HISTORIA DE LA VIDA. LA BACTERIA QUE SE CONVIRTIÓ EN DINOSAURIO.
El aumento de los niveles de oxígeno en el planeta en dos fases muy concretas del pasado está detrás del proceso evolutivo que convirtió a unas bacterias invisibles al ojo humano en unos seres vivos tan gigantescos como un dinosaurio, una secuoya o una ballena.
La investigación desarrollada por un equipo de 13 científicos, dirigidos por Jonathan Payne, de la Universidad de Stanford (EE. UU.), apunta a que este aumento biológico se produjo en dos periodos diferentes de los 3.500 millones de años de vida en el planeta y que fueron fases relativamente cortas: menos del 20% de esa historia.
Para realizar este trabajo, que da luz a uno de los misterios más asombrosos de la vida, los investigadores se centraron en analizar y comparar el tamaño máximo que había conseguido cada uno de los seres vivos, desde las bacterias procariotas (organismos unicelulares muy primitivos que han desarrollado membrana nuclear) a las eucariotas (más complejas, y por tanto posteriores), los metazoan y las plantas vasculares.
Todos estos organismos vivieron a partir de un momento determinado del periodo Arcaico (hace entre 4.000 y 2.500 millones de años) y aún existen en nuestros días. Estudiando los registros fósiles que han dejado, observaron que habían aumentado su tamaño hasta 16 veces en los últimos 3.500 millones de años, como publican esta semana en la revista 'Proceedings of National Academy of Science (PNAS)'.
Pero lo más sorprendente es que ese aumento fue episódico: un salto de seis veces sus dimensiones ocurrió a mitad del Paleoproterozoico, hace 1.900 millones de años, y otra en el Ordovícico (hace entre 600 y 450 millones de años). Es decir, que más del 75% del aumento del tamaño de los seres vivos ocurrió en dos momentos no muy largos.
MÁS OXÍGENO.
Observaron, además, que ambos momentos ocurrieron tras dos incrementos en la oxigenación del planeta. "La conexión entre estos dos episodios de aumento de tamaño y la mayor oxigenación ha hicimos de forma inmediata porque, desde hace décadas, estudiar las curvas de oxígeno atmosférico es un objetivo de gran interés para los científicos", asegura Payne.
Recreación de un dinosaurio con cresta hallado en México (Foto: Gaston Designe)
El biólogo norteamericano destaca que lo realmente interesante fue descubrir que "cada uno de esos pasos es correlativo con un momento en el que la vida se hizo más compleja: primero surgió la célula eucariota y luego los organismos multicelulares". Volviendo la vista al pasado, hay que recordar que cuando surgieron las primeras bacterias no había oxígeno en la Tierra. Y que durante los primeros 1.500 millones de años de vida en la Tierra esos microorganismos eran sólo unicelulares, lo que les otorgaba un crecimiento de tamaño muy limitado. El aumento de sus dimensiones sólo fue posible con la llegada de organismos más complejos, hace 2.000 millones de años.
Pero antes, algo cambió: en el periodo Arcaico (hace más de 3.000 millones de años), hubo unas bacterias primitivas que 'inventaron' un metabolismo nuevo: les permitía usar la energía del sol y el dióxido de carbono para nutrirse, es decir, crearon la fotosíntesis que genera el oxígeno.
Pronto, estas bacterias llenaron con el nuevo elemento los océanos y también la atmósfera, como aún ocurre hoy. De hecho, los mares son grandes captadores de dióxido de carbono atmosférico. Fue ese preciado y peligroso oxígeno libre el que hizo posible que la vida evolucionara: los organismos desarrollaron un núcleo que contenía su material genético.
Más adelante, las células eucariotas llegaron a la tierra y desarrollaron estructuras celulares más grandes. En 200 millones de años, los organismos invisibles pasaron a ser del tamaño de una moneda de 10 céntimos.
LLEGAN LOS 'MULTICELULARES'.
Durante otros mil millones de años, la vida languideció como simples células bacterianas, hasta la transición del Precámbrico al Cámbrico, hace unos 540 millones de años cuando, de nuevo, el nivel de oxígeno atmosférico aumentó notablemente, hasta alcanzar el 10% de su concentración actual.
Muchos científicos mantienen que ese segundo aumento era la llave fundamental para que la vida fuera multicelular. Una vez que ese nuevo nivel se alcanzó, los límites del tamaño a los que se constreñían los organismos unicelulares desaparecieron.
En poco tiempo evolutivo, es decir, en unos cientos de millones de años, se pasó de los organismos del tamaño de una moneda a otros gigantescos, como los cefalópodos del Ordovícico, con más de tres metros de largo. Más adelante vendrían los dinosaurios, aunque algunos animales anteriores ya habían sido más gigantescos.
Michal Kowalewxski, otro de los autores de este trabajo, recuerda que antes de su estudio la referencia en esta materia era el gráfico que hizo J.T. Bonner, hace más de 40 años, sobre el tamaño de los organismos.
