domingo, 15 de febrero de 2009

PODER FEMENINO.-

En la campaña presidencial de Bill Clinton, a su esposa, la hoy Secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, se le ocurrió decir que pudo haberse quedado horneando galletitas de chocolate y tomando el té, pero que se había propuesto tener éxito en su profesión. Su afirmación se correspondía con todo el pensamiento y las acciones del rol de la mujer a partir del proceso de la liberación social y sexual de las féminas.
En su reciente campaña electoral para aspirar a la presidencia de su país, las palabras dieron un giro hacia la búsqueda de una imagen de mujer hogareña y maternal, al expresar el deseo de que “todos los niños deberían tener los cuidados que ella y su marido pudieron procurar para su hija Chelsea”
Nancy Pelosi, la primera mujer en alcanzar la posición de “Speaker” de la Cámara de Representantes del Congreso, en el discurso de su toma de posesión le daba las gracias a su marido, a sus cinco hijos y a sus nietos por haberle dado su amor, su apoyo y su confianza para pasar de la cocina al poder.
Parecía que el proceso de un entonces no muy lejano comenzaba a cambiar. La imagen de la mujer profesional y en competencia con el varón que se hizo válida, era la de demostrar su capacidad de decisión, su inteligencia, su fortaleza, su igualdad ante el varón, en pocas palabras, “su hombría”. No es coincidencia que la Primer Ministro de Inglaterra, Margaret Thatcher, fuera apodada con el sobrenombre de la Dama de Hierro.
A las señales enviadas a través de sus discursos hogareños de Hillary Clinton y de Nancy Peloci parecería ser que le sigue una nueva tendencia en la proyección de una imagen en la que coincida su condición de mujer con su capacidad profesional sin tener que demostrar la “hombría masculina”. Aparecen las poses y la moda.
Al llegar al poder en el 2004, el nuevo jefe del gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero decidió tener un gobierno ejecutivo de igual número de mujeres y de varones. Ocho ministras y ocho ministros. A pocos meses, las ocho ministras posaron cual modelos en los jardines del Palacio de la Moncloa para la publicación de un reportaje de la revista Vogue lo que provocó un revuelo informativo.
Entre pieles, con vestidos de miles de euros y el trabajo de tres maquilladores, cinco estilistas y un fotógrafo, las ministras aceptaron posar con el argumento de sacarle partido a su feminidad y pedir la igualdad de los sexos. Les llamaron las “ministras-vogue”.
En días recientes, Cristina Kirchner en su gira por España también provocó el revuelo de la prensa. Su estadía en España ha ocupado los espacios de la sección de moda de los medios de comunicación y por supuesto los comentarios de los programas llamados “rosa” de los medios audiovisuales. “Bien coqueta, la Presidenta lució una cartera baguette de mano, zapatos de gamuza en punta con apliques, aros de amatista, guantes color berenjena y pañuelo con flores”.Así la describe el periódico La Nación de Argentina en una de las fotos publicadas por el diario, sin dejar de mencionar el “car-ga-di-si-mo” maquillaje que ella acostumbra. Su “rostro botox” se incluye en la comidilla. Dice el escritor columnista Alfonso Ussía que “tiene botox hasta en la demagogia”.
Michelle Obama que ha ganado el galardón de la revista Vanity Fair como mejor vestida del 2008, aparecerá en la portada de la revista Vogue en la edición de marzo.
¿Feminización? ¿Deslizamiento hacia imágenes faranduleras?
Violeta Yangüela.
v.yanguela@codetel.net.do

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