se creen que por ponerse un mono azul y dando puñetazos en la mesa van a acojonar a los fascistas, reflexiono armándose de paciencia.
-Tu que pareces el jefe ¿Cómo te llamas?
-¿Yo? Me llamo Santos Vicario, al servicio del comité revolucionario de Benajarafe.
Viruelas estuvo a punto de soltar una carcajada, pero se contuvo por no desencadenar una ensalada de tiros en el salón de plenos.
Desde que se supo por la mañana bien temprano que los fascistas habían fracasado en el levantamiento de Málaga, se habían ido formando grupos de milicianos que desde Benamocarra y Benajarafe salían en camiones y coches requisados a tomar los pueblos de los alrededores.
Los que llegaron a medio día a Moclinejo venían cabreados de cojones. Al entrar para ocupar Chilches se habían encontrado con el maestro, el cartero, y el alcalde, fusilados por los fascistas en las tapias del cementerio dejándoles tirados como perros. Posteriormente a la salida del pueblo fueron tiroteados desde un cortijo por un grupo de falangistas y guardias civiles que les causaron dos muertos antes de huir hacia los Montes. Por eso cuando llego la partida a Moclinejo no se pararon en barras y arrasaron a los fascistas a sangre y fuego, quemando las casas de los dos caciques y la del medico con sus familias dentro. Otro grupo logro cazar al cura en Valdes cuando muerto de miedo trataba de refugiarse en la sierra huyendo en burro. Le llamaban el cura “Picadura” porque siempre andaba con un cigarro de picadura colgado de los labios y porque en sus sermones a la parroquia la ponía a caer de un burro. Fue visto y no visto. Los anarquistas le empujaron contra la pared de la iglesia y el “Chinches” apuntándole con la pistola le dijo:” cristiano reza lo que sepas porque de esta no te libra ni tu dios”. Y así sin más le descerrajo dos tiros en la cabeza. Después se fueron por el alcalde.
-Vamos a ver Vicario, no me toques los cojones con tanto comité revolucionario, que ya tiene guasa que a un anarquista le llamen Santos, para que también quieras ser tu quien me imponga las ordenes. Te aviso que ahí fuera tengo formado un pelotón de quince soldados y te juro por mis muertos que si los llamo aquí dentro no quedáis un puto tío vivo.
Desde que entraron como el caballo de Atila en el ayuntamiento y le ataron a la silla, le habían estado sacudiendo. Se notaba en los cardenales de la cara y en la brecha de la frente que le habían atizado fuerte con la hebilla de un cincho para asegurar las albardas.
Sintiéndose seguro Viruelas volvió a preguntar con firmeza:” A ver joder que todavía no me habéis contestado que coño pensáis hacer con este desgraciado de alcalde. Un fuerte olor a agrio mezcla de sudor y tabaco negro se extendía por el salón de plenos. Blanco como el mármol, el alcalde sudaba como un cerdo escaldado atenazado por el miedo. Tuvo que ser el “Chinches” viendo que su jefe flaqueaba quien se adelanto para tomar la palabra.
-Sargento a este cabrón, señalo al alcalde arreándole una bofetada, le vamos a dar matarile como al cura y después lo vamos a colgar de un gancho de matadero.
Al sargento Viruelas aquella situación lo tenia perplejo y además le descuadraba por que no entendía nada de lo que estaba pasando.
-Vamos a ver si me aclaro coño, que me tenéis hecho un lío. ¿Este tío no es el alcalde que se presento por el Frente Popular y gano las elecciones?
-Si el mismo, respondió con rapidez el “Chinches”.
-Pues si es de los nuestros no entiendo porque queréis darle matarile.
-Yo te lo explico, ahora quien intervino era “Malasombra”, un tipo fuerte y malencarado que se dedicaba a calafatear las pateras en la playa de La Cala. Este sinvergüenza socialista se presento con el programa del Frente, prometiendo casas para los muertos de hambre, un subsidio para los jornaleros que dejan en paro los cabestros de los caciques y un trozo de tierra para los pobres. Entérate, este cabrón al día de hoy no ha cumplido una jodía de sus promesas. En este pueblo han seguido mangoneando los de siempre. Los que manejan los dineros y los señoritos. Y este hijo de puta viéndolas pasar tocándose los cojones. Le vamos a fusilar para que todos los politicastros se enteren que las promesas están para cumplirlas.
-Nos lo llevamos o le pegamos aquí mismo dos tiros. Apremio el “Chinches”.
Viruelas viendo que su autoridad se resquebrajaba y el asunto se le escapaba de las manos, trato de contemporizar.
-Fusilarle en este estado es como pegarle tiros al aire, ni siente ni padece, dejarle que se recupere, al fin y al cabo no es un jodido fascista que os haya estando dando por el culo y follándose a vuestras mujeres. Cabo, llévatelo a la cuadra y ponle al Jeremías de guardia para que no se escape.
¡Alto ahí! Se interpuso el “Chinches”, el prisionero es nuestro y si alguien tiene qué vigilarle somos nosotros. Tu “Picao” llévatelo y a poco que intente enajarse le metes el peine de balas pa el cuerpo.