"Una creencia común era que el tamaño había aumentado con la complejidad de los animales o que cambió lentamente a través del tiempo, pero no sabíamos cómo ese cambio se produjo en un grupo de organismos. ¿Aumentó rápidamente tras su aparición y luego disminuyó, o viceversa. Nuestro estudio trataba de responder a esta pregunta, cuando nos encontramos con un patrón en todos los casos", concluye.
DARWIN VS DIOS.
Charles Robert Darwin supo desde el principio que su Teoría de la Evolución iba a caer como una irreverente bomba sobre los dogmas establecidos de la fe cristiana. No es de extrañar, por lo tanto, que se pasara más de dos décadas dándole vueltas a lo que el filósofo Daniel Dennett bautizó como su «peligrosa idea», hasta que finalmente se atrevió a publicar 'El Origen de las Especies'.
Poco antes de que esta osada obra viera la luz, en una carta que escribió a su amigo Joseph Hooker, Darwin confesó que se sentía «como un hombre a punto de confesar un crimen». No era para menos. En la Inglaterra victoriana del siglo XIX, la idea de que todas las especies vivas —incluyendo el ser humano— no habían sido engendradas de un día para otro por la mano de Dios, sino que habían evolucionado durante millones de años mediante un proceso de selección natural, suponía una insolente blasfemia.
Para comprender hasta qué punto Darwin era perfectamente consciente de la polémica que sus ideas iban a desencadenar, hay que tener en cuenta su propia trayectoria personal e intelectual. Al fin y al cabo, en su juventud el 'padre de la evolución' estudió teología en la Universidad de Cambridge con la intención de convertirse en sacerdote de la Iglesia Anglicana, y no cuestionaba la validez de la Biblia como fuente sagrada para explicar el origen del mundo. Sin embargo, a lo largo de los años, y sobre todo tras la experiencia transformadora que vivió durante su aventura científica a bordo del Beagle, la fe de Darwin se fue erosionando ante el cúmulo de evidencias que contradecían todas las verdades supuestamente incuestionables del Libro del Génesis.
El creciente escepticismo del naturalista frente a la religión se convirtió en una dolorosa fuente de tensión con su devota esposa Emma, sobre todo desde que en 1849 dejó de ir a misa los domingos, y decidió dedicar el rato que su familia pasaba en la iglesia a pasear por el campo para seguir reflexionando sobre sus ideas. Dos años después, la muerte de su adorada hija Annie, como consecuencia de una tuberculosis que acabó con su vida a los 10 años, fue la puntilla que le hizo perder definitivamente la fe. Para Darwin, la crueldad y el sufrimiento de un mundo donde él había comprobado cómo algunas avispas se alimentaban de los cuerpos vivos de los gusanos en la dura lucha por la supervivencia, o donde morían niños inocentes como su queridísima Annie, no parecían compatibles con la existencia de un Dios omnipotente que se preocupara por sus criaturas. Sin embargo, a pesar de todo, Darwin nunca quiso definirse públicamente como ateo, y dejó escrito que «el agnosticismo es una descripción más correcta de mi postura».
Como era de esperar, la publicación de 'El Origen de las Especies' en 1859 desató un escándalo descomunal en la sociedad británica, y Darwin tuvo que sufrir la humillación de ver su inconfundible rostro barbudo caricaturizado sobre el cuerpo de un mono. Al mismo tiempo, las autoridades eclesiásticas de la Iglesia Anglicana denunciaron que la Teoría de la Evolución constituía la visión más degradante del ser humano jamás concebida, y alguno incluso llegó a compararle con la serpiente del Jardín del Edén, por intentar pervertir a la sociedad británica con sus «ideas perversas».
A Darwin toda esta polémica no debió sorprenderle demasiado, ya que conocía de primera mano, dentro de su propio hogar, los conflictos religiosos que podían provocar sus teorías. Lo que sin duda le hubiera chocado mucho más es descubrir que 150 años después, las llamas de esta controversia todavía no se han apagado en el mundo del siglo XXI.
EL OTRO CHARLES.
Amable, cercano, familiar y con un gran sentido del humor.Los cuadernos de Darwin no sólo revelan datos sobre sus teorías e investigaciones, también contienen detalles sobre una personalidad y una vida llena de contradicciones y sobresaltos que nos descubren al otro Charles.
SIN PENA NI GLORIA.
Lugar: Conferencia en la sociedad Linneana de Londres. Tema: Teoría sobre el origen de las especies. Expositores: Charles Lyell y Joseph Hooker -dos amigos del 'padre' de la evolución-. Respuesta: frialdad y silencio absoluto. La primera vez que la teoría de Darwin vio la luz de forma 'oficial' pasó sin pena ni gloria. Era el 1 de Julio de 1858 y, después de 20 años 'en nevera', se acercaba el momento de que el libro del científico abriera la herida. Según el experto John Van Wyhe, estudioso de los cuadernos de Darwin, este retraso no fue cuestión de miedo, ni por los problemas que este trabajo le provocaba con su creyente esposa Emma. Simplemente «estaba ocupado».
OCULTO DEL 'OJO PÚBLICO'.
