La historia se trata de una Cia. Aérea, la "CP Airways*.
Sus anuncios nos sugestionan con paisajes maravillosos, climas templados, suaves brisas y comidas y bebidas exóticas. Los precios de los pasajes son muy atractivos y hay 3 clases. First (primera o Business), Economy (turista), y Wood (clase madera), supereconómica y sin posibilidad de cambios ni servicios a bordo. En Primera viajan mayormente, directivos de la compañía, amiguetes y socios, incluso ejecutivos de otras compañías en situación de “frees”, gratis total, vamos.
Lo sugerente de la oferta nos hace que corramos en avalancha a sacar los últimos billetes y no dirigimos contentos al aeropuerto.
La primera impresión a la vista del “aparato”, que casualmente se llama Hispania, desanima a algunos, pero ¿Qué entendemos de aeronáutica, de aerodinámica y navegación aérea? Algunos timoratos, se quedan en tierra ante las risas e increpaciones de los pilotos y los pitidos de los de primera, pero no se fían mucho y tienen aversión a volar, máxime en este cacharrito muy oxidado, despintado y con mucho hollín negro alrededor de los motores.
Nada más despegar, cosa que le costó un buen rato de rodadura y un ruido espantoso que parecía que se desarmaba, crujiendo por todas partes, ya vemos que, en las clases posteriores, no funcionan las luces de lectura, ni la refrigeración, ni los asientos se reclinan.
Enseguida el piloto dirige unas palabritas de aire imperial, que estamos en la mejor compañía del mundo, con los mejores equipos del mundo y con los aviones mejor revisados y mantenidos del mundo.
En primera debe de haber una juerga monumental, que apenas se atisba tras las cortinillas cerradas nada más despegar. Ruido de tapones de champán, azafatas con uniformes de diseño muy sugerentes, asientos-camas súper ergonómicos, y carros de frutas, bebidas y manjares exquisitos.
La clase económica, va algo más asustada, los asientos son muy estrechos, y como decía nada funciona. Ni que decir que en la clase madera, casi una bodega, se va en Bancos de a tres cerca de la cola saltarina y estruendosa, no llega nada de lo poco que se reparte en la económica, y que no hay ni moqueta ni revestimientos de estructura, con el goteo de líquidos hidráulicos sobre los pasajeros de last minute.
De repente empiezan los problemas serios, un olor a quemado anuncia que algo va mal, humos y estruendos, y los que pueden mirar por la ventanilla avisan de que arde un motor de los dos de que dispone el aparatito revisado en Cuba, gracias a un acuerdo de “amigo” del Jefe de relaciones exteriores de la Cia Aérea. Algunas mascarillas saltan en clase económica, no así en clase madera que tienen sobre coste.
El piloto a través de la megafonía dice que no hay problemas, que se puede seguir muy bien con el otro motor y los de primera clase aplauden a rabiar, ya que tienen ganas de llegar, y seguir con la juerga en tierra, como la que se niegan a abandonar a bordo, aumentando la algarabía y alegando que los de Turista, son unos exagerados y unos aguafiestas catastrofistas.
Los de la clase madera apenas respiran y están convencidos que de esta no salen.
Los de la clase Turista, muchos confían en el piloto y en sus palabras animosas y se unen a los de Primera en la petición de continuar, no en la juerga. Todo menos interrumpir el vuelo.
Los que creen que es suicida no intentar aterrizar en algún aeropuerto alternativo o pista con posibilidades, son acallados por la orgia de los de primera y sus compinches de Turista, e incluso por muchos de la Madera.
Murphy por medio, el otro motor se para y el que se esta quemando ya le quedan unos minutos para reventar.
Así y todo el piloto, comenta por los altoparlantes, que el avión es seguro, la tripulación excelente y que planeará un poco, lo suficiente, con toda seguridad y que nos dejará suavemente en tierra. Que continuemos disfrutando del vuelo y si notamos algunas turbulencias o caídas libres es absolutamente normal y se debe a unas corrientes de aire que llegan del Golfo y provocan variaciones ajenas totalmente a la eficacia y pericia de aparatos y tripulación.
El final, pónganlo Vds. Desde la catástrofe más probable, al siniestro con supervivientes, caben muchas posibilidades, de momento el piloto, se ha unido a los de primera para echar unos brindis con canapés de autentico Beluga Iraní.
Todo parecido con la realidad es pura coincidencia, esto es un relato de ficción.
¿O no? Les suena, lo intuyo. A reflexionar.
