RESPONSABLES.
Agotamientos de destino aparte, la crisis, y no me canso de repetirlo, es mundialmente financiera, nacionalmente económica y regionalmente de estructura y modelo. El Turismo con mayúsculas no está en crisis ni en recesión. De suyo, crece, menos que hace un lustro, pero crece, y lo hace además sobre unas enormes cifras que la hacen ya la mayor industria de generación de riqueza y empleo.
Ocurre que los cambios ya no sólo son estructurales, sino coyunturales. Los gustos, los planes, las tendencias, las preferencias, las tecnologías, los transportes y las innovaciones mediáticas, lo han puesto patas arriba.
Una tumbona, al sol en un paradisíaca playa, con palmeras cocoteras y una piña colada, al son de un merengue con jóvenes esculturales y bronceados, con un libro en la mesita y dormitando la juerga de ayer, no es lo que todos buscan. Urbanitas, sol y playa, nieve, religiosas, temáticas, de fiestas ancestrales, culturales, de riesgo, ecológicos, picantes, en comida y en ambiente, extravagantes, de salud, de aventuras, de parques naturales, de “rain forest”, de giras musicales, y así hasta el infinito.
Cuando se ofrece un catalogo tan amplio se marea al cliente, eso lo sabemos todos los comerciales, pero así es este mundo ahora, y no lo vamos a hacer retroceder. En todo caso ira a más, cada vez nos exigirán más, se nos solicitará mucho más, a precios mejores, se nos pedirá que les sorprendamos por poco dinero, se nos demandará más atención, más exclusividad, más calidad, más dedicación.
Ponernos en el camino de las tendencias es imprescindible. Apostar por un modelo luego de reflexionar profundamente y pelear por él, un modelo diferenciador y distinguido, y efectuar las correcciones que la demanda exija, en el momento en que las exija.
Pero, ¿es posible conseguir todo esto?. Bien es verdad que deberíamos haber diseñado un modelo para 8 millones de visitantes/año, y elaboramos uno, que es el que tenemos que necesita 15 millones de turistas y con nivel de gasto relativamente importante, para nutrirse, ser eficaz y generar riqueza. En realidad hemos diseñado una utopía por no haber planificado. Hemos aceptado una rotura estacional porque a algunos comerciantes les iba mejor, pero se ha demostrado que al resto no. Se ha creado una sensación escasamente paliada de que aquí vivimos de lo que los Políticos de turno nos arrojan al pesebre, y se ha creado una estructura administrativa y fiscal imposible de sostener y menos que sea ágil, rápida y flexible ante los retos y las necesidades.
Ha llegado la hora de que alguien, con lo que hay que tener, nos hable de lo que realmente pasa, si quiere que se olvide de lo que ha pasado, que guarde el maquillaje y las acusaciones fáciles, pero que utilice la máxima de los Grandes remedios para los grandes Males.
Cirugía fiscal, cirugía administrativa, incentivos a inversores y concurso de ideas, de imaginación y de ilusión.
Ponernos en el mercado en suma, de donde se nos ha sacado por la impericia, ineptitud, despreocupación, ignorancia, falta de respeto al ciudadano y al visitante, impunidad, corrupción urbanística y de las otras, y un millar de males más que omito por no agotarles.
Es un paquete completo el que nos ha llevado hasta aquí. No hay responsables directos con nombres y apellidos, son, quizás somos, todos culpables. Es cierto que la voracidad recaudatoria y los imposibles costos laborales, normativa incumplible, lentitud y magnitud de tasas administrativas, oscuras leyes de territorio y urbanismo, moratorias con intención distinta, o no, a la obtenida, y la falta de Plan concreto, pero mucho menos uno o varios alternativos, preventivos, es gran parte del problema y lo hacen muy difícil si insisten en continuar así, no han previsto la reversa. Hemos consumido los réditos de la bonanza virtual, que era la desgracia a futuro, en gastos suntuarios y en “vivir”, siempre por encima de las posibilidades reales y con poca reflexión sobre nuestro futuro y enorme dependencia de lo aleatorio aunque fuera predecible. Poniendo en la misma cesta, en la frágil y delicada cesta, todas nuestras débiles estructuras y medios de vida, susceptibles de arruinarnos en un momento al romperse. No nos gustaba que nos dijeran las verdades. Aún hoy se teme decir a la gente que ciertas medidas urgentes, absolutamente necesarias para salir de estos atolladeros, por miedo a perder votos y ser apaleado socialmente. El repetido dicho alemán, “si dices la verdad no ganas elecciones”.
Por mi parte, prefiero ser feliz que tener razón, pero creo que tengo razón y esto no está para ser feliz. La vuelta a los Puertos Francos y la eliminación de la mayoría de los impuestos que afectan al turismo y no sean indirectos, podría ser un camino, largo, pero que apunte maneras. Reinventarlo todo.
No desdeñen nada por imposible que pueda parecer, solo burlar la muerte lo es.
A reflexionar.