Durante toda la gestación de su Teoría de la Evolución, e incluso después de su publicación, Charles Darwin se mantuvo encerrado en su casa, rodeado de apuntes y teorías... El científico, enemigo de la controversia y la polémica, era consciente del revuelo que iba a provocar su «crimen», como él mismo definió 'El origen de las especies'. Mientras veía cómo le caricaturizaban en distintas publicaciones británicas con cuerpo de simio, continuó con sus investigaciones intentando, a su manera, no avivar más el fuego, mientras su teoría cobraba fuerza y adeptos.
DE MÉDICO A CLÉRIGO Y DE CLÉRIGO... A 'REVOLUCIONARIO'.
¿Alguien capaz de formular la Teoría de la Evolución no debería haber sido un estudiante de matrícula? Nada más lejos de la realidad. Charles Darwin se aburría en sus clases de medicina, sobre todo en las de cirugía -incluso algunos seguidores del científico apuntan a que en esta etapa tenía fama de juerguista y disoluto-. La teología fue su siguiente paso y también su siguiente 'fracaso'. Sus aficiones, clases extras y amigos se centraron en el mundo de la geología y la botánica durante sus años de estudiante. Ambas especialidades (medicina y teología) le fueron 'recomendadas' por su padre. Pero el joven Charles decidió seguir los pasos de su abuelo Erasmus, quien publicó un libro titulado 'La Zoonomía'.
LA 'CIENCIA' DEL MATRIMONIO Y LA FAMILIA.
Darwin era un hombre tan metódico que hasta el matrimonio se convirtió para él en una cuestión 'científica'. Cuando a los 29 años se planteó la posibilidad de pedirle a su prima Emma que se casara con él, elaboró una exhaustiva lista de 'pros' y 'contras' antes de tomar la decisión definitiva. Le preocupaba que compartir su vida con una mujer e hijos pudiera obstaculizar el desarrollo de su gran proyecto intelectual. Por eso, en su lista de 'contras' anotó frases como «vida social frívola», «menos tiempo para conversar con hombres inteligentes» y «menos dinero para libros». Al final la balanza se desequilibró a favor de la opción que definió como «una buena mujer en el sofá», con los siguientes argumentos: «Niños (si Dios quiere) — compañía constante (y amiga en la vejez) que mostrará interés en mí — objeto para amar y jugar (mejor que un perro, desde luego) — Estas cosas son buenas para la salud, aunque supongan una terrible pérdida de tiempo». Como lo analizaba todo con ojos de científico, escribiría años después de uno de sus hijos: «Durante la primera semana bostezaba y se estiraba como un anciano».
EL BEAGLE.
Tras el 'fracaso' en sus estudios, Darwin se planteó dar un giro a su vida y realizar un viaje a Tenerife y sumergirse en su naturaleza. Pero en este proyecto se cruzó el Beagle. El lugar donde se gestó 'El origen de las especies', donde escribió su diario personal y donde se descubre como un hombre amable y muy familiar. El lugar donde... se mareaba. El 'padre de la evolución' se sentía con frecuencia indispuesto en el barco.
DARWIN Y LAS ORQUÍDEAS.
Mientras su Teoría de la Evolución continuaba despertando todo tipo de críticas, Darwin se centraba en la orquídea para estudiar las adaptaciones evolutivas y la variedad de formas. No se sabe el por qué de esta elección, lo que sí se sabe es que esta flor era utilizada por los creacionistas como ejemplo de belleza de la mano de Dios. Muchas de sus anotaciones e investigaciones iban acompañadas de dibujos, pero su habilidad para este arte no era la misma que como pensador y teorizador. Consciente de ello, encargó a su amigo John Gould la importante tarea de ilustrar sus teorías, todo tipo de animales, plantas y flores fueron plasmados por su pincel.
SU RELACIÓN CON ESPAÑA.
Según el experto John Van Wyhe, Charles Darwin sabía español o al menos tenía conocimientos básicos: «En otro caso, era imposible que conociera tantos detalles de especies locales de Latinoamérica, que le transmitían los guías y las gentes de los lugares». En España su teoría tuvo una gran acogida. Un año después de que 'El origen de las especies' saliera a la venta en Sevilla, el profesor de Universidad Antonio Machado y Núñez, abuelo de los poetas, ya hacía referencia a ella - y a la obra de Félix de Azara - en sus clases. No obstante, sólo cinco de sus obras han sido traducidas y editadas en nuestro país.
El aumento de los niveles de oxígeno en el planeta en dos fases muy concretas del pasado está detrás del proceso evolutivo que convirtió a unas bacterias invisibles al ojo humano en unos seres vivos tan gigantescos como un dinosaurio, una secuoya o una ballena.
La investigación desarrollada por un equipo de 13 científicos, dirigidos por Jonathan Payne, de la Universidad de Stanford (EE. UU.), apunta a que este aumento biológico se produjo en dos periodos diferentes de los 3.500 millones de años de vida en el planeta y que fueron fases relativamente cortas: menos del 20% de esa historia.