L. Soriano.
Sus anuncios nos sugestionan con paisajes maravillosos, climas templados, suaves brisas y comidas y bebidas exóticas. Los precios de los pasajes son muy atractivos y hay 3 clases. First (primera o Business), Economy (turista), y Wood (clase madera), supereconómica y sin posibilidad de cambios ni servicios a bordo. En Primera viajan mayormente, directivos de la compañía, amiguetes y socios, incluso ejecutivos de otras compañías en situación de “frees”, gratis total, vamos.
Lo sugerente de la oferta nos hace que corramos en avalancha a sacar los últimos billetes y no dirigimos contentos al aeropuerto.
La primera impresión a la vista del “aparato”, que casualmente se llama Hispania, desanima a algunos, pero ¿Qué entendemos de aeronáutica, de aerodinámica y navegación aérea? Algunos timoratos, se quedan en tierra ante las risas e increpaciones de los pilotos y los pitidos de los de primera, pero no se fían mucho y tienen aversión a volar, máxime en este cacharrito muy oxidado, despintado y con mucho hollín negro alrededor de los motores.
Nada más despegar, cosa que le costó un buen rato de rodadura y un ruido espantoso que parecía que se desarmaba, crujiendo por todas partes, ya vemos que, en las clases posteriores, no funcionan las luces de lectura, ni la refrigeración, ni los asientos se reclinan.
Enseguida el piloto dirige unas palabritas de aire imperial, que estamos en la mejor compañía del mundo, con los mejores equipos del mundo y con los aviones mejor revisados y mantenidos del mundo.
En primera debe de haber una juerga monumental, que apenas se atisba tras las cortinillas cerradas nada más despegar. Ruido de tapones de champán, azafatas con uniformes de diseño muy sugerentes, asientos-camas súper ergonómicos, y carros de frutas, bebidas y manjares exquisitos.
La clase económica, va algo más asustada, los asientos son muy estrechos, y como decía nada funciona. Ni que decir que en la clase madera, casi una bodega, se va en Bancos de a tres cerca de la cola saltarina y estruendosa, no llega nada de lo poco que se reparte en la económica, y que no hay ni moqueta ni revestimientos de estructura, con el goteo de líquidos hidráulicos sobre los pasajeros de last minute.
De repente empiezan los problemas serios, un olor a quemado anuncia que algo va mal, humos y estruendos, y los que pueden mirar por la ventanilla avisan de que arde un motor de los dos de que dispone el aparatito revisado en Cuba, gracias a un acuerdo de “amigo” del Jefe de relaciones exteriores de la Cia Aérea. Algunas mascarillas saltan en clase económica, no así en clase madera que tienen sobre coste.
El piloto a través de la megafonía dice que no hay problemas, que se puede seguir muy bien con el otro motor y los de primera clase aplauden a rabiar, ya que tienen ganas de llegar, y seguir con la juerga en tierra, como la que se niegan a abandonar a bordo, aumentando la algarabía y alegando que los de Turista, son unos exagerados y unos aguafiestas catastrofistas.
Los de la clase madera apenas respiran y están convencidos que de esta no salen.
Los de la clase Turista, muchos confían en el piloto y en sus palabras animosas y se unen a los de Primera en la petición de continuar, no en la juerga. Todo menos interrumpir el vuelo.
Los que creen que es suicida no intentar aterrizar en algún aeropuerto alternativo o pista con posibilidades, son acallados por la orgia de los de primera y sus compinches de Turista, e incluso por muchos de la Madera.
Murphy por medio, el otro motor se para y el que se esta quemando ya le quedan unos minutos para reventar.
Así y todo el piloto, comenta por los altoparlantes, que el avión es seguro, la tripulación excelente y que planeará un poco, lo suficiente, con toda seguridad y que nos dejará suavemente en tierra. Que continuemos disfrutando del vuelo y si notamos algunas turbulencias o caídas libres es absolutamente normal y se debe a unas corrientes de aire que llegan del Golfo y provocan variaciones ajenas totalmente a la eficacia y pericia de aparatos y tripulación.
El final, pónganlo Vds. Desde la catástrofe más probable, al siniestro con supervivientes, caben muchas posibilidades, de momento el piloto, se ha unido a los de primera para echar unos brindis con canapés de autentico Beluga Iraní.
Todo parecido con la realidad es pura coincidencia, esto es un relato de ficción.
¿O no? Les suena, lo intuyo. A reflexionar.
L. Soriano.
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