MAS CUENTOS.
Gracias al ex presidente Bush, hoy las cosas en Irak marchan razonablemente bien. Al-Qaeda y los islamistas muerden poco a poco el polvo, cada vez más aislados y a la defensiva. La violencia disminuye y se están sentando las bases de un orden político digno. Los iraquíes asumen cada vez con mayor entusiasmo el juego democrático. Es verdad que aún queda bastante para hablar de victoria democrática en Irak, pero todo parece indicar que en el futuro las cosas irán a mejor. Incluso Obama, tras toda esa demagogia pacifista que entusiasmó a la izquierda española, prefiere conservar el éxito logrado cuando anuncia que mantendrá decenas de miles de soldados allí.
Durante la sangrienta postguerra, quienes hacían la guerra a la guerra sacaban pecho ante la perspectiva de derrota. Bien. Ahora, ante la perspectiva de victoria, toca que lo hagan quienes la apoyaron. Podría hacerlo el PP. En Irak, su Gobierno hizo lo que debía. Actúo legítimamente en defensa de los intereses de España, de la legalidad internacional – la de verdad, la que se debe hacer cumplir, no la que se promulga pero no se respeta –, y de acuerdo con la inmensa mayoría de la comunidad internacional y europea que – pese a lo que ZP cree – era algo más que Schröder, Chirac y Putin. Aunque actúo de manera algo timorata, el Gobierno de entonces ni mintió, ni manipuló ni engañó. Para eso estaba la izquierda en la calle.
Y sobre todo el PP acertó moralmente, porque pese a lo que Zapatero piense, la libertad es una causa noble, por la que merece la pena luchar. A estas alturas, cuando Irak está en un proceso de transición democrática, Zapatero podría dar explicaciones: por qué su solución para los iraquíes era más Saddam, más torturas y más fosas comunes. Ante esto, hoy no hay nada de lo que el PP deba avergonzarse. Si alguien debe acabar pidiendo perdón a los iraquíes por su actitud de hace seis años, son aquellos que pretendían que Saddam Hussein perpetuara su régimen de terror. Zapatero el primero.
No sólo eso. Si durante la guerra Zapatero y los suyos hicieron el juego a Saddam, después aún fue peor. Se retiró ante los terroristas en Irak y animó a los demás a hacerlo. Si su paz consistía primero en dejar las manos libres a Saddam, después pretendió dejárselas a Al-Qaeda. Cuando en Irak se dirimía la lucha entre democracia y totalitarismo, Zapatero siempre se puso en contra de la primera. No deja de ser de humor negro que hoy, para cubrir sus vergüenzas en Kosovo, eche mano de la guerra de Irak. Una guerra que él personalmente está empezando a perder porque Estados Unidos la está empezando a ganar.
No nos cansaremos de repetirlo. En relación con Irak, el comportamiento del Gobierno de Aznar fue infinitamente más decente que el comportamiento del PSOE de Zapatero. Éste debiera estar dando aún hoy explicaciones; a disidentes, torturados, o víctimas del terrorismo islamista. En lugar de eso, sigue pidiéndolas a quienes colaboraron en liberar Irak y combatir al terror, porque de manera suicida e imprudente la derecha decidió hacer suya la interpretación de la guerra que hizo la izquierda. Ése es el problema. La derecha respecto a Irak lo hizo bien y ahora podría recoger los frutos y hacérselos tragar a la izquierda, que preferiría que todo fuese mal en Bagdad. Pero no sólo no lo hace, sino que aceptó mansurronamente la interpretación izquierdista.
¿Creyó que así le dejarían en paz? Gran error, porque el paso del tiempo está dando la razón a la derecha en esto, como en todos los demás temas, pero la voz cantante la sigue llevando la izquierda. Da igual lo que ocurra en realidad, que Zapatero sigue empleándola obsesivamente contra el PP. Así por ejemplo, también el juicio por el Prestige – primer ensayo de lo que ocurrió con la guerra de Irak y con el 11M en la calle –, muestra que la historia está dando la razón al PP, pero la iniciativa la sigue llevando la izquierda. También la historia está dando la razón al Gobierno del PP en Irak, con su progresiva mejora. Lástima que la derecha siga empeñada en dejar que sea Zapatero el que dicte sentencia sobre la guerra de Irak, una guerra de la que él está empezando a ser uno de los perdedores. Ahora bien, haría falta que sus ganadores se lo recordaran.