Para realizar este trabajo, que da luz a uno de los misterios más asombrosos de la vida, los investigadores se centraron en analizar y comparar el tamaño máximo que había conseguido cada uno de los seres vivos, desde las bacterias procariotas (organismos unicelulares muy primitivos que han desarrollado membrana nuclear) a las eucariotas (más complejas, y por tanto posteriores), los metazoan y las plantas vasculares.
Todos estos organismos vivieron a partir de un momento determinado del periodo Arcaico (hace entre 4.000 y 2.500 millones de años) y aún existen en nuestros días. Estudiando los registros fósiles que han dejado, observaron que habían aumentado su tamaño hasta 16 veces en los últimos 3.500 millones de años, como publican esta semana en la revista 'Proceedings of National Academy of Science (PNAS)'.
Pero lo más sorprendente es que ese aumento fue episódico: un salto de seis veces sus dimensiones ocurrió a mitad del Paleoproterozoico, hace 1.900 millones de años, y otra en el Ordovícico (hace entre 600 y 450 millones de años). Es decir, que más del 75% del aumento del tamaño de los seres vivos ocurrió en dos momentos no muy largos.
MÁS OXÍGENO.
Observaron, además, que ambos momentos ocurrieron tras dos incrementos en la oxigenación del planeta. "La conexión entre estos dos episodios de aumento de tamaño y la mayor oxigenación ha hicimos de forma inmediata porque, desde hace décadas, estudiar las curvas de oxígeno atmosférico es un objetivo de gran interés para los científicos", asegura Payne.
Recreación de un dinosaurio con cresta hallado en México (Foto: Gaston Designe)
El biólogo norteamericano destaca que lo realmente interesante fue descubrir que "cada uno de esos pasos es correlativo con un momento en el que la vida se hizo más compleja: primero surgió la célula eucariota y luego los organismos multicelulares". Volviendo la vista al pasado, hay que recordar que cuando surgieron las primeras bacterias no había oxígeno en la Tierra. Y que durante los primeros 1.500 millones de años de vida en la Tierra esos microorganismos eran sólo unicelulares, lo que les otorgaba un crecimiento de tamaño muy limitado. El aumento de sus dimensiones sólo fue posible con la llegada de organismos más complejos, hace 2.000 millones de años.
Pero antes, algo cambió: en el periodo Arcaico (hace más de 3.000 millones de años), hubo unas bacterias primitivas que 'inventaron' un metabolismo nuevo: les permitía usar la energía del sol y el dióxido de carbono para nutrirse, es decir, crearon la fotosíntesis que genera el oxígeno.
Pronto, estas bacterias llenaron con el nuevo elemento los océanos y también la atmósfera, como aún ocurre hoy. De hecho, los mares son grandes captadores de dióxido de carbono atmosférico. Fue ese preciado y peligroso oxígeno libre el que hizo posible que la vida evolucionara: los organismos desarrollaron un núcleo que contenía su material genético.
Más adelante, las células eucariotas llegaron a la tierra y desarrollaron estructuras celulares más grandes. En 200 millones de años, los organismos invisibles pasaron a ser del tamaño de una moneda de 10 céntimos.
LLEGAN LOS 'MULTICELULARES'.
Durante otros mil millones de años, la vida languideció como simples células bacterianas, hasta la transición del Precámbrico al Cámbrico, hace unos 540 millones de años cuando, de nuevo, el nivel de oxígeno atmosférico aumentó notablemente, hasta alcanzar el 10% de su concentración actual.
Muchos científicos mantienen que ese segundo aumento era la llave fundamental para que la vida fuera multicelular. Una vez que ese nuevo nivel se alcanzó, los límites del tamaño a los que se constreñían los organismos unicelulares desaparecieron.
En poco tiempo evolutivo, es decir, en unos cientos de millones de años, se pasó de los organismos del tamaño de una moneda a otros gigantescos, como los cefalópodos del Ordovícico, con más de tres metros de largo. Más adelante vendrían los dinosaurios, aunque algunos animales anteriores ya habían sido más gigantescos.
Michal Kowalewxski, otro de los autores de este trabajo, recuerda que antes de su estudio la referencia en esta materia era el gráfico que hizo J.T. Bonner, hace más de 40 años, sobre el tamaño de los organismos.
"Una creencia común era que el tamaño había aumentado con la complejidad de los animales o que cambió lentamente a través del tiempo, pero no sabíamos cómo ese cambio se produjo en un grupo de organismos. ¿Aumentó rápidamente tras su aparición y luego disminuyó, o viceversa. Nuestro estudio trataba de responder a esta pregunta, cuando nos encontramos con un patrón en todos los casos", concluye.
DARWIN VS DIOS.
Charles Robert Darwin supo desde el principio que su Teoría de la Evolución iba a caer como una irreverente bomba sobre los dogmas establecidos de la fe cristiana. No es de extrañar, por lo tanto, que se pasara más de dos décadas dándole vueltas a lo que el filósofo Daniel Dennett bautizó como su «peligrosa idea», hasta que finalmente se atrevió a publicar 'El Origen de las Especies'.
