viernes, 1 de junio de 2007

NECESITO UN TRADUCTOR.-

No, no voy a hablar de los errores de traducción de las conversaciones interceptadas a Mohamed El Egipcio en Milán. No tengo ninguna duda de que el sujeto en cuestión es un islamista posiblemente peligroso, pero tampoco me cabe la más mínima duda de que tiene con el 11-M tanto que ver como yo. Por lo menos a partir de las pruebas aportadas. Lo que hay contra él es, básicamente, un conjunto de conversaciones donde la Fiscalía cogió lo que le vino en gana, obviando otras frases tan reveladoras del estado mental del individuo como esa donde hablaba de un secador de pelo más mortífero que todas las armas americanas. Y encima resulta que esas frases seleccionadas por la Fiscalía ni siquiera estaban bien traducidas. No me extraña que a la fiscal le diera casi un soponcio ayer, en vivo y en directo.
No, no es eso lo que necesito traducir. Lo que quiero que me traduzcan es una declaración efectuada ayer por los Tedax: ésa en que un experto en desactivación de explosivos de la Policía contesta a uno de los abogados que después de la explosión de un artefacto no es posible determinar la marca comercial de una dinamita, sino sólo detectar componentes genéricos. ¿Se trata de una enfermedad contagiosa la de la jefa de laboratorio de los Tedax, una alergia a la especificidad de la que ella ya se habría curado, pero que habría traspasado a alguno de sus compañeros? ¿Será que en la sede de los Tedax, además de DNT, hay un virus mortífero que incita a realizar afirmaciones absolutamente contradictorias con lo que ha sido la trayectoria de nuestras fuerzas de seguridad en lucha antiterrorista? ¿O será que el DNT presente en el ambiente de esa unidad tiene algún efecto pernicioso sobre el cerebro y produce un impulso irrefrenable de mentir ante los jueces? No lo sé, pero algo raro tiene que suceder en esa habitación donde los Tedax guardaban las muestras, algo que afecta a la capacidad de comunicación de los testigos que han desfilado ante el tribunal. Yo, al menos, a algunos de ellos no les entiendo. Como tampoco entiendo que revuelquen por los suelos el buen nombre que los Tedax se han ganado, con todo merecimiento, jugándose la vida por nosotros a lo largo de muchos años.
Luís del Pino.

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