GEES. libertad digital.
Gracias al ex presidente Bush, hoy las cosas en Irak marchan razonablemente bien. Al-Qaeda y los islamistas muerden poco a poco el polvo, cada vez más aislados y a la defensiva. La violencia disminuye y se están sentando las bases de un orden político digno. Los iraquíes asumen cada vez con mayor entusiasmo el juego democrático. Es verdad que aún queda bastante para hablar de victoria democrática en Irak, pero todo parece indicar que en el futuro las cosas irán a mejor. Incluso Obama, tras toda esa demagogia pacifista que entusiasmó a la izquierda española, prefiere conservar el éxito logrado cuando anuncia que mantendrá decenas de miles de soldados allí.
Durante la sangrienta postguerra, quienes hacían la guerra a la guerra sacaban pecho ante la perspectiva de derrota. Bien. Ahora, ante la perspectiva de victoria, toca que lo hagan quienes la apoyaron. Podría hacerlo el PP. En Irak, su Gobierno hizo lo que debía. Actúo legítimamente en defensa de los intereses de España, de la legalidad internacional – la de verdad, la que se debe hacer cumplir, no la que se promulga pero no se respeta –, y de acuerdo con la inmensa mayoría de la comunidad internacional y europea que – pese a lo que ZP cree – era algo más que Schröder, Chirac y Putin. Aunque actúo de manera algo timorata, el Gobierno de entonces ni mintió, ni manipuló ni engañó. Para eso estaba la izquierda en la calle.
Y sobre todo el PP acertó moralmente, porque pese a lo que Zapatero piense, la libertad es una causa noble, por la que merece la pena luchar. A estas alturas, cuando Irak está en un proceso de transición democrática, Zapatero podría dar explicaciones: por qué su solución para los iraquíes era más Saddam, más torturas y más fosas comunes. Ante esto, hoy no hay nada de lo que el PP deba avergonzarse. Si alguien debe acabar pidiendo perdón a los iraquíes por su actitud de hace seis años, son aquellos que pretendían que Saddam Hussein perpetuara su régimen de terror. Zapatero el primero.
No sólo eso. Si durante la guerra Zapatero y los suyos hicieron el juego a Saddam, después aún fue peor. Se retiró ante los terroristas en Irak y animó a los demás a hacerlo. Si su paz consistía primero en dejar las manos libres a Saddam, después pretendió dejárselas a Al-Qaeda. Cuando en Irak se dirimía la lucha entre democracia y totalitarismo, Zapatero siempre se puso en contra de la primera. No deja de ser de humor negro que hoy, para cubrir sus vergüenzas en Kosovo, eche mano de la guerra de Irak. Una guerra que él personalmente está empezando a perder porque Estados Unidos la está empezando a ganar.
No nos cansaremos de repetirlo. En relación con Irak, el comportamiento del Gobierno de Aznar fue infinitamente más decente que el comportamiento del PSOE de Zapatero. Éste debiera estar dando aún hoy explicaciones; a disidentes, torturados, o víctimas del terrorismo islamista. En lugar de eso, sigue pidiéndolas a quienes colaboraron en liberar Irak y combatir al terror, porque de manera suicida e imprudente la derecha decidió hacer suya la interpretación de la guerra que hizo la izquierda. Ése es el problema. La derecha respecto a Irak lo hizo bien y ahora podría recoger los frutos y hacérselos tragar a la izquierda, que preferiría que todo fuese mal en Bagdad. Pero no sólo no lo hace, sino que aceptó mansurronamente la interpretación izquierdista.
¿Creyó que así le dejarían en paz? Gran error, porque el paso del tiempo está dando la razón a la derecha en esto, como en todos los demás temas, pero la voz cantante la sigue llevando la izquierda. Da igual lo que ocurra en realidad, que Zapatero sigue empleándola obsesivamente contra el PP. Así por ejemplo, también el juicio por el Prestige – primer ensayo de lo que ocurrió con la guerra de Irak y con el 11M en la calle –, muestra que la historia está dando la razón al PP, pero la iniciativa la sigue llevando la izquierda. También la historia está dando la razón al Gobierno del PP en Irak, con su progresiva mejora. Lástima que la derecha siga empeñada en dejar que sea Zapatero el que dicte sentencia sobre la guerra de Irak, una guerra de la que él está empezando a ser uno de los perdedores. Ahora bien, haría falta que sus ganadores se lo recordaran.
GEES. libertad digital.
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