Poco antes de que esta osada obra viera la luz, en una carta que escribió a su amigo Joseph Hooker, Darwin confesó que se sentía «como un hombre a punto de confesar un crimen». No era para menos. En la Inglaterra victoriana del siglo XIX, la idea de que todas las especies vivas —incluyendo el ser humano— no habían sido engendradas de un día para otro por la mano de Dios, sino que habían evolucionado durante millones de años mediante un proceso de selección natural, suponía una insolente blasfemia.
Para comprender hasta qué punto Darwin era perfectamente consciente de la polémica que sus ideas iban a desencadenar, hay que tener en cuenta su propia trayectoria personal e intelectual. Al fin y al cabo, en su juventud el 'padre de la evolución' estudió teología en la Universidad de Cambridge con la intención de convertirse en sacerdote de la Iglesia Anglicana, y no cuestionaba la validez de la Biblia como fuente sagrada para explicar el origen del mundo. Sin embargo, a lo largo de los años, y sobre todo tras la experiencia transformadora que vivió durante su aventura científica a bordo del Beagle, la fe de Darwin se fue erosionando ante el cúmulo de evidencias que contradecían todas las verdades supuestamente incuestionables del Libro del Génesis.
El creciente escepticismo del naturalista frente a la religión se convirtió en una dolorosa fuente de tensión con su devota esposa Emma, sobre todo desde que en 1849 dejó de ir a misa los domingos, y decidió dedicar el rato que su familia pasaba en la iglesia a pasear por el campo para seguir reflexionando sobre sus ideas. Dos años después, la muerte de su adorada hija Annie, como consecuencia de una tuberculosis que acabó con su vida a los 10 años, fue la puntilla que le hizo perder definitivamente la fe. Para Darwin, la crueldad y el sufrimiento de un mundo donde él había comprobado cómo algunas avispas se alimentaban de los cuerpos vivos de los gusanos en la dura lucha por la supervivencia, o donde morían niños inocentes como su queridísima Annie, no parecían compatibles con la existencia de un Dios omnipotente que se preocupara por sus criaturas. Sin embargo, a pesar de todo, Darwin nunca quiso definirse públicamente como ateo, y dejó escrito que «el agnosticismo es una descripción más correcta de mi postura».
Como era de esperar, la publicación de 'El Origen de las Especies' en 1859 desató un escándalo descomunal en la sociedad británica, y Darwin tuvo que sufrir la humillación de ver su inconfundible rostro barbudo caricaturizado sobre el cuerpo de un mono. Al mismo tiempo, las autoridades eclesiásticas de la Iglesia Anglicana denunciaron que la Teoría de la Evolución constituía la visión más degradante del ser humano jamás concebida, y alguno incluso llegó a compararle con la serpiente del Jardín del Edén, por intentar pervertir a la sociedad británica con sus «ideas perversas».
A Darwin toda esta polémica no debió sorprenderle demasiado, ya que conocía de primera mano, dentro de su propio hogar, los conflictos religiosos que podían provocar sus teorías. Lo que sin duda le hubiera chocado mucho más es descubrir que 150 años después, las llamas de esta controversia todavía no se han apagado en el mundo del siglo XXI.
EL OTRO CHARLES.
Amable, cercano, familiar y con un gran sentido del humor.Los cuadernos de Darwin no sólo revelan datos sobre sus teorías e investigaciones, también contienen detalles sobre una personalidad y una vida llena de contradicciones y sobresaltos que nos descubren al otro Charles.
SIN PENA NI GLORIA.
Lugar: Conferencia en la sociedad Linneana de Londres. Tema: Teoría sobre el origen de las especies. Expositores: Charles Lyell y Joseph Hooker -dos amigos del 'padre' de la evolución-. Respuesta: frialdad y silencio absoluto. La primera vez que la teoría de Darwin vio la luz de forma 'oficial' pasó sin pena ni gloria. Era el 1 de Julio de 1858 y, después de 20 años 'en nevera', se acercaba el momento de que el libro del científico abriera la herida. Según el experto John Van Wyhe, estudioso de los cuadernos de Darwin, este retraso no fue cuestión de miedo, ni por los problemas que este trabajo le provocaba con su creyente esposa Emma. Simplemente «estaba ocupado».
OCULTO DEL 'OJO PÚBLICO'.
Durante toda la gestación de su Teoría de la Evolución, e incluso después de su publicación, Charles Darwin se mantuvo encerrado en su casa, rodeado de apuntes y teorías... El científico, enemigo de la controversia y la polémica, era consciente del revuelo que iba a provocar su «crimen», como él mismo definió 'El origen de las especies'. Mientras veía cómo le caricaturizaban en distintas publicaciones británicas con cuerpo de simio, continuó con sus investigaciones intentando, a su manera, no avivar más el fuego, mientras su teoría cobraba fuerza y adeptos.
DE MÉDICO A CLÉRIGO Y DE CLÉRIGO... A 'REVOLUCIONARIO'.
