lunes, 11 de junio de 2007

MOHAMED TOMA PRENDA I.-


UN SONETO ME MANDA A HACER VIOLANTE.
Todo comenzó con estas reflexiones de Lorenzo Soriano, nuestro corresponsal en Ascot:
http://diarionacional-jirosende.blogspot.com/2007/06/reflexiones-musulmanas.html
Lo que me dio pie para establecer ciertas premisas:

Tras un primer intento,
y siguientes, en colaboración con “Jaime”, me propongo, ahora, contar lo que puede llegar a pasar, con visión de conjunto, dejando al lado la táctica – sin entrar demasiado en las batallas – y penetrando de lleno en la estrategia – contando la guerra -.
PETROLEO EN LANZAROTE. ENERO.
Repsol había encontrado crudo bajo el mar cerca de Lanzarote y Mohamed VI, había estallado en cólera. Había organizado unas sesiones especiales en la ONU, apoyado por todos los “amigos” del gobierno Zapatero: Cuba, Venezuela, Bolivia, Turquía e, incluso Argentina. Y todos afirmaban que era necesario reconsiderar el Acuerdo de Montego Bay, de 1982, que determinaba el Derecho del Mar. La defensa de inalienables derechos por parte de España, era considerada como postura de país colonialista por todos ellos.
Desarbolado – sorprendido por la posición de países que creía afines, solo los cenutrios se creen sus propias mentiras - el gobierno no era sino capaz de lanzar mensajes de tranquilidad, a los que muchos agradaba – la sociedad española no deseaba hacer frente a la verdad – y solamente unos cuantos, velábamos deseosos de una mayor información sobre la realidad de las cosas.
Además, repetía mensajes de paz que no hacían sino envalentonar más al sátrapa de Rabat.
Los Estados Unidos, “pasteleaban” con Mohamed VI – este había aceptado en Kenitra el Mando para Africa de los americanos – quien había recibido, a cambio, los para él tan anhelados cazabombarderos F16. No eran sino media docena, pero ahí estaban, flamantes. Y se regodeaban de la incómoda posición en se encontraba el gobierno Zapatero. Bush había dejado paso a Giuliani, quien recordaba con nitidez, la afrenta del español a su bandera. Por otra parte, Mohamed VI, le había asegurado – en visita oficial – que nunca atacaría a España. Solucionaría todos los problemas, vía diplomática y el presidente USA, confiaba en el moro.
En las Fuerzas Armadas de España, presidía la inquietud. El Jefe de Estado Mayor de la Armada – el AJEMA – Almirante Sillero, había discutido con el ministro Alonso, sobre la improcedencia de destacar, en un viaje de buena voluntad, en Extremo Oriente, una de las seis fragatas F100, lo que, casi, le cuesta el destino. Por su parte, el Jefe de Estado Mayor del Ejército, General Gil Remacho – un tipo simpático que siempre añadía “dos veces macho, por la Gracia de Dios” – se había visto en la tesitura de tener que cesar al General de la Brigada Legionaria, por el solo hecho de que este, había acuartelado en Almería a todos los efectivos, durante un fin de semana en el que la tensión con Marruecos, se había manifestado peligrosa.
A toda costa, el gobierno – el de las infinitas ansias de paz – deseaba dar sensación de tranquilidad a la ciudadanía. No había servido de nada, la insistencia del Almirante Sillero, clamando para que le permitiesen trasladar “El Príncipe” y las fragatas del grupo Alfa, hasta El Ferrol, lejos de la amenaza aérea marroquí, al igual que el “Galicia”. Por el contrario, permanecían en Rota, exclusivamente con una tripulación de mantenimiento.
El Teniente Coronel Ruiz del Castillo, Jefe de Operaciones del Alto Estado Mayor, había permanecido en Madrid, de guardia, de manera voluntaria, durante la Semana Santa, en tanto media España “tomaba” las carreteras, para matarse haciendo el borrico en ellas. Una de gambas, Paqui.
Por su parte, el General de División Cosío, Comandante General de Canarias, un hombre bonancible, riguroso, y con gran sentido del humor, había solicitado nuevos radares – había conos de “sombra” debido a la orografía isleña – y había chocado para su instalación, con la cretinez de algunos alcaldes de CC, mas preocupados por la cría del Chorlito común – simpática ave caradriforme, conocida como “pluviales vulgaris” - que por su propia seguridad y la de sus conciudadanos.
Por otra parte, el gobierno no daba importancia al hecho de que Marruecos había comenzado la construcción de un contradique de abrigo en las inmediaciones de Punta Leona, que “englobaría” Perejil, dentro del denominado puerto Tánger Med II. Ningún “peñasco”, merecía una guerra, repetía como un loro el inefable Pepiño Blanco. Y, como consecuencia de todo ello, los moros de Ceuta y Melilla, daban la imagen de cierto nerviosismo no exento de chulería, dando lugar a incidentes desusados, incluso dentro de los parlamentos locales.
Finalmente, un grupo de turistas españoles, procedentes de la Península, habían sido agredidos cuando contemplaban Perejil y las obras, desde los acantilados costeros de la kabila de Anyera.

Simultáneamente, desde las cumbres de Sierra Carbonera, el responsable de la Brigada de Artillería del Estrecho, General Gross Barbadillo, oteaba incansable el horizonte, con la conciencia tranquila: su Brigada, estaba a punto.
Próxima entrega: El General Soriano, desde su base de Gando, clama en el desierto solicitando aviones de reconocimiento.

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