sábado, 2 de junio de 2007

REFLEXIONES MUSULMANAS.-




He querido empezar con la palabra musulmán para que se me note un tono conciliador. Es obvio que estamos condenados a entendernos nuestros vecinos y nosotros, y no es cuestión de recordar acepciones viejas y despectivas que, aunque populares, nos alejarían del encuadre y, sobre todo, del objetivo. Nos pasamos decenios sopesando el efecto Hassan y barajándolo como amenaza de nuestro proyecto turístico, sin dejar de oír a los que lo llamaban garante del mismo. Resulta que este muchacho quiere superar a su padre en astucia y bemoles.
Lo que nos faltaba, árabes con complejos de griegos, elevando dramas a tragedias y ocultándose tras los velos de la religión y el integrismo. Nosotros, como siempre, con algunos encantados de ser lo que geopolíticamente somos y de ser engullidos por la Islammanía, y otros, acordándose de la familia viva y muerta de los políticos, politicastros y piedras de mechero, que en su día hicieron posible que el D. Juan de Austria dejara Palenzuela en Capraria y se retirara a la Península. Bien, ¿qué podemos esperar de nuestro vecino? Nada que perder tiene. Es jefe/dictador/caudillo y encima cardenal/sultán/príncipe de los creyentes. Casi nada. No se le puede atacar por su carácter antidemocrático, porque como todos estos sátrapas, califas, emires y caídes, son elegidos por sabe Dios quién, para sojuzgar en nombre de su religión, y atacarlos es atacar a sus más profundas creencias. Las cuales les mantienen aquellos para tener sojuzgado al pueblo, y encima ellos contentos, parece. Producir, nada; avanzar, nada, si no sería Turquía y ellos quieren talibán.
La tragedia de nuestro vecino, del pueblo, digo, no la podemos aliviar, pero lo peor es que ellos tampoco, ya que no se basa en un régimen de comisarios políticos castristas o videlistas, no, es la religión la que los ahoga en la ciénaga de la ignorancia y el horror. No se les puede derrocar sin derrocar a su simbiótico. Trágico. Pero los tenemos a 50 millas náuticas de nuestras industrias turísticas, de las que dependemos. Ya hace años, se nos amenazó con que los reactores desde el Alaui tardarían 20 minutos en arrasar Gran Canaria. Baladronadas del anciano Hassan. ¿Qué hará este Mohamed para superar a su viejo? Ya nos ha hablado de guerra su ministro canciller.
¿Cuánto tiempo necesita para derribar nuestro turismo y dejarnos, este sí, con una gran moratoria? ¿Tenemos disuasión a mano? ¿Qué capacidad de respuesta tenemos, sin radares, sin Legión, sin Ejército, o de reservistas objetores éste? ¿Cuánto tardan los reactores de Rota o Los Llanos, supongo, en defendernos? ¿3 horas? Porque, ¿no pensarán contar con los de Gando? ¿Y flota y tropa armada en cantidad suficiente y efectiva? ¿48 horas? Porque ¿no pensarán contar con las de la Base Naval de Las Palmas?, supongo.
En Las Malvinas había ovejas y pastores, y llegar antes no era prioritario, aquí en 10 horas puede pasar mucho. Podemos ahogar al sarraceno, no dejándole pasar de Los Pirineos y que embarquen por Génova, haciendo una expulsión como La Católica, y cerrar las fronteras y el espacio aéreo y retirar subvenciones y ayudas, además de cerrarles los mercados europeos. Somos Islas de paz, promocionamos el turismo y la paz, somos gente de paz, no necesitamos guerras, ni zonas calientes, ni conflictos por pequeños que sean en nuestras sensibles zonas turísticas. Pero no debemos mostrar debilidad ni que no nos defenderemos, porque cuando lleguen y por culpa nuestra, al no tener nada aquí, puede ser tarde.
A reflexionar.
sorlo* step.es.
Los mapas pueden amplirse, con el ratón.

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