¿Alguien capaz de formular la Teoría de la Evolución no debería haber sido un estudiante de matrícula? Nada más lejos de la realidad. Charles Darwin se aburría en sus clases de medicina, sobre todo en las de cirugía -incluso algunos seguidores del científico apuntan a que en esta etapa tenía fama de juerguista y disoluto-. La teología fue su siguiente paso y también su siguiente 'fracaso'. Sus aficiones, clases extras y amigos se centraron en el mundo de la geología y la botánica durante sus años de estudiante. Ambas especialidades (medicina y teología) le fueron 'recomendadas' por su padre. Pero el joven Charles decidió seguir los pasos de su abuelo Erasmus, quien publicó un libro titulado 'La Zoonomía'.
LA 'CIENCIA' DEL MATRIMONIO Y LA FAMILIA.
Darwin era un hombre tan metódico que hasta el matrimonio se convirtió para él en una cuestión 'científica'. Cuando a los 29 años se planteó la posibilidad de pedirle a su prima Emma que se casara con él, elaboró una exhaustiva lista de 'pros' y 'contras' antes de tomar la decisión definitiva. Le preocupaba que compartir su vida con una mujer e hijos pudiera obstaculizar el desarrollo de su gran proyecto intelectual. Por eso, en su lista de 'contras' anotó frases como «vida social frívola», «menos tiempo para conversar con hombres inteligentes» y «menos dinero para libros». Al final la balanza se desequilibró a favor de la opción que definió como «una buena mujer en el sofá», con los siguientes argumentos: «Niños (si Dios quiere) — compañía constante (y amiga en la vejez) que mostrará interés en mí — objeto para amar y jugar (mejor que un perro, desde luego) — Estas cosas son buenas para la salud, aunque supongan una terrible pérdida de tiempo». Como lo analizaba todo con ojos de científico, escribiría años después de uno de sus hijos: «Durante la primera semana bostezaba y se estiraba como un anciano».
EL BEAGLE.
Tras el 'fracaso' en sus estudios, Darwin se planteó dar un giro a su vida y realizar un viaje a Tenerife y sumergirse en su naturaleza. Pero en este proyecto se cruzó el Beagle. El lugar donde se gestó 'El origen de las especies', donde escribió su diario personal y donde se descubre como un hombre amable y muy familiar. El lugar donde... se mareaba. El 'padre de la evolución' se sentía con frecuencia indispuesto en el barco.
DARWIN Y LAS ORQUÍDEAS.
Mientras su Teoría de la Evolución continuaba despertando todo tipo de críticas, Darwin se centraba en la orquídea para estudiar las adaptaciones evolutivas y la variedad de formas. No se sabe el por qué de esta elección, lo que sí se sabe es que esta flor era utilizada por los creacionistas como ejemplo de belleza de la mano de Dios. Muchas de sus anotaciones e investigaciones iban acompañadas de dibujos, pero su habilidad para este arte no era la misma que como pensador y teorizador. Consciente de ello, encargó a su amigo John Gould la importante tarea de ilustrar sus teorías, todo tipo de animales, plantas y flores fueron plasmados por su pincel.
SU RELACIÓN CON ESPAÑA.
Según el experto John Van Wyhe, Charles Darwin sabía español o al menos tenía conocimientos básicos: «En otro caso, era imposible que conociera tantos detalles de especies locales de Latinoamérica, que le transmitían los guías y las gentes de los lugares». En España su teoría tuvo una gran acogida. Un año después de que 'El origen de las especies' saliera a la venta en Sevilla, el profesor de Universidad Antonio Machado y Núñez, abuelo de los poetas, ya hacía referencia a ella - y a la obra de Félix de Azara - en sus clases. No obstante, sólo cinco de sus obras han sido traducidas y editadas en nuestro país.
FELIX DE AZARA.-
"EL ARAGONÉS FÉLIX DE AZARA FUE PRECURSOR DE LA OBRA DE DARWIN Y EL EVOLUCIONISMO".
Hoy se cumplen 200 años del nacimiento del autor de 'El origen de las especies'. El paleontólogo Eladio Liñán recuerda la influencia del oscense en su obra Otro español que se adelantó al genio naturalista fue el soriano fray Tomás de Berlanga, quien descubrió las Islas Galápagos
Hoy se cumplen 200 años del nacimiento de Charles Darwin (Shrewsbury, 1809 - Down, 1882), el naturalista británico que llegó a cambiar la concepción del hombre en el mundo. Darwin logró articular su gran teoría convenciendo a toda la comunidad científica de que las especies evolucionan por medio de la selección natural. Pero para llegar a esa conclusión, el genio naturalista, ávido lector, bebió en numerosas fuentes. Y una de ellas, de las más destacadas, fueron las obras del oscense Félix de Azara (Barbuñales, 1742-1821).
El catedrático de Paleontología de la Universidad de Zaragoza Eladio Liñán recuerda que Félix de Azara "es un gran precursor de la teoría de la evolución", y el español que más influyó en Darwin, quien lo cita en varias de sus obras. Por eso ve preciso reivindicar la figura de Félix de Azara cuando se celebra el Año Darwin, al cumplirse 200 años de su nacimiento y 150 de la publicación "El origen de las especies". Darwin conoció los estudios del oscense a través de dos obras sobre los cuadrúpedos y sobre los pájaros del Paraguay y Río de la Plata.
