LA CIUDADANIA PARECE DESPERTAR.
La ciudadanía pareció despertar de su letargo. Por unos momentos, olvidaron salsas rosas, tomates y cualquier otro tipo de “ensaladas”, para enfrentarse a la realidad.
http://diarionacional-jirosende.blogspot.com/2007/06/lo-que-interesa-los-espaoles.html
Era una cuestión de egoísmo: “nos pueden matar, caramba”.
Y como siempre que alguien despierta, se entera de otras cosas y en el balanceo pendular permanente que es el carácter de la ciudadanía española, se había pasado desde el optimismo mas exagerado al más feroz de los pesimismos, tras detenerse, brevemente, en el estupor. Airadas miradas, se volvían contra el gobierno.
El apaga fuegos Blanco – una suerte de Bombero torero, pero muy mal diestro – con la colaboración de la vice Vogue, salió a la palestra para intentar convencer a los españoles, que la culpa de todo lo que ocurría estaba en la acción de Perejil del año 2002 y en la fotografía de las Azores, que enervaba a los musulmanes. El gobierno prefería desviar la atención de los ciudadanos del atentado etarra y que estuviesen pendientes de las acciones marruecas. Imposible, pues los fallecidos eran ya veinticinco y el aeropuerto malagueño estaba cerrado por causa de los destrozos causados.
El gobierno, que no sabía que hacer, envió, por fin, los P3 Orión a la base de Gando. Soriano se dispuso a poner en marcha un plan de reconocimiento aéreo que tenía diseñado tiempo ha. Tenía muchos menos aviones que Nimitz en Midway – solo dos P3 y otros dos Fokker - pero “se sabía la lección” y estaba dispuesto a suplir con celo, cualquier escasez de material. Sometió el Plan a la aprobación de su superior y, de inmediato, actuó en consecuencia. Contaba con los aparatos justos, según sus planes, por lo que ordenó a sus pilotos: “prohibidas las averías”.
Ya habían efectuado sus primeros despegues cuando la Teniente Mogaburo – que entendía algo el árabe – se percató de que “los moritos de Bono” – ciudadanos españoles, como “bandera” de conveniencia - avisaban por teléfono de los despegues. No esperó instrucciones: les requisó los teléfonos, les metió en el calabozo, por espionaje, les declaró incomunicados y se dispuso a informar al General, quien apoyó las medidas tomadas por la Teniente y se dirigió a Comandancia General, para dar cuenta y que expertos en Transmisiones, analizasen las llamadas. Pronto supieron que habían sido efectuadas al Cuartel General de Rabat.
Horas después, sus esposas montaban una farsa, protestando por las detenciones “de corte racista”, que habían sido efectuadas. Cuando, desde Madrid, ordenaron la inmediata puesta en libertad de los detenidos, el General Cosío, exigió orden por escrito, haciendo constar que se trataba de espías detenidos in flagrante delito. Consiguió que los “deportasen” a Madrid; era, para él, la mejor noticia del mes.
Un Oficial Ayudante entró inopinadamente en el despacho del Comandante General. El avión con destino El Aaiún, el primero en llegar a su destino, informaba de que había tomado algunas fotografías y se retiraba debido a los disparos de ametralladora con los que había sido recibido; con algún agujero en el fuselaje, se disponía a volver a la base; no había bajas. Se transmitió la incidencia a los otros aviones: podían esperar lo peor. Sin embargo, nadie efectuó disparos contra ellos.
Inopinadamente llegó la noticia y cayó como un jarro de agua helada: un avión de Spanair que cubría la línea Sevilla Las Palmas, había sido interceptado por cazas F 16, de Kenitra y obligado a desviarse hasta la citada base. Este avión volaba por la ruta prevista, la autorizada por convenios internaciionales y era la misma que realizaba a diario.
Marruecos, por si el secuestro en si mismo, no fuese suficiente, entregó una nota diplomática de protesta y anunció que no autorizaría a despegar al avión, en tanto España no se comprometiese a no volver a realizar ningún vuelo militar en una zona que definió y que, en si misma, era humillante.
El gobierno español, aceptó las exigencias marroquíes y cinco días después, los rehenes fueron liberados. Antes, una manifestación de dos millones de personas, en Madrid, evitó que se atreviese a cesar al General Soriano como era deseo gubernamental. La manifestación y el anuncio del general Cosío, de que si se producía el cese, él pedía el pase a la Reserva. Los aviones de reconocimiento habían vuelto sin mayores novedades y las fotografías habían sido analizadas y enviadas a Madrid. Eran tan preocupantes, que el gobierno decidió declararlas materia reservada.