No era solamente el terral bochornoso que subía de la costa lo que le mantenía sin pegar ojo, al rebufo del calor volaban bandadas gigantescas de mosquitos que se lanzaban picando con saña donde podían y produciendo una picazón que de tanto rascar hacia sangre. Por eso no le sobresalto la brusca entrada del “Cipri” empujando la puerta del despacho con la culata del fusil.
-Que ahí fuera “Chinches” esta tu novia….
Aquello si fue una sorpresa que termino de desvelarle y tirarle del sillón del alcalde donde descansaba.
- Bromas las justas Cipriano o me voy a cagar en tu puta madre.
No eran precisamente horas para visitas, ni la situación aconsejaba andar viajando por carreteras cortadas por grupos falangistas o partidas de milicianos. Pero la “Trini”, conocida la noticia, se armo de valor, se puso el mono azul y el gorrillo rojo, y agarro el primer camión que salio de Benagalbon con provisiones y munición hacia Benamargosa, obligándole a parar en Moclinejo. Sin esperar una respuesta la “Trini” aparto de un codazo al “Cipri”, entro en el despacho y cerro la puerta.
-Lo que tenemos que hablar tu y yo no necesita testigos.
El “Chinches” con la sorpresa en la cara de no creérselo, se le acerco con la intención de darla un beso.
-Los besuqueos después “Chinches” ahora vamos al grano. Me ha llegado la noticia que tenéis preso al alcalde con la intención de fusilarlo, y eso cariño no lo puedes permitir.
Ni una bomba de mano explotándole entre las piernas le hubiese causado mayor impacto
-Pero que dices “Trini”, ese cabrón esta ya sentenciao por el comité….
-Pues desentencialo “Chinches” porque ese cabrón es mi padre.
Ahora si que tuvo que sentarse y buscar el aire que se negaba a llegar a sus pulmones.
-Nunca te lo conté porque es un secreto juramentado entre mi madre y yo. Cuando eran novios dejo embarazada a mi madre, entretanto se marcho a Africa para hacer la mili y la guerra, y cuando regreso a los dos años mi madre no quiso saber de el, por eso nos fuimos a vivir a Benagalbon. Será un cabrón para vosotros, pero para mi, ¡joder! Es mi padre. Te lo pido por nuestro amor “Chinches” pero tienes que soltarlo.
-No puedo, es la ley del comité.
-Si puedes coño. Sabes que te quiero con locura, que estoy enamorada hasta los huesos, pero si lo matáis te juro por mis muertos que no vuelves a verme el pelo.
Se marcho dando un portazo sin esperar la respuesta. Cuando la “Trini” se subió a la cabina del camión iba llorando.
-Oye “Picao” ábrele la puerta y déjale que se vaya.
-No me jodas “Chinches” quien lo ordena….
-Mis santos cojones.
Antes de salir a la calle totalmente desierta por el toque de queda, el alcalde miro hacia atrás esperando el tiro en la nuca. Bajo los escalones lentamente y cuando pudo doblar la esquina corrió hasta perderse en la oscuridad de la noche.
-Lárgate echando leches. Mejor que te escondas en Málaga hasta que se nos olvide, le aconsejo el “Chinches” antes de abrirle la puerta del ayuntamiento.
Cuando el cabo llamo al sargento Viruelas para que se personase urgentemente en el salón de plenos, el comité revolucionario llevaba debatiendo una hora. Fue el propio Vicario escoltado por el “Picao” quien se acerco al “Chinches” atado a la misma silla donde antes estuvo el alcalde para abofetearle. Le acerco tanto la cara que el aliento encendido por el cazalla le abraso la cara.
-Esta decidido por mayoría te vamos a fusilar hoy por traidor y gilipollas.
A punto de entrar en el salón Viruelas escucho la sentencia, por eso se freno en seco y volviéndose salio a la calle: Pacheco retire al pelotón hacia las escuelas y espere órdenes, me da el pálpito que estos cafres se van a matar entre ellos.
Camino del paredón flanqueado por doce milicianos, con las manos atadas a la espalda al “Chinches” se le notaba feliz, tal vez por eso no dejaba de sonreír y esa actitud desconcertaba al “Picao” que comandaba el pelotón y exasperaba mas a Santos Vicario.
Que coño sabrán estos pedazos de carne con ojos lo que es el amor. Son tan primitivos que no entenderán en su puta vida que el amor es un sentimiento. Amor a muerte es lo que yo siento por la “Trini”. Un amor puro como el aire de los Montes y no esa mierda de amor libre que mis compañeros proclaman a los cuatro vientos haciendo de las novias unos putones. Mi “Trini” es mucha “Trini” por eso la quiero hasta la cal de mis huesos. Observo el reloj de la iglesia a punto de dar las cinco de la tarde. Sin miramientos el “Picao” lo aplasto contra la pared de la iglesia.
-Tienes algo que decir capullo…
- Si, que creo en el amor.
-No me jodas. Vicario a este gilipollas se le han hecho los sesos agua.
La primera descarga lo clavo a balazos contra las piedras amortiguando el sonido de la primera campanada. La segunda descarga lo levanto en el aire como un guiñapo desplomándose como un fardo mientras el mono azul se teñía de rojo. Azul y rojo fundidos en el amor de un anarquista. Y en el reloj sonó la quinta campanada.
Gerardo Rodríguez López.
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