Siendo teniente coronel de Ingenieros, en mayo de 1746, Félix de Azara recibió órdenes para ir a América del Sur y delimitar adecuadamente las fronteras de aquellas regiones. Tardó veinte años en regresar, y en este tiempo describió 200 nuevas especies.
Eladio Liñán explica alguna de las grandes aportaciones del ingeniero militar y cartógrafo: "Antes se pensaba que los mamíferos migraban de Europa a América por el estrecho de Bering. De Azara defiende que no, que los animales de América son exclusivamente americanos y no tienen que ver absolutamente nada con los europeos. De modo que hay una creación en el espacio y en el tiempo, porque cada área geográfica tiene su propia especie y ha evolucionado a lo largo del tiempo. Es decir, hay una creación múltiple en el tiempo y en el espacio. Fue uno de los precursores de Darwin".
El catedrático de Geografía Humana Horacio Capel, de la Universidad de Barcelona, resume en su libro 'Tras las huellas de Félix de Azara': "Azara razonó, varios decenios antes que Darwin, de forma similar a como lo haría este y obtuvo conclusiones semejantes que, sin embargo, no generalizó".
También el bioquímico Santiago Grisolía destaca en un artículo el papel de Félix de Azara en la evolución de las ideas de Darwin. Y varios autores, incluido Liñán, defienden que Darwin llevaba en su travesía a bordo del Beagle el libro del oscense 'Viajes por la América Meridional' (1809).
Otro español al que rescata Eladio Liñán del olvido por su papel como precursor de la teoría de la evolución es fray Tomás de Berlanga, quien nació hacia 1487 en Berlanga de Duero (Soria) y murió en la misma localidad en 1551. Fray Tomás descubrió la Isla de los Galápagos, archipiélago que, tres siglos después, serviría de base de observación a Darwin. "En una carta que escribió a Carlos V, le da cuenta del hallazgo del archipiélago de los Galápagos y, aparte de describirle el contenido zoológico y botánico, le dice que las especies de iguanas que hay en las islas son completamente distintas que las que hay en el continente", subraya Eladio Liñán. De la inteligencia de fray Tomás de Berlanga da medida que propusiera a Carlos V construir un canal, aprovechando el río Chagres, que uniera el Atlántico y el Pacífico. ¡En 1535 ya anunció el canal de Panamá, que se inauguró en 1914!
Liñán defiende que Darwin fue, con Copérnico, de las personas que más influencia han tenido en la historia de la humanidad. "Lo que logró fue convencer a toda la comunidad científica de que la evolución existía, de que las especies evolucionaban y no era inmutables". Y si Copérnico desmontó el heliocentrismo al demostrar que la Tierra no era el centro del Universo, Darwin convenció a todo el mundo de que la evolución existía y de que la especie humana era una más entre todas.
Darwin logró articular una teoría irrefutable frente a los defensores del creacionismo y de la inmutabilidad de las especies. Pero esta creencia todavía cuenta con muchos seguidores: según una encuesta reciente, la mitad de los británicos cree en el Creacionismo. Liñán lo achaca a que, ante las supersticiones que florecen en tiempos de crisis, los científicos no dan soluciones. Y también hay un problema educacional: "Cuando falta cultura es más fácil creer en la magia, en las cosas sencillas".
La ciencia en la que Liñán es especialista, la Paleontología, ha ido confirmando que Darwin tenía razón. "La Paleontología nos documenta que las especies van cambiando gradualmente, hay unas que se extinguen y otras que se transforman a lo largo de un proceso lento". En el yacimiento zaragozano de Murero, el registro de hace 500 millones de años en una plataforma marina, Liñán trabaja desde hace tiempo y observa, a través de los trilobites, cómo van cambiando progresivamente las poblaciones, estrato a estrato.
"Seguro que a Darwin le hubiera gustado conocer los datos que arroja el yacimiento de Murero", reconoce Liñán cuando se le pregunta al respecto. Porque en su tiempo el Precámbrico y el Cámbrico eran desconocidos, por lo que no podía dar respuesta a los vacíos de su teoría, como dónde estaban los fósiles primitivos que habían originado la vida.
Nuria Casas, El Heraldo de Aragón, Zaragoza.
"EL ARAGONÉS FÉLIX DE AZARA FUE PRECURSOR DE LA OBRA DE DARWIN Y EL EVOLUCIONISMO".
Hoy se cumplen 200 años del nacimiento del autor de 'El origen de las especies'. El paleontólogo Eladio Liñán recuerda la influencia del oscense en su obra Otro español que se adelantó al genio naturalista fue el soriano fray Tomás de Berlanga, quien descubrió las Islas Galápagos
Hoy se cumplen 200 años del nacimiento de Charles Darwin (Shrewsbury, 1809 - Down, 1882), el naturalista británico que llegó a cambiar la concepción del hombre en el mundo. Darwin logró articular su gran teoría convenciendo a toda la comunidad científica de que las especies evolucionan por medio de la selección natural. Pero para llegar a esa conclusión, el genio naturalista, ávido lector, bebió en numerosas fuentes. Y una de ellas, de las más destacadas, fueron las obras del oscense Félix de Azara (Barbuñales, 1742-1821).