L. Soriano.
Agotamientos de destino aparte, la crisis, y no me canso de repetirlo, es mundialmente financiera, nacionalmente económica y regionalmente de estructura y modelo. El Turismo con mayúsculas no está en crisis ni en recesión. De suyo, crece, menos que hace un lustro, pero crece, y lo hace además sobre unas enormes cifras que la hacen ya la mayor industria de generación de riqueza y empleo.
Ocurre que los cambios ya no sólo son estructurales, sino coyunturales. Los gustos, los planes, las tendencias, las preferencias, las tecnologías, los transportes y las innovaciones mediáticas, lo han puesto patas arriba.
Una tumbona, al sol en un paradisíaca playa, con palmeras cocoteras y una piña colada, al son de un merengue con jóvenes esculturales y bronceados, con un libro en la mesita y dormitando la juerga de ayer, no es lo que todos buscan. Urbanitas, sol y playa, nieve, religiosas, temáticas, de fiestas ancestrales, culturales, de riesgo, ecológicos, picantes, en comida y en ambiente, extravagantes, de salud, de aventuras, de parques naturales, de “rain forest”, de giras musicales, y así hasta el infinito.
Cuando se ofrece un catalogo tan amplio se marea al cliente, eso lo sabemos todos los comerciales, pero así es este mundo ahora, y no lo vamos a hacer retroceder. En todo caso ira a más, cada vez nos exigirán más, se nos solicitará mucho más, a precios mejores, se nos pedirá que les sorprendamos por poco dinero, se nos demandará más atención, más exclusividad, más calidad, más dedicación.
Ponernos en el camino de las tendencias es imprescindible. Apostar por un modelo luego de reflexionar profundamente y pelear por él, un modelo diferenciador y distinguido, y efectuar las correcciones que la demanda exija, en el momento en que las exija.
Pero, ¿es posible conseguir todo esto?. Bien es verdad que deberíamos haber diseñado un modelo para 8 millones de visitantes/año, y elaboramos uno, que es el que tenemos que necesita 15 millones de turistas y con nivel de gasto relativamente importante, para nutrirse, ser eficaz y generar riqueza. En realidad hemos diseñado una utopía por no haber planificado. Hemos aceptado una rotura estacional porque a algunos comerciantes les iba mejor, pero se ha demostrado que al resto no. Se ha creado una sensación escasamente paliada de que aquí vivimos de lo que los Políticos de turno nos arrojan al pesebre, y se ha creado una estructura administrativa y fiscal imposible de sostener y menos que sea ágil, rápida y flexible ante los retos y las necesidades.
Ha llegado la hora de que alguien, con lo que hay que tener, nos hable de lo que realmente pasa, si quiere que se olvide de lo que ha pasado, que guarde el maquillaje y las acusaciones fáciles, pero que utilice la máxima de los Grandes remedios para los grandes Males.
Cirugía fiscal, cirugía administrativa, incentivos a inversores y concurso de ideas, de imaginación y de ilusión.
Ponernos en el mercado en suma, de donde se nos ha sacado por la impericia, ineptitud, despreocupación, ignorancia, falta de respeto al ciudadano y al visitante, impunidad, corrupción urbanística y de las otras, y un millar de males más que omito por no agotarles.
Es un paquete completo el que nos ha llevado hasta aquí. No hay responsables directos con nombres y apellidos, son, quizás somos, todos culpables. Es cierto que la voracidad recaudatoria y los imposibles costos laborales, normativa incumplible, lentitud y magnitud de tasas administrativas, oscuras leyes de territorio y urbanismo, moratorias con intención distinta, o no, a la obtenida, y la falta de Plan concreto, pero mucho menos uno o varios alternativos, preventivos, es gran parte del problema y lo hacen muy difícil si insisten en continuar así, no han previsto la reversa. Hemos consumido los réditos de la bonanza virtual, que era la desgracia a futuro, en gastos suntuarios y en “vivir”, siempre por encima de las posibilidades reales y con poca reflexión sobre nuestro futuro y enorme dependencia de lo aleatorio aunque fuera predecible. Poniendo en la misma cesta, en la frágil y delicada cesta, todas nuestras débiles estructuras y medios de vida, susceptibles de arruinarnos en un momento al romperse. No nos gustaba que nos dijeran las verdades. Aún hoy se teme decir a la gente que ciertas medidas urgentes, absolutamente necesarias para salir de estos atolladeros, por miedo a perder votos y ser apaleado socialmente. El repetido dicho alemán, “si dices la verdad no ganas elecciones”.
Por mi parte, prefiero ser feliz que tener razón, pero creo que tengo razón y esto no está para ser feliz. La vuelta a los Puertos Francos y la eliminación de la mayoría de los impuestos que afectan al turismo y no sean indirectos, podría ser un camino, largo, pero que apunte maneras. Reinventarlo todo.
No desdeñen nada por imposible que pueda parecer, solo burlar la muerte lo es.
A reflexionar.
L. Soriano.
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