domingo, 4 de enero de 2009

ESTACIONALIDAD.-

Con los tiempos que corren, la única esperanza que nos queda para no pasar de la Locomotora de Europa a la economía del hambre, es como siempre y como nunca debió de olvidarsenos, el Turismo. No será un gran motor de economía, pero nos mantendrá vivos y despiertos, siempre que lo respetemos de verdad y lo valoremos en su medida justa.
La estacionalidad Turística siempre se ha visto como un mal, menor, pero un mal en sí.
Se argumenta que un destino turistico sin estacionalidad es un mayor fuente de ingresos y de desarrollo estable del destino. Eso es indiscutible, y donde se pueda se debe de implantar, si el desarrollo lo permite. Es más, es un proceso al que se llega poco a poco y sin que se le imponga a nadie.
Marbella, por ejemplo basa su éxito en su espectacular clima, en sus mágnificas instalaciones de restauración y ocio, y en sus espléndidas urbanizaciones donde cada vez acude más gente y de mayor nivel a residir temporal o permanentemente.
Por todo esto, puede abrir todo el año un gran número de instalaciones, no todas, que arropan al destino y hacen que esté con una ocupación aceptablemente rentable todo el año y se aproveche de las avalanchas de las fiestas, puentes y vacaciones.
Canarias no es así, y de he hecho, hasta los años 70, nuestra “temporada” empezaba en Septiembre y acababa en Semana Santa. Eramos turismo de invierno, y salvo excepciones los complejos se cerraban escalonadamente, y volvían a abrir de la misma manera a partir del 15 de Agosto. Esto daba un respiro al entorno, a los establecimientos, aliviaban las economías de los inversores y empresarios, se remozaba, se adecentaba y se preparaban estrategias captadoras de clientes de calidad y gasto.
El abaratamiento y el establecimiento y desarrollo de los medios aéreos, facilitó que cayéramos en la trampa de salir voluntariamente de la estacionalidad.
Baleares, Valencia, Costa Brava, Costa del Sol- salvo gratas excepciones-, funcionan así y nadie puede decir que vayan peor que nosotros. Ni hablar.
En esto, que es de lo que vivimos todos, hay que ser muy serios, pero sobre todo posibilistas.
El turismo al que podemos aspirar en los meses donde está más cerca de nuestros clientes el sol, que es nuestro principal atractivo de momento, ya que, por incompetencia o falta de voluntad, no hemos desarrollado otros alternativos capaces de sustituirlo, es un turismo empobrecedor, de bajísimo nivel y sobre todo y ahí lo importante, de nula capacidad de gasto.
Me dan igual las cifras de cuantos, me interesa cuanto, y sobre todo, donde se recauda ese cuanto se gasta.
Nosotros, a 15 euros la media pension, nos empobrecemos, y sin embargo, los gastos y costes laborales , fiscales y de establecimiento, son cuando mínimo estables y normalmente al alza cada año. Además los elementos comunes que usan este tipo de clientes, tienen una duración limitada ante tanto embate y eso lo pagamos los residentes con nuestros impuestos. Hay que dotarles de seguridad, atención primaria y de todos los servicios que hagamos de nuestros bolsillos. Las Grandes cadenas huyen y los hoteles de Lujo no mantienen servicios medios porque no pueden cobrar ni la mitad de lo que les aconseja u obliga su cuenta de explotación, reventando las cifras de los de dos y tres estrellas.
No ganamos más por estar abiertos siempre, generalmente rebaja la cuenta brillante de explotacion generada en otros meses, el empeñarnos en abrir 24h/365.
Debemos explorar todos los frentes con seriedad y firmeza, sin movimientos bruscos, pero colaborando todos, Estado, Comunidad y Administraciones locales, con los empresarios turísticos y llegar a conclusiones pertinentes, pero lo que no puede ser no es y además, como saben, es imposible. Es una idea, y deberiamos sopesarla.
A reflexionar.
L. Soriano.

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