El catedrático de Paleontología de la Universidad de Zaragoza Eladio Liñán recuerda que Félix de Azara "es un gran precursor de la teoría de la evolución", y el español que más influyó en Darwin, quien lo cita en varias de sus obras. Por eso ve preciso reivindicar la figura de Félix de Azara cuando se celebra el Año Darwin, al cumplirse 200 años de su nacimiento y 150 de la publicación "El origen de las especies". Darwin conoció los estudios del oscense a través de dos obras sobre los cuadrúpedos y sobre los pájaros del Paraguay y Río de la Plata.
Siendo teniente coronel de Ingenieros, en mayo de 1746, Félix de Azara recibió órdenes para ir a América del Sur y delimitar adecuadamente las fronteras de aquellas regiones. Tardó veinte años en regresar, y en este tiempo describió 200 nuevas especies.
Eladio Liñán explica alguna de las grandes aportaciones del ingeniero militar y cartógrafo: "Antes se pensaba que los mamíferos migraban de Europa a América por el estrecho de Bering. De Azara defiende que no, que los animales de América son exclusivamente americanos y no tienen que ver absolutamente nada con los europeos. De modo que hay una creación en el espacio y en el tiempo, porque cada área geográfica tiene su propia especie y ha evolucionado a lo largo del tiempo. Es decir, hay una creación múltiple en el tiempo y en el espacio. Fue uno de los precursores de Darwin".
El catedrático de Geografía Humana Horacio Capel, de la Universidad de Barcelona, resume en su libro 'Tras las huellas de Félix de Azara': "Azara razonó, varios decenios antes que Darwin, de forma similar a como lo haría este y obtuvo conclusiones semejantes que, sin embargo, no generalizó".
También el bioquímico Santiago Grisolía destaca en un artículo el papel de Félix de Azara en la evolución de las ideas de Darwin. Y varios autores, incluido Liñán, defienden que Darwin llevaba en su travesía a bordo del Beagle el libro del oscense 'Viajes por la América Meridional' (1809).
Otro español al que rescata Eladio Liñán del olvido por su papel como precursor de la teoría de la evolución es fray Tomás de Berlanga, quien nació hacia 1487 en Berlanga de Duero (Soria) y murió en la misma localidad en 1551. Fray Tomás descubrió la Isla de los Galápagos, archipiélago que, tres siglos después, serviría de base de observación a Darwin. "En una carta que escribió a Carlos V, le da cuenta del hallazgo del archipiélago de los Galápagos y, aparte de describirle el contenido zoológico y botánico, le dice que las especies de iguanas que hay en las islas son completamente distintas que las que hay en el continente", subraya Eladio Liñán. De la inteligencia de fray Tomás de Berlanga da medida que propusiera a Carlos V construir un canal, aprovechando el río Chagres, que uniera el Atlántico y el Pacífico. ¡En 1535 ya anunció el canal de Panamá, que se inauguró en 1914!
Liñán defiende que Darwin fue, con Copérnico, de las personas que más influencia han tenido en la historia de la humanidad. "Lo que logró fue convencer a toda la comunidad científica de que la evolución existía, de que las especies evolucionaban y no era inmutables". Y si Copérnico desmontó el heliocentrismo al demostrar que la Tierra no era el centro del Universo, Darwin convenció a todo el mundo de que la evolución existía y de que la especie humana era una más entre todas.
Darwin logró articular una teoría irrefutable frente a los defensores del creacionismo y de la inmutabilidad de las especies. Pero esta creencia todavía cuenta con muchos seguidores: según una encuesta reciente, la mitad de los británicos cree en el Creacionismo. Liñán lo achaca a que, ante las supersticiones que florecen en tiempos de crisis, los científicos no dan soluciones. Y también hay un problema educacional: "Cuando falta cultura es más fácil creer en la magia, en las cosas sencillas".
La ciencia en la que Liñán es especialista, la Paleontología, ha ido confirmando que Darwin tenía razón. "La Paleontología nos documenta que las especies van cambiando gradualmente, hay unas que se extinguen y otras que se transforman a lo largo de un proceso lento". En el yacimiento zaragozano de Murero, el registro de hace 500 millones de años en una plataforma marina, Liñán trabaja desde hace tiempo y observa, a través de los trilobites, cómo van cambiando progresivamente las poblaciones, estrato a estrato.
"Seguro que a Darwin le hubiera gustado conocer los datos que arroja el yacimiento de Murero", reconoce Liñán cuando se le pregunta al respecto. Porque en su tiempo el Precámbrico y el Cámbrico eran desconocidos, por lo que no podía dar respuesta a los vacíos de su teoría, como dónde estaban los fósiles primitivos que habían originado la vida.
Nuria Casas, El Heraldo de Aragón, Zaragoza.
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