La ciudadanía pareció despertar de su letargo. Por unos momentos, olvidaron salsas rosas, tomates y cualquier otro tipo de “ensaladas”, para enfrentarse a la realidad.
http://diarionacional-jirosende.blogspot.com/2007/06/lo-que-interesa-los-espaoles.html
Era una cuestión de egoísmo: “nos pueden matar, caramba”.
Y como siempre que alguien despierta, se entera de otras cosas y en el balanceo pendular permanente que es el carácter de la ciudadanía española, se había pasado desde el optimismo mas exagerado al más feroz de los pesimismos, tras detenerse, brevemente, en el estupor. Airadas miradas, se volvían contra el gobierno.
El apaga fuegos Blanco – una suerte de Bombero torero, pero muy mal diestro – con la colaboración de la vice Vogue, salió a la palestra para intentar convencer a los españoles, que la culpa de todo lo que ocurría estaba en la acción de Perejil del año 2002 y en la fotografía de las Azores, que enervaba a los musulmanes. El gobierno prefería desviar la atención de los ciudadanos del atentado etarra y que estuviesen pendientes de las acciones marruecas. Imposible, pues los fallecidos eran ya veinticinco y el aeropuerto malagueño estaba cerrado por causa de los destrozos causados.
El gobierno, que no sabía que hacer, envió, por fin, los P3 Orión a la base de Gando. Soriano se dispuso a poner en marcha un plan de reconocimiento aéreo que tenía diseñado tiempo ha. Tenía muchos menos aviones que Nimitz en Midway – solo dos P3 y otros dos Fokker - pero “se sabía la lección” y estaba dispuesto a suplir con celo, cualquier escasez de material. Sometió el Plan a la aprobación de su superior y, de inmediato, actuó en consecuencia. Contaba con los aparatos justos, según sus planes, por lo que ordenó a sus pilotos: “prohibidas las averías”.
Ya habían efectuado sus primeros despegues cuando la Teniente Mogaburo – que entendía algo el árabe – se percató de que “los moritos de Bono” – ciudadanos españoles, como “bandera” de conveniencia - avisaban por teléfono de los despegues. No esperó instrucciones: les requisó los teléfonos, les metió en el calabozo, por espionaje, les declaró incomunicados y se dispuso a informar al General, quien apoyó las medidas tomadas por la Teniente y se dirigió a Comandancia General, para dar cuenta y que expertos en Transmisiones, analizasen las llamadas. Pronto supieron que habían sido efectuadas al Cuartel General de Rabat.
Horas después, sus esposas montaban una farsa, protestando por las detenciones “de corte racista”, que habían sido efectuadas. Cuando, desde Madrid, ordenaron la inmediata puesta en libertad de los detenidos, el General Cosío, exigió orden por escrito, haciendo constar que se trataba de espías detenidos in flagrante delito. Consiguió que los “deportasen” a Madrid; era, para él, la mejor noticia del mes.
Un Oficial Ayudante entró inopinadamente en el despacho del Comandante General. El avión con destino El Aaiún, el primero en llegar a su destino, informaba de que había tomado algunas fotografías y se retiraba debido a los disparos de ametralladora con los que había sido recibido; con algún agujero en el fuselaje, se disponía a volver a la base; no había bajas. Se transmitió la incidencia a los otros aviones: podían esperar lo peor. Sin embargo, nadie efectuó disparos contra ellos.
Inopinadamente llegó la noticia y cayó como un jarro de agua helada: un avión de Spanair que cubría la línea Sevilla Las Palmas, había sido interceptado por cazas F 16, de Kenitra y obligado a desviarse hasta la citada base. Este avión volaba por la ruta prevista, la autorizada por convenios internaciionales y era la misma que realizaba a diario.
Marruecos, por si el secuestro en si mismo, no fuese suficiente, entregó una nota diplomática de protesta y anunció que no autorizaría a despegar al avión, en tanto España no se comprometiese a no volver a realizar ningún vuelo militar en una zona que definió y que, en si misma, era humillante.
El gobierno español, aceptó las exigencias marroquíes y cinco días después, los rehenes fueron liberados. Antes, una manifestación de dos millones de personas, en Madrid, evitó que se atreviese a cesar al General Soriano como era deseo gubernamental. La manifestación y el anuncio del general Cosío, de que si se producía el cese, él pedía el pase a la Reserva. Los aviones de reconocimiento habían vuelto sin mayores novedades y las fotografías habían sido analizadas y enviadas a Madrid. Eran tan preocupantes, que el gobierno decidió declararlas materia reservada.
FOTOGRAFIAS:
1.- La zona de exclusión exigida por Marruecos.
1.- La zona de exclusión exigida por Marruecos.
2 y 3.- Planes de vuelo.
4.- "Refueling" de un P 3.
5.- Las tripulaciones se "inmortalizan" junto al aparato.
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