Asisto sorprendido a la inminente “guerra” de anuncios callejeros sobre Dios circulando sobre la carrocería de los autobuses.
Vehículos urbanos municipales empezarán a exhibir en Madrid y Barcelona un gran cartelón con este mensaje: “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta la vida”. La iniciativa ha sido de la Unión de Ateos y Librepensadores.
La réplica ha venido con una campaña en sentido contrario, también utilizando autobuses y letreros de dimensiones semejantes, con esta respuesta: “Dios existe. Disfruta de la vida en Cristo”. Los promotores son evangélicos del Centro Cristiano de Reunión.
Tengo para mí que, desde un punto de vista intelectual, es más cuerdo debatir sobre la existencia de Dios, que aparcar el asunto en las simas de la inconsciencia para no plantearse nada que pueda resultar comprometido.
Quiero decir que, en mi opinión, los supuestos ateos y librepensadores se han equivocado de táctica. El gran enemigo de Dios no es la negativa a creer, sino el olvido, la indiferencia, el aparcamiento: que ni se hable de Él.
Si la cuestión de Dios está planteada, aunque sea para negarlo, en esa sociedad queda alguna esperanza.
Hace algún tiempo leí al cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, una profunda reflexión sobre la religión y el ateísmo. Y me impactó esta consideración: una persona intelectualmente honrada, respetuosa consigo mismo y su condición de ser racional, no puede olvidarse de la cuestión de Dios.
El problema para los ateos es que, aunque afirmen que no se puede “demostrar” la existencia de Dios, lo que evidentemente es imposible de demostrar es que NO existe.
Y la sola posibilidad de que Dios exista, por mínima que resulte y sin alcanzar siquiera certeza alguna, debe cambiar inevitablemente la existencia de un ser humano.
Si hay alguna posibilidad de que Dios exista (y la hay), nadie se puede quedar tranquilo.
Lo mas curioso del caso, es que estos ateos, se plantean la duda de si Dios existe, o no. Luego no son ateos, en todo caso, agnósticos y, muy probablemente, pesebristas.
Vehículos urbanos municipales empezarán a exhibir en Madrid y Barcelona un gran cartelón con este mensaje: “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta la vida”. La iniciativa ha sido de la Unión de Ateos y Librepensadores.
La réplica ha venido con una campaña en sentido contrario, también utilizando autobuses y letreros de dimensiones semejantes, con esta respuesta: “Dios existe. Disfruta de la vida en Cristo”. Los promotores son evangélicos del Centro Cristiano de Reunión.
Tengo para mí que, desde un punto de vista intelectual, es más cuerdo debatir sobre la existencia de Dios, que aparcar el asunto en las simas de la inconsciencia para no plantearse nada que pueda resultar comprometido.
Quiero decir que, en mi opinión, los supuestos ateos y librepensadores se han equivocado de táctica. El gran enemigo de Dios no es la negativa a creer, sino el olvido, la indiferencia, el aparcamiento: que ni se hable de Él.
Si la cuestión de Dios está planteada, aunque sea para negarlo, en esa sociedad queda alguna esperanza.
Hace algún tiempo leí al cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, una profunda reflexión sobre la religión y el ateísmo. Y me impactó esta consideración: una persona intelectualmente honrada, respetuosa consigo mismo y su condición de ser racional, no puede olvidarse de la cuestión de Dios.
El problema para los ateos es que, aunque afirmen que no se puede “demostrar” la existencia de Dios, lo que evidentemente es imposible de demostrar es que NO existe.
Y la sola posibilidad de que Dios exista, por mínima que resulte y sin alcanzar siquiera certeza alguna, debe cambiar inevitablemente la existencia de un ser humano.
Si hay alguna posibilidad de que Dios exista (y la hay), nadie se puede quedar tranquilo.
Lo mas curioso del caso, es que estos ateos, se plantean la duda de si Dios existe, o no. Luego no son ateos, en todo caso, agnósticos y, muy probablemente, pesebristas.
José Apezarena.
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