domingo, 15 de febrero de 2009

DARWIN.-

No quería dejar pasar la oportunidad en su 200 (bi centésimo de su nacimiento) aniversario de aclamar, proclamar y reclamar los meritos de Mr. Charles Darwin. Si hay alguien, que con valentía y riesgo declaró lo que pensaba, tras sus concienzudos estudios y comparaciones, llegando a unas conclusiones absolutamente revolucionarias para el momento en que fueron expuestas, es, sin alguna duda Mr. Darwin.
Este hombre, que llega a la conclusión, casi herética en ese momento, de que las especies evolucionan a partir de las más fuertes y resistentes a los cambios que se operan en su entorno en un proceso lento pero grandioso de selección natural, cambia la concepción del mundo como un Galileo redivivo.
Cuando se embarca en el BEAGLE, por recomendación de su profesor y amigo de Cambridge Mr. Henslow, como naturalista, sin sueldo, poco o nada imaginaba, que iba a revolucionar el mundo con sus estudios y conocimientos, y el esbozo de sus teorías, que posteriormente plasmaría en su obra cumbre “La evolución de las especies”. Bomba atómica en un mundo lleno de catastrofistas y creacionistas, de religión muy mezclada en las decisiones políticas aún, y que no dejó por eso que le amilanara tanta artillería en su contra.
Así como la evolución sí fue generalmente aceptada y el lo pudo ver con sus propios ojos, la de la selección natural tardaría años en ser considerada una ciencia. Me refiero al nuevo Darwinismo (neodarwinismo), que se mezcla con las teorías genéticas del Padre G. Mendel integrándose la mutación y la herencia biológica, dándose explicación una a la otra. Es lo que en ambientes especializados se da por llamar “síntesis evolutiva moderna”.
Nadie mejor que el propio Darwin para explicarnos su teoría, que va más allá de las variaciones aleatorias de descendientes, y los efectos y cambios que producen en la continuidad o supervivencia, en sus características, y en su intención y éxito en la reproducción. A través de estos cambios durante siglos y generaciones producen las mutciones que dan origen a la larga a esa lenta pero firme evolución, de la que salen los más fuertes y mejor adaptados al medio a que se enfrentan y les rodea. Así pues ahí va su corta pero contundente explicación extractada de su “Origen de las especies”.
“Existen organismos que se reproducen y la progenie hereda características de sus progenitores, existen variaciones de características si el medio ambiente no admite a todos los miembros de una población en crecimiento. Entonces aquellos miembros de la población con características menos adaptadas (según lo determine su medio ambiente) morirán con mayor probabilidad. Entonces aquellos miembros con características mejor adaptadas sobrevivirán más probablemente.” Darwin, El Origen de las especies
Claro que, no me sentiría conforme, sin nombrar a A. Russell Wallace, y olvidándome en este bi-centenario, que el envío de su ensayo a Darwin precipitó la publicación conjunta de la Teoría, al contener un paralelismo asombroso entre dos personas que no se conocían y que llegaron, por caminos distintos y distantes aunque parecidos, a las mismas conclusiones. Darwin, hombre honesto y sin complejos, aceptó el Co- descubrimiento nada menos que ante la “Linnean Society of London”, fundada por el científico Carlos Linneo en 1788 y editora del famoso e incontestable “The linnean”, la publicación más autorizada y respetada en zoología, botánica y biología. Lo que se llama “Taxonomía” o ciencia de la clasificación de los organismos en taxones ordenados, que no son otra cosa que organismos emparentados. Todo esto es muy complicado, y nos habla de la Biología sistemática y de los árboles filogenéticos de los organismos estudiados, y así hasta el infinito.
Así pues juntos, ambos, a la vez, ante la Sociedad Linneana y toda la sociedad científica, el 1 de julio de 1859, presentaron conjuntamente la teoría, que además explica que la bonhomía es recompensada. Russell era un incansable viajero y Darwin se retiro a su casa de campo con su rica esposa y disfrutó de las muy merecidas mieles del triunfo y de de su noble actuación. Muchos ejemplos dió, y muy agradecidos debemos estar al saber un minúsculo ápice más de quienes somos y de donde venimos, así como enfrentar los retos vitales a que nos enfrentamos. Wallace, sobrevivió a Darwin, era catorce años más joven, dato este muy interesante y recibió también la medalla de oro de la Linneana, por supuesto.
Gracias y que ocupes en el firmamento el lugar que te corresponde, Sir Charles Darwin.
L. Soriano.
[1](e, independientemente, por
Alfred Russell Wallace), a evolutiva se considera la principal causa del origen de las especies y de su adaptación al medio. Darwin, El Origen de las especies

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